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miércoles, 8 de octubre de 2014

La mujer que amó a Aquiles





Todos piensan que Briseida ama a Aquiles, pero solo yo conozco la verdad.

La mujer le había correspondido al héroe como botín de guerra después de que este matase al troyano Brises, su padre. Briseida, sacerdotisa del templo de Apolo, se había visto así convertida en esclava y después amante de esa fiera a la que llaman Aquiles. Eso es lo que creen todos.

Cuentan las gentes que el espíritu de Brises, enloquecido de dolor en el Hades al conocer el estado de servidumbre de su hija, había rogado a los dioses que tuvieran clemencia de sus padecimientos y obligaran a Aquiles a liberarla. Habría sido así como Apolo, compadecido, se personó ante Agamenón, el Rey de los Reyes helenos, y lo amenazó con una peste que diezmaría su ejército si Briseida no era liberada. Agamenón, viendo como sus hombres morían, ordenó a Aquiles que devolviera la mujer a su madre.

Forzado a perder a su amante, el héroe, encolerizado, hizo saber a todos que él y sus mirmidones iban a retornar a las tierras de Grecia. No iba a seguir guerreando para alguien que había arrancado de sus brazos a la mujer que amaba. Antes del regreso, no obstante, Aquiles clamó ante la Nereida Tetis, su madre, a la que suplicó que mediara ante los dioses para que le devolvieran a su esclava, a la que amaba con esa pasión que solo es propia de los guerreros:

-“Tú, madre –habló Aquiles-, socorre si puedes a tu buen hijo; ve al Olimpo y suplica a Zeus por mi si alguna vez llevaste consuelo a su corazón con palabras o con obras.”

La Nereida, que había sido amada por Zeus en otros tiempos, fue escuchada por el dios, y Briseida, en la noche, dejó atrás las murallas troyanas y regresó a los brazos de Aquiles. Quienes la vieron dirigirse al campamento heleno dijeron que tras haber conocido el fuego del amor no quería renunciar a esa pasión. Apolo, antes, la había liberado de Aquiles pero era ahora Zeus quien permitía que la mujer retornara a su servidumbre.

-¡Ay de mi –exclamó Briseida cuando estuvo en presencia de Aquiles-, que ni siquiera pude besarte cuando, siguiendo el mandato de Apolo, tuve que partir para dejarte. Entonces solo pude derramar lagrimas sin fin y desgarrarme los cabellos, pero ahora, amado mío, regreso a ti y no lo hago como una esposa que retorna a los brazos de su marido sino como una esclava que vuelve a su amo. Prometo, Aquiles, serte sumisa, y te suplico que abandones tu idea de regresar a Grecia, como se que pensabas hacer al sentirte agraviado por tu rey. Debes quedarte en estas costas troyanas y amarme de nuevo como antes lo hiciste. Vuelve, Aquiles, a guerrear con los troyanos y no dejes que el orgullo y la ira te posean. Podrás, así, también volver a mí y amarme.

Tetis, tan pronto como supo que Aquiles se iba a incorporar a la guerra, no lo dudó: pidió a Hefesto, el gran herrero, que fabricase para su hijo la mejor armadura que jamás hubiera sido hecha. Dicen que a cambio le prometió varias noches de amor, promesa que luego nunca cumplió. Hefesto creó la armadura con los mejores bronces, pero conocedor de que ella lo engañaría, a fin de cuentas es un dios y lo sabe todo, nunca terminó la parte que habría de cubrir los pies del héroe.

Ahora, todos recriminan a Briseida su traición a la causa troyana. No entienden que abandonando a los suyos se haya entregado a los abrazos del monstruo que mató a su padre. Solo yo, Paris, se que todo es una estratagema. Sé que su amor por el héroe heleno es pura falsedad y que Briseida solo me ama a mí. Solo nosotros sabemos que hace ya muchos meses que abandoné a Helena, la mujer que traje a Troya y que ha causado la ruina de esta ciudad, que ahora veo como está siendo consumida por las llamas, tras la pérfida estratagema del caballo ideada por Ulises.

