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domingo, 30 de diciembre de 2007

MANIOBRAS



Hace algún tiempo, contemplando un álbum fotográfico de Internet, me llamó la atención una imagen en la que se plasmaba a un grupo de soldados que avanzaban por un camino de tierra. El título de la fotografía era “Maniobras” y en el álbum no se reflejaba ningún tipo de información adicional.

Desde siempre me ha gustado contemplar imágenes antiguas ya que a través de ellas se pueden recordar cosas que, quizás, nunca han sucedido. Alguien dijo una vez que es posible que exista algún lugar en el que se custodian los ensueños de los hombres. Allí, quisiera creer que también se encuentra todo aquello que forma parte de nuestro propio ser, de nuestra historia. Son todas esas cosas que el tiempo ha ido alejando de nosotros y que se nos manifiestan tan remotas que a veces, incluso, llegamos a dudar de que realmente hayan existido.

En la imagen que estoy comentado, atrae poderosamente mi atención uno de los soldados, de la segunda fila, cuyos ojos miran directamente al fotógrafo y que avanza –casi con un gesto teatral- apoyando su mano izquierda en la hebilla del cinturón. Alguien podría decir que quien disparó la fotografía lo hizo pensando exclusivamente en ese hombre y que, quizás, ambos estuvieran de acuerdo. De hecho, el resto de los soldados, o bien tienen la mirada perdida o no muestran especial interés. Solamente dos de los jóvenes parecen haber reparado en que alguien va a inmortalizarles. Uno de ellos, está situado junto a nuestro hombre y esboza una tímida sonrisa. El otro, que avanza en la hilera siguiente, nos envía a través de los tiempos un gesto de mueca sin duda poco favorable para su imagen.

¿Qué habrá sido de todos esos jóvenes que con sus fusiles, en una formación perdida, avanzan por ese camino de tierra que nunca sabremos donde situar? Ante las imágenes antiguas siempre viene a mi mente esa pregunta: ¿Qué habrá sido de esas personas? ¿Cómo podrían sospechar que ahora, en estos momentos, alguien está pensando en ellos? Preguntas, sin duda, sin respuesta posible. O quizás –quisiéramos creer- si la tengan. Quizás todos esos recuerdos que ahora estamos evocando se sigan custodiando en ese desconocido lugar al que antes nos referíamos.

En este momento de ensueño, yo hubiera querido ser el protagonista de esta imagen. Yo desearía haber sido ese joven, quizás de 19 años, que con gesto de especial dignidad, casi de actor, mira al fotógrafo mientras sus compañeros avanzan de manera torpe o desaliñada. Mientras los demás miran al suelo o tienen sus miradas perdidas, quizás abatidos por el cansancio de esas maniobras, nuestro hombre, ese alguien que yo hubiera querido ser en ese momento, se nos brinda como un foco de luz que ilumina con intensidad la imagen que contemplamos.

Dominado por el ensueño, quisiera pensar –ya que soy ese soldado- que la imagen fue tomada, allá por 1972 en el Campamento Militar de El Ferral del Bernesga, en León. El grupo de soldados no vendría realmente de unas maniobras sino de realizar ejercicios de tiro, a lo que me animo a pensar dado “lo ligero de su equipaje” (solamente portan su fusil, algo impensable en unas maniobras militares; ni siquiera llevan casco).

Y dado que en este ensueño sigo ahora viviendo ese momento, puedo añadir que desde lejos había yo reparado en que a un lado del camino, subido en lo alto de un terraplén, un fotógrafo estaba disparando continuamente imágenes a las hileras de soldados a medida que nos íbamos acercando a él. Mis compañeros, que posiblemente no tenían ningún interés por la fotografía, no adoptaron ninguna actitud especial, salvo el par de excepciones antes comentadas, pero yo, protagonista de la toma, consciente de que algún día esa imagen, gracias a la magia de Internet, iba a llegar a mis manos, supe adoptar una actitud “fotogénica” que habría de permitir que ahora, pasados muchos años, al fin, pudiera disfrutar con su contemplación.

viernes, 28 de diciembre de 2007

TRABAJOS


Desde el otro lado de la ventana, la paloma, maravillada, contemplaba como trabajaba aquel oficinista tan eficiente.

FRANZ KAFKA


Como quiera que las actividades comerciales de su padre no podían interesarle, Kafka, en octubre de 1907, entra a trabajar en la compañía de seguros “Assicurazioni Generali” y, unos meses más tarde, en julio de 1908, en la "Compañía de Seguros de Accidentes de Trabajo”, en la que permanecerá hasta su jubilación anticipada y voluntaria, en julio de 1922, dos años antes de su muerte. Toda una vida de funcionario, sometido a la irracionalidad de los horarios y a las sofocantes sinuosidades de la burocracia austrohúngara. Clima que reflejará en “El proceso”, aunque la polivalencia de su contenido implique además un sesgo profético. Se ha visto en su trama una suerte de premonición de lo que, años a venir, sufrirían sus hermanos de raza acosados por la Gestapo. Las tres hermanas de Kafka –Elli, Valli y Ottla- morirían en los campos de concentración. En “El proceso” nos adentramos en una de las ciudadelas del absurdo kafkaiano , donde la angustiada gelidez constata que la claridad y la justicia nunca podrán dar razón de su existencia a quien las busca...


