Páginas

domingo, 29 de abril de 2012

Enamoramientos efímeros

Apertura f/11
Tiempo de exposición 1/2 s
Velocidad ISO – 1.000
Distancia focal 22 mm
Compensación de la exposición  0,00
Imagen tomada sin trípode
.
Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la muchedumbre.
.
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por las estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles.
.
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre. 

Óscar Hahn - En una estación del Metro

martes, 24 de abril de 2012

Mujeres alborotadas

Apertura f/11
Tiempo de exposición 0,6 s
Velocidad ISO – 1.000
Distancia focal 45 mm
Compensación de la exposición  0,00

Esa mañana yo estaba paseando por la sala de oración de la que fue Mezquita Aljama de Córdoba, hoy Catedral cristiana, con la intención de hacer algunas fotografías de capiteles de la época en que el edificio fue ampliado por Almanzor. En algún momento, escuché un gallerío de voces y risas. Algo sorprendido ya que aquello, a fin de cuentas, no deja de ser un templo, pude observar como un grupo de mujeres de aspecto oriental alborotaban rebosando felicidad mientras algunas amigas les hacían fotografías. Al momento me di cuenta de que corrían vientos propicios para intentar tomar una imagen espontánea, de modo que sin pensarlo me coloqué delante de ellas y disparé la máquina.

La fotografía, por motivos que ahora voy a aclarar, salió movida, pero creo, sin embargo, que es digna de ser publicada en este blog, dadas las singularidades que concurrieron en su toma. Ante todo, es preciso indicar que las condiciones de luz en el interior del templo son realmente penosas y además no está permitido el uso de trípode. Por si todo eso fuera poco, en ese momento yo estaba haciendo las fotos a una apertura de f/11 y con un ISO 1.000 y por motivos obvios, no tuve tiempo de cambiar nada, sino que me limité a enfocar como mejor pude y a disparar.

Mis méritos fueron la rapidez en hacer la fotografía (no había tiempo para pensar en nada) y en sujetar con fuerza la máquina, para que durante los 0,6 segundos que estuvo abierto el diafragma no se produjera una trepidación, que hiciera que la imagen saliera desenfocada.

Las mujeres que estaban posando para sus amigas, no obstante, si salieron “movidas”, debido a que durante esos 0,6 segundos ellas no pararon de reírse y moverse, pero la prueba de que a mi no me falló demasiado el pulso es que la virgen de atrás, y la santa, y el ángel, no salieron desenfocados, ya que por motivos evidentes ellos no se movieron cuando yo estaba sujetando la cámara con el dedo pulsado en el disparador.

Al final, a pesar de tantos condicionantes, no me disgusta como quedó la imagen. Se ve a las mujeres muy felices y eso hace que la foto brinde algo de optimismo, cosa que no está mal en estos tiempos que corren. Creo que ellas ni siquiera se dieron cuenta de que yo había tomado la imagen. Todo había pasado, a fin de cuentas, en solo 0,6 segundos.

sábado, 21 de abril de 2012

Cosmología del cielo


Apertura f/13
Tiempo de exposición 1/80 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 22 mm
Compensación de la exposición -0,70

"Vivió para la lluvia. Conocía los olores, el canto, el temblor de la lluvia. Permanecía acechante esperando las nubes y odiaba el esplendor del sol. Coleccionaba en tarros, como pruebas de agua, las horas de la lluvia. La creía santa, milagrosa, venida del cielo la esperaba. En los sueños pastosos, la sequía ocupaba los lugares donde el recuerdo traza la señal amorosa. A veces, nostálgica, gustaba de mezclar su llanto con la lluvia; y en los amaneceres que anuncian el verano se engañaba pensando que el rocío es solo timidez de la lluvia."

Rafael Pérez Estrada, Libro del cielo

jueves, 19 de abril de 2012

Atrapar los momentos

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/1.250 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm
Compensación de la exposición   0,00

.
"Mediante la fotografía y la palabra escrita intento desesperadamente vencer la condición fugaz de mi existencia, atrapar los momentos antes de que se desvanezcan, despejar la confusión de mi pasado. Cada instante desaparece en un soplo y al punto se convierte en pasado, la realidad es efímera y migratoria, pura añoranza..."

Isabel Allende, Retrato en sepia

lunes, 16 de abril de 2012

Orquídeas en Sierra Morena

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/500 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm
Compensación de la exposición  -0,70
 
Este domingo pasado tuve ocasión de participar en un encuentro de la Asociación de Fotógrafos de Naturaleza de Córdoba que se echó al campo guiada por la pretensión de fotografiar orquídeas silvestres. Nos desplazamos a Sierra Morena, al entorno del valle del arroyo de los Pedroches, cerca de la ciudad, y allí pasamos la mañana tomando imágenes de orquídeas o, en mi caso, de cualquier otra planta que me llamara la atención, o de las nubes, que estaban maravillosas ese dia. Si pincháis en el enlace a CÓRDOBA PHOTO, que está más abajo, podréis ver que no miento...


