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miércoles, 30 de octubre de 2013

Retrato de Lupo

Apertura f/6,3
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -0,00





Esta fiera de noble mirada es Lupo, un gato salvaje, adolescente, hijo de Ágata, de la que creo que no hace mucho publiqué alguna imagen...


martes, 22 de octubre de 2013

El sol del otoño

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 75 mm.
Compensación de la exposición -0,30
HDR




La señorita C. quería eludir los negros rincones de las pesadillas extraviadas y para conseguirlo, cada noche, al acostarse, se concentraba en el recuerdo de su niñez. Quería soñar sus recuerdos, vivirlos de nuevo, y noche tras noche soñaba con la niña que había sido, y en sus sueños sentía que la niña estaba soñando, feliz, con la mujer que algún día habría de ser, con la mujer que ahora era, y en ese vértigo de sueños llegó a sentirse tan inerme como confortada. Solo el calor de la niñez le arropaba en el frío de la noche.




domingo, 20 de octubre de 2013

Naturaleza muerta

Apertura f/9
Tiempo de exposición 1/60 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 52 mm.
Compensación de la exposición -0,70




En esta soledad
que sólo puebla
el recuerdo,
estuvo la choza
donde vivíamos
en agosto.

Y por estas lindes
andaban la mula,
el perro
y las gallinas.

Todo me lo han cambiado
por un nudo
en la garganta.


Antonio Hernández – Población del recuerdo



jueves, 17 de octubre de 2013

El niño y el General

Apertura f/16
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 22 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




La comitiva de automóviles había regresado a Madrid por la carretera de Extremadura y al paso del viejo General, los cañones ligeros del Regimiento de Artillería “Tercios de Flandes” habían disparado salvas de artificio en su honor. Volvía de inaugurar la ampliación de los talleres del ferrocarril de una ciudad de provincias y estaba previsto que en la Plaza Mayor los ciudadanos le brindaran un acto de homenaje. Ahora, en un clamor de ovaciones, la comitiva estaba recorriendo la calle de Alcalá, que se mostraba custodiada por una legión de policías.

Acabado el acto de la Plaza Mayor, cuando se dirigía al Mercedes blindado de lunas tintadas, el General reparó en que sus manos, como tantas otras veces desde los tiempos de la guerra, estaban manchadas de sangre. Alzó su mirada a la multitud que lo aclamaba y reparó en un niño que aplaudía con entusiasmo. Se acercó a él y mientras le acariciaba el pelo con sus manos, le dirigió unas palabras:

-Muchacho, que serás de mayor…

El niño se cuadró antes de contestar. No dudó en la respuesta:

-Mi General, cuando sea mayor quiero ser Virrey del Perú o Nuncio Apostólico de su Santidad.

El viejo General, levemente perplejo, miró al niño. No dijo nada. Después, mientras se alejaba, ordenó a uno de sus ayudantes:

-Comandante Casado, asegúrese de que ese niño recibe estudios…

Dos años después, envidiado por las gentes del barrio, el niño ingresó en el Instituto Nacional de Bachillerato. La vida se abría ante él. Habrían de venir luego los tiempos de la Universidad, de la Escuela Diplomática de Roma y del Seminario de Órdenes Mayores de Toledo.

Para entonces, todos sabían que el niño nunca había podido quitarse del todo los restos de sangre que el viejo General, cuando se limpió las manos, había dejado impregnados en sus cabellos.



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- Esta fotografía la hice en Madrid, hace cosa de un año, desde la terraza del Círculo de Bellas Artes, en la calle de Alcalá.



lunes, 14 de octubre de 2013

Gatos que hablan

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 80 mm.
Compensación de la exposición -0,70




Algunos cronistas árabes sostienen que existe un país imaginado, al que llaman China, cuyas gentes se alimentan de naranjas. En él, los gatos hablan, los vivos se casan con los muertos, las mujeres visten envueltas en perfumes, incienso y aún oro y esmeraldas, y sus habitantes son todos magos.