Joaquín Vidal Albiñana (Franz Kafka o la ebriedad del abandono, en Obras escogidas de Franz Kafka).

jueves, 27 de diciembre de 2007

ABANDONOS


Un día la mujer reparó en que su esposo la había abandonado. Tiempo después supo que se había marchado con su mejor amiga.

Desde entonces la mujer no ha podido superar la tristeza; siente mucha nostalgia de la amiga perdida.

SEDUCCIONES


lunes, 24 de diciembre de 2007

EL GUADALQUIVIR EN CÓRDOBA


Esta mañana (hoy es día de Nochebuena) he aprovechado para caminar por las orillas del Guadalquivir. Cámara digital en mano, como es mi costumbre, he tenido oportunidad de tomar diversas fotografías, algunas de las cuales presento en esta entrada.

La primera imagen está tomada en las inmediaciones de la Cruz del Rastro. Cerca de aquí se crió Julio Romero de Torres, en la cercana Plaza del Potro, de modo que esta zona de la Ribera fue utilizada con cierta frecuencia por el pintor como fondo de algunas de sus composiciones.

En la fotografía se aprecía como el río, desde la zona de El Arenal, aguas arriba, se dirige hacia donde nosotros estamos (el puente de la Cruz del Rastro).




En esta segunda imagen, tomada desde el Puente de la Cruz del Rastro, se aprecia a lo lejos, aguas abajo, el Puente Romano, y más allá las copas de los árboles que pueblan los denominados Sotos de la Albolafia, paraje natural donde crían diversas especies de aves.



Cuando me dirigía al entorno del Puente Romano, me di cuenta de que el Sol, desnudo, estaba bañándose en el río. Oculto tras la floresta le tomé algunas imágenes sin que él, siquiera, se diera cuenta.




Prosigue en esta imagen nuestro paseo entre los árboles. Aquí era donde el Sol estaba disfrutando de su baño.



Y aquí tenemos, tras las ramas de una higuera, la imagen del Puente Romano de Córdoba, cuyo proceso de restauración está terminando precisamente en estos momentos. Ese es el motivo de que los sillares reluzcan con una blancura especial. Se dice que los primeros momentos de este viejo puente remontan a los tiempos de Augusto. Al otro lado del puente se alza la Torre de la Calahorra, de la que luego hablaremos.




Continuamos nuestro paseo aguas abajo del río. Dejamos ahora atrás el Puente Romano (y el propio entorno de la Mezquita Aljama) para acercarnos a los muros traseros del Alcázar de los Reyes Cristianos. En estos parajes se alza un antiguo molino cuya construcción se inició en los tiempos musulmanes. Es sabido que cuando los Reyes Católicos venían a Córdoba, en los momentos de la Guerra de Granada, se alojaban en el Alcázar y se tiene constancia de que la reina Isabel, en diversas oportunidades, se quejó de que el ruido que hacían las norias que sacaban agua del río para regar las huertas le impedían conciliar el sueño.




Como testigos de otros tiempos de guerras se alzan todavía diversas torres que para asegurar la vigilancia del río y la protección de la ciudad fueron levantando los nuevos pobladores de la Córdoba cristiana.





Esta última imagen, tomada desde el moderno Puente de San Rafael, nos brinda una perspectiva del río, que pronto se va a despedir de Córdoba, camino de Sevilla. Al fondo de sitúa el Puente Romano, y en la zona de la izquierda, los Sotos de la Albolafia. La torre que se aprecia en la zona central (con una grua al lado) corresponde a la Torre de la Calahorra, que está siendo restaurada en estos momentos. En ella está instalado el Museo de al-Andalus.

domingo, 23 de diciembre de 2007

PASEANDO POR ROMA

Plaza del Panteón
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Aquella mañana, tras visitar los Museos Capitolinos, de los que otro día tendremos que hablar, nos dirigimos a la cercana Plaza de Venecia, donde Mussolini, en otros tiempos, lanzó aquellas proclamas incendiarias que tanto horror causaban en las mentes sensibles. Desde allí, en un gratísimo paseo, nos fuimos acercando a la Plaza de Minerva, donde se alza ese curioso obelisco cuya base es, ni más ni menos, que un elefante.
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Inmediaciones del Capitolio
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A la hora del almuerzo estábamos situados en la Plaza del Panteón, de modo que como todavía era temprano tuvimos la posibilidad de sentarnos en la terraza de uno de los restaurantes que la circundan. Allí, cómodamente instalados, podíamos disfrutar de una bellísima perspectiva tanto de la propia plaza como del colosal edificio con el que Roma quiso rendir culto a todos los dioses reconocidos en su imperio.

Recuerdo nítidamente que en ese momento, mientras nos tomábamos unas ensaladas y unas pizzas, éramos los dos plenamente conscientes del inmenso privilegio que suponía poder estar en ese momento en aquel tan atractivo lugar, en un día “primaveral” de finales de septiembre, disfrutando con la contemplación de los viajeros, buena parte de ellos jóvenes, que continuamente entraban y salían del Panteón y que luego, muchos de ellos, se tomaban cervezas y bocadillos sentados en el centro de la plaza. El ambiente era gratísimo.

