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martes, 28 de agosto de 2007

PAN Y CHOCOLATE

La tienda de ultramarinos de nuestro barrio, allá por los años cincuenta, realizaba una importante función social. La señora Benita, que regentaba el modesto establecimiento de comestibles, tenía siempre al alcance de su mano un sobado cuaderno escolar en el que, yo diría que con inmensa piedad, anotaba las deudas de sus clientes. De hecho, a pesar de la dureza de aquellos años, nunca escuché que se negará a vender a alguien “al fiado”.

En honor a la verdad he de decir que en mi casa nunca supimos lo que era pasar hambre, pero lo cierto es que el jornal de mi padre se consumía en los dos o tres días siguientes a su cobro pagando pequeñas deudas atrasadas y a partir de ese momento, hasta que llegaba la paga del mes siguiente, todas las compras de comestibles eran registradas por la señora Benita, con una diligente caligrafía, utilizando un sencillo lapicero.

Es preciso reconocer que esas “facilidades” ayudaban a las familias de nuestro entorno a superar las estrecheces de aquellos tiempos. Cuando el deudor pagaba, la señora Benita, con una goma de borrar, daba de baja las anotaciones. El espacio situado debajo del nombre quedaba así nuevamente en blanco y muy pronto comenzaba a registrar nuevos apuntes. Aquel trajín de anotar y borrar deudas tenía como consecuencia que el cuaderno, tan manoseado, presentara un aspecto poco respetable.

Tenemos que reconocer que esas libretas de deudas, que los parroquianos pagaban tan pronto como cobraban el jornal del mes, cumplieron en los años de la posguerra una función social que hoy contemplamos con nostalgia. En estos tiempos modernos también compramos “al fiado” en las grandes superficies y en los supermercados, pero utilizamos unos sofisticados medios de pago -tarjetas con componentes informáticos y electrónicos- que ya no implican ningún riesgo de quebranto para los modernos tenderos.

Sirvan estas líneas, pasados ya tantos años, para agradecer a la señora Benita la ayuda que prestó en aquellos tiempos a las familias más modestas del barrio.

Cuantas veces escuché decir a mi madre:

- “¡Anda, hijo, vete a comprar una libra de chocolate y le dices a la señora Benita que ya se lo pagará tu mamá…”

Encargo que uno cumplía con diligencia y satisfacción, ya que al volver a casa me esperaba una suculenta merienda a base de pan y chocolate…

RETRATOS FUNERARIOS DE EL FAYUM

En palabras de André Malraux, en los ojos de los retratos de El Fayum resplandece la llama de la vida inmortal.

Estas pinturas funerarias son obra de autores desconocidos y actualmente sabemos que existen más de mil ejemplares distribuidos por museos de todo el mundo, algo realmente insólito, toda vez que a través de esos retratos una multitud de personas, un universo de hombres y mujeres que vivieron y murieron hace casi dos mil años, aparece ante nosotros contemplándonos con una viveza especial y motivando, con sus intensas miradas, una profunda impresión en nuestro espíritu.

Estos retratos funerarios de antiguos egipcios son, en esencia, objetos sagrados. Representan la inmortalidad de los retratados, de acuerdo con las tradiciones y costumbres funerarias del Antiguo Egipto. Proceden de las necrópolis de El Fayum y, para nosotros, su mayor mérito es la intensa fascinación que producen en la persona que los contempla. El realismo de los retratos hace que a pesar de ser los más antiguos que se conservan produzcan una indudable sensación de inmediatez. Estos retratos funerarios, tan antiguos, causan una intensa impresión de modernidad que las pinturas de siglos posteriores jamás ha sido capaz de hacernos sentir. Ese sería el principal enigma que estos retratos nos ofrece. A pesar de su antigüedad se aparecen al espectador con la misma frescura y viveza que las obras pictóricas realizadas en nuestros tiempos más inmediatos. Son, en ese sentido, mucho más modernos que cualquier otra imagen artística posterior.

LUZ INMORTAL

Recientemente la prensa ha publicado que experimentos de realidad virtual llevados a cabo en varias universidades parecen demostrar que el hombre percibe que su "yo" estaría ubicado en donde se sitúan sus ojos...

