Páginas

viernes, 27 de diciembre de 2013

Un sueño extraviado







El problema de soñar un sueño que no es tuyo es que no sabes dónde entregarlo. No puedes presentarte en la oficina de objetos perdidos diciendo que te has encontrado un sueño perdido. Te tomarían por loco. Así que te lo tienes que quedar, te guste o no. Yo me lo quedé, pero puse un anuncio en el periódico, al que no respondió nadie, diciendo que tenía un sueño que no me pertenecía. He intentado desprenderme de él de mil maneras, pero no encuentro forma de sacarlo de mi cabeza. Hace poco, en un guateque que hubo en la oficina para celebrar que han aumentado las ventas, se lo comenté a un compañero y se rió de mí.


-Si lo has soñado tú, es tuyo –dijo.

No supe como explicarle que no, que no era mío, y desistí de hacerlo. Luego, mientras mi jefe soltaba un discurso de felicitación, comprendí de repente que tampoco aquella vida que llevaba era la mía. Fue como una iluminación. “Estoy viviendo la vida de otro”, me dije. Pero tampoco habría sabido a quién devolvérsela. El caso es que ahora tengo dos cosas que no me pertenecen: una vida y un sueño…


Juan José Millás – Una vida y un sueño





-En estos tiempos que vivimos la fotografía de las chicas jugando en el hielo, que hice hace unos días, siento que me aporta como algo de frescor...





miércoles, 25 de diciembre de 2013

La huella de Roma





¡Oh Roma, en tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!

Francisco de Quevedo





-Esta fotografía de los foros de Roma la hice desde el Capitolio, unas de las siete colinas que envolvían a la ciudad primitiva.




miércoles, 18 de diciembre de 2013

La ciudad ausente






En su Chonicle of the Kings of England (siglo XII), William de Malmesbury refiere la historia de un joven y potentado noble romano que acaba de casarse. Tras los festejos de la celebración, el joven y sus amigos salen a jugar a las bochas en el jardín. En el transcurso del juego, el joven pone su anillo de casado, porque teme perderlo, en el dedo apenas abierto de una estatua de bronce que está junto al cerco del fondo. Al volver a buscarlo, se encuentra con que el dedo de la estatua está cerrado y que no puede sacar el anillo. Sin decirle nada a nadie, vuelve al anochecer con antorchas y criados y descubre que la estatua ha desaparecido. Le esconde la verdad a la recién casada y, al meterse en la cama esa noche, advierte que algo se interpone entre los dos, algo denso y nebuloso que les impide abrazarse. Paralizado de terror, oye una voz que susurra en su oído:

-Abrázame, hoy te uniste conmigo en matrimonio. Soy Venus y me has entregado el anillo del amor…


Ricardo Piglia, La ciudad ausente.



- La fotografía la hice en Córdoba, en lo que fue templo consagrado al Culto Imperial, que se alzaba en el Foro Provincial de la Colonia Patricia Corduba.





lunes, 16 de diciembre de 2013

Emociones








La verdad no está en un sueño, sino en varios sueños...
Pier Paolo Pasolini, Las mil y una noches





Os brindo ahora una nueva edición, que he tratado como HDR, de una imagen por la que siento un cariño especial. Las circunstancias que concurrieron cuando la hice las he comentado en la entrada de mas abajo, en la que presentaba una copia tratada en blanco y negro...




viernes, 13 de diciembre de 2013

Un rayo de luz







A finales de los años ochenta Antonio Muñoz Molina recibió el encargo de escribir un libro que acercara al hombre moderno lo que había sido la cultura y la sensibilidad de la Córdoba de los omeyas, por lo que para documentarse se desplazó a la ciudad. Fue entonces, cuando recorría el espacio sagrado de la sala de oración de la Mezquita Aljama, cuando fue consciente de que una y otra vez se estaban desplegando ante él las perspectivas móviles de unas columnas que simulaban un bosque sagrado, y de unas bellísimas floraciones blancas y rojas que se manifestaban en sus arquerías. Dejó escrito entonces que tenía el convencimiento de que Baudelaire estaba aludiendo a la Mezquita de Córdoba cuando escribió que la naturaleza es un templo de vivientes pilares.

