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sábado, 23 de marzo de 2013

La fuga de Sophie

Apertura f/13
Tiempo de exposición 1/40 s
Velocidad ISO – 200
Distancia focal 66 mm
Compensación de la exposición -0,70

HDR




Sophie supo que algo iba mal. Al salir a la calle 57 había visto que un agente, plantado ante el automóvil de Daniel, estaba gesticulando. Todo sugería que lo estaba multando por haber aparcado en un espacio prohibido. De inmediato, Sophie tomó su decisión. Con dos ágiles movimientos de los pies se desprendió de sus zapatos de tacón y echó a correr en dirección a la avenida Madison.

Al verla correr, Joe y yo tampoco lo pensamos. Ni siquiera me di cuenta de que un policía estaba multando a Daniel. Vi salir disparada a Sophie y decidí correr. Joe, más ágil,  me precedía. Me llevaba la delantera por unos diez metros. A uno, a fin de cuentas, le sobraban algunos años y muchos kilos y no era capaz de mantener su endiablada velocidad.

Apenas llevaba medio minuto corriendo, intentando acercarme a Joe, cuando tomé conciencia de que estaba a punto de asfixiarme. Fue entonces, en ese momento de desesperación, cuando pensé -¡maldita sea!- que uno ya no estaba para esas carreras. Unos segundos después, a punto ya de caer derrumbado, fue cuando observé que dos policías, desde la acera del otro lado, cruzaban la calle y se dirigían a Joe, que seguía corriendo con la desesperación de quien bracea antes de morir ahogado. Al verlos, me paré de inmediato. Quizás los agentes habían visto como Sophie pasaba corriendo, doblando luego la esquina de la avenida Madison, y habían pensado que Joe la iba persiguiendo. Era posible que ni siquiera hubieran reparado en mi. Quizás se habían lanzado sobre Joe pensando que este quería alcanzar a la mujer para hacerle daño.

Decidí pararme y me esforcé por aparentar tranquilidad mientras recuperaba el aliento. Durante unos segundos respiré todo lo pausadamente que pude. Llegó a parecerme, incluso, que el mundo que me envolvía se paralizaba conmigo. Solo Joe y los policías parecían estar vivos. Solo ellos se movían. La gente, contemplando la escena, había quedado inmóvil. Estaba junto a un semáforo y al poco una anciana, con paso vacilante, hizo ademán de cruzar la calle. Espere, señora – le dije. Yo le ayudo. Y con amabilidad fingida la tomé del brazo y muy despacio, caminando juntos, la conduje al otro lado. Mientras lo hacía, contemplaba como a unas decenas de metros los policías aporreaban las piernas y la espalda de Joe, que en ese momento ya estaba tirado en el suelo. Vi luego como uno de los agentes le aprisionaba la columna con sus rodillas. Después sabría que le habían roto un par de costillas.

La anciana y yo, mientras tanto, seguíamos caminando lentamente. Cuando terminamos de cruzar la calle, solté su brazo con amabilidad y ella me dirigió algunas palabras, supongo que de agradecimiento, que ni siquiera escuché. Mi interés ahora era otro. Los policías no me miraban y decidí que debía seguir a Sophie, aunque por motivos obvios no debía correr. No quería despertar el recelo de los agentes y caminé a paso normal por la calle 57 hasta alcanzar el cruce con la avenida Madison. Antes había visto como Sophie doblaba la esquina y huía por ella, así que decidí seguir sus pasos, ahora de nuevo corriendo, lejos ya de la mirada policial.

Estuve trotando un par de minutos hasta que supe que jamás podría alcanzarla. Antes había visto como la chica, tan menuda y sin zapatos, corría a la velocidad del vértigo. Algunos instantes después, entre jadeos cada vez más angustiosos, tuve que desistir.

Desde entonces han pasado cinco años. Joe, esta mañana, me ha llamado. Le han soltado, con la condicional. De Daniel nunca hemos vuelto a saber nada. Todo sugiere que se asustó y huyó quién sabe a donde. La verdad es que nos olvidamos de él hace ya mucho tiempo. A quién tenemos mucho interés en encontrar, sin embargo, es a Sophie, ese ángel escapista experto en fugas. Era ella, a fin de cuentas, quien llevaba los diamantes que habíamos robado en Tiffany.




15 comentarios:

  1. Un relato con final sorprendente, aunque en la foto quien lleva los diamantes parece ser que es el chico en el bolso y con ese tráfico tendrá dificil salir corriendo. Abrazos desde Sevilla.

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  2. Un placer amigo querido,encontrarme en tu casa de nuevo.Me encanta esa fotografía,inspiradora para un relato de vértigo,jajaja, adiós diamantes,y con razón!

    Besos guapo mio.

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  3. Casi-casi estamos con material para un libro, querido Amigo. Ya desde el título "La fuga de Sophie" promete y el punto final pide ¡más!.

    La foto, muy adecuada!

    Un abrazo para Vos!

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  4. Un relato sin desperdicio desde el principio hasta el final y este sorprendente y sorpresivo como a mí me gustan. La foto magnífica, como todas las tuyas.

    Un abrazo muy grande,

    Eva.

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  5. Tal vez me la encuentre y reparta si la escondo un par de días en casa...

    Un abrazo, amigo. ¿Por qué había yo perdido este blog y me salía solo el de las fotos? la tecnología y yo, dos seres paralelos...

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  6. Genial, me gusto mucho el final sorprendente, diamantes perdidos junto con Sophie, cinco años despues solo queda el recuerdo del escape de sophie

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  7. La foto ya tiene una gran fuerza narrativa, la misma de este relato.
    Me ha encantado.
    Un beso.

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  8. Menudos elementos !!
    como decia aquel..
    *ir pa ná..es tonteria *

    besos

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  9. Ja!! Ladronzuelos que erais… Sophie era la única que sabia que para tal profesión era necesario el ejercicio físico. ¡Lista chica! Me encantó, sobre todo me sorprendió el final.

    Besitos.

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  10. Un relato extraordinario, con moraleja.

    Gracias por visitarme de nuevo, nunca te olvidé.

    Un abrazo, amigo

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  11. Interesante y llena de intriga esta historia del angelito experto en fugas, continuará?
    La foto preciosa.
    Un abrazo.
    Ambar.

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  12. es un relato intenso y lleno de matices,muy bien descrito. Por un momento e estado corriendo con vosotros, si algún día escribes un libro estaré encantado de leerlo.
    saludos

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  13. Genial, un relato de los que enganchan y sorprenden. Un post excelente. Gracias
    Un abrazo

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Gracias, siempre, por tus palabras...

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