Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/160 s.
Velocidad ISO – 200
Distancia focal 18 mm
Compensación de la exposición -0,30
Velocidad ISO – 200
Distancia focal 18 mm
Compensación de la exposición -0,30
No tuve oportunidad de conocer personalmente a Juan Bernier Luque (1911 – 1989), un hombre que amó la poesía, la arqueología y las tierras de Córdoba, sin embargo me siento influido por él, debido a que soy amigo de personas que lo trataron y en muchas ocasiones hemos hablado de su vida y de su obra.
Como poeta, Juan Bernier fue fundador del grupo Cántico, que se manifiesta imprescindible cuando se estudia la poesía de los tiempos de la posguerra. Tenemos la fortuna de que todavía es posible encontrarse en las calles y tabernas de Córdoba a Pablo García Baena y a Ginés Liébana, dos de los integrantes de aquel movimiento poético.
En su faceta de arqueólogo, Juan Bernier fue un viajero incansable que recorría la provincia de Córdoba buscando vestigios de las culturas que nos precedieron. Casi siempre, cuando visitamos yacimientos arqueológicos que han quedado perdidos en lo alto de los picachos de los montes de Córdoba, alguien nos dice: “Aquí estuvo Juan Bernier…”
Cuando con algunos amigos amantes de la arqueología recorremos viejos senderos que conducen a los olvidados vestigios de algún antiguo poblado ibérico o romano perdido en la sierra, suelo llevarme algún poema de Juan Bernier y allá en lo alto, cerca del cielo, lo leo como tributo a este hombre, que fue, sin duda, el último humanista de Córdoba.
La fotografía que hoy os presento la tomé hace unos días en el yacimiento arqueológico de Torreparedones. Se trata de una ciudad romana olvidada de la que ni siquiera sabemos su verdadero nombre. Se alza en lo alto de un cerro que dista unos veinte kilómetros de la ciudad de Baena, en la provincia de Córdoba.
Es un momento propicio, ante la imagen de esos dioses olvidados, para releer uno de esos poemas de Juan Bernier:
DESEO PAGANO
Dioses innúmeros perdidos en los campos
entre hierba y mirto, paciendo los sonidos de los vientos suaves.
Inmóviles escuchas de la tarde,
puros dioses de mármol sobre el verde,
marfil amarillento a los rayos del ocaso,
dioses azules en las sombras casi, más tarde fundidos en la noche,
yo os invoco: que mi voz resucite vuestros restos deshechos,
vuestros torsos desnudos que se bañan en las lágrimas húmedas y soñolientas de los prados.
¡Oh dioses sin problemas, domésticos, sin ansias de infinito!
Mi mente ensombrecida tiene sed
de mármol
de blancura
de línea.
Veinte siglos columnas de desprecio, trémulos de blasfemias
sobre vuestros rostros, espejos de horizontes.
(¡oh Juliano!) han sido los caminos del mundo,
y os sepultasteis en la tierra
y habéis sentido los pasos del zagal y del arado
rozando vuestros miembros.
Y las vírgenes vistieron su marfil de la yedra brillante de los sotos
huyentes como Sabinas a las rústicas manos,
escondidas, silenciosas de sol.
¡Sacras vestales, encubrid vuestra vergüenza!
Que veinte siglos no han sabido gustar la vida de vuestros ojos inmensos
ni comprender los pechos bronceados, triunfantes como el color de los trigos,
y se han perdido en el laberinto de las ansias inacabadas,
de las pretensiones insatisfechas.
Lejos de la flauta y la sonrisa de Pan
que hacía danzar los cuerpos
como la brisa las palmas sobre el azul,
lejos del rabel
y la mirada de Narciso,
que hacía vibrar la belleza
en el ritmo de su propia contemplación,
lejos, muy lejos de la cítara lánguida,
consagradora de las noches,
sacerdotisa de las satisfacciones.
¡Oh siglos, volved!
¡Volved, pues os esperan los dioses,
los dioses del amor y la alegría
del sol, la luz, las fuentes y los prados,
los dioses vivos de la carne y los deseos!
Qué sublime invocación. Ya el mismo eco de los pasos de los dioses que hollaron esas tierras de las que hablas, es un conjuro para que el callado paso de los siglos se detenga y nosotros, de vez en cuando (y con cámara en mano si la fortuna está de nuestro lado =) podamos decorrer el velo de la 'realidad' y detenernos a contemplar el murmullo divino de los dioses que, desde el olvido, nos llaman todavía...
