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domingo, 30 de septiembre de 2007

COMPAÑERA


Amor mío,
dulce amor mío,
hoy es treinta de septiembre de 2007,
hace ya 32 años
que te amo.

Inspirado en los poemas (*) de otro hombre,
de un hombre que también amó,
he escrito estos versos.

Él también buscó a Dios,
como yo.

Ante Dios y ante ti
solo puedo decir: “gracias”.
Gracias por estos 32 años de amor.

En ti, dulce amor, y en nuestras hijas,
también están mis alas,
las alas que algún día me llevarán a Dios,
las alas que algún día me llevarán a ese lugar
en el que mis padres, dormidos,
escuchan la música oculta que rige el universo.

Allí, ellos sueñan y aguardan,
en un lugar sin tiempo,
la llegada de su hijo.

Gracias, dulce amor;
gracias por acompañarme.

(*) Esos poemas de los que se habla, de Dámaso Alonso, son “Yo”, “Las alas” y “La madre”, que se integran en su obra “Hijos de la ira”.

RENACERÉ YO


Renaceré yo piedra,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo viento,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo ola,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo fuego,
y aún te amaré mujer a ti.

Renaceré yo hombre,
y aún te amaré mujer a ti.

Juan Ramón Jiménez (La estación total)

jueves, 27 de septiembre de 2007

LAS ESTRELLAS


A veces, cuando contemplo el cielo en las noches de verano, en la oscuridad de la era, dejando que el tiempo transcurra indolente, pienso que bajo esas mismas estrellas también vivieron sus sueños hombres como Séneca o Ibn Hazm.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

MIGUEL HERNÁNDEZ, HERIDO POR EL RAYO


El rayo que no cesa nos revela por primera vez la inmensa herida de su interior poblado de inquietudes y presentimientos, encarnada en el fatídico cuchillo amenazante, símbolo preferido de su cosmovisión trágica, que marca en sangre hasta los temas del amor y de la vida...

“Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.”

La angustia y el desasosiego de estos versos iniciales nos recuerdan el momento de grave crisis ideológica y estética en que fueron escritos...

Aquel Miguel Hernández del que decía Neruda:

“Me traías...
la escolástica de viejas páginas, un olor
a Fray Luis, a azahares...”

Pronto se sentirá en Madrid internamente desgarrado entre dos modos muy dispares de ver la realidad y de entender la poesía. El acercamiento a Neruda, Alberti, Aleixandre, provoca hacía fines de 1935 casi la ruptura con Ramón Sijé y todo lo que él significaba: catolicismo, lecturas del Siglo de Oro, gusto clásico, conservadurismo político. Si el 8 de febrero de 1934 en La Verdad de Murcia Miguel alentaba a los campesinos al trabajo y a no dejarse cegar por la “ira envidiosa” en un artículo que casi parece el panfleto de un partido agrario conservador, en el otoño de 1935 comienza a entender “la trágica vida del campesino”, que trabaja diecinueve horas diarias y que cita indignado las palabras de un político que había declarado: “la gente del campo tiene para vivir suficientemente con tres pesetas”. En año y medio ha tenido lugar un vuelco total de sus actitudes...

Juan Cano Ballesta (Miguel Hernández. El hombre y su poesía)

EL RAYO QUE NO CESA


Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.

Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.

Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a la aldea.

Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.

¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.

Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará, a mi pesar eterno.

Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.

Sigue, pues, sigue cuchillo
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.

Miguel Hernández (El rayo que no cesa)

domingo, 23 de septiembre de 2007

DULCE SILENCIOSO PENSAMIENTO


Sweet silent thought
Shakespeare, Sonnet XXX

.


En el fondo, las risas de mis hijos;
yo, sentado al amor de la camilla,
Heródoto me ofrece rica cilla
del eterno saber y entre acertijos
de la Pitia venal, cuentos prolijos,
realce de la eterna maravilla
de nuestro sino. Frente a mí, en su silla
ella cose y teniendo un rato fijos
mis ojos de sus ojos en la gloria
digiero los secretos de la historia,
en la paz santa que mi casa cierra,
al tranquilo compás de un quieto aliento,
ara en mí, como un manso buey la tierra,
el dulce silencioso pensamiento.

Miguel de Unamuno

MIGUEL DE UNAMUNO Y SALAMANCA


Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes
mientras los campos que te ciñen daban
jugosos frutos.

Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta; cuando yo me muera
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.

Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
di tú que he sido.

Miguel de Unamuno

viernes, 21 de septiembre de 2007

ESPERANZAS


Cuando niño a mí me dijo
un día mi pobre abuela
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos.

Federico García Lorca (Libro de Poemas, 1921 - Los encuentros de un caracol aventurero)

LEER, LEER, LEER...


Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron…

Miguel de Unamuno

jueves, 20 de septiembre de 2007

TIEDRA

Castillo románico de Tiedra, Valladolid
.
La historia de Tiedra, antiguo señorío de la familia Alburquerque y Osuna, y con ella la de su castillo en lo alto del cerro, se remonta al siglo XIII, en tiempos de don Tello Téllez de Meneses. La fortaleza presenta un pequeño e irregular recinto amurallado con la torre del Homenaje en el centro.

Además de su castillo, Tiedra atesora otros edificios de gran valor arquitectónico, como la iglesia de San Pedro, de estilo mudéjar con reformas del siglo XVII, y la del Salvador, de estilo gótico.

Tiedra celebra en febrero, con especial devoción, la festividad de Santa Águeda. Es algo digno de ver la entrega con que las mujeres de la cofradía bailan y celebran esta fiesta año tras año, todas vestidas de negro, con el traje de lentejuelas de “viuda rica”.

El 20 de agosto se celebra la fiesta del Ofrecimiento, en la que se ofrecen a la Virgen unas corderas que han sido previamente subastadas.

La ermita de la Virgen de Tiedra, de estilo barroco, se encuentra a las afueras de la población.

José Cruz Rodríguez (Visita Valladolid)

domingo, 16 de septiembre de 2007

COLEGIO DE TALEGA


Aquel día mi padre llegó a casa con un taburete de madera. Cuando dijeron que era para mí, entonces un niño de cuatro años, sentí una gran alegría. Era un taburete de reducidas dimensiones, apropiado para ser utilizado por un niño. Estuve toda la tarde sentándome y levantándome de él. Era, sin duda, un juguete que me habían regalado por algún motivo que yo ni siquiera me planteé.

A la mañana siguiente todo quedó aclarado. Mi madre me llevó, a media mañana, a una casa en la que una jovencita se esforzaba por entretener a un grupo de diez o doce chiquillos. Era lo que entonces se llamaba un “colegio de talega”, en el que la señorita se hacía cargo de un reducido grupo de niños a los que tenía distraídos durante la mañana enseñándoles alguna canción y, si llegaba el caso, a garabatear las primeras letras y números. Recuerdo que la “talega” ocupaba una habitación de una casa molinera en la calle Arca Real, cerca de una antigua panadería, El Fiel, a la que mi madre acudía todas las mañanas a comprar el pan.

Era una escuela, si se podía llamar así, tan inusual que los niños teníamos que llevar cada uno nuestro propio taburete para poder sentarnos; por supuesto no había mesas ni ningún material de tipo didáctico, ni siquiera un encerado. Los niños llegábamos allí, cada día, portando nuestro taburete y nuestra pequeña pizarra.

Con mucha frecuencia, la jovencita –desconozco si tenía o no la titulación de maestra, algo que en todo caso carecía de interés- nos dejaba salir a un pequeño patio, en el que los chiquillos jugábamos felices. En aquellos tiempos, dada nuestra edad, nuestros padres no tenían interés en que aprendiéramos nada. Se trataba de que la señorita nos tuviera entretenidos unas horas, que para nosotros pasaban felices jugando en el patio o canturreando canciones. Es cierto, sin embargo, que en la “talega”, suavemente, nos íbamos acostumbrando a admitir cierta disciplina y, sobre todo, a estar encerrados, lo que nos sería de utilidad cuando ingresáramos en un colegio “de los normales”.

Frecuentemente, alguna de las madres, cuando volvía de comprar el pan, se asomaba por uno de los ventanucos que daban a la calle para ver lo que hacíamos en el pequeño cuarto. Ese era el momento apropiado para que la señorita, diligente, nos hiciera cantar alguna cancioncilla. Oyéndonos cantar, la madre curiosa apreciaba que dentro “todo iba bien”.

Creo que estuve en la “talega” solamente unos meses. De allí pasé al Colegio Nacional Miguel de Cervantes, en el que pronto comenzarían a enseñarme cosas.

