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martes, 29 de junio de 2010

CANCIÓN DE ARPISTA

Imagen: Antiqva




En la capilla del faraón Intef, que reinó a fines del Primer Periodo Intermedio, delante de la representación de un cantor que está tocando el arpa, se reprodujo un himno que nos habla de la muerte y del más allá en un tono que produce una sensación inmensa de sorpresa por el pesimismo que en contra de las creencias que existían en Egipto se desprende del texto. Más sorprendente todavía es que Intef accediera a que ese canto quedara reflejado en la capilla de su tumba.

Sobresale el modo en que el autor del texto, escéptico ante la vida en el más allá, pone en duda las creencias funerarias y nos invita a disfrutar de todo lo que de agradable tiene la existencia:

“Generaciones y más generaciones desaparecen y se van,
otras se quedan, y esto dura desde los tiempos de los Antepasados,
de los dioses que existieron antes
y reposan en sus pirámides.

Nobles y gentes ilustres
están enterrados en sus tumbas.
Construyeron casas cuyo lugar ya no existe.
¿Qué ha sido de ellos?

He oído sentencias
de Imuthés y de Hardedef,
que se citan como proverbios
y que duran más que todo.

¿Dónde están sus moradas?
Sus muros han caído;
sus lugares ya no existen,
como si nunca hubieran sido.

Nadie viene de allá para decir lo que es de ellos,
para decir qué necesitan,
para sosegar nuestro corazón hasta que abordemos
al lugar donde se fueron.

Por eso, tranquiliza tu corazón.
¡Que te sea útil el olvido!
Sigue a tu corazón
mientras vives.

Ponle olíbano en la cabeza.
Vístete de lino fino.
Úngete con la verdadera maravilla
del sacrificio divino.

Acrecienta tu bienestar,
para que tu corazón no desmaye.
Sigue a tu corazón y haz lo que sea bueno para ti.
Despacha tus asuntos en este mundo.

No canses a tu corazón,
hasta el día en que se eleve el lamento funerario por ti.
Aquél que tiene el corazón cansado no oye su llamada.
Su llamada no ha salvado a nadie de la tumba”.

Sorprende el escepticismo ante el más allá que impregna este himno de arpista. El autor no oculta su falta de fe y la actitud negativa de su alma ante la desesperanza, algo propio de unos momentos de crisis en que los egipcios sintieron que todo se desmoronaba. En todo caso, el hedonismo que se desprende de este poema causaría menos sorpresa en momentos más tardíos, cuando las creencias religiosas egipcias se habían ido relajando con el paso del tiempo. El autor nos insiste en que debemos aprovechar el día a día para vivir y sentimos la amenaza de su amargura cuando nos advierte que tras la muerte no existe ninguna seguridad de que podamos desarrollar otro tipo de existencia:


“Hazte, por tanto, el día dichoso,
y no te canses nunca de esto.
¿Ves?, nadie se ha llevado sus bienes consigo.
¿Ves?, ninguno de los que se fueron ha vuelto”


domingo, 27 de junio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

AMORES IMPOSIBLES

Ensoñación fotográfica: Antiqva



Algunos hombres, que se hundieron una y otra vez en los infiernos, esperan salir algún día llevando de la mano a Eurídice.

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domingo, 20 de junio de 2010

SUEÑOS IMPOSIBLES

Ensoñación fotográfica: Antiqva




En cierta ocasión una persona dejó escrito:

“Voy a soñarte aunque no me pertenezcas. Y después, el sueño lo guardaré entre las páginas de aquel libro.”

Al poco, otra persona anotó:

“…a mi también me ha pasado eso. En cierta ocasión, cosí el sueño, con alfileres, en un pañuelo... En otra, lo guarde en una cajita de marfil de esas que venden para guardar sueños imposibles. Si, a mi también me ha pasado...
Quizá sea –proseguía esa segunda persona- que estamos enfermos. Ojala fuera, en todo caso, una enfermedad contagiosa y se la contagiáramos a todo el mundo...”

jueves, 17 de junio de 2010

VIAJES MÍTICOS A ÁFRICA

Cartago
Ensoñación fotográfica: Antiqva







Las tierras del África tropical, como consecuencia de la desertización del Sahara en los tiempos finales del Neolítico, quedaron aisladas con respecto a las culturas que se fueron desarrollando en la antigüedad en el mundo mediterráneo, de modo que habrá que esperar a la Baja Edad Medía para que árabes y beréberes, que atravesaban el desierto de una manera regular siguiendo las rutas caravaneras, mantengan un contacto sostenido con los pueblos subsaharianos. De tiempos anteriores, sin embargo, nos han llegado noticias legendarias que nos hablan de ciertos periplos marinos por las costas africanas, alguno de los cuales, de ser cierto, habría conseguido bordear África en una época que se fecha en el entorno del año 600 a.C.


