Imágenes: Antiqva
-Antiqva –me dijo Isabel-, se que te encantan los gatos, ¿podrías mandarme una fotografía de alguno de ellos para ilustrar una entrada que voy a publicar en “Mujeres de Roma…”
Ante esa petición, Antiqva envió a Isabel Barceló por e-mail varias imágenes de uno de los gatos asilvestrados que frecuentan su casa. Se decidió por el más sociable y delicado de ellos, un gato blanco, hijo de la gata Natacha. Se trata de un animal encantador, que ocupa un puesto claramente subalterno en el orden jerárquico de la tropa gatuna que nos visita. Quizás por eso sea tan dulce…
-Amigo -me contestó ella-, me han encantado las imágenes. Dime como se llama el animal, para hacerlo constar en el pie de foto.
La respuesta de Antiqva fue que el gato no pertenecía a nadie… Vivía salvaje entre los árboles y ni siquiera tenía nombre. Se llamaba, simplemente, “gato”. Fue entonces cuando Isabel propuso que se llamara Jano.
Así fue como Jano, una fiera bellísima, fue amadrinado por Isabel Barceló, cuyo blog “Mujeres de Roma” recomendamos a todos aquellos que lean estas palabras. Algunos meses antes había sucedido algo similar con nuestra amiga Natacha, cuyo blog much@s, sin duda, conocéis. La gata Natacha, madre de Jano, debe su nombre a una petición similar de nuestra entrañable amiga. Cuando Natacha vio una imagen “preñadísima” de la gata, tendida en el suelo, nos pidió que pusiéramos su nombre a uno de los gatitos…
-¿Cómo a algún gatito –respondió Antiqva-, se lo pondremos a la madre, que todavía, a estas alturas, está sin bautizar…
¡Ah, a veces se producen bellísimas interacciones entre los mundos real y virtual…!
Sucede ahora que Jano, últimamente, está loco de contento. El motivo es que Antiqva le ha contado que Isabel, la mujer a la que debe su nombre, ha publicado una novela titulada “Dido, reina de Cartago”. El animal, que es más listo que el hambre, no puede ocultar su satisfacción. María, cuando lo ve, tan avispado, suele decir que es una pena que no hayamos podido “darle estudios”… Seguro que hubiera sido capaz de sacar, al menos, una carrera de grado medio…
Amig@s, Antiqva está leyendo ahora “Dido, reina de Cartago”. La atracción que uno siente por la Historia y la simpatía hacía la autora hacen que estemos disfrutando inmensamente de la lectura. Además, hace pocos meses, tuvimos oportunidad de visitar las ruinas de Cartago, en las inmediaciones de la actual ciudad de Túnez, de modo que conocemos algunos de los lugares que Isabel cita en la novela.
Finalmente, enlaza con estas cosas, por una feliz coincidencia, que en estos meses se puede visitar en el Museo Arqueológico de Sevilla una magna exposición que lleva por título: “El Carambolo, 50 años de un tesoro”, cuyo contenido nos conduce al apasionante mundo de Tartessos y los fenicios. Estos días pasados hemos viajado a Sevilla para admirar esta muestra, que incluye las piezas originales del tesoro, de oro puro, que habitualmente están protegidas en una cámara acorazada.
Hasta fechas recientes, se había pensado que El Carambolo, yacimiento situado en el término municipal de Camas, cerca de Sevilla, había sido el palacete de alguno de los reyes de Tartessos. Hoy, los arqueólogos nos dicen que se trataba, realmente, de un templo alzado por los fenicios y consagrado al culto a su diosa Astarté. Los primeros momentos de ese templo se remontarían al siglo IX antes de Cristo, unos tiempos próximos a aquellos en que una mujer fenicia, Dido, había fundado Cartago.
Nos llamó poderosamente la atención que en el templo de El Carambolo el altar reproducía la forma de una piel de toro desplegada… ¡Lo mismo que había hecho Dido cuando fundó Cartago, hicieron los fenicios que construyeron este santuario a su diosa Astarté…!
Parece que la causa que motivó que los fenicios alzaran su templo tan cerca de lo que hoy es Sevilla es que en aquellos tiempos estos parajes estaban próximos al Atlántico, que en los comienzos del primer milenio antes de Cristo llegaba, al menos, hasta la cercana Coria del Río. Dicen los arqueólogos que por estos lugares tenía el Guadalquivir su desembocadura.