¿Será verdad que en los ojos de los hombres resplandece la llama de una luz inmortal?

lunes, 27 de agosto de 2007

DAVID ROBERS Y EL TEMPLO DE DEBOD

"Un peit groupe d´esclaves abyssins, pour la plupart des femmes, en route vers le marché aux esclaves du Caire, s´est arrêté à l´ombre d´un palmier rabougri.

A l´arrière-plan l´on voit le temple de Debod. Depuis l´époque du voyage de Roberts, l´un des pylônes du temple a en effet disparu; le temple fut par la suite entièrement dèmantelé et offert a l´Espagne.

David Roberts (L´Egypte et la Terre Sainte)

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De esta lámina de David Roberts nos llaman la atención dos detalles. De un lado, vemos como la esclava está utilizando un molino de mano para machacar el cereal y cocinar unas tortas. El molino de mano de piedra es una herramienta cuyo origen se remonta a los tiempos de la Prehistoria, siendo muy característico del Neolítico.

De otro lado, el templo de Debod, situado al fondo de la imagen, todavía conservaba sus tres pilonos. Roberts viajó por Egipto en 1838-1839. Actualmente, en su emplazamiento madrileño, el templo sólo tiene dos de esos tres pilonos.

TEMPLO DE DEBOD

Templo de Debod, en la actualidad, con dos pilonos.
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En el Templo de Debod, traspasada la capilla de Adijalamani se accede a una serie de pequeños y misteriosos compartimentos que en palabras de Martín Almagro, que fue Director de la Misión Arqueológica Española en Oriente Próximo, "con su escasa iluminación y sin decoración alguna, con sus estrechas puertas secundarias, sus recovecos y misteriosos cubículos para guardar el tesoro o para el recogimiento de los iniciados, nos alejan del tiempo y del ambiente espiritual de nuestra cultura. El transitar por ellos ensancha la sensibilidad del visitante y ayuda a comprender mejor muchas páginas iniciales de la historia y del arte humano, que tuvo en Egipto su más gloriosa cuna".
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El templo de Debod fue donado a España por el gobierno de Egipto en 1970 como reconocimiento de los trabajos que nuestra Misión Arqueológica había realizado en Nubia tras la campaña que en 1959 había promovido la UNESCO. Los trabajos tuvieron como finalidad salvar los yacimientos arqueológicos que iban a quedar inundados por las aguas del Nilo, con motivo de la construcción de la inmensa presa de Asuán. Actualmente, el templo se encuentra enclavado en el céntrico parque madrileño de la Montaña del Príncipe Pío, muy cerca de la Plaza de España.

EL INSECTO

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, que estaba visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia.

¿Qué me ha sucedido?

No soñaba, no...

Franz Kafka (La metamorfosis, I)

jueves, 23 de agosto de 2007

SOLDADOS

El tren militar, abarrotado de jóvenes, avanzaba por las tierras de Castilla camino de los fríos páramos leoneses. Fue entonces, atrapado en el inmenso griterío que causaba aquel derroche de juventud, cuando escuché por primera vez en mi vida la palabra “Costerón”. Estábamos en octubre y pronto habría de saber que ese era el nombre que recibía una inmensa explanada en la que barridos por los vientos de la montaña los reclutas incorporados al Centro de Instrucción de El Ferral del Bernesga, habríamos de hacer ejercicios, cada vez más duros, de instrucción militar.

La noche anterior nuestro grupo –unos cincuenta o sesenta jóvenes, de los más de quinientos que abarrotaban el tren- habíamos pernoctado en unas salas en desuso de un cuartel de Artillería. Allí, los veteranos se las habían ingeniado para no dejarnos tranquilos ni un solo momento. No es que nos hicieran pesadas “novatadas” sino que, simplemente, habían tenido que cumplir con el rol asignado a los veteranos y nos habían estado incordiando toda la noche con bromas sin sentido. Nadie, ni ellos ni nosotros, durmió esa noche. Nosotros, todavía vestidos de paisano, no podíamos sino meditar acerca de lo que nos esperaba en los próximos días.

Tenía entonces diecinueve años. En aquellos tiempos no tenía del todo claro lo que deseaba hacer. Acababa de superar las pruebas de acceso a la Universidad. El curso había terminado en junio e indeciso sobre mi futuro decidí irme voluntario al Servicio Militar, guiado por el ánimo de quitarme cuanto antes ese compromiso que entonces recaía sobre los jóvenes. Al incorporarme como voluntario me destinarían a un cuartel de mi ciudad, y por las tardes, pensaba, podría seguir estudiando. El inconveniente es que tendría que hacer unos seis meses más de “mili” que los incorporados forzosos.