Necao y los fenicios

A pesar de que el mundo egipcio mantuvo relaciones estrechas con los pueblos del Mediterráneo lo cierto es que las noticias que se tenían en la antigüedad sobre las tierras interiores de África eran ciertamente confusas. La moderna arqueología ha confirmado que las huellas de una posible presencia del mundo clásico en el sur del Sahara son prácticamente nulas antes de los tiempos tardíos, a partir del siglo II d.C., cuando las tropas auxiliares sirias que protegían los intereses de Roma en el norte de África introdujeron en estas tierras el uso del dromedario, que habría de alcanzar su auge a partir del siglo III. Será entonces cuando se intensificará el tráfico comercial sahariano y aparecerán restos arqueológicos que confirmarán esa actividad. Así sucede con las monedas romanas del siglo IV encontradas en la tumba de Tin-Hinan, de Abalessa, descubierta en Ahaggar.

Sin embargo, los historiadores griegos antiguos nos han transmitido ciertas noticias que circularon en la antigüedad que nos hablan de intentos decididos de explorar las costas africanas por parte de expediciones egipcias y persas. Así, por Heródoto, sabemos que un contingente fenicio recibió el encargo del faraón Necao (hacia 600 a.C.) de intentar la circunnavegación del continente. Seguimos a este historiador: “En ese sentido es evidente que Libia (nombre que los antiguos daban a África) está rodeada de agua por todas partes, salvo por el lado en que confina con Asia; que nosotros sepamos el rey de Egipto Necao fue el primero que lo demostró, ya que, tras interrumpir la excavación del canal que, desde el Nilo se dirigía al golfo arábigo, envió en unos navíos a ciertos fenicios, con la orden de que, a su regreso, atravesaran las columnas de Heracles (actual Estrecho de Gibraltar) hasta alcanzar el mar del Norte (Mediterráneo) y llegar de esta manera a Egipto. Los fenicios, pues, partieron del mar eritreo (Mar Rojo) y navegaron por el mar del sur (Océano Índico). Y cuando llegaba el final del otoño, atracaban en el lugar de Libia en que, en el curso de su travesía, a la sazón se encontraban, sembraban la tierra y aguardaban hasta la siega. Y, una vez recogida la cosecha, reemprendían la navegación, de manera que, cuando habían transcurrido dos años, en el tercer año de travesía doblaron las columnas de Heracles y arribaron a Egipto. Y contaban –cosa que a mi juicio no es digna de crédito aunque puede que lo sea para alguna otra persona- que al contornear Libia, habían tenido el sol a mano derecha”.


Fracaso de Sataspes

Es difícil que podamos contrastar en nuestros días hasta que punto las noticias que nos ha transmitido Heródoto son fiables. No existen dudas con respecto a los viajes que en la antigüedad se realizaban vía Mar Rojo hasta las tierras ubicadas en las costas del Océano Índico. Los vientos monzones, con sus alternancias, facilitaban tanto el viaje de ida como el de regreso. La afirmación, increíble para Heródoto, de que los marinos en un momento determinado habían visto elevarse el sol por su derecha, es cierta siempre que hubieran sido capaces de doblar el Cabo de Buena Esperanza y brinda por ello un halo de verosimilitud al relato. Sin embargo, la posibilidad de remontar las aguas del Atlántico en el tramo entre el actual Senegal y Marruecos, siempre con el viento en contra, parece una prueba imposible de superar con los medios que los marinos de esos tiempos poseían.

En todo caso, el mismo Heródoto, en otro pasaje, nos habla de otro personaje, el persa Sataspes, que a principios del siglo V a.C. habría sido también enviado con la misma intención de explorar las costas africanas, fracasando esta vez en su intento. En efecto, dice Heródoto: “el aqueménida Sataspes, hijo de Teaspis, en el curso de su travesía no logró contornear Libia, pese a que se le había enviado con ese objetivo. Al contrario, por el temor que le inspiraba la magnitud y la soledad del viaje, volvió sobre sus pasos sin haber llevado a cabo la empresa que la había impuesto su madre...”.

