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domingo, 31 de mayo de 2009

ANTIQVA ERÓTICO

Escena erótica representada en Pompeya
Imagen: Antiqva



Aquí fue donde Equicia,
mujer negra,
de complacientes maneras,
me enseñó a odiar a las mujeres blancas.

Quien ame a Equicia
arderá en negros carbones.



(Este poema, realmente un “Cuento Mínimo” en el que se aúnan erotismo y odio, está inspirado en la lectura de diversos grafitos amatorios que se han conservado en las paredes de Pompeya. Los versos, en concreto, intentan evocar lo que algún personaje anónimo habría escrito en la pared de uno de los cuartos de alguno de los "lupanares" que había en la ciudad.)


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viernes, 29 de mayo de 2009

DE ISIS

Imagen: Antiqva






“Yo dispuse que las mujeres fueran amadas por los hombres.”
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Este bellísimo “Cuento Mínimo” es parte de un “Himno a Isis” que se encontró en 1925 en el santuario que consagrado a esta diosa se alzaba en la acrópolis de Cime (en la Eólide, Asia Menor).

Algún día, con más calma, tendremos que hablar algo de ese himno, que ha constituido tradicionalmente la base de los estudios sobre la literatura isíaca…





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jueves, 28 de mayo de 2009

HIMNOS Y SILENCIOS

Rosa de alabastro
Imagen: Antiqva



“Hoy pienso, Padre, que me llamó la atención algo que le distinguía de los demás: era un niño triste pero con una serenidad extraña para su edad. En sus juegos sin discordia, en su obediencia sin sumisión, en su interés por aprender y su orgullo por saber, en su silencio… Quizás su infancia me recordó la mía y quise revivir en aquel párvulo el niño que yo fui. Pensé que sería un buen pastor en nuestra Iglesia. ¡Ay de mí!

Noté algunas otras diferencias: recuerdo que, cuando todos los alumnos en fila, antes de salir del colegio, formaban marcialmente y entonaban el “Cara al sol” al atardecer como despedida de una jornada de jubiloso aprendizaje, Lorenzo no compartía el espíritu de Flecha que sus compañeros demostraban. Mantenía, sí, la compostura, pero un día me acerqué a él sigilosamente por detrás y advertí con sorpresa que mantenía el brazo en alto, movía los labios, pero no cantaba. ¡Le pedíamos amor a su Patria y nos devolvía silencio!

Le castigué a no abandonar aquel patio si no cantaba el himno completo, pero no cantó. Se mantuvo erguido y con el brazo en alto aunque ni siquiera comenzó la primera estrofa. No sé si prevaleció en mi la ira por su rebeldía o la dicha por la oportunidad de doblegar con mi autoridad a un hijo impío de un siglo sin fe. “¡Canta”, le ordené, “es el himno de los que quieren dar la vida por su Patria!”

“Mi hijo no quiere morir por nadie, quiere vivir para mí”, dijo una voz suave y melosa a mis espaldas. Me volví y era ella.

Ahora comprendo la frase del Eclesiastés: La mirada de una mujer hermosa, pero sin virtud, abrasa como el fuego. Yo ignoraba entonces que así nacía mi desvarío.”

Alberto Méndez (Los girasoles ciegos).

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miércoles, 27 de mayo de 2009

LABERINTOS

Imagen: Antiqva



Cuando le hicieron saber que solo amando podría salir del laberinto, la mujer, al fin, recordó.





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martes, 26 de mayo de 2009

domingo, 24 de mayo de 2009

AMORES

Imagen: Antiqva



Ella se había enamorado de él, pero no de lo que él era sino de lo que él hubiera querido ser.





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viernes, 22 de mayo de 2009

LATIDOS

Imagen: Antiqva



"Late en mí
un corazón enamorado.
Nada pido sino amarte."