COSAS DE PÁJAROS


Inquietante obra de Walton Ford, artista neoyorquino (Au revoir Zaire,1998).

viernes, 14 de septiembre de 2007

COSSÍO Y MIGUEL HERNÁNDEZ


Miguel Hernández, que había nacido en 1910, murió en la cárcel de Alicante el día 28 de marzo de 1942. En la primavera de 1934 el poeta había llegado por segunda vez a Madrid, buscando un puesto en el mundo de la poesía. Para cubrir sus gastos trabajaba para José María de Cossío, que le había encargado recabar información y redactar historias de toreros con destino a la obra que estaba preparando.

Miguel Hernández tuvo así una relación de dependencia y amistad con Cossío, de modo que cuando en septiembre de 1939 fue liberado de la cárcel por unos pocos días no dudó en solicitar la ayuda de este hombre, en unos momentos en que la familia del poeta pesaba por penalidades económicas insufribles.

En septiembre de 1949, pocos años después de la muerte de Miguel en la cárcel, José María de Cossío se ocupó de que la editorial para la que Miguel había trabajado, Espasa Calpe, publicase una edición de El rayo que no cesa que él mismo habría de prologar.

El libro tiene una dedicatoria inquietante:

“A ti sola, en cumplimiento
de una promesa que habrás
olvidado como si fuera tuya.”

Del prólogo de Cossío destaca –estamos en momentos muy duros del franquismo- la valiente presentación de Miguel Hernández:

“Miguel Hernández había nacido en Orihuela. Fue un auténtico educador de sí mismo. Criado en la humildad honrada de un hogar de cortísima fortuna, su afán de espiritualidad, aún más que de cultura o saber, le hace intimar con religiosos y con los hombres de letras que sienten inquietudes intelectuales en su ciudad natal. De este contacto y relación nació El Gallo Crisis, que, entre las revistas excéntricas que vieron la luz aquellos años anteriores a nuestra guerra, ocupa un lugar distinguidísimo.

En 1935 llega Miguel Hernández a Madrid e intima con lo más granado y conocido de la poesía y la literatura de aquellos momentos. En Cruz y Raya publica un auto sacramental que revela a los atentos la aparición de un poeta de excepcional fuerza y valía. Y en efecto, Miguel Hernández prueba ser el poeta de más fuerte personalidad y dd mayor aliento de toda su promoción.

En Madrid le sorprende la guerra, y su torbellino le arrebata, como arrebató a todos los españoles. No es una advertencia, preliminar de unos versos, el lugar de hacer la biografía del poeta. Tengo contraído conmigo mismo el compromiso de escribirla con la extensión y cuidado que merece. Su conducta exaltada en el conflicto fue digna del respeto de todos, por su humanidad y limpieza. Así fue reconocido unánimemente, y si la muerte no hubiera truncado la vida que había respetado la guerra, sin duda que hoy oiríamos su canto de poeta libre en esta misma España presente siempre en su verso y en su vida. Los mismos brazos piadosos que le asistieron en su iniciación espiritual recogieron su aliento último en aquel mismo Levante, su cuna y su sepultura.

La importancia de la obra de Miguel Hernández y su influencia en la poesía española posterior piden estudio detenido y completo. Lo mismo que a su biografía, me ilusiona dar cima a este estudio para el que me abonaría tan sólo la amistad entrañable que en toda vicisitud y en toda circunstancia me unió al poeta. Hoy, al frente de este libro, el más puro y desinteresado de sus frutos poéticos, quiero tan sólo dejar con su noticia, mi recuerdo más conmovido y cordial.

José María de Cossío.”

Miguel Hernández (El rayo que no cesa)

miércoles, 12 de septiembre de 2007

POEMAS PARA UN HIJO


En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles: Sevilla, Madrid. Difícil imaginarnos la vida en las prisiones en los meses posteriores a la guerra. Miguel, con un humor entre amargo y esperanzado, escribe a su esposa el 12 de septiembre de 1939 esta carta conmovedora, que nos revela su hondura humana y la atmósfera singular en que nacieron tantos poemas impresionantes, entre ellos las “Nanas de la cebolla”:

“Estos días –escribe Miguel a su esposa- me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles te mando estas coplillas que le he hecho, ya que para mí no hay otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme. Prefiero lo primero y así no hago más que eso, además de lavar y coser con muchísima seriedad y soltura, como si en toda mi vida no hubiera hecho otra cosa. También paso mis buenos ratos expulgándome, que familia menuda no me falta nunca, y a veces la crío robusta y grande como el garbanzo. Todo se acabará a fuerza de riña y paciencia, o ellos, los piojos, acabarán conmigo. Pero son demasiada poca cosa para mí, tan valiente como siempre, y aunque fueran como elefantes esos bichos que quieren llevarse mi sangre, los haría desaparecer del mapa de mi cuerpo. ¡Pobre cuerpo! Entre sarna, piojos, chinches y toda clase de animales, sin libertad, sin ti, Josefina, y sin ti, Manolillo de mi alma, no sabe a ratos qué postura tomar, y al fin toma la de la esperanza que no se pierde nunca...”