Ya en el tren, camino de León, pronto se armó un inmenso bullicio que degeneró en un griterío insoportable. Todos estábamos, sin duda, nerviosos y las risotadas más groseras no cesaron ni un sólo momento. Éramos conscientes de que desde la noche anterior nuestra libertad había quedado en suspenso. Alguien iba a hacer de nosotros “soldados” y la consecuencia inmediata es que durante muchos meses tendríamos seriamente restringida nuestra libertad. El temor a lo desconocido y la angustia que nos producían las incertidumbres de nuestro destino las paliábamos, en aquel tren, chillando, bromeando y alborotando. Nadie se molestó –por otra parte- en hacernos una llamada al orden.

Cuando llegamos a León estaba esperando en la estación, marcialmente formada, una compañía de la Policía Militar. Alguien dio una orden y las filas de hombres se rompieron. A gritos y empujones nos obligaron a subir de manera precipitada en varios camiones del ejército, que en cuestión de minutos, antes de que nos diéramos cuenta, se pusieron en marcha camino del campamento.

LA ATLÁNTIDA

Cádiz
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Fue Platón, en el Timeo y en el Critias, el primero que habló de la Atlántida, una enorme isla, casi un continente, que según el filósofo griego se extendía por el océano atlántico a partir de las proximidades de Cádiz.

La historia de la Atlántida era contada por los egipcios. De ellos, a través de Kritias, la recogió Platón. Hacia el segundo milenio a.C., los atlantes gozaban de una extraordinaria cultura para su tiempo. Sus reyes crearon un imperio que se extendía por África y parte de Europa, llegando a amenazar incluso al imperio minoico, que tenía su base en la isla de Creta. La monarquía era de origen divino, procedía del enlace de Poseidón y una mortal, enlace del que nació Atlas, primer rey atlante. Gadeiro, segundo rey, según esta historia, estaría, como se ve por su nombre, estrechamente vinculado a Gadeira, es decir, a Cádiz.

El mito de la Atlántida narra su desaparición en una sola noche apocalíptica. Un terrible terremoto arrasó de parte a parte el continente, enormes lenguas de fuego abrasaron los bosques, las ciudades y, finalmente, hacia el amanecer, el mar, el océano, furioso y encabritado, abrió sus grandes fauces y engullió para siempre una tierra de la que no quedó el menor rastro. Estos hechos debieron de suceder hacia el 1500 a.C., durante el cataclismo que destruyó igualmente, aunque no de un modo tan completo, el imperio minoico.

Rafael Arjona (Andalucía – Cádiz)

miércoles, 22 de agosto de 2007

EL BESO

Necesitaba verlo y tocarlo para que desapareciera la sensación de irrealidad que la embargaba. Su boca le decía que sólo un beso es real, que es posible soñar con imágenes y con palabras, pero que no se puede sentir de verdad un beso, ni un abrazo, si no se juntan los cuerpos...

Juan Luis Arsuaga (Al otro lado de la niebla - Suelas de Viento)

martes, 21 de agosto de 2007

UNA MONJA EN SEVILLA

En cierta ocasión el cartero llevó a casa una postal que nos había sido remitida desde Sevilla. Entonces yo era un niño y nunca había oído hablar de esa ciudad. Recuerdo que la imagen reproducía una panorámica de un puente sobre el Guadalquivir, con la Torre del Oro al fondo. Creo que fue la primera vez que tuve una postal en mis manos. La conservé durante muchos años, posiblemente porque en aquellos años los niños teníamos pocas cosas que conservar. Según me dijeron mis padres alguien había viajado a Andalucía para, supongo que entre otros asuntos, visitar a una monja, hija del Señor C., que llevaba hábitos en un convento sevillano.

Siempre había escuchado que en los años que siguieron a la Guerra Civil la familia del Sr. C. había pasado por muchas penalidades. El hambre siempre estaba acechando en la puerta de su casa y parece que alguna de las hijas habría fallecido inmersa en ese contexto de hambre y miseria. Creo que el Sr. C. trabajaba como peón en los ferrocarriles.

