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jueves, 17 de junio de 2010

VIAJES MÍTICOS A ÁFRICA

Cartago
Ensoñación fotográfica: Antiqva







Las tierras del África tropical, como consecuencia de la desertización del Sahara en los tiempos finales del Neolítico, quedaron aisladas con respecto a las culturas que se fueron desarrollando en la antigüedad en el mundo mediterráneo, de modo que habrá que esperar a la Baja Edad Medía para que árabes y beréberes, que atravesaban el desierto de una manera regular siguiendo las rutas caravaneras, mantengan un contacto sostenido con los pueblos subsaharianos. De tiempos anteriores, sin embargo, nos han llegado noticias legendarias que nos hablan de ciertos periplos marinos por las costas africanas, alguno de los cuales, de ser cierto, habría conseguido bordear África en una época que se fecha en el entorno del año 600 a.C.


Necao y los fenicios

A pesar de que el mundo egipcio mantuvo relaciones estrechas con los pueblos del Mediterráneo lo cierto es que las noticias que se tenían en la antigüedad sobre las tierras interiores de África eran ciertamente confusas. La moderna arqueología ha confirmado que las huellas de una posible presencia del mundo clásico en el sur del Sahara son prácticamente nulas antes de los tiempos tardíos, a partir del siglo II d.C., cuando las tropas auxiliares sirias que protegían los intereses de Roma en el norte de África introdujeron en estas tierras el uso del dromedario, que habría de alcanzar su auge a partir del siglo III. Será entonces cuando se intensificará el tráfico comercial sahariano y aparecerán restos arqueológicos que confirmarán esa actividad. Así sucede con las monedas romanas del siglo IV encontradas en la tumba de Tin-Hinan, de Abalessa, descubierta en Ahaggar.

Sin embargo, los historiadores griegos antiguos nos han transmitido ciertas noticias que circularon en la antigüedad que nos hablan de intentos decididos de explorar las costas africanas por parte de expediciones egipcias y persas. Así, por Heródoto, sabemos que un contingente fenicio recibió el encargo del faraón Necao (hacia 600 a.C.) de intentar la circunnavegación del continente. Seguimos a este historiador: “En ese sentido es evidente que Libia (nombre que los antiguos daban a África) está rodeada de agua por todas partes, salvo por el lado en que confina con Asia; que nosotros sepamos el rey de Egipto Necao fue el primero que lo demostró, ya que, tras interrumpir la excavación del canal que, desde el Nilo se dirigía al golfo arábigo, envió en unos navíos a ciertos fenicios, con la orden de que, a su regreso, atravesaran las columnas de Heracles (actual Estrecho de Gibraltar) hasta alcanzar el mar del Norte (Mediterráneo) y llegar de esta manera a Egipto. Los fenicios, pues, partieron del mar eritreo (Mar Rojo) y navegaron por el mar del sur (Océano Índico). Y cuando llegaba el final del otoño, atracaban en el lugar de Libia en que, en el curso de su travesía, a la sazón se encontraban, sembraban la tierra y aguardaban hasta la siega. Y, una vez recogida la cosecha, reemprendían la navegación, de manera que, cuando habían transcurrido dos años, en el tercer año de travesía doblaron las columnas de Heracles y arribaron a Egipto. Y contaban –cosa que a mi juicio no es digna de crédito aunque puede que lo sea para alguna otra persona- que al contornear Libia, habían tenido el sol a mano derecha”.


Fracaso de Sataspes

Es difícil que podamos contrastar en nuestros días hasta que punto las noticias que nos ha transmitido Heródoto son fiables. No existen dudas con respecto a los viajes que en la antigüedad se realizaban vía Mar Rojo hasta las tierras ubicadas en las costas del Océano Índico. Los vientos monzones, con sus alternancias, facilitaban tanto el viaje de ida como el de regreso. La afirmación, increíble para Heródoto, de que los marinos en un momento determinado habían visto elevarse el sol por su derecha, es cierta siempre que hubieran sido capaces de doblar el Cabo de Buena Esperanza y brinda por ello un halo de verosimilitud al relato. Sin embargo, la posibilidad de remontar las aguas del Atlántico en el tramo entre el actual Senegal y Marruecos, siempre con el viento en contra, parece una prueba imposible de superar con los medios que los marinos de esos tiempos poseían.

En todo caso, el mismo Heródoto, en otro pasaje, nos habla de otro personaje, el persa Sataspes, que a principios del siglo V a.C. habría sido también enviado con la misma intención de explorar las costas africanas, fracasando esta vez en su intento. En efecto, dice Heródoto: “el aqueménida Sataspes, hijo de Teaspis, en el curso de su travesía no logró contornear Libia, pese a que se le había enviado con ese objetivo. Al contrario, por el temor que le inspiraba la magnitud y la soledad del viaje, volvió sobre sus pasos sin haber llevado a cabo la empresa que la había impuesto su madre...”.

Y más adelante: “entonces Staspes se llegó a Egipto, fletó una nave con marineros de esa nacionalidad y se hizo a la mar con rumbo a las columnas de Heracles. Tras haberlas flanqueado y haber doblado el cabo de Libia cuyo nombre es Solunte, puso proa hacia el sur. Al cabo de muchos meses llevaba recorrida por la superficie del mar una considerable distancia, pero, en vista de que siempre faltaba un trayecto superior, viró de bordo poniendo rumbo a Egipto”.