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Panteón


Tan consciente era del carácter único de ese momento que no dude en interrumpir un momento el almuerzo para, desde el asiento, sin ni siquiera levantarme, disparar algunas fotografías. Sabía, entonces, que algún día las evocaría con nostalgia.

Tras los cafés, también nosotros entramos en el templo de la cúpula inmensa. Habíamos estado allí hacía ya varios años y entonces la afluencia de público era mucho menor. Ahora, desde que el Panteón era uno de los edificios en los que transcurría parte de la acción de “Ángeles y Demonios”, la afluencia de público se había incrementado de manera exponencial y lo cierto es que el bullicio de los viajeros en el interior de lo que en otros tiempos había sido un espacio sagrado producía un estruendo continuo. La verdad es que dentro del Panteón, a las cuatro de la tarde, con tanta gente, nos sentíamos agobiados.

Sin duda, lo especialmente grato para nosotros había sido el poder almorzar al aire libre disfrutando con la contemplación tanto de la fachada del viejo templo como del ambiente de la plaza. Una vez dentro, es preciso reconocer que el bullicio de las personas restaba encanto al lugar.
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Plaza Navona
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Tras visitar el Panteón, nos dirigimos a través de sucesivas callejas en las que el Pasado parecía seguir viviendo, a la cercana Plaza Navona, en la que pronto apreciamos que se respiraba también un ambiente gratísimo, toda ella repleta de tenderetes en los que los artesanos vendían todo tipo de recuerdos. Allí, hace años, habíamos comprado, una noche de verano, unas acuarelas del Coliseo que un tipo de aspecto bohemio nos había ofrecido. Sin duda, no eran originales –por lo poco que nos costaron- sino reproducciones, en todo caso bellamente conseguidas.

Mientras María se afanaba en recorrer los puestecillos, yo aproveché el momento para seguir disparando fotografías de la plaza y de la gente. Pronto reparé en una monja que corría de un lado para otro, aparentemente buscando algo, y a la que inmortalicé en alguna de esas instantáneas.
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Fontana di Trevi


Al cabo de un rato, nos pusimos nuevamente en marcha, ahora en dirección a la Fontana de Trevi. Cuando llegamos, la pequeña placita en donde se alza estaba literalmente invadida por los turistas y curiosos. No había forma de poner un pie cerca del agua. La fuente, sin duda bellísima, obliga al viajero a depositar alguna moneda en sus aguas, ya que dice la tradición que quien lo hace regresará alguna otra vez a Roma, algo que sin duda cualquier persona anhela. En nuestro caso, ese deseo lo habíamos ya manifestado hacía más de quince años, y ahora se había materializado.



Vaso griego de figuras negras sobre fondo rojo





Copa griega de figuras negras sobre fondo rojo


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En el trayecto entre la Plaza Navona y la Fontana de Trevi, en una de esas típicas callejas italianas por la que se movía una pequeña riada de turistas, nos topamos con una tienda, creo que se llamaba “Marco Polo” que habría de darme una gran satisfacción aquel día. Desde hace muchos años siento una especial afición por coleccionar “réplicas” de cerámicas antiguas y pronto reparé en que aquella pequeña tienda era realmente un museo de “réplicas” de arqueología como nunca he visto otro en tantos otros lugares que he visitado. En sus vitrinas, acristaladas, se exponían bellísimas reproducciones de bronces etruscos y romanos, así como cerámicas griegas y helenísticas que me dejaron perplejo.




Lucerna romana de bronce



María, consciente de mi pasión, no dejó de animarme y finalmente compramos tres piezas, con cuya reproducción fotográfica terminaré estas palabras. Se trataba de una lucerna romana realizada en bronce y de dos cerámicas griegas. Desde entonces, en multitud de ocasiones, he disfrutado con su contemplación.



Lucerna del Museo de Córdoba (cerámica "terra sigillata")

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Curiosamente, no puedo terminar estas palabras sin recordar que varios meses después del viaje a Roma, una mañana en la que estaba visitando el Museo Arqueológico de Córdoba me di cuenta de que la decoración del disco de esa lucerna de bronce que había comprado en las cercanías del Panteón era muy similar, casi idéntica, a la de otra lucerna, en este caso de “terra sigillata”, que se exponía en una de las salas de arqueología romana del museo cordobés.
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viernes, 21 de diciembre de 2007

AMOR INMORTAL


En febrero de 2007 un grupo de arqueólogos encontró dos esqueletos abrazados en la ciudad italiana de Mantua. Todo parecía sugerir que se trataba de una mujer y un hombre que habrían sido enterrados en los tiempos del Neolítico, hace unos 6.000 años.

Elena Menotti, responsable del equipo de investigadores, indicó entonces que iban a hacer todo lo posible, cuando musealizaran la tumba, para conservar los cuerpos en la posición exacta en que habían sido encontrados. Por nada se debía ahora romper ese abrazo de milenios.

Los esqueletos se habían encontrado, efectivamente, abrazados, con las caras ubicadas una frente a la otra y los brazos y piernas entrecruzados. Una postura cuyas motivaciones siguen intrigando a los estudiosos.

