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viernes, 28 de octubre de 2011

"La mujer de rojo" en Frews

Apertura f/22
Tiempo de exposición 1/50 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 40 mm


Hace unos días, acompañado por la señorita C., estuve tomando algunas imágenes en el yacimiento arqueológico de Madinat al-Zahra. En cierto momento, cuando estábamos en lo alto del alcázar buscando perspectivas de las ruinas que se desparramaban por la llanura, ella reparó en una mujer que vestía una camiseta roja y que estaba sentada, aparentemente buscando algo en su bolso. “Dispara, Antiqva, dispara –me dijo- que seguro que quedará una imagen bella…”

Hoy, esa fotografía ha sido publicada como “FOTO DEL DÍA” en la revista digital italiana FREWS.

jueves, 27 de octubre de 2011

De las cosas sencillas

Apertura f/3,3
Tiempo de exposición 1/160 s
Velocidad ISO - 400
Distancia focal 6 mm
Editada en PhotoShop

La señorita C. sabía que alcanzar los sueños resultaba sencillo. Bastaba soñarlos.

domingo, 23 de octubre de 2011

De los misterios de los mares




Anoche, la señorita C. me dijo que alguien le había contado que en uno de los bares del puerto habían visto a una sirena que estaba saboreando un helado de turrón.

-En otros tiempos –le dije-, las sirenas se comían a los hombres.

El mundo, sin duda –pensé-, ha perdido algo de magia.


Imagen: Antiqva Photo

jueves, 20 de octubre de 2011

lunes, 17 de octubre de 2011

De las fantasías sexuales




Todo sucedió en los carnavales de 1763. El marqués de las Quemadas, amparado en el secreto de la máscara, recorría las callejas de El Puerto de Santa María. Le seguía una cohorte de esclavos armados con bastones que lo protegían de posibles soplagaitas. El marqués sentía que los vapores del ron estaban trastocando su cuerpo y tenía miedo de caer rodando por los suelos. Fue entonces, frente a la iglesia prioral, cuando la descubrió. Ella estaba allí, medio desnuda, disfrazada de negra de las colonias y luciendo en su cintura un taparrabos trenzado con pieles de perro. Una argolla de hierro aprisionaba su cuello y tras de si arrastraba una legión de tipos que baboseaban al contemplar sus bailes obscenos. "Mandinga – gritó el marques al mas avispado de sus esclavos-, trótame a esa fiera…". Y mientras le hablaba, puso en sus manos, junto a la certera orden de acoso, un puñado de monedas de plata...

Fue en ese momento cuando la señorita C., sobrecogida, despertó del sueño.


Imagen: Antiqva Photo

martes, 11 de octubre de 2011

La conocí en la playa...




La conocí en la playa, y al poco estábamos sentados frente a frente en una pequeña pérgola hecha de claridades y bebidas gaseosas. Charlábamos de tal manera que por un momento temí haber agotado el diccionario. Más un diccionario puede decirse cuantas veces se desee, y volvimos a charlar, ahora con las palabras más hermosas y felices. Sin que lo advirtiera empezó a oscurecer. Incluso el mar era una mancha de misterio moviéndose en un horizonte dominante y lineal. Pensé tener una metáfora luminosa para ofrecérsela; iba a hacerlo cuando descubrí que también ella había anochecido, y que en la suavidad adolescente de su piel azul, los astros y constelaciones brillaban de una forma única, y, tomándola de la mano, preferí hacerme cómplice del silencio.

Rafael Pérez Estrada, Los oficios del sueño.


Imagen: Antiqva Photo

sábado, 8 de octubre de 2011

De la fe y de los abrazos


A la señorita C., cuando llegan los otoños, le gusta contemplar los álbumes de abrazos que todavía conserva en algún lugar invisible de su corazón. Evocando esos abrazos olvidados es como consigue vencer los ataques de ilusión que los otoños traen siempre consigo.


Imagen: Antiqva Photo

martes, 4 de octubre de 2011