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sábado, 23 de octubre de 2010

CRISTALINA Y LOS MAGNETISMOS

Imagen: Antiqva





La doctora Desiré y las propiedades del “hibiscus”


Para que la señora C. pudiera sentir que su alma se había integrado en el cuerpo de la mulata Cristalina Expósito, la manceba de la huerta de las Tinajas, y pudiera luego salir de él, había tenido que producirse una insólita conjunción de dos sucesos sorprendentes. De un lado, dicen que cierta estrella de cinco puntas, harta de sufrir las bondades celestes, habría decidido materializarse adoptando la forma de un bello “hibiscus”, esa flor que muchos, erróneamente, confunden con la amapola y que hoy sabemos que es uno de los ingredientes principales de los licores de hierbas que se elaboran en ciertos países de América; de otro lado, la doctora Desiré Quinn, experta en el estudio cerebral de las gentes, había llegado a la conclusión, unos días antes, de que la señora C. tendría que ser sometida a un estudio de Resonancia Magnética Nuclear –RMN- que permitiría aclarar el origen de los mareos que la mujer venía padeciendo en los últimos meses. No sabía la doctora Quinn que la señora C. sufría ataques de pánico ante los espacios cerrados, de modo que envuelta en la angustia la mujer, despavorida, no dudaba en subir andando las escaleras de un edificio de ocho plantas antes que permitir que su cuerpo penetrara en el siniestro espacio de un sencillo ascensor. La señora C., que odiaba los trenes, los autobuses e incluso los agobiantes cuartos de baño de los restaurantes, no tenía entonces la más mínima idea de lo que pudiera ser esa “experiencia médica” a la que la doctora se había referido aplicando la denominación de “prueba RMN”.

-¿Es doloroso…? –había preguntado la señora C.

-No, no, en absoluto –había respondido la doctora-, no debe preocuparse de nada… Es una prueba indolora…



Asclepíades y las pompas de jabón


La señora C. había sido forzada por su familia a acudir a la consulta de la doctora Quinn. La mujer, de edad mediana y bella mirada, venía sufriendo en los últimos meses molestas sensaciones de mareo. Desde siempre había padecido de migrañas pero últimamente los dolores eran cada vez más frecuentes y además se mareaba. A veces, cuando su mente se perdía en las nubes, la señora C. se sentía confusa y balbuceaba palabras inconexas. Desiré Quinn, doctora en Ciencias Neurológicas, le hizo saber que tendría que someterse a un estudio de Resonancia Magnética Nuclear que permitiera aclarar el estado de su cerebro. La mujer, que no sabía en que consistía la prueba, sólo sintió, mientras la doctora hablaba, algunos temblores leves pero su esposo, que era consciente de que ella sufría ataques de pánico cuando se veía en un espacio cerrado, se sintió preocupado.

El día de la prueba, cuando la mujer se tumbó en la camilla, sintió que extraños escalofríos recorrían sus venas. Se mordió los labios y estremecida de miedo cerró los ojos. A los pocos minutos, la máquina que habría de explorar su cerebro se había puesto en marcha. Su cabeza estaba ahora inmersa en las profundidades de un extraño artilugio que, siniestramente, le recordaba la cuba de una lavadora doméstica.

-¡No quiero pensar –se dijo la mujer, aterrorizada-, no quiero pensar!

La voz de la enfermera hizo que la sensación de pánico que se estaba apoderando de su mente se multiplicara por mil…

-Señora, ya sabe usted, debe estar totalmente inmóvil durante los veinte minutos que tardaremos en realizar la prueba… Cuando yo le diga debe incluso dejar de respirar… Por favor, no se mueva… Si lo hace, tendríamos que repetirlo todo…

La señora C., arropada en fríos sudores, sintió que su mente se desvanecía. Cuando la lucidez retornó a su cuerpo, la mujer, de súbito, tomó conciencia de que estaba flotando a la altura del techo de la sala. Su cuerpo, sobre la camilla, seguía siendo explorado por la máquina, pero ella ya no estaba allí. Sintió que el pánico agarrotaba sus miembros y quiso chillar pero no pudo. Le resultaba imposible. Su cuerpo no tenía voz.

