
Soñó en la noche
y sintió que vivía
un dulce sueño.
Estos días pasados, guiados por un viejo amigo, hemos recorrido nuevamente las sierras subbéticas en el entorno de Doña Mencía.
Estos campos mencianos, cargados de Historia, son los que cantó el poeta y arqueólogo Juan Bernier. Allí, recorriéndolos, le vienen a la mente a uno aquellas palabras del poeta en las que evocaba a los viejos dioses paganos, a los dioses amables de la luz y la alegría:
Estos campos mencianos, cargados de Historia, son los que cantó el poeta y arqueólogo Juan Bernier. Allí, recorriéndolos, le vienen a la mente a uno aquellas palabras del poeta en las que evocaba a los viejos dioses paganos, a los dioses amables de la luz y la alegría:
¡Oh siglos, volved!
¡Volved, pues os esperan los dioses,
los dioses del amor y la alegría
del sol, la luz, las fuentes y los prados,
los dioses vivos de la carne y los deseos!
¡Volved, pues os esperan los dioses,
los dioses del amor y la alegría
del sol, la luz, las fuentes y los prados,
los dioses vivos de la carne y los deseos!
En las imágenes, tomadas donde la tierra y el cielo se unen, mostramos algunas perspectivas de lo que fue un antiguo recinto fortificado ibérico que tiene más de dos mil años de antigüedad. Sus olvidados muros siguen vigilando todavía desde lo más alto del pico de “La Oreja de la Mula” los viejos caminos de la sierra…