(Estos versos, escritos en el reverso de un papelito amarillento, los encontró Antiqva, hace tiempo, olvidados en el interior de un viejo libro familiar. Uno no sabe con certeza quién los escribió. Tampoco se ha atrevido a preguntar si alguien reconoce la letra. El anverso del papelito es un fragmento de un documento oficial, en concreto parte del resguardo de una matrícula estudiantil. En él se aprecia una fecha: 15 de septiembre de 1970. No cabe duda de que quien lo escribió, posiblemente una joven, lo hizo después de esa fecha.)

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miércoles, 20 de mayo de 2009

PRIMER RECUERDO

Cúpula del Panteón - Roma
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Imagen: Antiqva





… una azucena tronchada…

G. A. Bécquer




Paseaba con un dejo de azucena que piensa,
casi de pájaro que sabe ha de nacer.
Mirándose sin verse a una luna que le hacía espejo el sueño
y a un silencio de nieve, que le elevaba los pies.
A un silencio asomada.
Era anterior al arpa, a la lluvia y a las palabras.

No sabía.
Blanca alumna del aire,
temblaba con las estrellas, con la flor y los árboles.
Su tallo, su verde talle.

Con las estrellas mías
que, ignorantes de todo,
por cavar dos lagunas en sus ojos
le ahogaron en dos mares.

Y recuerdo…

Nada más: muerta, alejarse.

Rafael Alberti (Sobre los ángeles – Tres recuerdos del cielo)






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BLOG DORADO


No puedo sino agradecer a una persona que siempre muestra una sensibilidad especial, Sara -de ELIXIR PARA OLVIDAR- el haberse acordado de nuestro cuaderno al enviarnos esta gratisima muestra de afecto. Muchísimas gracias, amiga. Traslado tu cariño a todas las personas que visitáis "Imágenes y Palabras".
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martes, 19 de mayo de 2009

SOBRE LOS ÁNGELES

Imagen: Antiqva



Homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer



No habían cumplido años ni la rosa ni el arcángel.
Todo, anterior al balido y al llanto.
Cuando la luz ignoraba todavía
si el mar nacería niño o niña.
Cuando el viento soñaba melenas que peinar,
y claveles el fuego que encender, y mejillas,
y el agua unos labios parados donde beber.
Todo, anterior al cuerpo, al nombre y el tiempo.

Entonces, yo recuerdo que, una vez, en el cielo…

Rafael Alberti (Sobre los ángeles – Tres recuerdos del cielo)
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domingo, 17 de mayo de 2009

UNA MUCHACHA DE POMPEYA



Imágenes: Antiqva




A Antiqva siempre le ha llamado la atención la manera tan sugerente en que Gradiva, la muchacha de Pompeya, caminaba. Conoció la historia de la ensoñación narrada por Wilhelm Jensen hace ya muchos años, cuando tuvo oportunidad de leer su novela. Entonces no sabía que el propio Freud, tras leer el texto de Jensen y contemplar el relieve en uno de los museos del Vaticano, había quedado igualmente cautivado.

Recientemente, Antiqva, con motivo de “poner los pies” en Pompeya, reparó en los magníficos “pasos de peatones” que los pompeyanos habían colocado en los puntos más estratégicos de sus calzadas para facilitar que los ciudadanos pudieran atravesarlas sin mojarse los pies en los tiempos de lluvia.

Esos “pasos de peatones”, que al quedar sepultados por metros de cenizas y piedra pómez, se han conservado de manera excepcional en esta antigua ciudad cuyos vestigios se sitúan cerca de la actual Nápoles, podrían brindarnos alguna pista acerca de la causa del extraño modo de caminar de Gradiva.

Reparemos, en efecto, que en el relieve la muchacha está, al menos eso es lo que piensa Antiqva, sujetándose el vestido (reparar, amig@s, en los pliegues de su ropa en las inmediaciones de su mano). Si Gradiva se está alzando delicadamente “su falda” quizá sea para no marcharse. Es posible que el escultor la representase en el preciso momento en que estaba cruzando uno de esos “pasos de peatones” de los que antes hablábamos. Gradiva tendría su pie en una postura claramente forzada debido a esa circunstancia.