Todo parece indicar que estamos ante la manifestación de un inmenso sentimiento de amor, que ha sido capaz de atravesar el tiempo.
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¿Que mejor imagen para ilustrar nuestro deseo de Amor en estas fiestas navideñas dirigido a los hipotéticos visitantes de este cuaderno de anotaciones?

jueves, 20 de diciembre de 2007

INTERIORIDADES


El hombre, rudo, fruncía el ceño cuando su esposa le decía que gracias al blog estaba consiguiendo aflorar la parte más femenina de si mismo.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

CREENCIAS


LA REINA


En los tiempos de la VI dinastía, reinó en Egipto una mujer llamada Nitocris.

De ella, se cuenta que era más valiente que todos los hombres y más bella que todas las mujeres de entonces. Su piel era especialmente hermosa y sus mejillas tenían un color rojo intenso.

Por las noches, sin embargo, se dice que dormía sola.

martes, 18 de diciembre de 2007

SUEÑOS


Querría saber quién era y cómo vino de noche.
¿Era la faz del Sol o era la Luna?
¿Era una idea que la razón alumbró en sus reflexiones?
¿Era una imagen espiritual que hizo surgir ante mí el pensamiento?
¿Era un espectro forjado con las esperanzas del alma
y que la vista tuvo la ilusión de alcanzar?
Tal vez no era nada de eso, sino una desgracia
que el destino me trajo como causa de mi muerte.

Ibn Hazm de Córdoba (El collar de la paloma – Sobre quien se enamora en sueños)

viernes, 14 de diciembre de 2007

TENSA LOCURA


Hablábamos, mujer,
y nos mirábamos
aquella mañana,
sintiendo la fuerza dulce
entrando, del sol,
en nuestras entrañas.

Entonces, con tus sonrisas,
y la presión del amor,
las estrellas y la luna
vinieron para brindarnos
la tensión de su locura.

Y tus ojos, y tus risas,
y el calor de las estrellas,
y el amor de nuestros cuerpos,
y la magia de la luna,
al sol, al fin, devolvieron
la fuerza de su dulzura.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

DUDAS


La prensa había publicado ese día que prestigiosos científicos de las universidades de Stirling y Aberdeen habían descubierto que sonreír y mirar a los ojos del otro constituían una receta infalible en el arte de la seducción.

El hombre, que había leído la noticia, por la noche, cuando regresó a su casa tras una dura jornada de trabajo, al encontrarse ante su esposa, fijó su mirada en sus ojos y la sonrió abiertamente.

La mujer, perpleja, no pudo sino llorar amargamente.

ANTIGÜEDAD DE LOS EGIPCIOS


"El primer hombre dios de los egipcios es Vulcano, que también es famoso entre los egipcios por haber sido el descubridor del fuego. Le sucedió el Sol; después Sosis; después Saturno; luego Osiris, Tifón, hermano de Osiris, y finalmente Horus, hijo de Isis y Osiris.

Estos fueron los primeros (dioses) que rigieron Egipto.

Después la realeza pasó de uno a otro en una sucesión ininterrumpida hasta Bidis (Bites) a lo largo de 13.900 años.

Sin embargo, creo que el año es lunar y que consiste en 30 días y lo que nosotros llamamos un mes los egipcios acostumbraron antiguamente a llamarlo año.”

Manetón (Historia de Egipto, versión armenia de Eusebio)


ACLARACIONES
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La obra del sacerdote egipcio Manetón nos ha llegado a través de fragmentos insertos en la obra de varios autores antiguos, como es el caso de Eusebio, cuyas palabras hemos reproducido.

En el texto, Manetón nos habla de la antigüedad de la realeza en Egipto y sin ningún tipo de reparos nos dice que la primera dinastía que reinó en el país estuvo formada por dioses.

Entre esos dioses que constituyen la primera dinastía legendaria de Egipto se incluyen Osiris, Tifón y Horus, que junto con Isis, integran las divinidades del ciclo osiriano.

Los compiladores antiguos no encontraban explicación a la cronología que exponía Manetón (13.900 años) para esa dinastía legendaria de modo que argumentaron que debía referirse a años lunares (de treinta días) y no a años solares.

Debe indicarse, no obstante, que no contamos con ninguna evidencia que justifique esa interpretación.

LOS VIGILANTES


Acerca de las cronologías de Manetón, Panodoro, un monje egipcio del siglo IV que intentaba armonizar las fechas egipcias con las judías, nos brinda una curiosa interpretación:

“Desde la creación de Adán hasta Enoc, es decir, hasta el año general cósmico de 1282, el número de días no fue calculado ni en meses ni en años, sino que los Vigilantes, que habían descendido a la Tierra en el año general cósmico de 1000, se comunicaron con los hombres, y les enseñaron que las órbitas de las dos luminarias, marcadas por los doce signos del Zodiaco, están compuestas de 360 partes. Al observar que la órbita de la Luna, más clara y pequeña, y que está más cercana a la Tierra, tiene un periodo de treinta días, los hombres decidieron que tal periodo de tiempo debía ser considerado como un año...”

Llama la atención la información que este monje cristiano nos brinda en relación con las cronologías de Manetón, que nos remite a cosas que nos producen estupor:

- Vigilantes que han descendido a la Tierra.

- La noción de “año general cósmico”, que desconocemos lo que quiere decir.

- Esos vigilantes habrían enseñado a los hombres nociones de astronomía.