ResponderEliminarNos llaman y nos invitan... A escuchar el inefable susurro de la eternidad. "Bienaventurados los que tienen ojos para ver y oídos para escuchar".
Preciosa imagen... A todos los datos técnicos que proporcionas, yo le añadiría: Sincronía con el susurro de los dioses: 100%
=)
besos miles queridísimo amigo **
Por cierto que, por estas latitudes, uno puede ir a ciertos lugares donde se adoraba a los olvidados dioses andinos y maravillarse cuando el sol acaricia con uno de sus tibios rayos la superficie de las montañas y exclamar, casi en un estado de ensoñación repentino: 'Ah... Así que de esto hablaban los antiguos...".
ResponderEliminarDe alguna manera, amigo mío, los dioses nos llaman.. Siempre nos llaman..
que bello
ResponderEliminarcierro los ojos y te oigo recitar esos versos en la soledad de la historia
que bello !!
un abrazo
No había oído hablar de Juan Bernier y descubrirlo ha sido todo un hallazgo, aunque tan solo conozca de él estos versos que nos traes. El solo hecho de leerlos nos da una idea de su sentir.
ResponderEliminarLeer los versos y disfrutar de la imagen es un deleite para los sentidos.
Un abrazo
Una hermosa ruina con dioses haciendo guardia desde la emplanada,...amigo el poema es precioso y guarda mucha relacion con el lugar que elegiste,... siempre el misterio se hace ciencia, cuando los ojos y el corazon estan despiertos....
ResponderEliminarMe encanta la luz de esta fotografía, y la fotografía, claro está; y no me olvido del poema de Juan Bernier, buen poema, por cierto, parece una oda.
ResponderEliminarTe felicito, amigo mío, por esta hermosa entrada.
Abrazos, Antiqva
Ío
¿Cómo te llamabas? Ituci Virtus Iulia o Bursavo, no se sabe.
ResponderEliminarPero en ese Forum las estátuas, blancas, melladas por los siglos, de pie miran el horizonte verde, a los olivos, al cielo de la Bética como recién despertadas del olvido.
ANTIQVA, me estremece el poema de Bernier, es mi poema, en él me reconozco invocando a los dioses humanos, a los perfumes de esta tierra, íberos o romanos, escucho en sus palabras el eco de la taberna cercana donde se tomaba el vino y las aceitunas invocando el nombre de !Bacus! Èvoe.
Y hoy las estátuas recolocadas, están citándonos para recordar aquella vida ajena de pecados. Livia, Tiberio, quienes sean, tampoco importa, en ellos me reconozco y suspiro.
No he de faltar a ese yacimiento, seguro, lo anoto. Gracias amigo por el poema, por la imagen, por ese instante atrapado en mis sueños.
Buahhh que chulada de fotos.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Juan Bernier Lucque debió sewr una persona muy interesante. RIP.
ResponderEliminarHermosa la foto y muy sentido el poema que nos traes de él.
Y cuánto que hay aún dormido de siglos anteriores.... Cuántos secretos aun por develar...
Un abrazo
Es tan apropiado ese “Deseo pagano” junto a la foto maravillosa que documenta este artículo! Allí están, se pueden ver esos “Inmóviles escuchas de la tarde, puros dioses de mármol”
ResponderEliminarTu relato, ese homenaje tan sentido a Bernier, tu lectura en lo alto, cerca del cielo, y una vez más, la foto, son inolvidables Querido Antiqva!
Muchas Gracias Amigo!
no conocía a bernier luque....sublime
ResponderEliminargracias, un abrazo*
No estaría mal su vuelta, un par de plagas de Apolo a los crueles y mentirosos, o una lanzada de dardos certeros y todos esos al agujero!
ResponderEliminarGenial la imagen, la información y el acompañamiento del poema de Bernier.
Un abrazo, compañero.
Amigo..tu admiración por Juan Bernier se percibe..debió ser un personaje muy interesante, ya lo creo que sí...su escrito es excelente..y tu foto..como siempre.. espectacular.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Besos.
La fotografía es un verdadero homenaje a Juan Bernier y a la pasión que sentía por la poesía,por Córdoba y por ese mundo que se revela ante nuestros ojos con más preguntas que respuestas.
ResponderEliminarTrabajo exquisito.
Un fuerte abrazo amigo.
La fotografía es preciosa, impresionan las figuras rotas por el tiempo y el pavimento supongo que será 'reconstruido', le va muy bien al poema de Bernier.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le tue foto sono spettacolari ...
ResponderEliminarQuesti resti di un tempio pagano hanno colori impareggiabili!!!
Un abbraccio amico
Cristiana