La fotografía que he titulado “Un rayo de luz”, de la que brindo ahora una edición renovada en blanco y negro, fue consecuencia de un pequeño “milagro”, ya que es una imagen casual, en absoluto preparada. Era una mañana de invierno, a primera hora, y yo estaba recorriendo la soledad de la inmensa galería de columnas cuando en cierto momento reparé en que un rayo de luz atravesaba la techumbre del templo y venía a caer sobre el enlosado del suelo. Hice algunas mediciones y cuando estaba enfocando escuché un alboroto a mi alrededor. Era un grupo de niños, que al poco se había colocado providencialmente en el espacio que yo deseaba fotografiar. Iban dirigidos por dos jóvenes profesoras y una de ellas, durante unos segundos, los estuvo contando. Cuando se cercioró de que no faltaba ninguno, siguieron todos caminando en dirección al mihrab, el espacio más sagrado del templo. Esos segundos son los que yo aproveché para hacer la imagen. De hecho, al momento tomé una segunda fotografía, pero el grupo ya se estaba dispersando. Hice la fotografía a pulso, ya que en el interior de la Mezquita no está permitido el uso de flash.




martes, 10 de diciembre de 2013

Los ojos de Jato




Fue en aquel tiempo cuando conocí a una fiera que alguien me dijo que se llamaba gato. Tenía los ojos verdes, grandes y muy claros, pero de un verde no plenamente definido, como si a veces, según jugase la luz, quizás sometidos a su voluntad, pudieran mostrarse azulados o marrones. Decidí que se llamaría Jato. Era tal la belleza con que sus ojos, siempre asombrados, contemplaban el mundo que llegué a sospechar que las cosas, cuando él las miraba, se volvían transparentes.



jueves, 5 de diciembre de 2013

Chispas de colores





"Yo sé bien lo que es que un hombre te desee. Me han deseado muchos con una necesidad que es como la del fuego, que necesita seguir quemando cosas para poder sobrevivir; y así, quema paja si la tiene cerca, y si no, madera, o tela, o cartón; espinos y zarzas, suaves hierbas y helechos, e incluso animalillos vivos que intentan huir de su lengua de brasa. El fuego quema de manera indiscriminada, devora todo lo que pilla; y de ese mismo modo, tan hambriento y tan ciego, me han querido quemar algunos hombres. Pero yo soy incombustible para ese tipo de incendio, son otras las llamas que me prenden.

Me han deseado muchos y por diversas causas: porque soy un monstruo y porque soy perfecta, porque soy muy vieja o porque parezco una niña. Todos quisieron mi cuerpo y lo han tenido; algunos, más bestiales y crueles, también tuvieron mi dolor o mi miedo. Pero sólo un hombre obtuvo mi voluntad y mi tiempo. Aquel hombre me hizo su esclava, porque le amé y le amo. Y la pasión es una enfermedad del alma que te hace perder la libertad irremisiblemente. No hay pasión sin esclavitud; y si quieres a alguien sin ese sentido de derrota, sin esa dependencia ansiosa del ser amado, entonces es que no le amas de verdad. El amor es la droga más fuerte y más perversa de la naturaleza; es un mal luminoso, que te engaña con sus chispas de colores mientras que te devora. Pero una vez que has conocido la vida febril de la pasión, no puedes resignarte a regresar al mundo gris de la pasión sensata…"



Rosa Montero, Bella y oscura


martes, 3 de diciembre de 2013

Dorada y adorada Salamanca




Salamanca se manifiesta especialmente bella en los atardeceres. Es entonces cuando los rayos de sol empapan la piedra arenisca con que están construidos sus edificios, que adquieren una singular tonalidad dorada. Su Plaza Mayor, bellísima, sigue siendo el punto de encuentro de las gentes.