Ahora, cuando todos están muriendo, solo nosotros sabemos donde hemos de encontrarnos. Briseida acudirá a donde ella sabe, y tras sus pasos vendrá Aquiles que confiado en su amor no sabe que lo estoy esperando con mi arco y que mi flecha, que tengo que dirigir a su talón, le causará esa muerte que las Moiras le profetizaron al nacer.

Pero, esperad… Briseida, corriendo, se está acercando a mi. Debo tensar bien mi arco. Aquiles, como esperábamos, corre tras ella. No sabe que su vida ha llegado a su fin. La venganza de Briseida está a punto de ser consumada. Después, huiremos por los subterráneos que unen Troya con la costa y abandonaremos esta ciudad que se consume en el fuego. Sabemos que atravesando el mar habremos de alcanzar playas ignoradas por los hombres y que será en ellas, en la Isla de los Pájaros, en unas nuevas tierras, en donde podremos vivir, al fin, nuestro amor.





19 comentarios:

  1. Bonita foto, me gusta mucho la composición y el procesado que le das al mar.
    Un abrazo

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  2. Y será por eso que la "brisa" levanta pequeñas crestas de espuma en las olas que rompen en esa playa y las gaviotas hunden un poco su cabeza entre las alas para avanzar contra el viento.

    Un abrazo,

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  3. de la foto ni hablar... de maravilla como siempre.
    Del texto, muy buen trabajo nos presenta y aprendemos cosas que ni remotamente sabía.

    abrazos
    carlos.

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  4. Que solo ha quedado el mar!...los bañistas que acudían en el verano, regresaron a us lugar de origen...ahora solo tiene la compañía de las gaviotas.

    Besos

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  5. Vaya con Paris, nunca nos fíamos de él, menudo liante...Y el pobre Héctor pagando todas las ánforas rotas...

    Me gusta mucho el relato, amigo y esos mares tan tangibles que se ven en tus fotografías.

    Un beso

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  6. Muy bonita composicion marina, me gustan mucho las gaviotas como elementos fotograficos en este tipo de imágenes con el mar como protagonista, un abrazo.

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  7. La foto, con sus reflejos, una maravilla.
    Maravilla que completas con esa vuelta a la mitología griega, que siempre se lee con deleite.

    · un abrazo

    · CR · & · LMA ·


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  8. Estupenda imagene y buen relato...un saludo desde Murcia...

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  9. Que retorcidos estos amantes de antes, pobre Aquiles.

    En tu particular isla de los pájaros las gaviotas se remojan los pies ajenas a las tragedias y parece que se distribuyan por tu encuadre para que la foto te quede perfecta, a pesar de la luz.

    Un beso,


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  10. Las historias de la casi mitología son extrañas y poderosas, logras darle el punto exacto.
    El final se suaviza con esa orilla donde llegaremos todos, antes o después.
    Besos

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  11. Me gustan esas gaviotas bien situadas en esta composición marina compartiendo protagonismo con las olas rompiendo con la arena a su llegada al punto final de su destino.

    Saludos.

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  12. La isla y la playa de los pájaros. Esta Briseida era un poquito zorrona jajaja
    Me ha gustado el relato y la foto, por supuesto.
    Un abrazo Antiqvua :)

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  13. La lectura tiene tanta fuerza que solo al final podemos mirar esa playa ignorada en la isla de los pájaros donde se puede vivir en paz un auténtico amor.
    Besos

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  14. since school I like these legends !
    like your image too, very beautiful

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  15. Estamos de acuerdo,el texto es poderoso,el amor no se obtiene por la fuerza,la perdición es el destino mas allá de los dioses.La instantánea es preciosa y nos atrapa al final de tu escrito.
    Besazos.

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  16. El relato, maravilloso.
    La foto, melancólica y bella.

    Siempre que llego a tu blog me maravilla la belleza que derramas en tus visitantes.

    Saluditos desde Argentina.

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