Los años de la posguerra fueron tiempos difíciles para la inmensa mayoría de los españoles y la familia del Sr. C. habría padecido las privaciones con intensidad especial. Fueron años de miseria en que, además, los hombres tenían miedo de los hombres, ya que los verdugos se habían convertido en señores de un reino de muerte. En ese tiempo muchos fu
eron apaleados y humillados, entre ellos las esposas, hijos, padres, hermanos…, de los que antes habían sido fusilados.

En nuestro barrio se contaba, siempre en voz baja, el caso escalofriante de un pobre barbero que había sido mal fusilado, de modo que quedó, todavía con vida, tirado en una cuneta cercana a la ciudad. Cuando pudo caminó unos pasos y tuvo la inmensa fortuna de ser ocultado y cuidado por unos pastores que lo encontraron. Siempre he pensado que esos hombres, con su actuación, demostraron una inmensa humanidad y una dosis similar de heroísmo. Si los verdugos hubieran descubierto el asunto, los pastores lo hubieran pagado, sin duda, con la vida.

El barbero, algún tiempo después, se incorporó de nuevo a la vida del barrio. Pasados unos años, no era extraño que me lo encontrara por la calle ya que pelaba a las personas en sus respectivos domicilios –no tenía local propio- de modo que se le veía mucho callejeando. Yo entonces era muy niño, pero siempre que me lo encontraba recordaba su triste historia y la lección de humanidad de los pastores. Nunca supe los motivos por los que había sido mal fusilado, pero no debieron ser especialmente graves ya que cuando lo conocí andaba por la calle, aparentemente sin problemas, en busca de su trabajo. Si hubiera hecho algo realmente malo –crímenes de sangre, por ejemplo- no cabe duda de que lo hubieran vuelto a fusilar. Lo cierto es que por entonces el hombre no se escondía y era conocido en el barrio por todos.

En ese contexto de hambres, privaciones y temores, la familia del Sr. C. pasó también por momentos apurados. Se rumoreaba que una de sus hijas había decidido hacerse monja buscando el modo de eludir esas penalidades extremas. Eran unos tiempos en que los hombres habían contemplado un inmenso desastre. El baño de sangre que supuso la guerra embotaba todavía sus conciencias. Anulados los sentidos por los horrores recientes y acuciados por el hambre y la miseria, no es extraño que las personas mínimamente sensibles al fenómeno religioso decidiera tomar hábitos como único medio posible de alejarse de un mundo tan terriblemente atroz e injusto.

lunes, 20 de agosto de 2007

MIGUEL HERNÁNDEZ, SÓLO POR AMOR ODIADO

El poeta, en su periplo por las cárceles, había insistido en la profunda injusticia de su desgracia:

“Sólo por amor odiado,
sólo por amor.”

MUERTE DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Detenido de nuevo en septiembre de 1939, tras un breve paréntesis de libertad, Miguel Hernández iniciará un nuevo recorrido por las cárceles de Madrid, Ocaña y Alicante, “hasta que en su indefenso organismo se declara una tuberculosis pulmonar aguda que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores, acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un años de edad.

Algún fervoroso admirador le ha atribuido aquel hermoso pareado (cuya autenticidad resulta más que dudosa), donde el poeta moribundo se despide cantando la fraternidad con los hombres y con todo lo más bello del universo:

¡Adios, hermanos, camaradas, amigos;
despedidme del sol y de los trigos!”

Juan Cano Ballesta (Miguel Hernández. El Hombre y su poesía)

LA VILLA DEI MISTERI, POMPEI

La Villa dei Misteri debe il nome al celebre fregio in cui sembra siano raffigurati i momenti principali di un rito di iniziazione ai misteri dionisiaci.

In queste pagine, una giovane seguace di Pan offre il propio seno a un capriolo mentre una donna arretra atterrita dalla visiones del demone alato che flagella una compagna...

Domenico Rea (Pompei e la sua pittura)

jueves, 16 de agosto de 2007

ORFEO Y EURÍDICE

Orfeo habría sido según nos dice la mitología un poeta y músico inigualable que habría perfeccionado la lira de siete cuerdas, propia de Apolo, incorporándola dos cuerdas más como homenaje a las nueve musas. Con el nuevo instrumento musical Orfeo emitía unos sonidos tan melodiosos que se dice que llegaban a conmover a los animales, a las plantas e incluso a las propias rocas.