Salamanca, la ciudad a la que “dora” el sol, la dorada y adorada Salamanca, es esa “jaula dorada y hermosa” que cantó Miguel de Unamuno, que vivió en la ciudad castellana y que tanto la amó.

“¡Oh Salamanca!, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes,
mientras los campos que te ciñen daban
jugosos frutos.

Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta, cuando yo me muera,
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.

Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo
di tú que he sido.”

Miguel de Unamuno



lunes, 2 de diciembre de 2013

La niña que admiraba a Xi Shi

Apertura f/5
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 58 mm.
Compensación de la exposición -0,0




“Ya sé que haremos, exclama. Te volveré a contar los cuentos que me contaste y que olvidaste. Por ejemplo, el de Xi Shi.

¿Xi Shi?, repito.

Xi Shi, la famosa belleza, estaba triste y fruncía el entrecejo a la vista de todos.

Como nota que no reacciono ni recuerdo nada, sigue:

En aquel mismo pueblo vivía una niña que la admiraba y que no oía más que elogios sobre Xi Shi. Creyendo que era astuto imitarla para volverse hermosa, la niña se puso a hacer ese mismo gesto. Fue en vano que su madre le dijese que no lo hiciera más. La niña fruncía el entrecejo porque no entendía que Xi Shi era hermosa a pesar de ello.”


Eduardo Berti, El país imaginado



viernes, 29 de noviembre de 2013

La bella y yo

Apertura f/6,3
Tiempo de exposición 1/800 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -0,7




Siempre he creído que no hay nada más hermoso en la naturaleza que una mujer hermosa...

Gabriel García Márquez




Cuando vi que se acercaba con su mirada perdida en la ausencia supe que nunca antes había visto una mujer tan bella y lamenté que su presencia solo se manifestara durante unos segundos, los que pasaron hasta que llegó a mi lado. Después intuí, ni siquiera me atreví a volverme, que ella, diluida entre la gente, se alejaba. Durante ese instante en que todo sucedió, yo fui tan solo unos ojos que miraban y llegué a sentir que salvo nosotros no había nadie más en el mundo. Siempre me lamentaré de que nuestras miradas no llegaran a cruzarse.



jueves, 21 de noviembre de 2013

El tiempo sin relojes

Apertura f/11
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




El día que los relojes se pararon Angélica suspiró. Pensó que al fin iba a tener un tiempo para descansar. Se sentía agotada, y sin relojes no podía saber a que hora llegaría Tasio. Tumbada en el sofá, mientras se esforzaba en seguir el último capítulo de “El tiempo entre costuras” que había grabado la noche anterior, se sintió invadida por el sueño. Poco a poco fue cerrando los ojos. Fue algún tiempo después, cuando despertó, cuando sintió que la casa estaba impregnada de un desagradable olor a chumusquina. Reparó entonces, perpleja, en que la pizza que estaba horneando se había achicharrado. Maldita sea, se dijo, lo de los relojes no ha sido un sueño. Todos los relojes de la casa se han parado realmente y también ha dejado de funcionar el temporizador del horno. Ha faltado poco para que saliéramos ardiendo. Ay, Señor, la que he podido liar. Y Tasio tiene que estar ya a punto de llegar. Hoy, si queremos comer, tendremos que picar algo en el bar de la plaza.

Fue él, cuando llegó, quien le dijo que la gente, alborotada, estaba fantaseando acerca del asunto de los relojes, que al parecer había afectado a todo el pueblo. Algunos argumentaban que la culpa la habría tenido la empresa que estaba haciendo prospecciones en el subsuelo buscando donde alojar los sobrantes de gas natural; otros, sin embargo, entre ellos Cándida, la quiosquera, sostenían que era cosa de los americanos, que esa mañana habrían estado espiándolo todo desde sus aviones invisibles. La mujer, a voces, había insistido en que muchas veces, mirando al cielo, había distinguido sus reflejos metálicos entre las nubes. Lo que pasaba, a fin de cuentas, había sentenciado la portera, siempre en palabras de Tasio, era que en estos tiempos de locura la modernidad estaba corriendo tanto que hasta los relojes, derrotados de puro esfuerzo, estaban dejando de funcionar.