Y más adelante: “entonces Staspes se llegó a Egipto, fletó una nave con marineros de esa nacionalidad y se hizo a la mar con rumbo a las columnas de Heracles. Tras haberlas flanqueado y haber doblado el cabo de Libia cuyo nombre es Solunte, puso proa hacia el sur. Al cabo de muchos meses llevaba recorrida por la superficie del mar una considerable distancia, pero, en vista de que siempre faltaba un trayecto superior, viró de bordo poniendo rumbo a Egipto”.

Todas estas noticias que el pasado nos ha transmitido gracias a la labor recopilatoria de Heródoto, nos están hablando de diversos intentos de los antiguos por arribar a las tierras remotas del África negra y es probable que tengan un cierto trasfondo de veracidad. No importa demasiado que estas informaciones concretas sean ciertas o no, lo importante es que reflejan aun cuando sea de manera legendaria el interés de aquellos hombres por conocer unas tierras remotas. Quizás los fenicios no llegasen nunca a remontar el Cabo de Buena Esperanza, pero aún en ese caso todo parece indicar que no habrían estado demasiado lejos y que habrían sido sus informadores locales los que les habrían hecho saber que más allá de ese punto se producía un cambio notable de rumbo para los navíos que bordeaban la costa y que a partir de ese momento todos afirmaban que el sol, al amanecer, se situaba a la derecha del navegante.






lunes, 14 de junio de 2010

BILL HALEY Y LOS COMETAS

Son muchos los que piensan que el rock and roll nació en 1954 cuando Bill Haley y sus Cometas publicaron este disco prodigioso. Bill, que había nacido en Detroit en 1925, fue en todo caso uno de los padres de este movimiento musical que habría de cambiar los esquemas de la música popular del siglo XX.

Fijaros, amig@s, en el modo en que acompañan la música, con su baile, las niñas...

sábado, 12 de junio de 2010

JALEO DE GATOS







Estas semanas se han producido algunas novedades de cierta trascendencia en el universo gatuno asilvestrado que tiene “arrecogío” nuestro amigo Antiqva.

De un lado, fruto de sus amores ilícitos con el gato del Antifaz, Natacha está ahora criando tres hijos: uno blanco, otro con mezclas blancas y negras (como su padre) y un tercero de tono rubito.

Lupita, por otro lado, hija de Natacha y del tipo ese del antifaz, está también criando otros tres hijos (dos blancos y uno negro) de los que presuntamente habría que responsabilidad a ese “delincuente” que no ha dudado en preñar a su propia hija.

Por otro lado, Jano y Lupo, hijos de Natacha y hermanos de Lupita, siguen perdidos, posiblemente puestos en fuga por su padrastro, en tanto que otro gato sin nombre, hijo de la tal Lupita, nos ronda eventualmente demandando no tanto cariño como alguna que otra salchicha o un sorbo de leche, de esa que todos tenemos en el frigorífico, a punto de caducar, Me consta que esa leche, mezclada a partes iguales con agua, les encanta.

De modo que si no me fallan las cuentas el grupo de los gatos silvestres que Antiqva es capaz de reconocer se compone en estos momentos de un total de doce unidades: el gato del Antifaz, Natacha, Jano, Lupo, Lupita, el Innombrado y las seis crías de reciente incorporación…. ¡Menudo jaleo! Los pájaros del valle del Guadalquivir están tremendamente asustados (ratones no hay desde hace años…)

Amig@s, Antiqva, ante el crecimiento impío del “clan”, se ve obligado a demandar vuestro auxilio… Nuevamente, la “Fundación para el cuidado y mantenimiento de los gatos asilvestrados de Antiqva” admitirá donativos en metálico. Desconozco, en estos momentos, si las posibles cantidades que podáis aportar desgravarán o no a efectos fiscales.

