Páginas

jueves, 3 de junio de 2010

SEXO EN LA PLAYA

Imagen: Antiqva




Había despertado angustiada. En sus sueños se había encontrado perdida en una ciudad desconocida. Estaba en uno de esos lugares en los que se puede caminar por extrañas callejas que como los puentes sin destino o los amores olvidados no conducen a ningún lado. En algún momento había presentido que un jaguar de ojos verdes la vigilaba expectante. Al despertar se sintió impregnada por esa sensación de melancolía que suele acompañar a los sueños imposibles. Era consciente de que había deseado, en el sueño, ser una hembra de jaguar.

Poco a poco fue sintiendo que con el amanecer se iban templando sus fríos y decidió salir a la calle. Necesitaba pasear su melancolía y encaminó sus pasos a la playa cercana. Sabía que apoyar las plantas de sus pies en la arena facilitaría que la tierra absorbiera el desencanto que se le había pegado en los huesos hacía ya demasiados años.

En algún momento, tras mucho tiempo de deambular errante por la playa, tuvo la sensación, como en el sueño, de que alguien la vigilaba. Presentía que alguien la estaba siguiendo caminando sobre las huellas de sus pisadas y tuvo miedo de que fuera alguno de esos espíritus que la habían acompañado en la noche. Alguna vez alguien le había hecho saber que cuando una sombra pisa las huellas que una persona ha dejado lo que intenta conseguir es robar su alma. Sentía temor. No se atrevía a volverse y mirar. Tenía miedo de que la siguiera ese espíritu que se le había manifestado en la noche haciéndose pasar por un jaguar de verde mirada.

Poco después, mientras seguía caminando impregnada por el temor a ese “algo” ignoto que seguía sus pasos, la mujer pudo ver a un hombre que con los pies hundidos en el agua estaba tomando fotografías de las olas. Al llegar a su lado, sintiendo el amparo de la presencia de ese desconocido, encontró al fin ánimos para volverse.

De su boca escapó un suspiro de alivio cuando reparó en que quien caminaba sobre sus huellas era un joven africano, de unos quince años, que portaba en sus brazos un montón de “cachivaches”…

-Amita -le dijo el muchacho cuando llegó a su lado- cómprame algo… Todo son cosas buenas. Todo son cosas baratas… Cómprame algo, amita…

Ella hizo un movimiento de denegación con la cabeza. Ni siquiera habló.

-Amita –prosiguió el africano- tú saber que negrito puede hacerte muy contenta por poco dinero… Sólo veinte euros…

La mujer salió de su letargo al escuchar esas palabras... Tenía frente a si a un niño. Estaba perpleja. No le salían las palabras… Volvió a hacer una negación con la cabeza, pero el muchacho volvió a insistir…

-Sólo quince euros, amita…

La mujer estaba atónita.

-No hijo, no –terminó diciendo ella- Ya no estoy, a estas alturas, para esos trotes…

Mientras el africano, murmurando algo, se alejaba ella siguió hablando:

-Además –le dijo- ese hombre que está en el agua tomando fotos de las espumas que hacen las olas, me paga cien euros cada noche por estar con él...

El tipo de las fotos, a unos tres metros de la mujer, había escuchado la conversación. Se volvió y no pudo evitar mirarla sonriente. Ella le devolvió la sonrisa.

El hombre fue consciente de que nunca había tenido ocasión de contemplar una sonrisa tan impregnada de tristeza. “Hubiera deseado fotografiarla”, se dijo a si mismo mientras la mujer se alejaba.





.

23 comentarios:

  1. Este relato no es sino la conclusión de ese cuento inconcluso que hablaba de los puentes sin destino y de los amores olvidados...

    Lo cierto es que, como deberes, sigo teniendo en algun olvidado tintero ese Cuento Egipcio del que hable hace semanas...

    Mientras tanto, otras historias alborotadas, sin que nadie las pueda parar, se van anticipando a esos deberes egipcios.

    ¡Que le vamos a hacer...!

    ResponderEliminar
  2. Amigo mío...a lo largo del texto nos llevaste por distintas pistas, hasta el final con esa sonrisa...tan interesante de fotografiar como la de tus lectores. Muy buen relato!

    Muchas Gracias por esta publicación y también por esos bellísimos, alentadores comentarios en el blog de América y en el mío!

    Un fuerte FUERTE abrazo para Vos!

    ResponderEliminar
  3. Que triste y que intenso me ha parecido el papel de los tres personajes. Cada cual a su manera han viivido el episodio con un deseo escondido.

    Besos

    ResponderEliminar
  4. Miserias humanas retratadas con belleza. Mira que es difícil...

    Hay personas que, como tú, tenéis la ligereza argumental y plegais y replegais ideas y contextos, texturas, olores y paisajes, sonrisas y sensaciones... Os admiro.