-Esta fotografía la hice en Oña, un pueblecito de Burgos, hace algunos meses. El edificio del fondo es el monasterio de San Salvador. Hace algún tiempo debí subir la imagen en color. Ahora la he editado de nuevo y la he trabajado solo en escala de grises...


domingo, 17 de noviembre de 2013

Contraluz con mujer

Apertura f/16
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 22 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




La señorita C. cree que algún día volverá a ser la niña que fue. Es cuestión de tiempo. Sabe que la trama de la vida consiste en irla deshaciendo.




-Esta fotografía la hice en Madinat al-Zahra un día que había amanecido poblado de bellísimas nubes. Era una de esas mañanas que brindan una luz espectacular, muy matizada por las nubes, así que cogí la máquina y me acerqué al conjunto arqueológico, que está situado a unos ocho kilómetros de Córdoba, en la estribaciones de Sierra Morena. Una vez allí, estaba haciendo las primeras fotografías cuando llegó la chica, una desconocida, y se colocó en esa postura tan sugerente. Supongo que habré publicado antes la imagen original en color, pero quien sabe donde estará...



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Un tren a ninguna parte...

Apertura f/13
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -1,00
HDR




¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?
…/…




Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo…

Y esta mujer se ha despertado en la noche,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren, de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola,
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quién movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie…


Dámaso Alonso, Hijos de la ira


domingo, 10 de noviembre de 2013

Plaza de Capuchinos

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




Las estrellas iluminan al jinete viajero.
Córdoba, lejana y sola, era su canción;
a ti, el saludo de un enamorado
nostálgico, yo mismo, que te recuerdo…

Ibn Zaydun - Casida del enamorado nostálgico


viernes, 8 de noviembre de 2013

Una llamada de amor

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 48 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres…!




Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado:
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz, Canciones de la Noche Oscura



miércoles, 6 de noviembre de 2013

Atardecer en Andalucía

Apertura f/9
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición 0,30
HDR




“Las personas que viajan por Andalucía van siempre en busca de un mundo de ensueños y fantasías en el cual Almanzor, Boabdil y Carmen viven, aman y sufren de acuerdo con otras leyes. Para los europeos del norte la palabra “Andalucía” significa un lugar que posee el encanto del Oriente islámico sin sus peligros. Sus usos y costumbres en la actualidad todavía les parecen ocasionalmente medievales, sus paisajes y ciudades les recuerdan África del Norte y el Cercano Oriente, pero al final su modernización los protege de cualquier sorpresa desagradable.

Andalucía es una tierra en la cual el Islam y la cristiandad se enfrentaron hasta las últimas consecuencias. Una tierra de cruzadas, en la cual el gran inquisidor sucedió al imán, y en la que las procesiones de penitentes atravesaban las calles de los antiguos suqs. Mas a pesar de toda la intolerancia, de todo el odio entre las dos religiones y culturas, se han desarrollado formas de vida comunes que desbordan toda fantasía.”

Marianne Barrucand, Arquitectura islámica en Andalucía



-Esta fotografía la hice, cuando estaba atardeciendo, en el alcázar de Bujalance, cuyos orígenes se remontan a los tiempos del Califato de Córdoba.



lunes, 4 de noviembre de 2013

El niño y el tigre

Apertura f/5
Tiempo de exposición 1/200 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 50 mm.
Compensación de la exposición 0,30




Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos…
Bertolt Brecht - A los hombres futuros




Para ganarme el pan, cada mañana
voy al mercado donde se compran mentiras.
Lleno de esperanza,
me pongo a la cola de los vendedores.

