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lunes, 23 de agosto de 2010

LATIDOS DE SOLEDAD

Ensoñación fotográfica: Antiqva



Era un hombre solitario. Los vecinos nunca escucharon que alguien le visitara en su casa. Hubiera pasado desapercibido, ya que nunca causó ninguna molestia a nadie, de no ser por esa inquietante soledad que siempre le acompañaba. Todos sabían, sin embargo, que los domingos, desde siempre, salía temprano de su domicilio y no retornaba hasta avanzada la noche. Nunca supo nadie que es lo que el hombre hacía durante ese intervalo de tiempo. Quienes se cruzaban con él en la escalera afirmaban que era un hombre cortés en el saludo, pero nadie recordaba haber mantenido una conversación sencilla con él.

Muchos años después, hablando con uno de los enfermeros del asilo donde fue acogido cuando su edad fue avanzando, nuestro hombre le confesó que durante más de cuarenta años, todos los domingos había estado realizando viajes en tren desde su ciudad a Madrid. En efecto, cada domingo salía de su casa antes de que amaneciera y tomaba un expreso que en un viaje de más de seis horas habría de llevarle a la capital. Una vez en Madrid, ciudad a la que llegaba a media mañana, de manera reiterativa, el hombre se dirigía al Museo Arqueológico Nacional para contemplar, en la Sala de Arqueología Ibérica, durante un par de horas, la bellísima representación escultórica de la Dama de Elche, pieza que para quien pudiera contemplar la escena parecía que atraía su atención de manera especial. Todos los vigilantes del museo le conocían, pero en honor a la verdad nunca habían conversado –salvo los cruces de saludos que exigían las normas de urbanidad- con él.

Llegado el mediodía, el hombre abandonaba el museo y se dirigía de nuevo a la estación. Almorzaba en alguno de sus restaurantes y esperaba un tiempo antes de tomar el expreso que habría de llevarle de nuevo a su ciudad.

-¿Pero, porqué ha venido realizando ese mismo viaje y esa visita a la Dama de Elche todos y cada uno de los domingos de su vida? –le preguntó el empleado del asilo, cuando el hombre le contó su historia. ¿Tanto le apasiona esa imagen?

-Verá –le respondió-, nunca he sentido ningún interés por esa escultura. Mis viajes han obedecido a otra motivación. Hace ya muchos años –continuó-, allá por 1955, tuve que realizar un viaje a Madrid y utilicé el mismo expreso que habría luego de tomar tantas veces. Salía de mi ciudad a las 6:10 de la mañana. Durante ese viaje conocí a una mujer, que se sentó en un asiento junto al mío. Con ella, durante el largo trayecto, mantuve una conversación gratísima, como jamás he mantenido con nadie.

-Cuando llegamos a Madrid –continuó-, la mujer, tras despedirnos cordialmente, se alejó. Desde entonces –reconoció nuestro hombre- he añorado de tal modo esa conversación que una y otra vez he vuelto a subir a ese tren, siempre a la misma hora, pensando que quizás alguna vez tuviera la fortuna de volver a coincidir con ella.

-¿Pero y tantas horas de contemplar la Dama de Elche? –preguntó el enfermero.

-Es que la mujer me dijo que había nacido en esa ciudad, de modo que ya que tenía que esperar en Madrid a que llegara la hora de retorno del expreso, pensé dedicar ese tiempo a estar cerca de esa imagen. Confiaba que era posible que algún domingo ella acudiera a visitarla.

-¡Santo Dios! –exclamó el enfermero-, toda una vida dedicada a esa vana esperanza.

-Vana esperanza, no, amigo –le respondió el hombre-. Hace unos meses, al fin, pude reconocerla cuando, en compañía de una anciana y de unos niños acudió, como yo esperaba, a contemplar la imagen de esa dama ibérica que encontraron hace ya tanto tiempo en la ciudad donde había nacido.

-¿Y pudo reconocerla?

-Por supuesto. Seguía igual que cuando la conocí. Desgraciadamente ella no sólo no me reconoció, sino que no manifestó el menor interés por mí. Tan pronto como pudo, se alejó de la sala apremiando a la anciana y a los niños. Aquel día, angustiado por lo que me había sucedido, en el viaje de regreso decidí que dada mi edad y perdidas mis ilusiones, debía gestionar que se me admitiera en este asilo. Mi vida había perdido su sentido –finalizó, ante la mirada perpleja de su interlocutor-.

Nunca supo nuestro hombre que la anciana que acompañaba a la mujer y a los niños en aquella última visita a la Dama de Elche, al escuchar la breve conversación que había tenido con su hija, si que le había reconocido.

lunes, 16 de agosto de 2010

VIEJAS FAZAÑAS DE CASTILLA LA VIEJA

Ensoñación fotográfica: Antiqva




En aquellos tiempos, allá por el siglo XIII, vivía en un lugar llamado Ciudad Rodrigo un caballero de nombre Álvaro de Sanfelices, que tenía sobrada fama de ser tan feroz guerrero como valiente cazador, de modo que era temido al igual por los lobos de los montes de la Culebra y por los andalusíes de la frontera. Dada la fortaleza de su carácter, todos le llamaban “Micer Mataosos”.