De ser así, Gradiva, en suma, estaría intentando cruzar por los inmensos bloques de piedra, haciendo algún que otro equilibrio y sujetándose la ropa con sus manos, evitando mancharse con el agua y el barro que pudiera haberse acumulado en la calzada.

Que quede claro, amig@s, que todo esto es una mera suposición.

Veréis, finalmente, amig@s, lo “listos” que eran los pompeyanos: entre las piedras inmensas dejaban espacios libres para que, con cierta comodidad, pudieran circular los carros...



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viernes, 15 de mayo de 2009

MEDITERRÁNEO

Imagen: Antiqva






A veces, en ciertos lugares, es posible contemplar la Luz que produce el silencio de Dios.





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jueves, 14 de mayo de 2009

GRADIVA


Templo de Apolo - Pompeya
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Imágenes: Antiqva



Al contemplar aquel rostro, Norbert se acordó de que había visto ya a Gradiva en sueños en aquella misma ciudad, la noche en que se había echado tan tranquila, como para dormir, sobre los escalones del templo de Apolo, cerca del Foro. Este recuerdo de su sueño le hizo darse cuenta de algo de lo que hasta aquel momento no había tenido conciencia; sin reflexionar siquiera, había tomado el tren hacia Italia y, sin detenerse por así decirlo ni en Roma ni en Nápoles había proseguido su viaje hasta Pompeya con el propósito de buscar en esa ciudad eventuales huellas de la joven. Y precisamente huellas en el propio y estricto sentido de la palabra; pues con su forma característica de andar, Gradiva debía de haber dejado una impronta inconfundible de los dedos de sus pies en la ceniza de las calles pompeyanas.

Era, así pues, una vez más, una criatura de sueño la que se desplazaba ante sus ojos en medio de la luz deslumbradora del mediodía, y sin embargo era también perfectamente real. La prueba estaba en el efecto que producía en un gran lagarto inmóvil bajo los cálidos rayos del sol en la última piedra, cerca de la acera de enfrente. El cuerpo centelleante del animal, como hecho de malaquita y oro, resultaba perfectamente visible y, ante el pie que se acercaba, Norbert lo vio saltar bruscamente de la piedra y escapar por las blancas losas de lava de la calle.

Gradiva pasó con paso ligero y tranquilo y siguió su camino por la acera contraria dando ahora la espalda al arqueólogo…

Wilhelm Jensen (Gradiva)
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miércoles, 13 de mayo de 2009

FANTASÍA POMPEYANA

Gradiva (copia romana de una escultura neoática).
El modo en que la muchacha camina sigue produciendo ensoñación.
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En Pompeya, en las inmediaciones del Templo de Apolo,
se manifestará al arqueólogo el espíritu de Gradiva.

Imagen: Antiqva





Las personas propensas a las ensoñaciones, antes de visitar Pompeya, deberían leer “Gradiva”, de Jensen.

“Gradiva” es el título de una novela de Wilhelm Jensen cuyo protagonista es un arqueólogo que en cierto momento, ante un relieve que representa a una muchacha que camina de una manera especialmente sugerente, a la que él llamará Gradiva, se ve arrastrado a un estado de profunda ensoñación.
En el sueño, el hombre se encontrará con el espíritu de la propia muchacha en Pompeya en un caluroso día de agosto del año 79 de nuestra era. Más adelante, el protagonista llegará a tomar conciencia de que Gradiva no es sino la encarnación de una amiga de su infancia, Zoe, a la que nunca había prestado especial atención.
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En su obra “El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen”, publicada en 1906, Freud habría de aplicar el Psicoanálisis a la novela que cuatro años antes había publicado Jensen.

El bajo relieve que provocó la ensoñación del arqueólogo se puede hoy contemplar en los Museos del Vaticano, en donde Freud lo descubrió en una de sus visitas a Roma. Parece, incluso, que hizo colocar una réplica del mismo en su propio consultorio.