Según explica un mito de origen antiguo, Orfeo habría descendido al Hades en busca de su esposa, la ninfa Eurídice, cuando esta encontró la muerte, de modo que en su aspecto más popular en el mito de Orfeo se desarrollaba el asunto de un amor que es capaz de traspasar esas terribles fronteras del más allá. Se dice que ante sus sentidos versos todo el Reino de los Muertos sucumbió. Los suplicios que se aplicaban a las almas impuras cesaron e incluso el temible perro Cerbero se habría amansado ante las melodías de Orfeo. Hades y Perséfone acudieron conmovidos y finalmente accedieron a que Eurídice abandonara el mundo de las sombras y retornara a la vida. Desgraciadamente, habían impuesto la condición de que en el viaje de regreso a nuestro mundo Orfeo nunca volviera su vista hacia atrás, de modo que una mirada dirigida en el último momento a Eurídice, que le seguía, hizo que roto el compromiso con Hades la ninfa volviera al más allá y Orfeo la perdiera para siempre.

La tradición sostiene que Orfeo, al igual que antes Dionisios, habría viajado a Egipto en su juventud, en donde habría sido iniciado en los cultos mistéricos. Autores posteriores, entre ellos Heródoto, habrían de sostener que algunas grandes ideas como la de la transmigración de las almas o el proceso de purificación del alma tendrían su origen en esos momentos de iniciación de Orfeo en el país del Nilo.

El mito sostiene que Orfeo habría de encontrar la muerte, una vez que había perdido a Eurídice, despedazado a manos de un grupo de mujeres tracias, bacantes, que seguían llevando a cabo todavía en esos tiempos esos ritos de origen prehelénico en los que Orfeo habría sido ejecutado ritualmente. Estaríamos todavía en el contexto de unas seguidoras de Dionisios cuyas creencias seguían vinculadas con antiguos contextos de olvidadas sociedades neolíticas de tipo matriarcal.

Parece que existieron varios motivos que podrían justificar esa muerte violenta de Orfeo a manos de las bacantes. Se habla, de un lado, de una posible venganza de los dioses, que no podían tolerar que un humano hubiera tenido conocimientos en vida acerca de los secretos inmensos del Reino de los Muertos; se dice, también, que Orfeo, tras su regreso del Hades, habría instituido unos nuevos misterios, que habrían modificado sustancialmente los propios misterios de Dionisios, lo que resultaría inadmisible para las ménades. En todo caso, las nuevas enseñanzas de Orfeo rechazaban los sacrificios sangrientos, tanto de animales como de personas, de modo que con ellas los tradicionales misterios de Dionisios habrían perdido sus aspectos más irracionales y se habrían impregnado de algunas de las más significadas virtudes apolíneas.

Todo parece sugerir que Orfeo pudo ser un personaje real que habría sido sacerdote del culto dionisíaco, además de poeta y músico. Este individuo habría tenido acceso a nuevos conocimientos iniciáticos sobre el más allá, quizás en Egipto o en Oriente, y se propuso modificar los antiguos misterios dotándolos ahora de unos componentes racionales, negando los sacrificios o la posibilidad incluso de comer carne, debido a la idea de la transmigración de las almas, y místicos: creencia en una divinidad superior de la que Dionisios sería una emanación, de modo que todos los hombres estarían impregnados de un componente divino que los iniciados debían aprender a liberar a lo largo de su vida, para poder acceder así a lo que los órficos llamaban “inmortalidad feliz”.

lunes, 13 de agosto de 2007

MOZUELA DESNUDA

Las mujeres del pueblo se bañan en el río. Chillan de placer al sentir el frescor del agua lamiendo sus vientres y sus senos. Los mozos, como faunos, se esconden entre la maleza para verlas desnudas. La naturaleza tiene deseos de una cópula gigante. Las abejas zumban monótonas. Los mozos se revuelcan entre las flores y el saúco al ver a una mozuela que sale desnuda, con los senos erguidos, y que se tuerce el pelo, mientras las demás, maliciosas, le arrojan agua al vientre...

Federico García Lorca (Libro de Poemas, 1921 – Mediodía de agosto)

LA CUESTA DE MOYANO

Tras un largo viaje llegué a la ciudad, en tren, un caluroso día de finales de junio. Había tenido que hacer trasbordo en Madrid y aproveché dos o tres horas de tiempo libre en recorrer la Cuesta de Moyano, próxima a la Estación de Ferrocarril de Atocha, donde los libreros madrileños de viejo tenían instaladas sus exposiciones. Allí, tras curiosear –como era y sigue siendo mi costumbre- los libros que se amontonaban en los anaqueles, terminé comprando una obra de Groucho Marx, Las memorias de un amante sarnoso.

