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miércoles, 10 de julio de 2013

Amor y locura

Apertura f/7,1
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -1,00



Dejó una nota: “Amar y enloquecer, cielo e infierno, eso es lo que quiero vivir”. Después se fue. La señorita C., desde entonces, contempla como en el mármol de la habitación crecen las sombras. Sabe que tendrá que amarse más a sí misma. Solo así podrá vivir un eterno romance.




viernes, 5 de julio de 2013

De lo intemporal

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/50 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 85 mm.
Compensación de la exposición -0,70



“Era un chaval de barrio y no le pedía gran cosa a la vida; si acaso, un trabajo y una novia…” 

Kirmen Uribe 


-Retrato de un joven romano – Museo Arqueológico de Córdoba

martes, 2 de julio de 2013

Bodegón para un cuento de Xiaomei

Apertura f/6,3
Tiempo de exposición 1/60 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 52 mm.
Compensación de la exposición -0,70



“No recuerdo la primera vez que Xiaomei propuso “tocar el otoño”. Así se llamaba, nunca entendí bien por qué, un juego antiguo famoso entre los campesinos, que su padre había sabido modernizar: consistía, en la versión del ciego, en meter dentro de un jarrón o de una cesta de mimbre una serie de papeles con dibujos de toda clase de hortalizas y frutas. Los papeles se doblaban con tal esmero que el dibujo quedaba oculto. A tientas, había que recoger un papel, desdoblarlo en la palma de una mano y ver si, en vez de un pepino, una manzana o un limón, el azar había querido premiarnos con un melón, signo de fertilidad.

Dame la mano, dijo Xiaomei y acaté.

Entrelazando los dedos, ella metió en la canasta la mano doble, suya y mía, y atrapamos no sin torpeza lo primero a nuestro alcance.

¡Tendremos muchos hijos, Ling!, se rio Xiaomei después de desplegar el papel y encontrarse con un melón.

Más risas hubo, no obstante, cuando antes de despedirnos ella abrió todos los papeles con dibujos: melones, melones, nada más que melones…

La próxima vez será en serio, me anunció.

Pronto, “tocar el otoño” se volvió un gran pasatiempo. En ocasiones dibujábamos las frutas y hortalizas; otras veces escribíamos sus nombres con pluma y tinta, plegábamos los papeles y entrelazábamos las manos como si no hubiera más que una. Todo inútil: nunca más nos tocó el melón.”


Eduardo Berti, El país imaginado