Por cierto, el Guadalquivir (nombre árabe, Wadi el-Kebir, el Río Grande), antes había sido conocido como Betis por los romanos, y antes aún, en los albores de la historia de Andalucía, su nombre habría sido, según recogieron los propios geógrafos latinos, río Tartessos.
Amig@s, si os atrae la novela histórica, no dudéis en leer la novela que acaba de publicar nuestra amiga Isabel… Estoy seguro de que disfrutaréis con ella.
-Antiqva –me dijo Isabel-, se que te encantan los gatos, ¿podrías mandarme una fotografía de alguno de ellos para ilustrar una entrada que voy a publicar en “Mujeres de Roma…”
Ante esa petición, Antiqva envió a Isabel Barceló por e-mail varias imágenes de uno de los gatos asilvestrados que frecuentan su casa. Se decidió por el más sociable y delicado de ellos, un gato blanco, hijo de la gata Natacha. Se trata de un animal encantador, que ocupa un puesto claramente subalterno en el orden jerárquico de la tropa gatuna que nos visita. Quizás por eso sea tan dulce…
-Amigo -me contestó ella-, me han encantado las imágenes. Dime como se llama el animal, para hacerlo constar en el pie de foto.
La respuesta de Antiqva fue que el gato no pertenecía a nadie… Vivía salvaje entre los árboles y ni siquiera tenía nombre. Se llamaba, simplemente, “gato”. Fue entonces cuando Isabel propuso que se llamara Jano.
Así fue como Jano, una fiera bellísima, fue amadrinado por Isabel Barceló, cuyo blog “Mujeres de Roma” recomendamos a todos aquellos que lean estas palabras. Algunos meses antes había sucedido algo similar con nuestra amiga Natacha, cuyo blog much@s, sin duda, conocéis. La gata Natacha, madre de Jano, debe su nombre a una petición similar de nuestra entrañable amiga. Cuando Natacha vio una imagen “preñadísima” de la gata, tendida en el suelo, nos pidió que pusiéramos su nombre a uno de los gatitos…
-¿Cómo a algún gatito –respondió Antiqva-, se lo pondremos a la madre, que todavía, a estas alturas, está sin bautizar…
¡Ah, a veces se producen bellísimas interacciones entre los mundos real y virtual…!
Sucede ahora que Jano, últimamente, está loco de contento. El motivo es que Antiqva le ha contado que Isabel, la mujer a la que debe su nombre, ha publicado una novela titulada “Dido, reina de Cartago”. El animal, que es más listo que el hambre, no puede ocultar su satisfacción. María, cuando lo ve, tan avispado, suele decir que es una pena que no hayamos podido “darle estudios”… Seguro que hubiera sido capaz de sacar, al menos, una carrera de grado medio…
Amig@s, Antiqva está leyendo ahora “Dido, reina de Cartago”. La atracción que uno siente por la Historia y la simpatía hacía la autora hacen que estemos disfrutando inmensamente de la lectura. Además, hace pocos meses, tuvimos oportunidad de visitar las ruinas de Cartago, en las inmediaciones de la actual ciudad de Túnez, de modo que conocemos algunos de los lugares que Isabel cita en la novela.
Finalmente, enlaza con estas cosas, por una feliz coincidencia, que en estos meses se puede visitar en el Museo Arqueológico de Sevilla una magna exposición que lleva por título: “El Carambolo, 50 años de un tesoro”, cuyo contenido nos conduce al apasionante mundo de Tartessos y los fenicios. Estos días pasados hemos viajado a Sevilla para admirar esta muestra, que incluye las piezas originales del tesoro, de oro puro, que habitualmente están protegidas en una cámara acorazada.
Hasta fechas recientes, se había pensado que El Carambolo, yacimiento situado en el término municipal de Camas, cerca de Sevilla, había sido el palacete de alguno de los reyes de Tartessos. Hoy, los arqueólogos nos dicen que se trataba, realmente, de un templo alzado por los fenicios y consagrado al culto a su diosa Astarté. Los primeros momentos de ese templo se remontarían al siglo IX antes de Cristo, unos tiempos próximos a aquellos en que una mujer fenicia, Dido, había fundado Cartago.
Nos llamó poderosamente la atención que en el templo de El Carambolo el altar reproducía la forma de una piel de toro desplegada… ¡Lo mismo que había hecho Dido cuando fundó Cartago, hicieron los fenicios que construyeron este santuario a su diosa Astarté…!