Juan Cano Ballesta (Miguel Hernández. El Hombre y su poesía)

miércoles, 5 de septiembre de 2007

LOBOS EN LA NIEVE


Quedé impresionado cuando contemplé la proyección de aquella película legendaria, Doctor Zivago. Por la noche, mientras dormía, estuve embargado por sueños extraños en los que, quizás, llegué a presentir cosas que es posible que algún día viva realmente.

La película mostraba escenas espectaculares de la Gran Guerra de 1914, de la Revolución Rusa y de los enfrentamientos civiles entre las tropas comunistas y las que seguían apoyando al régimen de los zares. Lo que más me impactó fue contemplar las inmensas llanuras de las estepas rusas, cubiertas por la nieve, por las que avanzaban los escuadrones de caballería tratando de alcanzar a unos enemigos vaporosos que se esfumaban en aquel inmenso infierno blanco.

En mis ensueños, influidos por lo que había contemplado aquella tarde en la gran pantalla, me veía vestido con un atuendo militar, portando un fusil y aparentemente posando en una inmensa planicie nevada, similar a aquellas por las que había visto cabalgar a los escuadrones de cosacos. La imagen sugería que un gélido viento lo impregnaba todo y mi cara, aterida, acusaba el frío inmenso de aquel inhóspito lugar. Alguien me había repetido varias veces que era necesario que vigilara a los lobos.

Mientras tanto, veía como los soldados de mi compañía, para protegerse del frío, se habían refugiado en unas trincheras cercanas. Esperaban que el cabo furriel y otros dos hombres acudieran portando un cajón de madera en cuyo interior viajaban los chuscos de pan y las latas de sardinas que habrían de constituir el almuerzo en ese día de maniobras en la nieve.

Era frecuente que por las noches, mientras dormíamos en el barracón, escucháramos en la lejanía el aullido de los lobos. Ahora, en nuestro avance por aquellos campos helados, estábamos cerca de ellos y el sargento había seleccionado tres o cuatro hombres para que estuviéramos alerta mientras los demás reponían fuerzas en aquellas abandonadas trincheras. Nuestra misión consistía en mantener alejados a los lobos que pudieran rondar por aquellos parajes. Nos dijeron claramente que si alguno de ellos se acercaba lo único que teníamos que hacer era disparar al aire y asustarlo. No se trataba de disparar contra ellos sino solamente de infundirles temor y hacer que se alejaran.

Como en la película, me veía posando en la nieve, azotado por el viento, mientras a lo lejos, en la neblina, tres hombres se acercaban portando penosamente, dos de ellos, una especie de cajón. Allí venía nuestro almuerzo. Mi misión era impedir que los lobos se acercaran demasiado.

Viví esta escena con tal intensidad que todavía sigo pensando que es posible que fuese un ensueño premonitorio. Quizás en esta vida, o en otra vida futura, esa imagen llegue algún día a hacerse realidad. Es posible, incluso, que haya sido una escena real, vivida en un tiempo ya pasado.

LA LUZ QUE ES AMOR


Los poemas de San Juan de la Cruz tendrían algunos puntos de inspiración en el Cantar de los Cantares bíblico, texto ante cuyo aparente simbolismo erótico los comentaristas hebreros y cristianos habían quedado tan desconcertados. En efecto, Juan usa el simil del encuentro amoroso entre el esposo y la esposa para hablarnos de la unión mística entre el alma y la divinidad. Todo reposaría, siguiendo a José Jiménez Lozano, en que en el proceso de elevación propio del éxtasis místicos cuando el hombre llega finalmente a la Luz percibe que, esencialmente, Dios se le revela como Amor. El atributo principal de la Luz sería un Amor intenso, sin limitaciones, que los hombres no podemos conocer en nuestro mundo terrenal. ¿Podrá el místico expresar en palabras esa intensa experiencia de Luz y de Amor?. En principio, no existen palabras para poder traducir al lenguaje de los hombres esa elevada vivencia. Ese es el motivo de que Juan, que además de místico es también poeta, decida utilizar, como en el Cantar de los Cantares, el lenguaje del amor humano, del erotismo. No existen palabras para expresar el Amor divino y Juan decidirá expresarse a través del amor humano.

