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martes, 25 de mayo de 2010

AQUEL CALOR TENUE



AQUEL CALOR TENUE
Historia y fantasía en la Córdoba
musteriense




Las terrazas cuaternarias que envuelven al Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla fueron pobladas en los tiempos del Paleolítico Medio por los hombres de Neandertal, que allí encontraban los recursos líticos que necesitaban para confeccionar las herramientas de piedra que utilizaban para cazar (puntas), despiezar las carnes (cuchillos y hachas) y trabajar las pieles (raederas y perforadores). Gracias a los arrastres del Guadalquivir, en estas terrazas abundan las piedras, sobre todo las cuarcitas y el sílex, que aquellos hombres utilizaban como materia prima.

Durante decenas de miles de años los grupos de Neandertales recorrieron incansables estos espacios elevados sobre el río. Allí vivieron y allí murieron a lo largo de muchas generaciones. Los Neandertales, que alcanzaron un modo de vida que se conoce como “Cultura Musteriense” vendrían a ser unos primos lejanos nuestros. Se extinguieron, todavía no sabemos como, coincidiendo con el momento en que los hombres modernos aparecimos en la Historia.


Pies Ligeros



En uno de los cerros próximos al Guadalquivir un grupo de Neandertales aguarda la llegada de la noche. Se trata del clan de los Hombres Rojos. Lo integran cinco varones, siete hembras y varios niños.

Si nos fijamos en una de las mujeres podemos apreciar que tiene aspecto de anciana. Debe tener unos 35 años. Su dentadura está muy deteriorada, ya que siempre usó sus dientes para tensar con ellos las pieles. En estos momentos, ha terminado de aserrar una rama que va a utilizar como astil al que está insertando una punta de sílex. Se la entrega luego a uno de los cazadores del clan, que la utilizará como venablo cuando con el nuevo amanecer el sol abandone las tinieblas y los animales acudan al río a beber. Nuestra mujer, también, está usando el pico perforador de una piedra para taladrar con agujeros una amplia piel, ya curtida, que quiere utilizar a modo de “chaquetón”. Pretende insertar algunas tiras de cuero en los agujeros que ha taladrado y luego colocándose la piel y ajustándola con las tiras logrará que se adapte cómodamente a su cuerpo… No cabe duda de que no es lo mismo cubrirse con una simple piel de animal, que continuamente resbalaría por su espalda, que hacerlo con una piel que se adapta a su robusto cuerpo gracias a los agujeros que ha hecho con el perforador y a las tiras de piel que utiliza para ajustarla a su gusto.

Al lado de la anciana, Pies Ligeros, una niña de ocho años, se esfuerza por llevar a cabo la tarea que tiene encomendada. Con sus dientes, está sujetando fuertemente uno de los extremos de una piel, en tanto que con su mano izquierda mantiene firme el otro extremo y con la derecha restriega, una y otra vez, tenaz a pesar de su corta edad, una herramienta de sílex con la que está limpiando la cara interna de aquel pellejo, liberándolo de pelos y grasa. La herramienta de sílex es lo que hoy los arqueólogos llaman “raedera”. La anciana, a su lado, vigila con atención la forma en que la jovencita lleva a cabo su trabajo.

Ha pasado un buen rato y el sol está a punto de ser devorado por el horizonte. Es ahora cuando la niña, cansada por el esfuerzo, ha relajado su atención unos momentos al escuchar el griterío que se ha formado en el grupo cuando los dos últimos cazadores han regresado del Gran Río. Al volver la cabeza para mirar a los que llegan, los dientes de la niña han soltado el extremo de la piel y en un movimiento ajeno a su voluntad su mano derecha ha soltado también la “raedera”, que se ha estrellado contra su boca.

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Con un gesto claro de dolor y contrariedad, Pies Ligeros, gritando, se ha levantado enfurecida y, sin pensarlo, ha lanzado la piedra tan lejos como le ha sido posible. La anciana, indignada, se ha puesto de pie… Está emitiendo feroces gruñidos con los que deja patente su repulsa por la actuación de la niña.

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A pesar de que de inmediato las dos han buscado el trozo de sílex no han tenido éxito. Está oscureciendo y, además, los cazadores han retornado hambrientos. No hay tiempo para entretenerse en la búsqueda.

En ese momento, Pies Ligeros no puede sospechar que cuarenta mil años después, un hombre, paseando por la terraza cuaternaria próxima al Guadalquivir, habrá de encontrar fortuitamente esa lasca de sílex que ella, gruñendo, ha arrojado tan lejos como su furia le ha permitido. Entonces, sorprendido por el hallazgo, el hombre habrá de sentir, dominado por la emoción, el tenue calor que la mano de aquella niña neandertal había dejado impregnado en la piedra.

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18 comentarios:

  1. Hace ya mucho tiempo (de hecho, en este mes de mayo IMAGENES Y PALABRAS ha cumplido tres años) publique en el blog una version reducida de este cuento. En aquellos tiempos la verdad es que pocas personas leian lo que uno escribia y creo que hoy todas ellas se han perdido en la niebla.

    Por circunstancias diversas, hace meses reelabore el cuento con destino a ser publicado en papel en una revista, cosa que ha sucedido en este mes de mayo.

    No he podido resistirme a la tentacion de publicar en el blog esa version ampliada de la historia de Pies Ligeros (y de un hombre que encontro su raedera 40.000 años despues)...