Parece que la causa que motivó que los fenicios alzaran su templo tan cerca de lo que hoy es Sevilla es que en aquellos tiempos estos parajes estaban próximos al Atlántico, que en los comienzos del primer milenio antes de Cristo llegaba, al menos, hasta la cercana Coria del Río. Dicen los arqueólogos que por estos lugares tenía el Guadalquivir su desembocadura.
Por cierto, el Guadalquivir (nombre árabe, Wadi el-Kebir, el Río Grande), antes había sido conocido como Betis por los romanos, y antes aún, en los albores de la historia de Andalucía, su nombre habría sido, según recogieron los propios geógrafos latinos, río Tartessos.
Amig@s, si os atrae la novela histórica, no dudéis en leer la novela que acaba de publicar nuestra amiga Isabel… Estoy seguro de que disfrutaréis con ella.
Qué entrada más maravillosa, el libro recién publicado de Isabel, y al que le deseo mucha suerte,la historia de los gatos y la frase genial de María de si le hubiérais dado estudios,en fin estas cosas que hacen que la vida sea maravillosa, y además así de bien contadas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta esta entrada tuya, querido amigo. Las coincidencias entre la publicación del libro, tu viaje a Cartago y la exposición del Carambolo... Bueno, es que no se puede pedir más. Me alegra que te esté gustando la novela, me hace feliz, muy feliz. Y estoy segura de que nuestro Jano (mi Janito) no necesita otra universidad que la de la vida... Un abrazo muy fuerte y gracias, querido amigo.
ResponderEliminarEs una bellisima entrada y la reseña de la novela esta buenisima, ya me entro deseos de leerla, espero que pronto este a la venta por aqui, querido Antiqva va un saludo afectuoso para ti, y mucha bendicion
ResponderEliminarBesitos
Una entrada entrañable!,he visitado en alguna ocasión el blog Mujeres de Roma,su autora es una mujer muy preparada con un etilo elegante y muy ameno de seguir.
ResponderEliminarEn cuanto a la fotografía es hermosaaaaaa,y esas coincidencias querido amigo como nos llaman la atención.Cartago y la exposición del Carambolo....Las cigarreras de Sevilla jajaja....Carmen un hilo nos une...
Un abrazo.
Hombre, hablando de reventar de conocimientos... ¡mira quien fue a hablar! jajajaja
ResponderEliminarsiejjjqueeee!!!
Supongo que cada uno sabe de lo que le atañe más de cerca no? Yo al norte y tú más al Sur. Me encantan tus entradas históricas amigo Antiqva.
Me encanta esa historia de la romántica Dido, la cartaginesa que prefirió morir en la hoguera antes de ceder ante Yarbas.
Un abrazo.
Mi querido Antiqva, me fascina todo lo que cuentas, como si la novela, los gatos, María y tú mismo estuviésies tejiendo una especie de fino tejido en el que todo se desenvuelve.
ResponderEliminarCartago... recuerdo azul en la memoria del alma, junto a un mar suave y dorado perfilando ya sus ruinas...
El Carambolo... tan cerquita de mi que casi lo puedo tocar...
En fin, que desvarío... jajaja¡¡¡¡
Besos dobles, a mi amigo y compañía (que me hizo reír a cerca de darle estudios al gato).
:-))))
Pues me fascina la historia y en la primera oportunidad que tenga me hago con el libro, más aún si trata de Cartago y de estas tierras del Sur. Será un placer leerlo.
ResponderEliminarUna vez tuve un gato igual que Juno, aunque no estaba, como él, asalvajado, sino que era muy manso. En mi casa había siempre muchos gatos y todos tenían un nombre. Este se llamafa Sofío.
Un abrazo
He visto el libro y no me he resistido a comentar. Hace unos 3 años representé una obra de teatro con mi grupo. Contaba la historia de esta mujer, la obra se llamaba Infelix Dido.
ResponderEliminarTenía que comentar, como comprenderás!
En la recién entrevista de radio que le hicieron a Isabel, contó de la historia. A la vez que tú ya me habías adelantado algo.
ResponderEliminarCon Isabel siempre hay hermosas historias que nos ligan.
El libro de ella es maravilloso.
Abrazos.
Sin duda,tendré que hacer un hueco en mis lecturas para leer este apetecible libro,que tú, con tus comentarios e introducciones a la historia,nos lo haces más apetecible si cabe.
ResponderEliminarEn ocasiones, todo parece confabularse para abrirnos caminos,¿verdad?
Besos,amigo mío.