Veamos, a modo de ejemplo, el momento en que el alma abandona la materia y sale al encuentro de Dios:

En una Noche obscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada...


Reproducimos otro texto que nos habla de la Luz divina:

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.


Veamos, finalmente, como Juan nos habla del Amor, a través del cual se accede a la vida celestial:

Y, aunque tiniebles padezco
en esta vida mortal,
no es tan crecido mi mal,
porque, si de Luz carezco,
tengo vida celestial;
porque el amor (da) tal vida.

LA LUZ DE DIOS


Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.


La experiencia mística supone una vivencia íntima del hombre que pretende acceder al conocimiento de la Realidad última. San Juan de la Cruz, a través del éxtasis místico, tomaba contacto con lo que él denominaba “subido sentir de la divinal Esencia”, es decir, con la Luz de Dios, con la “oscuridad superluminosa” de que nos hablaba el Pseudo-Dionisio.

Siglos antes Hildegard von Bingen, la mística alemana, ya nos había transmitido noticias de esa Luz divina (Vita Sanctae Hildegardis), que milenios antes también habían buscado los iniciados en los misterios egipcios:

Sin embargo, siempre he percibido esta visión
en mi alma, desde la niñez,
cuando aún no se habían fortalecido
mis huesos y nervios, hasta el momento presente,
cuando tengo más de setenta años...

Desde el tercer año de vida,
he visto una Luz tan intensa
que me causa temblor en el alma.


San Juan de la Cruz, en ese proceso místico de elevación a la Luz divina, llegó a tomar conciencia de que lo religioso no deja de ser sino una construcción humana y que es necesario despojarse de ella para gracias solamente a la fe desnuda alcanzar la fusión mística con Dios.

AMENAZAS DE GUERRA


Hoy, domingo de Resurrección, muy de mañana
una nevasca azotó de repente la isla.
Había nieve entre los setos verdes. Mi hijo
me llevó hasta un albaricoquero pegado a la tapia de la casa
apartándome de una poesía en la que denunciaba
a quienes preparaban una guerra que
al continente, a la isla, a mi pueblo, a mi familia y a mí
se nos puede tragar. En silencio,
cubrimos con un saco
el árbol a punto de helarse.

Bertolt Brecht (Poemas y canciones – Primavera de 1938)

DAVID ROBERTS EN ESPAÑA


Entre 1832 y 1833 David Roberts estuvo viajando por España, visitando Burgos, Madrid, Toledo, Cordoba, Granada y Sevilla.

Este viaje inspiró al pintor abundantes obras que fueron publicadas en The Landscape Annual y en Picturesque Sketches of Spain.

El éxito de su obra fue de tal magnitud que la celebridad alcanzó al pintor, que pudo reunir los fondos necesarios para financiar el que venía siendo el gran sueño de su vida: un viaje por las tierras de Egipto y Palestina...

DAVID ROBERTTS


David Roberts ne fut ni le premier ni le seúl dessinateur àparcourir le Moyen-Orient au siècle XIX et à en rapporter des dessins des lieux et des peuples qu´il abatí vus, mais il est sans aucun doute le plus célèbre. Né en 1796 à Edimbourg dans une famille fort modeste...

Avec l´argent ainsi gagné il put organiser son voyage en Orient. Il passa onze mois (1838-1839) entre l´Egypte, la Syrie et la Terre Sainte. A son retour, il fut élu membre de la Royal Academy (1841) et l´année suivante commenca à publier chaque mois, en collaboration avec le lithographe belge Louis Haghe, des dessins de voyage, qui lui valurent la célébrite bien au-delà des confins de son pays...

David Roberts (L´Egypte et la Terre Sainte – Introduction)

VOYAGE DU SINAI À LA TERRE SAINTE


Le 8 mars 1838, Roberts entreprit une excursions difficile qui le porta à El Deir, un édifice massif entièrement creusé dans lo roc par les Nabatéens...

David Roberts (L´Egypte et la Terre Sainte)