Habló entonces Atum: “A los dioses los creé de mi sudor,
pero los hombres provienen de las lágrimas de mi ojo…”
Libro egipcio de los Dos Caminos al mas allá
Textos de los Sarcófagos
Uno de aquellos días sucedió que Senptah llegó a Menfis a la hora del mediodía. Estaba cansado tras haber realizado un viaje y se acostó en el jardín buscando la dulce sombra de un sicomoro.
Fue entonces, en el momento en que el sol alcanzaba su cenit, cuando su mente vagaba por el mundo de los sueños, cuando sintió que Imhotep, el gran dios, hijo de Ptah, tomaba posesión de su cuerpo. Pudo así Senptah escuchar como la Majestad de este noble dios, de mismo modo en que un padre se dirige a su hijo, le hablaba a través de su propia boca. Le dijo:
-Mírame, obsérvame, Senptah, amado por Ptah, mi padre… Quiero que me escuches, hijo mío, soy Imhotep, tu padre. Me has pedido un hijo varón y yo he accedido a concederte eso que tu corazón desea. Yo te daré un hijo varón y toda la tierra que ilumina el Ojo de Ra se sentirá feliz. Tu mandíbula reirá plena de gozo. La mandíbula de Taimhotep, tu esposa, te acompañará en la risa. Debes saber que mi rostro lleva fijándose en ti desde hace muchos años. Mi corazón te pertenece y tú me perteneces a mí.
-Antes -prosiguió el dios-, debes escucharme. Quiero pedirte algo. Es mi deseo que te ocupes de que se haga un gran trabajo de embellecimiento en mi Sala Santa de Aneck-Taui, en el lugar de Menfis en el que reposa mi cuerpo momificado de hombre. Si cumples mi deseo, yo te recompensaré con un hijo varón.
-Quiero que tú hagas todo lo que está en mi corazón, pues sé que tú eres mi hijo y mi protector. Acércate, Senptah, siento que yo estoy contigo. Yo soy tu padre. Yo soy tu guía. Te pido que hagas que mi Sala Santa retorne a su esplendor de otros tiempos pasados. Es mi deseo que sea embellecida. Ocúpate de que todo vuelva a brillar del mismo modo en que reluce en el cielo la luz de Amón-Ra.
Cuando Imhotep hubo hablado, Senptah se despertó. Abrió los ojos y se postró de rodillas para adorar a este dios venerable. Esa misma tarde informó de la visión que había tenido a los Profetas del templo de Ptah, a los Jefes de los Secretos, a los Libadores Divinos y a los artesanos de la Casa del Oro. A estos, les ordenó que hicieran un trabajo excelente en la Sala Santa. Todo lo que Senptah ordenó fue realizado. Todo se hizo del modo en que Imhotep había deseado.
Ordenó luego Senptah que se realizara una ceremonia funeraria de Apertura de la Boca para Imhotep y se ocupó de que se llevara a cabo una gran ofrenda de todas las cosas buenas para este dios venerable. Después, alegró los corazones de todos los artesanos que habían trabajado otorgándoles cosas gratas a sus necesidades y sus sentidos. Feliz por todo ello Imhotep concedió que Taimhotep quedase encinta de un hijo varón...
Esta es la primera parte de un nuevo Cuento Egipcio que tengo previsto que ocupe tres entradas y que ire publicando en estos próximos días...
ResponderEliminarEn este relato nos acercaremos a la figura de Imhotep, el hombre que llegó a ser dios, y como tantas otras veces hablaremos de los Misterios de la vida y la muerte en las creencias de los egipcios de los tiempos de los faraones.
En la tercera entrada indicaré las fuentes históricas en las que se basa el cuento. Digamos, de momento, que los personajes existieron realmente...
Siiii, alégrame ANTIQVA con tus palabras bajo el sicomoro.
ResponderEliminar!Ya tardabas y me impacientaba! No reía ni me abanicaba ni comía higos o granadas frutíferas y cuando me solazaba con mi esposo, éste notaba mi inquietud bajo los párpados perfilados de cold. Porque como Senptah, aguardaba los mandatos que susurró, venidos del andar errante del escarabajo irisado o de la vuelta celeste, aquel Imhotep, cirujano, visir, hacedor de las piedras que se levantaron, escalonadas, mirando donde Ra asoma para honrar al hijo de Horus, Dyeser Zóser.