El viento dificultó la toma de las imágenes pero lo cierto es que pasamos una mañana magnífica.

sábado, 14 de abril de 2012

Del amor y de las utopías

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/125 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm
Compensación de la exposición  0,0
 
En la Argentina había leído uno de sus libros. Una novela utópica donde se narraba la historia de una sociedad en la que todas las pasiones y todas las fantasías eran escritas. Los amantes jamás se encontraban; se dejaban ver detrás de los cristales, se enviaban retratos y fotografías y sólo mantenían  relaciones epistolares. Cartas sentimentales, pornográficas, exasperadamente informativas, cartas falsas que reconstruían vidas inexistentes, cartas de una sinceridad suicida, eran intercambiadas en silencio por esos hombres y mujeres solitarios y ardientes…

 Ricardo Piglia, Encuentro en Saint-Nazaire

lunes, 9 de abril de 2012

Tratado de las nubes

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/200 s
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 25 mm
Compensación de la exposición -0,7


Dice un tratado coreano de cosmología que las nubes enloquecen si se coloca bajo ellas, y durante algún tiempo, un espejo horizontal. Y que de su miedo nacen las tormentas.

Rafael Pérez Estrada, Crónicas


martes, 3 de abril de 2012

Hombres de bronce en Egipto

Imagen: Internet



Fue en este contexto de inquietud cuando los dodecarcas, en el transcurso de una de sus asambleas de amistad, celebrada en Sais, decidieron hacer libaciones en el templo de Ptah. Para ello, el Profeta del templo tenía preparadas doce copas de oro, una para cada uno de ellos. Inexplicablemente, cuando el sacerdote comenzó a repartir las copas entre los príncipes todos repararon en que solo había once copas, faltaba una, de modo que Psamético, que aguardaba su turno al final, sin pararse siquiera a reflexionar en lo que hacía, como movido por algún impulso divino, no dudó en usar su magnífico casco de bronce e hizo sus libaciones con esa copa improvisada. En ese momento, todos fueron conscientes de que de acuerdo con lo que el oráculo de Amón había establecido, Psamético debía ser el rey de la Tierra Negra.

Los otros once príncipes, no obstante, interpretaron el acto de Psamético como una acción impía y tras enfrentarse a él decidieron desterrarlo a los marjales del Delta, de modo que Psamético, al igual que Horus cuando era perseguido por Seth, se vio obligado a vivir oculto en las tierras bajas de nuestro país. Fue entonces cuando mi Señor, angustiado por los acontecimientos, decidió consultar el oráculo de Buto, que le hizo saber lo siguiente:

-La venganza –habría dicho el oráculo- habrá de venir del mar, del Dios del Mar, cuando este haga que en la costa aparezcan hombres de bronce.

Algunos meses después, el oráculo se cumplió. Un ejército de piratas helenos, revestidos con pesadas corazas de bronce, llegó a las costas del Delta. Algunos dijeron que eran ladrones; otros que eran mercenarios griegos que habían sido enviados por Giges, rey de Lidia, que habría recibido en sueños esa orden del propio Dios del Mar.

Con la ayuda de los guerreros de bronce, Psamético derrotó a los otros once príncipes, de modo que fue así como la Tierra Negra, de nuevo, pasó a ser gobernada por un solo rey, mi Señor, gracias a que yo, Meriamon, capitán de marinos, habia sido capaz de complacer los deseos de su corazón, tras viajar a Tartessos, el lejano Reino del Ocaso.

Todos los hombres de la Tierra Negra sabemos que Psamético, tras conseguir que los otros príncipes lo aclamaran como rey y contando con el apoyo de los helenos, que para entonces se habían establecido en Naucratis, no dudó en perseguir a los asiáticos hasta las tierras de la lejana Palestina, de modo que estos nunca más habrían de volver a pisar nuestro país. Psamético, mi Señor, se ocupó de que el silencio cubriera esos pasados años de vergüenza en que los hombres de Asiria habían dominado nuestra tierra. Las inscripciones que ellos habían grabado en los templos, fueron borradas, de modo que nadie ha conservado el recuerdo de su memoria. Desde entonces, aclamado como nuevo faraón de la Tierra Negra, todas las cosas se volvieron a hacer tal y como se había hecho en los tiempos precedentes, en los tiempos antiguos. Gracias a Psamético, mi Señor, el Orden y el Equilibrio de Maat volvieron a reinar en el valle del Nilo(6).


NOTAS

-6) En este relato, que ahora termina, hemos intentado respetar lo que las fuentes antiguas nos dicen acerca del contexto histórico en el que se enmarcan los orígenes del reinado de Psamético I (664-610 a.C.), faraón con el que arranca la dinastía XXVI.