Cierto día, cuando “Micer Mataosos” regresaba de una jornada de montería, enfebrecido su ánimo por el deseo de revolcarse en la siesta con doña Petronila de Ávila, su dulce esposa, se topó con que la mujer estaba holgando en el lecho matrimonial con alguien cuyo nombre eludiremos pronunciar.

En el “Libro de los Fueros de Castilla”, recopilación legal de “fazañas” realizadas en aquellos tiempos lejanos por diversos caballeros, hemos podido encontrar algunas noticias que nos hablan de lo que entonces sucedió:

“Esta es fazaña de un cavallero de Ciubdad Rodrigo que falló yasiendo a otro cavallero con su muger et prisol este cavallero e castró de pixa et de coiones…”

Cuando descubrimos casualmente los papeles de este juicio por “fazaña” envuelto en diversos legajos antiguos no pudimos sino sonreír al vislumbrar como los hombres de Castilla de aquellos tiempos no tenían miramientos a la hora de cortar “la pixa y los coiones” de todos aquellos que aprovechando algún momento de descuido se entregaban a la dulce tarea de folgar con la esposa del prójimo.

Ante tamaña atrocidad cometida por “Micer Mataosos”, los parientes del caballero al que habían sido extirpadas sus partes pudendas elevaron sus protestas al rey. En el “Libro de los Fueros” habría de quedar escrito lo siguiente:

“Et sus parientes querellaron al rey don Fernando, e el rey enbió por el cavallero que castró a otro cavallero et demandol por qué lo fisiera…”

“Micer Mataosos” no tuvo reparos a la hora de responder: “Habíalo fallado yasiendo con la sua muger…”

Fue entonces cuando la Justicia real actuó de acuerdo a las rancias costumbres del derecho consuetudinario de Castilla:

“Et jusgáronle en la corte que devía ser enforcado, pues a la muger non le fiso nada; et enforcáronle…”

La “fazaña” de don Álvaro de Sanfelices terminó así con un caballero castrado y con “Micer Mataosos” colgado en la horca por los hombres del rey. Todo sugiere que en aquellos tiempos no se entendía que el esposo cornudo no hubiera degollado de inmediato a la bella Petronila, la infiel esposa. En la actuación judicial de la “fazaña” quedó escrito que:

“Mas quando atal cosa abiniere que fallar a otro yasiendo con su muger quel ponga cuernos, sil quiere matar deve matar a su muger. Et si la matar, non será enemigo ni pechara omesidio. Et si matare aquel que pone los cuernos, et non matare a ella, debe pechar omesidio et seer enemigo. Et deve el rey justiciar el cuerpo por este fecho…”

En fin, el texto de la “fazaña” nos dice que “Micer Mataosos” habría sido ahorcado por la Justicia no por el crimen de haber cortado “la pixa y los coiones” del caballero adúltero, sino por no haber matado a su amada Petronila. Así eran entonces los hombres adustos de la Castilla guerrera. Lo mismo cazaban osos que degollaban infieles y no tenían miramientos a la hora de dejar “sin pixa” a los amantes ocasionales de sus dulces esposas. Hombres, en suma, bravos y audaces pero escasamente reflexivos a la hora de encauzar sus acciones. ¡Cómo sospechar siquiera que un caballero de tanta valía habría de ser colgado en la horca por no haber pasado a cuchillo a su infiel esposa…!

Nada sabemos, por cierto, de lo que sucedió luego en la vida de doña Petronila. Sostienen algunos que en cierta ocasión alguien, en las honduras umbrosas de una taberna, ahogado en los vahos que desprendía una barrica de vino clarete de Cigales, cuchicheó que la dama podría haber ingresado –alocada por un súbito arrebato de piedad y arrepentida de su crimen- en el Beaterio de Mujeres Arrecogías de Santa María de la Mota, en la cercana Medina del Campo. En todo caso, lo indudable es que la huella de su presencia, una vez que “Micer Mataosos” fue ahorcado, se fue diluyendo en el tiempo en aquella lejana Castilla, tan mística y tan guerrera.

sábado, 14 de agosto de 2010

EL SUEÑO DE SENPTAH

Ensoñación fotográfica




Uno de aquellos días sucedió que Senptah llegó a Menfis a la hora del mediodía. Estaba cansado tras haber realizado un viaje y se acostó en el jardín buscando la dulce sombra de un sicomoro.