    Besos con mucho calor y un vientecillo que me entra por la ventana (por cierto lleno de polen que me está matando)

    ResponderEliminar
  5. Que historia más sutíl, tres caminos que se encuentran en un cruce de miradas con deseos contrapuestos,,,,, o quizás no tanto,, nosé

    Hay veces que esos puentes sin destino, como cuando emprendemos acciones desprovistas de intencionalidad, sin un fin en concreto, nos pueden llevar hasta la más alta de las cimas disfrutando del camino,,,

    Un abrazo amigo,,

    ResponderEliminar
  6. Mira tu por donde venias!...Te cuento que desde la primera linea hasta la ultima estaba atrapada,tuve la osadia de intentar mientras leia de pensar en el final de la historia.

    Tu texto me trasmite un proceso emocional fuerte,tres almas diferentes se cruzan en un sin sentido de carencias.Sombra ancha la de la soledad.
    Espero ese cuento Egipcio .

    Un abrazo.

    (disculpa la falta de tildes en el comentario problemas en mi ordenador)

    ResponderEliminar
  7. Cien €, al negrito le parecerá una fortuna, sus huellas no las pisa nadie, se aleja con sus cachibaches. Si partió de un puente que daba al mar, encontró en las olas un cazador de jaguares hembras, pues verdes son las olas como los ojos de ella. Su sonrisa vale más de 100 €, se rompió el encanto, se frusto la foto.
    Un paseo en etapas llenas de imagen, de sensación, melancolicas y dulces, encuentros y sueños pasajeros. Sutiles letras.
    No te perdono los deberes egipcios ¿a qué esperas? Me conoces, sabes que amo cualquier aroma que escribas acerca del Nilo, la espero ANTIQUA.

    ResponderEliminar
  8. Ahh, mira, aunque no fuese la continuación del relato inconcluso, por sí mismo ya constituye un relato con un puntito. Aunque yo apunto que el señor del agua es el marido de la señora y con ese dato se vería más redondo. No sé, es lo que se me ocurre :)))

    besitos y buen finde

    ResponderEliminar
  9. Pues deja que fluyan las historias como las olas, mi querido amigo ;)

    Son fantàsticas todas tus ensoñaciones ;)

    Y si los personajes quieren materializarse, aunque sea en palbras... Haz el prodigio de traerlos a este mundo y regalarnos sus momentos.

    Ese cuento egipcio debe estar gestándose, los personajes y los sucesos deben estar convocándose aún.. (sin contar con que las musas son un tanto... 'voluntariosas' je je)

    Maravillosa foto.. ¡Y es que todo es posible a la orilla del mar!!!

    ResponderEliminar
  10. QUE TENGAN UN MARAVILLOSO FIN DE SEMANA!!!! ;)

    BESOS

    ResponderEliminar
  11. Muy bonito el relato, amigo enmarcardo en el mar, con distintos personajes, ha sido un placer leerlo.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. leyendo esta maravilla ni recordé que tenías deberes!
    es un cuento perfecto!

    besos*
    Y que las historias te sigan alborotando!

    ResponderEliminar
  13. Me has hecho creer en la existencia de un peligro real. Menos mal que al final estabas tú... Una mujer muy enigmática (o al menos, así me lo ha parecido). Un abrazo muy fuerte, querido amigo.

    ResponderEliminar
  14. cuántos senderos diferentes se abren al ir leyendo tu relato. Sorprendes permanentemente, pero el final es apoteótico.

    abrazos, querido amigo!!!

    sigo aprendiendo de vos.

    ResponderEliminar
  15. Si, Antiqua es bellisimo como le encontraste un sentido a ese cuento de los puentes sin destino, existen personas en la vida que tiene miradas tristes y sonrisas melancolicas, la vida es a veces muy dificil de vivir,...y en este relato tu lo explicas muy bien....

    ResponderEliminar
  16. Muy lindo! Para pensar... especialmente el final ;)
    Mi abrazo de siempre, querido amigo.

    ResponderEliminar
  17. Genial,ja,ja,ja
    No sé por qué, te he imaginado a ti haciendo fotos a las olas, mientras María se deshacía del muchacho.
    Lo de los cien euros,ja,ja,ja...
    Me ha encantado la convergencia que haces de los protagonistas.
    Besos.

    ResponderEliminar
  18. jaja, estoy algo espesa estos días, amigo mío.
    Y no acabo de pillar lo de los cien euros... pero en fin... tú sabrás...
    Un beso de esta que ya no le caben más cosas en la cabeza.
    Natacha.

    Solo me quedan dos semanas... ¡y se acabó hasta septiembre!
    Y además, tenemos una cita pendiente... no lo olvides.

    ResponderEliminar
  19. Antiqva, me encantan tus historias, siempre me dejas con una sonrisa en el rostro o con un "oh" de admiración.

    Un besito, cielo.

    ResponderEliminar
  20. ¡Oh!

    La foto me encantó.


    Poniéndome al corriente de tus textos.
    Recibí tus correos de imágenes, muchas gracias.

    Abrazos amigo.

    ResponderEliminar
  21. como siempre con final sorprendente..
    unos besos

    ResponderEliminar
  22. La capacidad de sonreír, aunque sea con tristeza, da muestras de cierta aceptación...

    Precioso, como siempre amigo.

    Un abrazo y besos a repartir.

    ResponderEliminar

Gracias, siempre, por tus palabras...

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.