El viaje hasta la lejana ciudad lo hice cómodamente, refrescado por el aire acondicionado del tren, y distraído con la lectura de los textos del cómico: Mis hermanos y yo, partiendo de la nada, hemos alcanzado las cotas más altas de la pobreza, dijo alguna vez Groucho.

Al llegar a la ciudad todo cambió. El calor era insoportable…

TRAJÍN DE MALETAS

Al llegar a la ciudad todo cambió. El calor era insoportable y además tenía que cargar con la maleta en la que se apretujaban todas las pertenencias que durante cuatro o cinco meses, pensaba yo entonces, habría de utilizar. En aquel tiempo creía que aquel destino no habría de prolongarse mucho más de unos pocos meses. Tenía la confianza de poder estar de regreso antes de las navidades.

El Señor C., que tenía una hija monja, me había indicado que podía recomendarme para que encontrara alojamiento en un convento religioso femenino que la Congregación tenía en la ciudad, pero yo, con cortesía, no había admitido el ofrecimiento, así que –con poco dinero en los bolsillos- tuve que contratar los servicios de una modesta pensión situada enfrente de la estación de ferrocarril. Entonces la estación estaba situada cerca del centro de la ciudad, de modo que en menos de diez minutos podía llegar, paseando, a mi trabajo, ubicado en una de las calles más importantes.

La pensión, sin embargo, me inspiraba poca confianza, de modo que todos los días, a primera hora, me acercaba a la estación y dejaba la maleta consignada. Tenía miedo de que alguien me la robara. Luego, ya por la tarde, terminado el horario de trabajo, tras el almuerzo, nuevamente la recuperaba de la consigna y volvía a alojarme en el mismo lugar. Realmente, esos primeros días, tenía poco que hacer cuando terminada mi trabajo, ya que no conocía a nadie en la ciudad, de modo que ese cotidiano trajín de ir y venir a la estación, arrastrando la maleta, me servía de distracción.

Pasados esos primeros días, un compañero de trabajo me recomendó otra pensión, más seria, en el barrio viejo de la ciudad y allí encamine mis pasos encontrando alojamiento en una habitación de uso múltiple, que compartía con otros dos jóvenes trabajadores con los que pronto inicie una relación de amistad. A fin de cuentas, durante unos meses los tres compartimos nuestras vidas y nuestro espacio más vital.

Fueron meses de intenso calor, estábamos en pleno verano, de modo que solamente gracias a la fuerza de la juventud podía uno soportar de modo más o menos paciente esa situación. Pronto, sin embargo, junto con otros compañeros de trabajo que también se habían incorporado en esos meses a la empresa, encontramos un alojamiento más cómodo y estable, con una patrona, la Señora R., que alquilaba habitaciones y además nos brindaba un agradable servicio de comidas caseras y de limpieza, de modo que a los pocos meses de llegar a la ciudad había pasado a tener un espacio vital propio, mi cuarto, al que pronto pude incorporar una modesta estantería en la que fui colocando mis libros…

DE PERROS

Los perros tienen la habilidad, que no tienen otros animales, de que saben hacerse un hueco en la familia que cuida de ellos, de modo que pronto pasan a ser imprescindibles en las relaciones internas de esa familia.

Nunca he sentido un interés especial por los perros, pero lo cierto es que cuando uno los trata pronto se da cuenta de que está ante un animal que reune cualidades excepcionales. Entre ellas destaca esa habilidad para ganarse a sus dueños, alcanzando así un lugar de privilegio dentro de la familia.


Sivan estas líneas como sencillo homenaje a Rony. Mientras le hacía esta fotografía, el animal miraba con la máxima atención un trozo de sílex que yo le enseñaba con mi mano izquierda. Agradecido por lo bien que se había portado, cuando terminamos las fotos, le dejé que jugara un rato con la piedra.

domingo, 12 de agosto de 2007

BUDA EN MEDITACIÓN

Suryakanthi Tripathi, Buda en meditación
.
Pinto por la libertad.
Pintar es ir paseando con los colores
y las formas como compañeros.
Pero pronto ellos comienzan a guiarme
y el camino que eligen me ofrece la visión
de un paisaje de libertad.
.
Suryakanthi Tripathi

GAUTAMA EL BUDA

Gautama, el Buda, enseñaba
la doctrina de la Rueda de los Deseos, a la que estamos sujetos, y nos aconsejaba
liberarnos de todos los deseos para así,
ya sin pasiones, hundirnos en la Nada, a la que llamaba Nirvana.