Fue entonces, en el momento en que el sol alcanzaba su cenit, cuando su mente vagaba por el mundo de los sueños, cuando sintió que Imhotep, el gran dios, hijo de Ptah, tomaba posesión de su cuerpo. Pudo así Senptah escuchar como la Majestad de este noble dios, de mismo modo en que un padre se dirige a su hijo, le hablaba a través de su propia boca. Le dijo:

-Mírame, obsérvame, Senptah, amado por Ptah, mi padre… Quiero que me escuches, hijo mío, soy Imhotep, tu padre. Me has pedido un hijo varón y yo he accedido a concederte eso que tu corazón desea. Yo te daré un hijo varón y toda la tierra que ilumina el Ojo de Ra se sentirá feliz. Tu mandíbula reirá plena de gozo. La mandíbula de Taimhotep, tu esposa, te acompañará en la risa. Debes saber que mi rostro lleva fijándose en ti desde hace muchos años. Mi corazón te pertenece y tú me perteneces a mí.

-Antes -prosiguió el dios-, debes escucharme. Quiero pedirte algo…


(Estos días veraniegos vengo dedicando algo de tiempo a dar forma a dos nuevos “Cuentos Egipcios”… Uno de ellos se titulará “El fantasma del Valle de los Reyes”. Hace algún tiempo ya publiqué un pequeño fragmento en “Imágenes y palabras”. El otro cuento, del que ahora publico su inicio llevará por título “El sueño de Senptah” y girará en torno a la legendaria figura de Imhotep, el hombre que llegó a ser dios.

De momento, estoy dando forma a los dos cuentos… Espero ser capaz de terminarlos en estos próximos días…)

domingo, 8 de agosto de 2010

¿HOMBRES SALVAJES EN ÁVILA?

Imagen: Antiqva




Estos días pasados hemos tenido oportunidad de recorrer, tomando fotografías por aquí y por allá, algunos rincones, para nosotros entrañables, de la vieja Castilla.

Algunas de las imágenes que capté en la mística ciudad de Ávila las utilicé luego como soporte para una “presentación” que muchos de vosotr@s habéis recibido por e-mail este viernes pasado.

Ese mismo día, una de las personas a las que envíe esa colección de fotografías, nuestra amiga Verónica Marsa, me hizo saber que alguna de ellas había atraído especialmente su atención. Se trataba, sobre todo, de una en la que se podía apreciar a un tipo de aspecto “salvaje”.

Hice saber a nuestra amiga que en Ávila existían dos opiniones sobre esas imágenes. Según una de ellas podrían representar “hombres no bautizados”, como sucede en el convento de dominicos de San Gregorio de Valladolid. Según la otra versión, podrían ser Gog y Magog, seres citados en la Biblia.

A partir de aquí, Verónica inició un estudio que ha publicado hoy en su blog:


http://hel-leniko.blogspot.com/2010/08/hombres-salvajes-en-avila.html


Os invito a visitar el blog de nuestra amiga, en el que podréis contemplar las fotografías que tomamos estos días pasados y el “sabroso comentario” realizado por Verónica…

Uno se siente feliz ante este tipo de colaboraciones que gracias a Internet son hoy posibles… ¿Quién me iba a decir cuando tomaba las fotografías que habrían de hacer reflexionar, de manera casi detectivesca, a nuestra querida amiga…?

sábado, 7 de agosto de 2010

LA PUENTE DEL DIABLO

Imágenes: Antiqva



"Hay en Segovia una puente estrecha con muchos arcos que sólo sirve para que por encima della discurra un muy gracioso caño de agua. No es tan larga como la que da refresco a Sevilla viniendo de Carmona pero es más airosa, porque la cuesta que ha de remedar es mayor y está toda ella labrada de piedras canteadas a maravilla, que no dejaran pasar entre dos una espina de pescado. Vila y admirela y no detuve largo y la pasé luego por miedo a que el Rey nuestro señor fuera ido de la ciudad cuando yo llegara al alcázar donde posaba. Llegueme, pues, al alcázar, que es fábrica grande a maravilla y una de las más bizarras posadas que verse puedan a este lado de la Cristiandad, y en llegando a la parte de la puente que lo guarda, me salieron dos sayones con muy herradas lanzas a cortarme el paso y yo les dije: “Soy Juan de Olid, criado del condestable de Castilla, que vengo a ver al Rey, nuestro señor, por él llamado. Hacedlo saber a quien corresponda...”

Juan Eslava Galán (En busca del unicornio).

jueves, 5 de agosto de 2010

LOS EGIPCIOS Y SUS MISTERIOS




LOS EGIPCIOS Y SUS MISTERIOS


Tras unas semanas de ausencias vacacionales estamos de nuevo incorporados. Os invitamos a visitar un nuevo espacio que estamos creando en el que nos proponemos ir penetrando, en entregas sucesivas, en los "Misterios" de los antiguos egipcios, aproximándonos en la medida de lo posible a sus creencias sobre el hombre, su composición y su destino en el mas allá. Para ello, podéis "pinchar" en la imagen... Sed bienvenidos...