He vuelto a tu jardín, a tus nuevos rosales;
allí los mismos pinos y nuestro viejo roble,
pero tu voz no estaba en la luz de la fuente.
Nadie riega las flores ni esparce las semillas,
los pájaros se callan sin tus pasos
y la tierra te invoca con su sed y amargura.
El aire está vacío, la casa está vacía,
sólo madre te busca todavía en los sauces,
y todo me contempla desolado
con la carencia extraña de tus ojos.
Justo Jorge Padrón, Elegía por Justo Jorge Aguiar