En fin, lo cierto es que para las personas que crean en la existencia de vida extraterrestre así como en su influencia en nuestra historia, las palabras de este monje encierran indudable interés.

lunes, 10 de diciembre de 2007

SIERRA MORENA



Este domingo pasado, a pesar de la cercanía del invierno, resultó ser un día magnífico en el que el sol de Andalucía brilló con fuerza en el firmamento, de modo que deseosos de pasear nos dirigimos a un paraje situado en las estribaciones de Sierra Morena, en las cercanías del valle del Guadalquivir. Se trata de un espacio atravesado por diversos senderos, bien señalizados, por donde resulta cómodo pasear y en el que se puede disfrutar contemplando bellas estampas de la sierra poblada de encinas y alcornoques.



El sendero que tomamos atravesaba con cierta frecuencia desniveles que nos obligaban a disminuir la velocidad de la marcha, de modo que en uno de ellos pronto reparamos en que erosionada la capa de tierra superficial por las aguas afloraba directamente la roca, en la que se manifestaban, cada vez con más frecuencia, estratos integrados por multitud de conchas fosilizadas. Contemplando esas conchas éramos conscientes de que nos hablaban de unos tiempos en que esta parte de Andalucía había estado sumergida bajo las aguas de un inmenso mar.






Hemos escuchado en diversas ocasiones que en tiempos pasados el valle del Guadalquivir ha estado ocupado por el mar; de hecho cuando los agricultores perforan un pozo, a partir de una determinada profundidad, es frecuente que empiecen a surgir revueltas en la tierra pequeñas conchas fosilizadas, a veces, incluso, dientes de tiburón, pero una cosa es encontrar esos restos cuando se perfora un pozo de cincuenta o cien metros de profundidad, y otra es que ya en lo alto, en la Sierra, se encuentren en superficie conchas que, además, en este caso, tenían un tamaño considerable.





Siempre que salimos al campo suelo llevar mi máquina fotográfica, de modo que he podido ilustrar estas palabras con las imágenes de algunas de esas conchas fosilizadas. Nunca he tenido especiales conocimientos de Geología, de modo que ignoro a que animales pudieron pertenecer e igualmente desconozco que tiempo ha podido transcurrir desde aquellos momentos, ya envueltos en la leyenda, en que el mar cubría estos espacios de Andalucía.





No puedo sino comentar, para finalizar estas palabras, que desde siempre me ha llamado la atención el hecho de que los sillarejos con los que los hombres del Islam procedieron a levantar los muros externos de la Mezquita Aljama de Córdoba se muestren sugerentemente adornados con multitud de pequeños fósiles, en los que el viajero interesado podrá reparar con facilidad.

domingo, 9 de diciembre de 2007

RECUERDOS


Le gustaba recordar cosas que nunca habían sucedido.

LÁGRIMAS


Amaba tanto las estrellas fugaces que cuando llegaba la noche, aquella mujer, para hacer llorar a los astros, leía una y otra vez, incansable, los versos más tristes que jamás nadie haya escuchado.

jueves, 6 de diciembre de 2007

EL MITREO DE SAN CLEMENTE

Foros de Roma
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En el otoño de 2006 tuvimos oportunidad de pasar unos días, que habrían de resultar inolvidables, en Roma. Era un viaje por libre, de modo que varios meses antes me había esforzado por reunir documentación que permitiera que nuestra estancia en la Ciudad Eterna nos resultara lo más provechosa posible. Se trataba de tener preparados diversos itinerarios a través de los cuales pretendíamos, de una parte, no perder tiempo en las visitas, teniéndolo todo más o menos previsto, y, de otro, que las jornadas no fuesen agotadoras para nosotros, sino que pudiéramos llevar a cabo con cierta comodidad las “tareas” de cada día.

Íbamos a estar alojados en un hotel muy próximo a la Estación Termini, de modo que pensando utilizar las líneas de metro fui trazando diversos recorridos por Roma, siempre pensando que lo que tuviéramos que andar, entre un monumento o museo y otro, no implicara más de quince minutos de paseo relajado, y que todos los itinerarios, llegada la tarde, terminaran en la boca de una estación de metro.

Tenía diversos libros y folletos de otro viaje que habíamos realizado por Italia hacía unos años, pero para preparar este, que iba a transcurrir exclusivamente por Roma, utilice esencialmente la obra “Arte y Arquitectura – Roma”, de Brigitte Insten-Bohle, editado por Könemann, libro del que no puedo sino indicar que se trata de una guía especializada que recomiendo vivamente, ya que a nosotros nos resultó de extrema utilidad. En absoluto es una guía turística al uso, sino un magnífico libro de Arte y Arquitectura.

Pues bien, en los meses previos al viaje, recopilando información sobre los itinerarios y los monumentos que habríamos de visitar, algo llamó mi atención acerca de una iglesia consagrada a San Clemente, de la que nunca había oído hablar, por cierto. Reparé en ella debido a que al manejar el libro me encontré, de pronto, con una imagen del dios Mitra sacrificando a un toro que me resultó similar a otra que se expone en el Museo Arqueológico de Córdoba. Tuve así conocimiento de que en San Clemente, en tiempos pasados, se había rendido culto a esta divinidad de origen oriental, de modo que atraído desde hace mucho tiempo por los cultos mistéricos que existieron en los tiempos en que el genio de Roma asombraba al mundo decidí que esta iglesia de San Clemente habría de ser uno de los destinos de nuestro viaje por la antigua ciudad imperial.