-Oh, que “Cuento” tan bello -pensó la señorita C.



jueves, 10 de octubre de 2013

Triana desde Sevilla

Apertura f/16
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -0,30
HDR




La vida estaba en mí, y yo era la vida…
Juana Castro - Eva, Los ojos




El paisaje es la naturaleza, el cosmos mismo con toda su riqueza, pero también es el alma de quien lo ve o lo imagina. Es un bosque frondoso, una selva inmensa, pero es también una extensa avenida repleta de escaparates o una calleja sencilla y delicada en cualquier rincón de una vieja ciudad. El paisaje es la esencia del latido, el alma de quien, como el poeta, lo alumbra con su mirada…

Antonio Rodríguez Jiménez - Paisaje


miércoles, 2 de octubre de 2013

El nudo del diablo

Apertura f/5,3
Tiempo de exposición 1/100 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 75 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR



Precedidas por Polonia, la Gran Rezadora, una turba de mujeres entonaba con dosis similares de fervor y alegría festiva la oración de las cien Aves María. La tarde caía. Todas sabían que un incierto peligro se cernía sobre Iris e intentaban conjurarlo.

Esa mañana, Iris, adolescente de belleza cobriza, había amanecido con el camisón desabrochado y con el cabello enredado. Cuando Felicia, su madre, al despertarla, la había visto así había recordado que en estos casos todos decían que se trataba de señales de que alguna bruja se había introducido en los sueños y había causado el enmarañamiento. La mujer no intentó desenredar el cabello. Sabía que si lo hacía, su hija corría el peligro de quedar hechizada. La niña no debía peinarse hasta que alguien con conocimiento disipara el conjuro.

Sin perder tiempo, Felicia informó del suceso a la vieja Polonia y esta sostuvo que el modo más fiable de eludir el hechizo era utilizando para deshacer la maraña de pelos una soga en la que se hubiera ahorcado a alguien. Deshaciendo el nudo de esa soga ella podría desenredar sin peligro el cabello de Iris. Bastaría luego con arrojar la soga y los restos del pelo que se hubieran desprendido a un fuego de purificación en el que habrían de consumirse. Nadie en la aldea tenía, sin embargo, una soga de ahorcado de modo que la vieja le dijo que tendría que hacer otro ritual, dirigido ahora, si tenía éxito, a amarrar los testículos del demonio, señor indiscutible de las brujas. Atándolos convenientemente, el conjuro que pesaba sobre la niña sería vencido. Fue así como todas las mujeres de la aldea salieron al campo aquella tarde en procesión entonando las cien Aves María y haciendo nudos en todas las plantas silvestres con las que se fueron topando, espartos, lentiscos, incluso anudando con trapos y pañuelos las ramas de los árboles. Mientras hacían eso, la Gran Rezadora repetía una y otra vez las palabras mágicas de prendimiento:

“Diablo, diablo, de los huevos te ato, hasta el año que viene, no te los desato.”

Cuando anocheció, Polonia desenredó los cabellos de Iris y después las mujeres, entonando ahora canticos desvergonzados, regresaron a la aldea. Felicia se sentía alborozada. El peligro que amenazada a su hija había sido conjurado. Suspirando, agradeció a las mujeres la ayuda que le habían prestado y prometió a Polonia que a la mañana siguiente le regalaría uno de sus gallos.

Sobresaltada con estos sucesos, aquella noche Iris ni siquiera pudo terminar su cena. Algo después, ya acostada, decidió que esa noche no iba a permitir que su primo Héctor, cuando llegase de madrugada para amarla, volviera a enredarla el pelo con sus manos ansiosas de tocamientos y caricias. Desde ahora, se juró, ni siquiera se desabrocharía el camisón.






A Estrella Altair, a quien le gustan las fotografías de las "cosas" de la naturaleza, que suele robarme con frecuencia, y que me había pedido que le contase un cuento...

Ah, y por su inmensa simpatía...