Su voz en mi sueño, a través de tí, suena al sistro, a arpa, a chirimia y a címbalo.
Ornada la cámara del predilecto, cumplida tu promesa, goza y engendra a un niñito con tu amada compañera Taimhotep, que Aquel hijo de Amón-Ra, hacedor de maravillas, no ha de faltar a su palabra.
Espero ANTIQVA esta verídica história en las gentes, pero inventada por tu soñador pensamiento que se mece, inspirado por la brisa a orillas del Nilo.
Te saludo amigo, "del árbol de la sabiduria pende el fruto del silencio", que mi saludo sea un beso sin voces, a la espera de las calladas palabras escritas sin ruidos.
El gran Imutes, un tipo listo e inteligente, tenebrosa combinación si se sabe usar. YO puedo ser inteligente pero soy más tonta que un nabo... o ingenua.
ResponderEliminarEstoy lista!!! Espero.... tic, tac, tic, tac...
Amiga Natalia
ResponderEliminarVeo que te has dado cuenta de que se trata de algo de lo que ya publique un anticipo hace algun tiempo... Uno de esos digamos Cuento Inconcluso... La verdad es que tardé un poco de terminarlo, pero ya está "en prensa"...
Espero estar a la altura de esas expectativas que tan bellamente has plasmado en tu comentario...
Un abrazo, amiga
Amiga Verónica
ResponderEliminarEfectivamente, nos "traemos entre manos" al sabio Imhotep (o Imutes), en el que reposan los inicios de la Medicina Occidental, entre otras cosas... Algo de tenebroso relucirá en el cuento, seguro que si, amiga...
Acerca de lo que luego dices, no lo tomo en serio en absoluto, ya que me consta tu especialisima lucidez... Eso si, desde que te codeas con la crema de "Marbiella", como que te veo algo cambiada...
Je,je,je...
Un abrazo, querida amiga
Estos cuentos basados en historias reales me transportan a un mundo en donde todo tiene credibilidad, porque sabemos que los personajes y los escenerarios realmente existieron y me hacen partícipe de sus misterios y sus creencias.
ResponderEliminarEsta primera entrega me deja con el deseo de visualizar ya a ese hijo en el mundo.
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJejeje,
ResponderEliminarno te fíes no, dulce hijo del Nilo, porque las helénicas palabras se inventaron para confundir a los mortales, y los hijos de Ra se tenían por dilectos ingenuos. Por Osiris, ni nabos ni cebollas ni "satsiki" ni tomates rellenos ni musakas ni queso feta, te hagan ensalivar ante las pérfidas elucubraciones de los griegos y, si son griegas, ayyy, dioses, peor, sobretodo si se codean con la creme de la "Marbiella".
!Saaalve! helénica, va de buen rollito o "cannoli" siciliano, va en plan sibarita del paladar a la espera del sabroso relato con misterio que el amigo ANTIQVA nos brinde (menudo personaje el Imhotep o Imutes). Sabes, oh helénica, que estamos a partir un piñón lo romano y lo griego !carne y uña! ¿nooo? Gotas de Marcial, de Ovidio, de Juvenal...en coña.
Tú tranqui ANTIQVA.
Bsitos gastronónimos y golosos para los dos !ave Ra!
Qué bueno pinta este relato...
ResponderEliminarUna pregunta... el fruto del sicomoro es comestible...? se ve tentador... hay uno hermoso con sus hojas enormes cerca de mi casa...
Es un árbol extraño...
Misterios eternos, pues aún no ha existido nadie capaz de desentrañarlos.
ResponderEliminarAunque tan solo dejarse engullir por su lectura,perdiéndose en las alas de la imaginación,ya es todo un placer.
Como un aproximarse levemente a esa cultura mágica, de la cual tú haces arte en tus escritos-cuentos.
Me pondré al día de a poquito,cuando tenga huecos
Beso grande.