San Clemente (Iglesia Superior)

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Y lo programado se cumplió, de modo que uno de los días salimos temprano de nuestro hotel y nos dirigimos a recorrer los Foros Imperiales y el Coliseo, visita que nos ocupó buena parte de la mañana, para seguidamente tomar la Via di S. Giovanni in Laterano, que arranca en las inmediaciones del Coliseo y se dirige a la imponente basílica de San Juan de Letrán.

A mitad de camino, más o menos, a unos 10 minutos andando desde el Coliseo, en la propia vía citada, habríamos de encontrarnos con la tan deseaba iglesia de San Clemente, tal y como estaba previsto, de modo que ese misma mañana tuvimos oportunidad de visitarla y luego, ya por la tarde, tras haber almorzado en la terraza de una pizzería situada casi enfrente de la iglesia, nos desplazamos hasta San Juan de Letrán, de cuyo baptisterio octogonal tendremos que hablar en alguna otra oportunidad.

Pues bien, superando nuestras previsiones, San Clemente resultó ser uno de los platos más fuertes de la jornada. En nada defraudó las expectativas que nos habíamos ido forjando. Antes ya comenté que jamás había oído hablar de este templo, a pesar de lo cual tengo que reconocer que para nosotros alcanzó una dimensión especial ya que constituye un ejemplo único de eso que podríamos llamar “Arqueología Viva”, en el sentido de que en aquel lugar el visitante tiene acceso a tres espacios históricos sucesivos, cada uno de los cuales tiene especial interés.

El templo actual (iglesia superior) fue levantado en los tiempos de la Alta Edad Media. Se trata de una basílica bellísima de tres naves, como tantas otras en Roma, ante la cual se encuentra un antepatio con una fuente, rodeado en tres de sus cuatro caras por un pórtico con antiguas columnas jónicas. En el templo sobresalen los bellos mosaicos y las hermosas taraceas de mármol de las solerías, así como los añadidos barrocos que se aprecian en los techos. Nos llamó la atención la tribuna del coro y la capilla del cardenal Castiglione, con frescos de Panicale y de Masaccio que están considerados como de los más sobresalientes del Renacimiento temprano.





Triclinio mitraico
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Tras obtener los correspondientes billetes de entrada, ya que se trata de un yacimiento arqueológico “de pago”, pudimos reparar en unas escaleras que se sumergían en la profundidad y que conducían a la denominada “iglesia inferior”, que se conserva integra y que corresponde a una basílica paleocristiana dotada de columnata y dividida en tres naves en honor a San Clemente, el tercer obispo de Roma después de San Pedro. Desde esta “iglesia inferior” otra escalera, situada en su nave lateral izquierda, conduce hasta lo que fue una residencia romana, que es la parte más antigua del conjunto, en la que a finales del siglo II o principios del III se construyó ese santuario que hemos anticipado, consagrado al dios Mitra.

Es decir, en San Clemente se conservan, en estratos sucesivos, una mansión romana, un espacio de culto mitraico, una basílica paleocristiana y un templo medieval. El viajero, a través de esa red de escaleras que se internan en las honduras, puede realizar un viaje alucinante por el pasado. A mi me llamó especialmente la atención el santuario mitraico, que insisto, se conserva integro, así como el hecho de que los cristianos, sobre ese espacio pagano, hubieran decidido alzar una basílica para sus propios cultos (clarísimo ejemplo de cristianización de un espacio pagano).



Mitra sacrificando un toro
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Veamos que nos dice el libro que antes hemos citado acerca de Mitra y del Mitreo de San Clemente:

“El culto a Mitra procedía originariamente del Asia Central y durante el siglo III era ya uno de los cultos que gozaba de más importancia en Roma. Situado en el centro de un espacio alargado y abovedado con bancos en los laterales se encuentra un altar cuyo relieve muestra al dios Sol matando al toro, una ofrenda que solía ser muy común en los rituales de esta deidad. Mitra clava la daga al animal, bajo el cual se encuentran un perro y una serpiente que lamen la sangre que de él emana. Un escorpión muerde los genitales del toro. El dios Mitra vuelve la cabeza hacia el cuervo que le ha ordenado sacrificar un toro en nombre del dios Helios, la personificación del Sol, cuya cabeza aparece representada en el rincón superior izquierdo. A la derecha se distingue a la diose de la Luna, Selene. En los laterales figuran sus dos divinidades protectoras, Cautos y Cautópatas, con una antorcha levantada y otra bajada respectivamente, para personificar al Sol naciente y al Sol poniente.”

El hecho de haber podido contemplar un triclinio mitraico que se conserva íntegro, fue sin duda una de las experiencias más impactantes de este reciente viaje a Roma que estamos evocando. En aquellos momentos no podía sino recordar el magnífico grupo escultórico que con esa misma representación del dios sacrificando al toro, con su añadido simbólico comentado, se encontró al excavar una villa romana en el término de Cabra (Córdoba), en lo que se conoce como Fuente de las Piedras, grupo que hoy se expone en el Museo Arqueológico cordobés. No podía sospechar entonces que unos meses después mi amigo Luis Alberto López Palomo habría de anunciar que en las excavaciones de otra villa romana, en este caso la de Fuente Álamo, en Puente Genil, todo hacía sospechar que había podido identificar lo que pudo haber sido también un Mitreo, asunto del que ya he hablado en otro momento en este mismo espacio.