Un día sus discípulos le preguntaron:
“¿Cómo es esa Nada, Maestro? Todos quisiéramos
liberarnos de nuestros apetitos, según aconsejas, pero explícanos
si esa Nada en la que entraremos
es algo semejante a esa fusión con todo lo creado
que se siente cuando, al mediodía, yace el cuerpo en el agua,
casi sin pensamientos, indolentemente; o si es como cuando,
apenas ya sin conciencia para cubrirnos con la manta,
nos hundimos de pronto en el sueño; dinos, pues, si se trata
de una Nada buena y alegre o si esa Nada tuya
no es sino una Nada fría, vacía y sin sentido.”

Buda cayó largo rato. Luego dijo con indiferencia:
“Ninguna respuesta hay para vuestra pregunta.”
...
Bertolt Brecht (Poemas y canciones – Historias del Calendario)

viernes, 10 de agosto de 2007

PARÁBOLA DE LA CASA EN LLAMAS

...
Pero a la noche, cuando se hubieron ido,
Buda, sentado todavía bajo el árbol del pan,
a los que no le habían preguntado
les narró la siguiente parábola:

“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo
era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí
que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grite
que el techo estaba ardiendo, incitándoles
a que salieran rápidamente. Pero aquella gente
no parecía tener prisa. Uno me preguntó,
mientras el fuego le chamuscaba las cejas,
que tiempo hacía fuera, si llovía,
si no hacía viento, si existía otra casa,
y otras cosas parecidas. Sin responder,
volví a salir. Ésta gente, pense,
tiene que arder antes que acabe con sus preguntas.

.
Verdaderamente, amigos,
a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto
de desear gustosamente cambiarse de sitio,
nada tengo que decirle.”

.
Así hablaba Gautama, el Buda.

Bertolt Brecht (Poemas y canciones – Historias del Calendario)

miércoles, 8 de agosto de 2007

PARA VIVIR TRAS LA MUERTE

En el texto que vamos a reproducir se encuentra una atractiva síntesis de las creencias de los antiguos egipcios en relación con el paso de la muerte a una nueva vida en el más allá:

“Fórmula para salir al día y vivir tras la muerte

Palabras dichas por N.(1):

¡Oh, Único(2), que se levanta como la Luna(3)! ¡Oh, Único, que brillas(4) como la Luna! ¡Que N. pueda salir afuera(5) entre la multitud de tus gentes(6)! ¡Desátame (7), como lo están los habitantes de la luz(8)! ¡Y abremé la Duat(9)!

Y he aquí que N. salió al día para hacer todo lo que pudiese desear hacer entre los vivos(10)”.

Libro de “salir al día” (Libro egipcio de los Muertos), capítulo 2.

1) N. es el nombre del difunto.

2) El dios Único de los egipcios era Re, simbolizado por el disco solar. Osiris era una manifestación de Re en cuanto dios de los muertos.

3) Re, el sol, durante el día, se alza en el cielo del mismo modo que la Luna surge durante la noche.

4) La Luna es el astro que emite la luz en la noche, iluminando las tinieblas.

5) El conjuro pretende que el difunto pueda “salir afuera”, es decir trascender de la tierra al reino celeste de Re.

6) La “multitud de gentes” que puebla el reino celeste son todas las divinidades que acompañan al dios Único, Re, así como los espíritus glorificados de los muertos que han superado el juicio de Osiris y se han transformado en seres de luz (luminosos o brillantes) que iluminarán el cielo junto a las llamadas estrellas imperecederas (nuestras circumpolares, que nunca desaparecen de los ojos de los hombres y que, por tanto, los antiguos egipcios consideraban inmortales).

(7) El difunto ansía ser “desatado”, es decir ser liberado de las impurezas que se amarran a su cuerpo y que impiden que se pueda “glorificar” en un ser de luz.

(8) Los habitantes de la luz son la “multitud de gentes” de la que antes hemos hablado.