Bertolt Brecht - Hollywood



miércoles, 30 de octubre de 2013

Retrato de Lupo

Apertura f/6,3
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 105 mm.
Compensación de la exposición -0,00





Esta fiera de noble mirada es Lupo, un gato salvaje, adolescente, hijo de Ágata, de la que creo que no hace mucho publiqué alguna imagen...


martes, 22 de octubre de 2013

El sol del otoño

Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 75 mm.
Compensación de la exposición -0,30
HDR




La señorita C. quería eludir los negros rincones de las pesadillas extraviadas y para conseguirlo, cada noche, al acostarse, se concentraba en el recuerdo de su niñez. Quería soñar sus recuerdos, vivirlos de nuevo, y noche tras noche soñaba con la niña que había sido, y en sus sueños sentía que la niña estaba soñando, feliz, con la mujer que algún día habría de ser, con la mujer que ahora era, y en ese vértigo de sueños llegó a sentirse tan inerme como confortada. Solo el calor de la niñez le arropaba en el frío de la noche.




domingo, 20 de octubre de 2013

Naturaleza muerta

Apertura f/9
Tiempo de exposición 1/60 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 52 mm.
Compensación de la exposición -0,70




En esta soledad
que sólo puebla
el recuerdo,
estuvo la choza
donde vivíamos
en agosto.

Y por estas lindes
andaban la mula,
el perro
y las gallinas.

Todo me lo han cambiado
por un nudo
en la garganta.


Antonio Hernández – Población del recuerdo



jueves, 17 de octubre de 2013

El niño y el General

Apertura f/16
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 22 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR




La comitiva de automóviles había regresado a Madrid por la carretera de Extremadura y al paso del viejo General, los cañones ligeros del Regimiento de Artillería “Tercios de Flandes” habían disparado salvas de artificio en su honor. Volvía de inaugurar la ampliación de los talleres del ferrocarril de una ciudad de provincias y estaba previsto que en la Plaza Mayor los ciudadanos le brindaran un acto de homenaje. Ahora, en un clamor de ovaciones, la comitiva estaba recorriendo la calle de Alcalá, que se mostraba custodiada por una legión de policías.

Acabado el acto de la Plaza Mayor, cuando se dirigía al Mercedes blindado de lunas tintadas, el General reparó en que sus manos, como tantas otras veces desde los tiempos de la guerra, estaban manchadas de sangre. Alzó su mirada a la multitud que lo aclamaba y reparó en un niño que aplaudía con entusiasmo. Se acercó a él y mientras le acariciaba el pelo con sus manos, le dirigió unas palabras:

-Muchacho, que serás de mayor…

El niño se cuadró antes de contestar. No dudó en la respuesta:

-Mi General, cuando sea mayor quiero ser Virrey del Perú o Nuncio Apostólico de su Santidad.

El viejo General, levemente perplejo, miró al niño. No dijo nada. Después, mientras se alejaba, ordenó a uno de sus ayudantes:

-Comandante Casado, asegúrese de que ese niño recibe estudios…

Dos años después, envidiado por las gentes del barrio, el niño ingresó en el Instituto Nacional de Bachillerato. La vida se abría ante él. Habrían de venir luego los tiempos de la Universidad, de la Escuela Diplomática de Roma y del Seminario de Órdenes Mayores de Toledo.

Para entonces, todos sabían que el niño nunca había podido quitarse del todo los restos de sangre que el viejo General, cuando se limpió las manos, había dejado impregnados en sus cabellos.



----------------------------
- Esta fotografía la hice en Madrid, hace cosa de un año, desde la terraza del Círculo de Bellas Artes, en la calle de Alcalá.



lunes, 14 de octubre de 2013

Gatos que hablan

Apertura f/5,6
Tiempo de exposición 1/320 segundos
Velocidad ISO - 800
Distancia focal 80 mm.
Compensación de la exposición -0,70




Algunos cronistas árabes sostienen que existe un país imaginado, al que llaman China, cuyas gentes se alimentan de naranjas. En él, los gatos hablan, los vivos se casan con los muertos, las mujeres visten envueltas en perfumes, incienso y aún oro y esmeraldas, y sus habitantes son todos magos.