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  2. Ay mi amigo Antiqva... tu propia historia me recordó a una mía, en la que hablaba de cómo una niña , al arrojar el barro al fuego, descubría por caUsalidad que éste se endurecía entre las brasas....

    Me he trasladado junto a la rivera, con la admiración que siempre me causó la prehistoria...

    En cierta ocasión hice mis pinitos dibujando armas de la época... y un lanzavenablos que perfilé con esmero, recibiendo una buena nota...

    Sin ellos no seríamos nosotros.

    Un abrazo doble y grandote.

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  3. "Rivera" es con "b"... jajaja...

    Enhorabuena por la publicación¡¡¡¡

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  4. "Pies ligeros", corazón fuerte la "anciana" de 35 años, y la niña se distrae, es niña como las de hoy.
    ANTIQVA, estos retazos de vida dura en las cuevas, cazando, curtiendo, preparando el sílex, casi los he sentido, natura verdadera en todos los sentidos, sobretodo, me ha emocionado ese hallazgo fortuito y emocionante que nos une a aquellas gentes, las nuestras, porque aunque hayan desaparecido, estuvieron, esa esquirla de silex lo demuestra, y tus palabras.
    Bien hecho, haces estupendamente al ofrecernos estas partículas "vividas" de nuestros padres, madres...
    Un bsitooo, y queda en pie lo de Tàrraco o lo de Italica o Córdoba...veremos, besitooo.

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  5. Me encantó el cuento entonces y me ha encantado ahora ;)

    Magistral...

    Te felicito por la publicación amigo!!!!

    besos miles!!!

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  6. Ya me parecia haber leido antes este cuento, lo recuerdo perfectamente, que bueno que lo hayas publicado es hermoso, las personas de ese "ayer" si que tenian que trabajar duro, y hacerse la propia ropa y sus herramientas, me encanto, una ves mas,... te digo amigo que eres el mejor cuenta cuentos que conosco y tengo la gloria de leer
    Besitos siempre
    Janeth

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  7. También me parecía haberlo leído, pero había cosas que no recordaba... ahora entiendo por qué...
    Maravillosso cuento...
    Felicitaciones por su publicación en la revista y en el blog....
    No me había dado cuenta hasta ahora cuánto me interesan las historias de las piedras....
    Tengo otra en poceso...
    Un beso

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  8. tu historia provocó oleajes en mi sangre.
    el calor ancestral siempre me conmueve, profundamente.


    y bravo por la publicación!

    mil besos*

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  9. Maravilloso tu cuento, Antiqva, me ha encantado. Más todavía teniendo en cuenta que en mi clase estamos en estos días abordando el apasionante estudio de la Prehistoria, quizá la época del pasado de la humanidad que a mí, personalmente, más me apasiona.

    Según iba leyéndolo iba visionando la escena como si la estuviera contemplando desde una loma cercana.

    Te felicito, amigo Antiqva por este regalo.

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  10. Antiqva...!!!!No es un halago fácil,realmente me he emocionado al leer el cuento,algo se iba agitando dentro de mi,la dureza de aquellos tiempo,los sentimientos no tan lejanos a los que experimentamos hoy en día,el ingenio la supervivencia la inteligencia abriéndose paso y un hombre con un hallazgo que nos hace recordar los que nos distingue de todo ser viviente que nos rodea.

    Te felicito por publicarlo,es una joya.

    Un fuerte abrazo!

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  11. Antiqvaaaaa, me ha encantado este cuento. Tienes que seguir escribiendo, publica aquí y también en revistas de papel, o en libros, porque vale la pena, en serio.
    Estoy acordándome de que un día otro hombre se encontró otra piedra de silex, similar a la que describes, y que pudo pertenecer a aquella familia. Hoy está en mi casa, jeje.
    Un abrazo
    Conchi

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  12. Bendita esa rabia que le hizo tirar la lasca. Fue el milagro para que ahora se encuentre entre nosotros.

    Excelente narrativa y puesta en escena, leerlo es como vivirlo.

    Besos

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  13. Hola, Antiqva. Hace un par de días que intento entrar en tu web y me daba para lectores invitados, no sé que ha pasado.

    Bueno, hoy lo he conseguido.

    Con razón me sonaba la historia de Pies Ligeros :)))

    Me fascina imaginar la vida de los prehistóricos, estoy segura que nos parecemos mucho más de lo que imaginamos.

    besitos

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  14. Felicidades Antiqva.Es un palcer saber que esos cuentos nacidos de tus hallazgos,vuelan más allá de este lugar en el que te leemos unos cuantos.
    Me ha encantado ponerme en tu imaginación y ver a esa chiquilla enfurecida lanzando una piedra,sin saber que sería para ti...
    Precioso.
    Besos.

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  15. Leerte Amigo, es ser testimonia de una escena viva. Es sentir el dejà vu de haber estado allí, ¿y por qué no?

    Felicidades por la publicación, me alegro que tu talento llegue a muchas personas.

    besos

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  16. ¿Y ahora que ya eres famoso, no piensas escribirnos más a los de aqui, o es que estas vago, porque ya son muchos dias...?

    Recuerdo el cuento y desde luego no creo en las perdidas tenebrosas en la niebla...

    Un beso Capitan

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  17. Angeles soy yo, que quede claro.

    Petons (decidi salir del anonimato...jajaja...)

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  18. Sencillamente maravilloso. Casi puedo notar ese calor guardado en la raedera, esperando miles de años para traspasarnos.
    Una sonrisa

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Gracias, siempre, por tus palabras...

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