“A los dioses los creé de mi sudor,
ResponderEliminarpero los hombres provienen de las lágrimas de mi ojo…”
Me ha encantado.
Besicos.
Hola amigo.
ResponderEliminarEspero la próxima entrega,por lo pronto me encanta la palabra sicomoro....Que curioso...
Imhotep una figura muy interesante médico, astrónomo, y arquitecto muchos conocimientos estrategicos para un hombre de su época.
Un abrazo.
Que bueno que retomaste el cuento que nos adelantaste hace unas semanas atras, me gusta la idea de favorecer a los dioses de la misma manera que ellos lo hacen con nosotros, eso se estilaba en ese tiempo, y creo que la gente era mas creyente y mas feliz apegada a sus creencias....
ResponderEliminarBlogger está loco amigo!!!!
ResponderEliminarEs mi cuarto intento de publicar un comentario ;)
Te decía en los otros que se han perdido en algún agujero negro del universo bloggeriano, que:
Me ha encantado el inicio: es una magnífica puerta de entrada hacia los sueños, ensoñaciones y realidades de los hombres en comunión con los dioses..
besos miles!!!
(con estos ya son cuatro 'miles' ;)
Amiga Verdial
ResponderEliminarEn efecto, lo que se narra en el cuento se basa en algo que realmente paso, y los adornos ambientales tambien son propios de las creemcias de los antiguos egipcios... En fin, que todo sucedio o al menos pudo suceder...
Un abrazo
Amiga Natalia
ResponderEliminarMe consta que esta helenica emiga es una bellisima "gente", aunque algo maleada por esas influencias marbiellies...
Recibe un abrazo, amiga, ya mismo prosigo con la narracion...
Amiga Reina
ResponderEliminarCreo que el sicomoro es "familia" de las higueras, y su fruto es comestible aunque no debe ser muy exquisito. No debe tener la dulzura de los higos tradicionales.
En el antiguo Egipto los sicomoros se plantaban en los huertos funerarios y eran un simbolo del paso al mas alla. Los ataudes se solian fabricar con madera de sicomoro.
Un abrazo, amiga Reina
Amiga Marinel
ResponderEliminarLa verdad es que en estos tiempos los Misterios Egipcios nos quedan demasiado lejos... Se puede intuir algo pero en los detalles creo que nunca los conoceremos...
Un abrazo, amiga
Amiga Sara
ResponderEliminarEsa frase se inserta en los denominados Textos de los Sarcofagos, de los tiempos del Reino Medio egipcio...
Pronto entenderas su significado en el cuento...
Un abrazo
Amiga America
ResponderEliminarSolo excepcionalmente los egipcios divinizaron a un hombre "normal"... Eso es lo que sucedio con nuestro amigo, Imhotep, claro que tuvo que ser un hombre excepcional, por el recuerdo que de el se ha conservado.
Un abrazo
Amiga Janeth
ResponderEliminarEn el mundo antiguo habia una relacion estrecha entre los dioses y los hombres... No era extraño en Egipto que un dios se manifestara y solicitara algo...
Eran otras creencias muy distintas a las nuestras.
Un abrazo, Janeth
Amiga Isis
ResponderEliminarA mi me pasa tambien... No se el motivo, pero cuesta dejar comentarios. Al menos en un 50 % de los casos, el sistema falla...
Bueno, en este caso sirvio para recibir 4.000 besos, que no es mala cosa...
Je,je,je
Un abrazo, Isis
Si me aseguraras que el Sueño de Senptah fue escrito hace miles de años, en Egipto, lo creería con toda confianza.
ResponderEliminarLos detalles y cuidadas formas de tu Cuento, nos llevan cómodos y confortables a ese escenario...y te seguimos Querido Amigo!
Un fuerte Abrazo!
Amiga Susana
ResponderEliminarTe agradezco mucho tus palabras. Uno, en los Cuentos Egipcios, intenta escribirlos de modo similar a como ellos lo hubieran hecho... Me consta que no resultan a veces facilmente entendibles, por las palabras que utilizo, pero intento ser fiel en la medida de lo posible a la forma en que aquellas gentes pensaban.
Un abrazo, Amiga