-Oh, que “Cuento” tan bello -pensó la señorita C.



jueves, 10 de octubre de 2013

Triana desde Sevilla

Apertura f/16
Tiempo de exposición 1/160 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -0,30
HDR




La vida estaba en mí, y yo era la vida…
Juana Castro - Eva, Los ojos




El paisaje es la naturaleza, el cosmos mismo con toda su riqueza, pero también es el alma de quien lo ve o lo imagina. Es un bosque frondoso, una selva inmensa, pero es también una extensa avenida repleta de escaparates o una calleja sencilla y delicada en cualquier rincón de una vieja ciudad. El paisaje es la esencia del latido, el alma de quien, como el poeta, lo alumbra con su mirada…

Antonio Rodríguez Jiménez - Paisaje


miércoles, 2 de octubre de 2013

El nudo del diablo

Apertura f/5,3
Tiempo de exposición 1/100 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 75 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR



Precedidas por Polonia, la Gran Rezadora, una turba de mujeres entonaba con dosis similares de fervor y alegría festiva la oración de las cien Aves María. La tarde caía. Todas sabían que un incierto peligro se cernía sobre Iris e intentaban conjurarlo.

Esa mañana, Iris, adolescente de belleza cobriza, había amanecido con el camisón desabrochado y con el cabello enredado. Cuando Felicia, su madre, al despertarla, la había visto así había recordado que en estos casos todos decían que se trataba de señales de que alguna bruja se había introducido en los sueños y había causado el enmarañamiento. La mujer no intentó desenredar el cabello. Sabía que si lo hacía, su hija corría el peligro de quedar hechizada. La niña no debía peinarse hasta que alguien con conocimiento disipara el conjuro.

Sin perder tiempo, Felicia informó del suceso a la vieja Polonia y esta sostuvo que el modo más fiable de eludir el hechizo era utilizando para deshacer la maraña de pelos una soga en la que se hubiera ahorcado a alguien. Deshaciendo el nudo de esa soga ella podría desenredar sin peligro el cabello de Iris. Bastaría luego con arrojar la soga y los restos del pelo que se hubieran desprendido a un fuego de purificación en el que habrían de consumirse. Nadie en la aldea tenía, sin embargo, una soga de ahorcado de modo que la vieja le dijo que tendría que hacer otro ritual, dirigido ahora, si tenía éxito, a amarrar los testículos del demonio, señor indiscutible de las brujas. Atándolos convenientemente, el conjuro que pesaba sobre la niña sería vencido. Fue así como todas las mujeres de la aldea salieron al campo aquella tarde en procesión entonando las cien Aves María y haciendo nudos en todas las plantas silvestres con las que se fueron topando, espartos, lentiscos, incluso anudando con trapos y pañuelos las ramas de los árboles. Mientras hacían eso, la Gran Rezadora repetía una y otra vez las palabras mágicas de prendimiento:

“Diablo, diablo, de los huevos te ato, hasta el año que viene, no te los desato.”

Cuando anocheció, Polonia desenredó los cabellos de Iris y después las mujeres, entonando ahora canticos desvergonzados, regresaron a la aldea. Felicia se sentía alborozada. El peligro que amenazada a su hija había sido conjurado. Suspirando, agradeció a las mujeres la ayuda que le habían prestado y prometió a Polonia que a la mañana siguiente le regalaría uno de sus gallos.

Sobresaltada con estos sucesos, aquella noche Iris ni siquiera pudo terminar su cena. Algo después, ya acostada, decidió que esa noche no iba a permitir que su primo Héctor, cuando llegase de madrugada para amarla, volviera a enredarla el pelo con sus manos ansiosas de tocamientos y caricias. Desde ahora, se juró, ni siquiera se desabrocharía el camisón.






A Estrella Altair, a quien le gustan las fotografías de las "cosas" de la naturaleza, que suele robarme con frecuencia, y que me había pedido que le contase un cuento...

Ah, y por su inmensa simpatía...