Freud, al estudiar la obra de Jensen, trazó un paralelismo entre lo que suponía el ocultamiento del bajo relieve bajo las capas de ceniza y piedra pómez, tras la explosión del Vesubio, y la propia represión por parte del protagonista de sus recuerdos infantiles, que habrían de llevarlo a desarrollar el estado de delirio.


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martes, 12 de mayo de 2009

NIHIL EST INFELICIUS MATRE



Pompeya, la ciudad del silencio
Imágenes: Antiqva






De los tiempos de la antigua Roma se han conservado algunos textos que nos hablan de ciertas visiones oníricas, usualmente protagonizadas por mujeres a las que durante el sueño se les manifestaba la presencia de alguna divinidad o persona fallecida.

Quintiliano, en sus “Declamaciones mayores”, nos ha transmitido una de esas noticias que nos remite a una mujer a la que durante la noche se le aparecía su hijo fallecido. Superado el momento inicial de miedo ella se sentirá inmensamente feliz con el reencuentro. Veamos las palabras de la propia mujer:

“De repente la oscuridad desaparecía y él estaba delante de mí, no como la pálida figura consumida por su espantosa enfermedad, no apareció como estaba en la pira flameante, sino que era saludable y tenía buen aspecto físico… su pelo no estaba chamuscado por el fuego, su rostro no estaba ennegrecido por el carbón ardiente de la pira funeraria… Al principio él solo se detuvo permitiendo ser reconocido. En este momento yo estaba increíblemente impresionada; no pude besarle ni abrazarle… La segunda noche llegó e, inmediatamente, con los primeros signos de la oscuridad, mi hijo estaba esperándome no como lo estuvo el día anterior, a distancia y sólo para ser visto, sino que ahora se acercó más, como un cuerpo viviente hasta aproximarse a las manos de su madre.”

En las noches siguientes se reproducirán las manifestaciones, de modo que la madre dirá: “Sacié mi sed con sus besos y abrazos” y “Conversé con él y escuché su voz”.

La mujer, llena de júbilo, no dudará en hacer saber a su esposo las visiones que está teniendo:

“Alégrate, marido, alégrate; quizá mañana por la noche puedas ver a tu hijo, al muchacho que quemaste en las implacables llamas, de quien sólo sobreviven físicamente cenizas y huesos. Tú podrás ver a nuestro joven hijo y quizá escucharle y tocarle. De cualquier forma yo soy su madre todas estas noches; le veo, disfruto de su compañía y aún le cuento muchas cosas.”

El marido, sin embargo, por algún motivo que no se aclara suficientemente, quizás dominado por el temor a lo desconocido o porque no añoraba la presencia de su hijo o porque sentía envidia ante la felicidad de la mujer, terminará contratando los servicios de un mago que llevará a cabo diversos rituales y hechizos en la tumba del muchacho y conseguirá que este deje de manifestarse en la noche.

Será entonces cuando la madre, nuevamente enloquecida por el dolor producido por este segundo momento de pérdida, decidirá acudir a los tribunales y denunciar la crueldad de su esposo:

“Nadie es más infeliz que una madre (nihil est infelicius matre) –dirá la mujer- que, después de enterrar a su hijo, ha perdido además la oportunidad de poder volver a verle.”



lunes, 11 de mayo de 2009

EL DESTINO DE ROMA

Foros de Roma

Isis con un sistro en su mano (Museos Capitolinos - Roma)

Imágenes: Antiqva



Labrarán otros con más gracia bronces animados (no lo dudo), sacarán rostros vivos del mármol, dirán mejor sus discursos, y los caminos del cielo trazarán con su compás y describirán el orto de los astros: tú, romano, piensa en gobernar bajo tu poder a los pueblos (éstas serán tus artes), y a la paz ponerle normas, perdonar a los sometidos y abatir a los soberbios...

Virgilio (Eneida)

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