Fue entonces cuando, en un rápido movimiento inconsciente, la mujer sintió que abandonaba la sala y flotando como una pompa de jabón recorría los pasillos de la clínica. Paulatinamente, a medida que se alejaba de la sala de la prueba, podía comprobar que se sentía más relajada, más feliz, incluso no pudo evitar sonreír cuando reparó en que tres enfermeras, en el pasillo, estaban hablando de los efectos que según antiquísimos estudios tendría la ingesta de vino en la salud de las personas.

-Pues si –decía una de las enfermeras- según recogió Apuleyo en su “Flórida”, Asclepíades fue el primero que descubrió que el vino constituye un eficaz remedio para sanar a los enfermos, si bien, desde luego, se debe administrar con la necesaria prudencia y en el momento oportuno…

-¡Qué cosas –pensó la señora C.-, unas enfermeras que debaten cuestiones de filosofía…

A medida que “volaba” por el pasillo, alejándose de las mujeres, la señora C. se dio cuenta de que la irrealidad más absoluta lo estaba envolviendo todo. Sintió, de súbito, que se sucedían rapidísimos anocheces y amaneceres y fue entonces cuando tomó conciencia de que su mente ya no estaba en su cuerpo sino que se había alojado en el de otra persona desconocida...

9 comentarios:

  1. Amig@s, proximamente publicaremos la segunda y ultima parte de este cuento...

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  2. "Hibiscus" preciosa, con esa lengua clara en los pétalos, entró a través de la mulata en el cuerpo y mente de la señora C. Los poderes de las flores, setas, hierbas, raíces...vienen de muy lejos, desde Mesopotamia, Egipto, Grécia, Roma, la cultura celta, íbera, cruzando océanos desde las américas de norte a sur.

    La señora C padecía de agorofóbia, padecía un mal que las máquinas van a identificar a su manera, fríamente, lejos, ignorantes de sutiles conocimientos. !Sienta bien el vino! y la dieta mediterránea, lo decía la medicina clásica, ahora lo dicen,cen en ello.
    Sienta bien adentrarse en esos mundo misteriosos, verdaderos e ignotos que nos desvelas ANTIQUA.
    Flotando desde arriba veo el mundo como desde dentro de una pompa de jabón, no vilumbro el túnel ni la luz, desde arriba.
    Besitoos, me fascinas, te sigo, amigo.

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  3. Y no fue doloroso, cierto...

    Flotó mientras escudriñaba y se sentía viva. Buena forma de transmutarse.

    ¿Dónde dices que ocuurió?

    Un abrazo.

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  4. y quién quedó en el lugar de la falsa C.? o la verdadera C? se develará en el próximo capítulo?o última parte? creo que me estoy desprendiendo de mí, luego te cuento...
    qué relato tan "loco",tan loco como ciertos escribas...
    ah! y eso no es un hibiscus...aquí, es una petunia.
    besos*

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  5. ¿Se enfrentarán las viejas creencias con la ciencia? ¿Se complementarán?

    De tu mano, nos adentramos en una historia muy prometedora. Hoy dejamos a la señora C, disfrutando de un paseo muy singular!

    Por supuesto, te seguimos Querido Amigo!

    Besos, Abrazos y un buen fin de semana para Vos!

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  6. Antiqva,qué maravilla de cuento!
    Me encanta y ya deseo saber cómo sigue esa mujer pompa dentro de la mente de otro ser...
    Ufff,de verdad que me ha parecido interesantísimo y como tú lo escribes,más aún.
    Oye por favor,ya que entre semana voy más que liada y sólo puedo meterme a las tantas de la noche un poquito...
    Avísame cuando lo publiques,¿sí?
    Así vengo directa como el rayo!
    Gracias amigo.
    Un beso grande.

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  7. Como entiendo a la señora C.
    Yo también tengo claustrofobia y entiendo su terror y sus ataques de pánico.

    Un abrazo, amigo Antiqva.

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  8. Qué bueno que la señora C. encontró la forma de escapar de su cuerpo y volar como pompa de jabón...
    Me gustaría poder hacer eso... ;)
    Ahora resta saber cómo se siente en el cuerpo de Cristalina Expósito y si se quedará allí o regresará alguna vez...

    Esperemos a la segunda parte.... interesante relato y me gustó mucho el planteo inicial...
    Un beso

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  9. Ya me parecia que venia una segunda parte, me encanto; es un relato unico como tu mi amigo, el panico y la claustrofobia son enfermedades terribles, la pobre señora C no tuvo mas remedio que salir de su cuerpo y flotar cual pompa de jabon a modo de auto defensa...

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Gracias, siempre, por tus palabras...