(9) La Duat es un mundo del más allá donde reina Osiris, que vimos que era una emanación de Re en cuanto Señor de los muertos. Los textos funerarios egipcios parecen sugerir que la Duat era un espacio intermedio entre la tierra y el Reino Celeste de Re. Sería un lugar donde los difuntos pasaban por un proceso de purificación que habría de permitir que, finalmente, pudieran arribar al reino de la luz pura.

(10) El difunto, transformado en un ser de luz, asimilado a la divinidad, ha alcanzado la inmortalidad.

LOS ENSUEÑOS Y LA PREHISTORIA

Bifaz
.
Estrellas en las Manos, hay otra cosa en la que ese pueblo del norte de que te hablé cree, y de hecho es su única creencia verdadera, aunque yo no acierto a entenderla. Ellos dicen que todo lo que le pasa a la tierra se queda grabado en ella, que nada se pierde en realidad, que todo permanece. Que la tierra tiene memoria y conserva el recuerdo de cuanto acontece, como si se acordara de ello. Es como si las huellas en la arena no se borraran jamás.

-Y creen también, por eso mismo, que algún día vendrá alguien que recuperará nuestra historia. Y que cuando ya no haya renos, ni bisontes, ni mamuts, ni uros, ni caballos, ni cabras, ni leones en este territorio que ahora pisamos, alguien averiguará que lo han habitado. Y aunque los glaciares desaparezcan, y el hielo del invierno se funda en los días largos de los soles altos, vendrá alguien que reconocerá en las rocas el correr del antiguo hielo.

-Y esas personas especiales que existirán dentro de incontables generaciones y que reconocerán nuestra historia en las señales que permanecerán, sin duda serán Soñadores como nosotros, el mismo tipo de Soñadores, aunque los llamen de otra manera. Serán personas diferentes, como tú y yo, que se harán preguntas acerca de lo que no es visible, de lo que está oculto, y descubrirán los secretos de la naturaleza.

-¿Y cómo será eso?- dijo él, pero esta vez preguntaba de verdad, no se estaba riendo de las palabras de la mujer; su tono no era sarcástico, sino ingenio, casi infantil.

No lo sé, Estrellas en las Manos. Ellos creen que en lo más crudo del invierno las palabras que se pronuncian se congelan en el aire, como el agua, como el aliento que sale de la boca y se hace humo, y así se conservan durante todo el invierno, hasta que en la primavera se funden los hielos y entonces pueden escucharse si se presta la debida atención. Supongo que de alguna manera lo que hacemos y decimos también quedará congelado en el tiempo...

Juan Luis Arsuaga (Al otro lado de la niebla - Ojos Glaucos)

lunes, 6 de agosto de 2007

AL BORDE DE LA CARRETERA

Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?

Bertolt Brecht (Poemas y canciones – El cambio de rueda)

FREGIO DEI MISTERI DIONISIACI

Nel fregio dei misteri dionisiaci tutto si svolge sotto lo sguardo di una severa e maestosa matrona, probabilmente la domina o signora della casa, secondo i ritmi scanditi da un minucioso rituale...

Domenico Rea (Pompei e la sua pittura)

miércoles, 1 de agosto de 2007

ENIGMA EN SAN JUAN DE LA PEÑA

San Juan de la Peña

En el Monasterio de San Juan de la Peña, enclavado en una de las últimas sierras pre-pirenaicas de la Jacetania, se integra como joya excepcional un claustro románico en cuyos capiteles, fechados en los siglos XII y XIII, se narran distintos episodios del Génesis, la infancia y la vida pública de Jesús, y se representan diversos animales fantásticos.

En nuestra visita al Monasterio nos llamó poderosamente la atención uno de esos capiteles en el que se aprecia como un individuo ha golpeado a otro con un pico, de modo que la herramienta está clavada en el cráneo del agredido, que está arrodillado en el suelo.

Pedidas explicaciones se nos brindaron dos interpretaciones que, realmente, no vemos demasiado convincentes.

Para algunos se estaría representando la matanza de los Inocentes (a pesar de que se aprecia claramente que el agredido no es un niño).

Para otros, se podría estar haciendo referencia al momento en que Caín ha matado a su hermano Abel, explicación igualmente poco creíble ya que el instrumento de la agresión no fue, precisamente, un pico.

Tras estas aclaraciones quedamos igualmente confusos. Quizás alguien que lea estos notas pueda aportarnos otra explicación que resulte más convincente...