Todas estas noticias que el pasado nos ha transmitido gracias a la labor recopilatoria de Heródoto, nos están hablando de diversos intentos de los antiguos por arribar a las tierras remotas del África negra y es probable que tengan un cierto trasfondo de veracidad. No importa demasiado que estas informaciones concretas sean ciertas o no, lo importante es que reflejan aun cuando sea de manera legendaria el interés de aquellos hombres por conocer unas tierras remotas. Quizás los fenicios no llegasen nunca a remontar el Cabo de Buena Esperanza, pero aún en ese caso todo parece indicar que no habrían estado demasiado lejos y que habrían sido sus informadores locales los que les habrían hecho saber que más allá de ese punto se producía un cambio notable de rumbo para los navíos que bordeaban la costa y que a partir de ese momento todos afirmaban que el sol, al amanecer, se situaba a la derecha del navegante.






13 comentarios:

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  2. No cabe duda, gracias a Herodoto y otros, sabemos que en época de Augusto (Juba II, desposado con una hija de Marco Antonio y Cleopatra) Claudio, Trajano, Adriano, Antonino Pío...en Marruecos, Mauritania Tingitana, se fundaron bellas y prósperas ciudades, muestras la imagen de Cartago romanizada, zona baños de Antonino.
    Pero antes, los púnicos, y egípcios, y persas al parecer,y bereberes, pueblo hasta hoy independiente, cultura própia,amazigh en su lengua, que ya lucharon contra romanos, siendo según la leyenda parte de las tropas mercenarias de los cartagineses.
    Al-Magrib المغرب العربي,escrito en la hermosa caligrafía árabe. !Cuantas evocaciones!
    Y esos viajes fabulosos en la antigüedad sobre expediciones al corazón del África negra, Herodoto nos narra algo, y de los fenícios se dice que rodearon el continente. Siempre ha existido la fascinación por África, las Fuentes del Nilo, las tribus y culturas enigmáticas. Los bereberes y beduinos en camellos, comerciando esclavos y animales para el amfiteatro, unas tierras explotadas y expoliadas, bellísimas, diversas, desiertos, sábanas y selvas, ricas en oro y minas, diamantes, aniquiladas sobre todo por los colonialismos modernos.

    Me he deleitado con tu escrito. Gentes desde siempre cercanas aunque parezcan lejanas, a un paso, después de Gibraltar.
    Un placer leerte.

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  3. Qué cosa esa del sol... por acá amanece en el mar... pero si das la vuelta por debajo de Buenos Aires podés ver también el aterdecer en el mar... un año tuve el placer de verlo, eran la 9 de la noche y el sol aún rayaba el horizonte... el pueblo no era lindo, pero esos aterdeceres eran impagables...
    Bello relato... me trajo recuerdos gratos...
    Quizás nunca conozca las costas africanas... nunca se sabe.. no pierdo la esperanza...
    Un beso

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  4. Ah, qué disfrute, amigo. Mira que he tenido que leer y reller a los clásicos y no me canso nunca. La verdad es que sobre África no había necesitado consultar, siempre, o casi siempre, las vinculaciones de mis comunicaciones tenían que ver hasta las Columnas de Heracles, comu la delimitación de "Eur-opsi", como la relación de las bailarinas de Cádiz en los barcos...

    En fín, lo he leído -mejor diría devorado- con tanta ansia que he tenido que volverlo a releer.

    Gracias a miles.

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  5. Mi ignorancia sobre todo ello me aturde un poco jajaja, y me dejas con la boca abierta de todo tu saber, eres un tipo listo ¡sí señor! y además, encantador y buen amigo.

    Un besazo.

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  6. Mi querido amigo..

    Te dejo mis mejores deseos para el fin de semana y ya regresaré con tiempo a deleitarme con este maravilloso viaje... en el ensueño que siempre me producen tus magníficas letras..

    Hasta pronto!!

    besos miles

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  7. In your honour and in honour of all the Illustrators and Painters, I published
    an illustration.

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  8. Como bien haces constar en alguna parte de tu escrito Herodoto no nos da del todo la certeza y tendremos que quedarnos con la duda, está claro que a los pueblos de la antigüedad les atraía esa Africa tan desconocida para ellos.
    Hasta donde llegaron no lo sabemos. Tal vez un día nos sonprendan.

    Un abrazo

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  9. Querido amigo una delicia de post que he devorado,abriendo de nuevo una ventana al conocimiento y a tu buena lectura de la que no debemos pasar indiferentes,la cultura está a la mano ....A mi tambien me llamo la atención lo del sol...Que de cosas se me pueden escapar sin ti!

    Un abrazo.

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  10. es un placer venir aquí y leerte.
    es descubrir nuevos mundos, míticos o no.

    mil besos*

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  11. La historia al servicio del romanticismo,porque no me digas que no es romántico eso de pensar que el sol se pone a su derecha.
    Bueno...incluso algo religioso,podría decirse...
    Lo que sí es cierto es que es un placer adentrarse en la historia y culminar un retazo con una bonita conclusión.
    Besos.

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Gracias, siempre, por tus palabras...