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martes, 12 de mayo de 2009

NIHIL EST INFELICIUS MATRE



Pompeya, la ciudad del silencio
Imágenes: Antiqva






De los tiempos de la antigua Roma se han conservado algunos textos que nos hablan de ciertas visiones oníricas, usualmente protagonizadas por mujeres a las que durante el sueño se les manifestaba la presencia de alguna divinidad o persona fallecida.

Quintiliano, en sus “Declamaciones mayores”, nos ha transmitido una de esas noticias que nos remite a una mujer a la que durante la noche se le aparecía su hijo fallecido. Superado el momento inicial de miedo ella se sentirá inmensamente feliz con el reencuentro. Veamos las palabras de la propia mujer:

“De repente la oscuridad desaparecía y él estaba delante de mí, no como la pálida figura consumida por su espantosa enfermedad, no apareció como estaba en la pira flameante, sino que era saludable y tenía buen aspecto físico… su pelo no estaba chamuscado por el fuego, su rostro no estaba ennegrecido por el carbón ardiente de la pira funeraria… Al principio él solo se detuvo permitiendo ser reconocido. En este momento yo estaba increíblemente impresionada; no pude besarle ni abrazarle… La segunda noche llegó e, inmediatamente, con los primeros signos de la oscuridad, mi hijo estaba esperándome no como lo estuvo el día anterior, a distancia y sólo para ser visto, sino que ahora se acercó más, como un cuerpo viviente hasta aproximarse a las manos de su madre.”

En las noches siguientes se reproducirán las manifestaciones, de modo que la madre dirá: “Sacié mi sed con sus besos y abrazos” y “Conversé con él y escuché su voz”.

La mujer, llena de júbilo, no dudará en hacer saber a su esposo las visiones que está teniendo:

“Alégrate, marido, alégrate; quizá mañana por la noche puedas ver a tu hijo, al muchacho que quemaste en las implacables llamas, de quien sólo sobreviven físicamente cenizas y huesos. Tú podrás ver a nuestro joven hijo y quizá escucharle y tocarle. De cualquier forma yo soy su madre todas estas noches; le veo, disfruto de su compañía y aún le cuento muchas cosas.”

El marido, sin embargo, por algún motivo que no se aclara suficientemente, quizás dominado por el temor a lo desconocido o porque no añoraba la presencia de su hijo o porque sentía envidia ante la felicidad de la mujer, terminará contratando los servicios de un mago que llevará a cabo diversos rituales y hechizos en la tumba del muchacho y conseguirá que este deje de manifestarse en la noche.

Será entonces cuando la madre, nuevamente enloquecida por el dolor producido por este segundo momento de pérdida, decidirá acudir a los tribunales y denunciar la crueldad de su esposo:

“Nadie es más infeliz que una madre (nihil est infelicius matre) –dirá la mujer- que, después de enterrar a su hijo, ha perdido además la oportunidad de poder volver a verle.”



7 comentarios:

  1. Hermoso y emocionante relato,Antiqva...
    Y debe ser horrible para una madre perder no una, sino dos veces, a un hijo al que adora...
    Has venido con las pilas recargadas,de lo cual me alegro una enormidad.
    Preciosas imágenes,por cierto.
    Muchos besos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ¿Nos ha atrapado el latín eh???

    (No sé a ti, amigo, pero a mí me encanta la fuerza de los siglos que tiene este idioma ;)

    Me ha gustado mucho el relato... Pienso que la pérdida que supone la muerte es una honda e indescriptible tristeza. Salvo que contemos con la fe en que esta vida es tan solo un momento de encuentro y que el alma realmente no desaparece, sería imposible superar este sentimiento.

    La ignorancia nos hace temer. El miedo es la primera respuesta cuando nos enfrentamos a lo desconocido. Y por ello a veces procedemos de forma tal, que nos negamos la oportunidad de conocer nuevas realidades. Es comprensible que el ser humano se sienta insignificante frente a los misterios de la vida y del universo. Pero, superado el temor, la verdad es que no tenemos mucho más de qué ocuparnos, que no sea el adentrarnos en esos misterios ;)

    Bien lo sabían los egipcios y los romanos ¿no?? ;)

    besos y abrazos, querido amigo ;)

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  4. Hola amigo, hermosas las fotos como siempre de esa hermosa ciudad que en otrora seria una Capital rica y prospera, mas hermosa aun la historia que relata esa pobre mujer, en verdad las madres jamas deben consolarse por la muerte de sus hijos, y recibirlo en sueños debe de ser un remanzo a sus heridas, que el marido infelizmente no comprendio y le quito esa felicidad momentanea, me encanto la historia eficaz para estos dias de Mayo
    Un abrazo
    Janeth

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  5. Sí que es horrible la pérdida y en parte es un poco contra natura.
    Algunos tienen su fe; otros, sus apariciones, y otros, ni una cosa ni la otra, solo el paso del tiempo que dicen que es el mejor médico para el dolor.
    Me encantan estas fotografías de las "vías".
    Un abrazo.

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  6. Difícil poder tolerar la muerte de un hijo. Va contra las leyes de la naturaleza.
    Son ellos quienes deben enterrarnos a nosotros, Pero este relato está lleno de magia y las fotos de silencios.

    Si tienes ganas, alguna vez lee el libro EL SILENCIO PRIMORDIAL de Santiago Kovadloff. Percibo que te gustará.

    un abrazo enorme y gracias por estos regalos que nos haces cuando te visitamos.

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  7. Hay manifestaciones que uno no saben de dónde proceden, pero que son tan reales y sentidas que nadie nos las puede arrebatar.
    El sueño tiene tanto poder y entenderlo es todo un arte.
    Es muy bello el texto que nos regalas.
    Inuit

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Gracias, siempre, por tus palabras...