LÁGRIMAS EN LOS CRISTALES


Ahora que la tarde se derrumba en las sombras,
y que el libro de versos resbala por mis manos,
ahora que la lluvia llora por los cristales
de mi ventana,
y llanto va a caer de mis ojos,
antes de que una mano encienda la dorada
llama de mi quinqué,
dime si tú no sueñas en tu balcón, ahora
que la lluvia nos une a los dos con sus lágrimas,
o si sobre el teclado de tu piano oscuro
agoniza Chopín
bajo tus manos trémulas.
Nunca sabrás el loco deseo que me tortura
de cautivar tus labios bajo mi boca ávida,
y sentir el latido de tu sien en mi mano
aprisionada como un pájaro aterido.
Pero no sabrás nunca nada de mi deseo.
Nada de cuando pienso desgarrar con mis dientes
los azules canales de tus venas
y juntos
morirnos desangrados, confundidas las sangres.
Pero estamos ajenos.
y sigo en mi ventana,
y tú soñando en otro mientras Chopín suspira,
ahora que aún no arde en mi quinqué la luz
y que a los dos nos une la lluvia con sus lágrimas.

Pablo García Baena (Elegía)

miércoles, 5 de diciembre de 2007

VERSOS INDUCIDOS


Deseaba tener en mis manos un libro de poemas de Pablo García Baena editado en 1998, pero las gestiones que realicé en varias librerías de la ciudad resultaron infructuosas, de modo que me acerqué a una de las bibliotecas públicas y tuve allí la fortuna de localizar un ejemplar de esa obra, que he estado leyendo, entre sueños, este fin de semana.

Hasta ahora, nada que resulte de especial interés, salvo que Pablo García Baena es uno de mis autores preferidos y tenía ganas de acceder a algunos de sus poemas más antiguos, de allá por los años cuarenta del siglo pasado.

Sin embargo, al comenzar a leer el libro, pronto reparé, en un primer momento con indiferencia y luego con creciente satisfacción, que alguien, una mano tímida, usando el finísimo filo de un lápiz, había ido colocando cruces en algunos de los poemas que habrían de resultar para mi, a medida que avanzaba la lectura, de los más bellos del conjunto.

En suma, que según profundizaba en los poemas se me iba confirmando la idea de que mis preferencias venían a coincidir claramente con las de aquel lector(a) de versos, de modo que pronto, cuando iba pasando las páginas del poemario, realmente iba buscando, ávido, esas señales que tan candorosamente algún desconocido había insertado.

A través de aquel viejo libro de la biblioteca pública, alguien, un desconocido, me estaba induciendo a leer unos versos antes que otros, ya que mis ojos se iban, casi inconscientemente, a aquellos que estaban señalizados con un criterio tan afortunado para mi.

¡Gracias, amigo(a), por tu ayuda!

MILAGROS


Era un clérigo simple, pobre de clerecía,
a diario decía misa a Santa María;
decíala a diario porque otra no sabía,
la sabía por uso, no por sabiduría.

Fue este misacantano al obispo acusado
de que era él idiota, mal clérigo probado;
el Salve Sancta Parens sólo tenía usado,
no sabía otra misa ese torpe embargado.

Duramente movido fue este obispo a saña,
dijo: "Nunca de preste se supo tal hazaña".
Dijo: "Decid al hijo de mala putaña
que venga a mi presencia, no lo evite por maña".

Y vino ante el obispo el preste pecador,
había con el miedo perdido su color,
de vergüenza no osaba mirar a su señor,
nunca estuvo el mezquino en tan mala sudor.

Y le dijo el obispo: "Preste, dime la verdad,
si es como todos dicen tanta tu necedad".
El buen hombre le dijo: "Señor, por caridad,
si dijese que no, diría falsedad".

Y le dijo el obispo: "Cuando no tienes ciencia
de cantar otra misa, ni juicio ni potencia,
védote que no cantes, te lo doy por sentencia,
vive como mereces por otra inteligencia".

El preste fue su vía triste y desanimado,
tenía gran vergüenza, el daño muy granado;
volvió ante la Gloriosa lloroso y apenado,
que le diese consejo pues estaba aterrado.

Nuestra madre preciosa que nunca abandonó
a quien de corazón ante sus pies cayó,
el ruego de su clérigo en seguida escuchó,
no lo puso por plazo, luego lo socorrió.

Nuestra Virgen gloriosa que es madre sin dicción,
se apareció al obispo en seguida en visión;
díjole fuertes dichos, un bravillo sermón,
en ello descubrióle todo su corazón.

Díjole bravamente: "Don obispo lozano,
¿contra mí por qué fuiste tan fuerte y tan villano?
Yo nunca te quité la valía de un grano,
y hasme tú quitado a mí mi capellano.

El que a mí me cantaba la misa cada día
creíste tú que hacía un yerro de herejía;
jusgástelo por bestia, todo majadería,
quitástele la orden de la capellanía.

Si tú no le mandares decir la misa mía
como decir solía, gran querella tendría
y tú serás finado el trigésimo día.
¡Así verás qué vale la saña de María!".

