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domingo, 28 de abril de 2013

Ayer fue primavera...

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 28 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR





Ayer sábado fue primavera... Luego, al poco, como diría el poeta, todo cambió, y hoy está siendo  invierno. Así son las cosas.

Por fortuna, aprovechando que ayer todavía era primavera pude hacer algunas fotografías primaverales mientras hacía senderismo por Sierra Morena...




miércoles, 24 de abril de 2013

Cuento de amor

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/40 segundos
Velocidad ISO - 500
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -0,70





“Cuando sus amigas hablaban de amor, de los hombres a los que habían amado, Ottilie se ponía tristona: ¿Cómo os enteráis de que os habéis enamorado?, les preguntaba. Ah, decía Rosita, con mirada desfalleciente, es como si te hubiesen echado pimienta en el corazón, como si unos pececillos nadaran por tus venas. Ottilie decía que no con la cabeza; si Rosita estaba diciendo la verdad, ella no había estado nunca enamorada, porque jamás había sentido nada parecido por ninguno de los hombres que frecuentaban la casa.

Esto la turbaba de tal manera que finalmente decidió ir a consultar a un houngan que vivía en las colinas que dominaban la ciudad. A diferencia de sus amigas, Ottilie no había clavado ninguna imagen cristiana en las paredes de su habitación; no creía en Dios, sino en muchos dioses: los de la comida, de la luz, de la muerte, de la ruina. El houngan estaba en contacto con esos dioses; guardaba sus secretos en el altar, alcanzaba a oír sus voces en el ruido de las calabazas, podía dispensar sus poderes por medio de ciertas pócimas. Hablando a través de los dioses, el houngan le transmitió este mensaje: tienes que cazar una abeja, le dijo, y retenerla dentro de la mano… Si no te clava su aguijón, llegará el día en que sabrás que has encontrado el amor.

Cuando regresaba a casa se acordó de Mr. Jamison. Era un norteamericano cincuentón que tenía algo que ver con unas obras de ingeniería. Los brazaletes de oro que tintineaban en sus brazos eran regalos de él, y, mientras pasaba junto a una valla nevada de madreselva, Ottilie se preguntó si no estaría al fin y al cabo enamorada de Mr. Jamison. Negras abejas revoloteaban por la madreselva. De un valiente manotazo, Ottilie cazó una abeja que dormitaba en una flor. Su aguijonazo fue como un golpe que la tumbó de rodillas; y así, arrodillada y llorando, permaneció hasta que llegó un momento en que ya no supo si la abeja le había picado en la mano o en los ojos…

Truman Capote, Una casa de flores.



miércoles, 17 de abril de 2013

La señorita C. y el bombero

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/800 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -0,70





La señorita C. se había enamorado de un bombero que escribía poesía.

Ante sus compañeros del parque móvil, el hombre nunca hablaba de su pasión por la poesía. Esos tipos duros nunca le habrían entendido.

Los martes y los jueves por la tarde, cuando se reunía en la tertulia de los poetas, jamás mencionaba que el oficio que le permitía vivir era el de bombero. Ellos, tan alejados del mundo real, se hubieran reído de él.

Ante la señorita C. actuaba indistintamente como bombero y como poeta, según las circunstancias, de modo que cuando paseaban por la ciudad y se cruzaban con algún conocido la señorita C. nunca sabía como tendría que comportarse. Llegó un momento incluso en que ya ni siquiera se atrevía a hablar. Tenía miedo de decir algo que no resultara conveniente.

Sometida a esa tensión tan intensa, unos meses después, la señorita C. comenzó a mostrar claros signos de estar enloqueciendo. Fue entonces cuando empezó a susurrar a todo el mundo que su amante la engañaba. Al parecer había descubierto que el bombero-poeta mantenía relaciones con la novicia Rosalía, una monja de clausura de las Clarisas de Santa María Magdalena que los fines de semana actuaba como domadora de tigres en el Circo de la Luna. 




lunes, 8 de abril de 2013

Adolescentes en flor

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/2.500 segundos
Velocidad ISO - 500
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -1,00





Maldita sea... Si ya sabía yo que no era buena idea participar en una carrera en la que dejan que corramos juntos chicos y chicas. Madre mía, como corre Macarena. Y que buena está con el pelo al aire y con esa camiseta y con esos pantaloncitos, tan azules, tan chillones. Está que se rompe. Y va la primera. Como corre la puñetera. A ver quién se atreve a adelantarla. Corremos todos mirándola. Estoy seguro de que si yo apretara un poco podría ganar la carrera. Todos los chicos, viendo como se mueve, corremos detrás de Macarena, acercándonos a ella pero sin pasarla. Faltaría más. Y las demás nenas, apelotonadas, corren todas al final. Claro, son más lentas que nosotros. Así que ahí está Macarena, en cabeza. Menudo cuadro hacemos. Maldita sea... No, si al final seguro que gana ella. Que buena está con esos pantaloncitos que chillan en azul. Yo, desde luego, no pienso adelantarla. No quiero que Macarena vaya a enfadarse conmigo. Faltaría más. Por menos de nada deja de hablarme. No quiero ni pensarlo. Uf, si ya sabía yo que no era buena idea dejar que chicos y chicas corriéramos juntos... Maldita sea... Está que se va a romper con esos pantaloncitos. Y como corre...