Mircea Eliade – Lo sagrado y lo profano
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jueves, 26 de junio de 2014
De los paisajes sagrados
lunes, 23 de junio de 2014
Preguntando al alma
Llamó a mi corazón, un claro día,
con un perfume de jazmín, el viento.
-A cambio de este aroma,
todo el aroma de tus rosas quiero.
-No tengo rosas; flores
en mi jardín no hay ya; todas han muerto.
Me llevaré los llantos de las fuentes,
las hojas amarillas y los mustios pétalos.
Y el viento huyo… Mi corazón sangraba…
Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?
Antonio Machado – Galerías
jueves, 19 de junio de 2014
Pongamos que hablo de Madrid...

Miguel de Cervantes - Don Quijote
lunes, 16 de junio de 2014
Cuento egipcio de amor y muerte
Entonces, cuando el cuerpo quedó impregnado del polvo rojo, el sacerdote hizo una señal y Nofret, la esposa de Ahmosis, se acercó al sarcófago y colocó sobre él un ramillete de flores. Afuera, los hombres bailaban la danza mau mau y las plañideras, simulando desesperación, se golpeaban los pechos y se tiraban de los cabellos. Después, mientras Nofret chillaba, cuatro hombres rodearon el sarcófago y se dispusieron a esperar a que llegara la noche. Sería entonces cuando habrían de ser recitadas las fórmulas mágicas de las Cuatro Antorchas de Glorificación, con las que llegarían a su término los rituales. Todos eran conscientes de que gracias a ellos, en el nuevo amanecer, Ahmosis, convertido en un dios tras atravesar victoriosamente el inframundo y superar el juicio de Osiris, se elevaría al reino celeste de Ra y volvería a la vida en las Estrellas Imperecederas, creadas por el Gran Dios para que en ellas habitasen los hombres Justos de Voz. Allí, en la Campiña de las Felicidades, más allá de la niebla matutina, seguiría viviendo Ahmosis durante Millones de Años, junto a los espíritus glorificados que conocen los secretos del fuego, el viento, las nubes y los relámpagos.
Algunas noches después, Nofret soñó que Ahmosis la estaba amando. Le sentía feliz e intuyó que a partir de ahora, desde el más allá, él iba a seguir cuidando de ella. Algo después, cuando estaba a punto de amanecer y la noche se iba diluyendo, la mujer sintió que esa intuición de amor se confirmaba en la certeza. Nofret se había levantado y estaba contemplando las Estrellas Inmortales, que todavía lucían débilmente. Dirigió su mirada a Orión, la residencia de los dioses, y fue entonces cuando notó que el dulce aliento de la vida llegaba a su boca con todo su frescor. Fue así como supo que Ahmosis, desde el reino del Sol, la estaba contemplando.
jueves, 12 de junio de 2014
Alegoría de Hispania
Se ha sugerido que podría tratarse de una representación de la ninfa Hispania.
Es mi obra preferida del museo sevillano (y eso que se exhiben en él muchas piezas magníficas procedentes de Italica).
lunes, 9 de junio de 2014
Atardecer
Todos los mayores han sido niños alguna vez…
Antoine de Saint-Exupery
Estos días pasados ha estado releyendo “El principito”. Después, esta tarde, cuando estaba editando esta fotografía que hice en el templo egipcio de Debod, reubicado en Madrid, no he podido sino preguntarme: “¿Que es lo que los niños estarán mirando con tanto interés?” Sin duda, están viendo algo en lo que yo no reparé, pero que a ellos les llamaba mucho la atención. Sin duda, como diría el zorro del cuento: “sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”
miércoles, 4 de junio de 2014
Sobre la unión amorosa
Ibn Hazm de Córdoba – El collar de la paloma
lunes, 2 de junio de 2014
Las soledades y el pájaro
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tu no huyes…
Pablo Neruda – Veinte poemas de amor y una canción desesperada
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