Se ruega, eso si, que no me mandéis donativos en especie. Los gatos están acostumbrados a la leche del Mercadona y me vienen insistiendo en que otras posibles marcas no les gustan…

(P.D. – Se hacen envíos de gatitos salvajes a provincias… También se podrían entregar “en mano” si alguien fuera capaz de atraparlos…)

jueves, 10 de junio de 2010

DE LOS FUEGOS

Ensoñación fotográfica: Antiqva




A Isis de la Noche



Lo invisible, para hacerse visible, debe ser iluminado por esa Luz que arde en la oscuridad de las noches.

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“Mas créelo que es verdad; sepas que yo llegué al término de la muerte, y hallado el palacio de Proserpina, anduve y fui traído por todos los elementos, y a media noche vi el sol resplandeciente con muy hermosa claridad…” (Apuleyo, Las metamorfosis, XI, III).
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jueves, 3 de junio de 2010

SEXO EN LA PLAYA

Imagen: Antiqva




Había despertado angustiada. En sus sueños se había encontrado perdida en una ciudad desconocida. Estaba en uno de esos lugares en los que se puede caminar por extrañas callejas que como los puentes sin destino o los amores olvidados no conducen a ningún lado. En algún momento había presentido que un jaguar de ojos verdes la vigilaba expectante. Al despertar se sintió impregnada por esa sensación de melancolía que suele acompañar a los sueños imposibles. Era consciente de que había deseado, en el sueño, ser una hembra de jaguar.

Poco a poco fue sintiendo que con el amanecer se iban templando sus fríos y decidió salir a la calle. Necesitaba pasear su melancolía y encaminó sus pasos a la playa cercana. Sabía que apoyar las plantas de sus pies en la arena facilitaría que la tierra absorbiera el desencanto que se le había pegado en los huesos hacía ya demasiados años.

En algún momento, tras mucho tiempo de deambular errante por la playa, tuvo la sensación, como en el sueño, de que alguien la vigilaba. Presentía que alguien la estaba siguiendo caminando sobre las huellas de sus pisadas y tuvo miedo de que fuera alguno de esos espíritus que la habían acompañado en la noche. Alguna vez alguien le había hecho saber que cuando una sombra pisa las huellas que una persona ha dejado lo que intenta conseguir es robar su alma. Sentía temor. No se atrevía a volverse y mirar. Tenía miedo de que la siguiera ese espíritu que se le había manifestado en la noche haciéndose pasar por un jaguar de verde mirada.

Poco después, mientras seguía caminando impregnada por el temor a ese “algo” ignoto que seguía sus pasos, la mujer pudo ver a un hombre que con los pies hundidos en el agua estaba tomando fotografías de las olas. Al llegar a su lado, sintiendo el amparo de la presencia de ese desconocido, encontró al fin ánimos para volverse.

De su boca escapó un suspiro de alivio cuando reparó en que quien caminaba sobre sus huellas era un joven africano, de unos quince años, que portaba en sus brazos un montón de “cachivaches”…

-Amita -le dijo el muchacho cuando llegó a su lado- cómprame algo… Todo son cosas buenas. Todo son cosas baratas… Cómprame algo, amita…

Ella hizo un movimiento de denegación con la cabeza. Ni siquiera habló.

-Amita –prosiguió el africano- tú saber que negrito puede hacerte muy contenta por poco dinero… Sólo veinte euros…

La mujer salió de su letargo al escuchar esas palabras... Tenía frente a si a un niño. Estaba perpleja. No le salían las palabras… Volvió a hacer una negación con la cabeza, pero el muchacho volvió a insistir…

-Sólo quince euros, amita…

La mujer estaba atónita.

-No hijo, no –terminó diciendo ella- Ya no estoy, a estas alturas, para esos trotes…

Mientras el africano, murmurando algo, se alejaba ella siguió hablando:

-Además –le dijo- ese hombre que está en el agua tomando fotos de las espumas que hacen las olas, me paga cien euros cada noche por estar con él...

El tipo de las fotos, a unos tres metros de la mujer, había escuchado la conversación. Se volvió y no pudo evitar mirarla sonriente. Ella le devolvió la sonrisa.

El hombre fue consciente de que nunca había tenido ocasión de contemplar una sonrisa tan impregnada de tristeza. “Hubiera deseado fotografiarla”, se dijo a si mismo mientras la mujer se alejaba.





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miércoles, 2 de junio de 2010

DE LOS DESTINOS

Imagen: Antiqva



En aquel lugar se podía caminar por extrañas callejas que al igual que los puentes sin destino o los amores olvidados no conducían a ningún lado.

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