Con estas amenazas fue el obispo espantado,
mandó enviar en seguida por el preste vedado,
rogó que perdonase en lo que había errado,
porque fue en el su pleito duramente engañado.

Mandólo que cantase cual solía cantar,
fuese de la Gloriosa siervo para su altar;
que si algo le faltase en vestir o calzar,
él se lo mandaría del suyo propio dar.

Retornó el hombre bueno a su capellanía
y sirvió a la Gloriosa Santa María;
en su oficio finó de fin cual yo querría,
el alma fue a la Gloria, la dulce cofradía.

No podríamos tanto escribir ni rezar,
aun cuando pudiésemos muchos años durar,
que uno de diez milagros pudiésemos contar
de los que Dios se digna por la Virgen mostrar.

Se expone en este poema, en versión de Vicente Beltrán, uno de los “Milagros de Nuestra Señora”. En esta obra, Gonzalo de Berceo, movido por un intenso sentimiento didáctico/religioso, intentaba ensalzar el culto a la Virgen, en cuya maternal intercesión encuentran siempre adecuada protección sus devotos.
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En la imagen: Colegiata románica de Santillana del Mar, Cantabria.

martes, 4 de diciembre de 2007

LUCES ENFRENTADAS


Triunfaba el sol, embravecido,
en las montañas;
la luminosa noche, herida
por el astro, se desangraba,
internándose, vencida,
de la tierra, en las entrañas.

Y con ella, la luna,
tan pálida, tan ensimismada,
en el fondo de las aguas
de los ríos, de los mares,
tan huidiza siempre,
iguálmente se ocultaba.

¡Oh, Tierra y Luna! ¡oh, Sol!
¿por qué tan estérilmente,
os odiáis?

¿Por qué con vuestras luces,
tan luminosas,
tan oscuras,
tan bellas,
contínuamente lucháis?

sábado, 1 de diciembre de 2007

BESOS


La mujer había soñado que alguien llegaba en la noche y la besaba delicadamente en la boca. Un día, se armó de valor y se lo contó a su esposo.

El hombre la besó tan dulcemente como pudo, pero no estuvo a la altura de las circunstancias.

MAGDALENA DE LA CRUZ

En esta imagen, Manolete se enfrenta a la iglesia cordobesa de Santa Marina. El edificio de la derecha es parte del convento de Santa Isabel de los Ángeles.


Hace un tiempo, en un "Cuento Mínimo" evocábamos la historia de Magdalena de la Cruz. Veamos ahora los noticias que acerca de esta religiosa nos transmitía Teodomiro Ramírez de Arellano y Gutiérrez en su obra “Paseos por Córdoba”, publicada entre 1873 y 1877:

“Otro es, el ruidoso suceso de Magdalena de la Cruz, monja de este convento (se refiere el autor al convento cordobés de Santa Isabel de los Ángeles), natural de Aguilar de la Frontera. Llegó esta a gozar tal fama de santidad que todos la conocían por la monja milagrera: a ella acudían en demanda del alivio de sus males; los nobles le consultaban los asuntos más arduos, y todos creían que después de muerta sería colocada en los altares.

Entre los milagros que se le atribuían, figuraba el que, al ir a darle la comunión voló la Sagrada Forma desde la mano del sacerdote a la boca de la santa, y que estando esta enferma de resultas de habérsele fracturado una pierna, impidiéndole subir al mirador a ver una procesión que salió de Santa Marina, en la octava del Corpus, se abrió la pared de su celda y vio la fiesta desde su lecho, con admiración de las otras religiosas que la acompañaban.

Llegó, al fin, un día en que se descubriera tanta farsa: estando varias monjas al acecho, vieron una noche penetrar en su celda un gallardo joven, que se entró con ella en el lecho, y le estuvo dando quejas de que se tratase mal, cuando por su mediación conseguía cuanto su deseo imaginaba: sospecharon entonces si tendría tratos con el demonio, y dieron aviso al confesor de una de ellas, que debió delatarla a la Inquisición, cuando una noche, ya mediada, se presentó en el convento uno de los jueces, quien hizo llamar a Sor Magdalena de la Cruz, a la que se llevó en su carruaje al efecto preparado.

Ya en el tribunal, la pobre monja confesó tener pacto con el diablo, el cual le inspiraba cuanto hacía, acompañando su declaración con tantas lágrimas de arrepentimiento que los inquisidores tuvieron alguna piedad de ella; más no por eso dejaron de sacarla en penitencia en el auto de fe celebrado en 1555, con una vela amarilla en la mano, descalza y llevando una gruesa soga al cuello, disponiendo que acabase su vida en un convento de Andujar, donde todos los días, al ir al refectorio, se había de tender atravesada en la puerta, pasando por cima las otras monjas, haciendo ademán de pisarla, sentencia cumplida con gran resignación hasta que murió, dejando buena fama de buena religiosa.

Este suceso fue muy ruidoso, por lo mismo que Magdalena de la Cruz había logrado tanta celebridad; cuentan que hasta Carlos I, quinto de Alemania, le remitía para que las bendijese las canastillas preparadas, cuando su esposa estaba encinta.”

Teodomiro Ramírez de Arellano y Gutiérrez (Paseos por Córdoba)