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lunes, 23 de enero de 2012
Juegos gladiatorios
El tiempo fue transcurriendo y llegó el día en que habrían de celebrarse los juegos gladiatorios que la munificencia del flamen Lucio Junio Paulino había brindado a los habitantes de la Colonia Patricia. Todos los patricienses, rebosantes de júbilo, iban a tener nueva ocasión de exhibir públicamente el ansia de sangre que impregnaba sus espíritus.
En unos primeros momentos, varios desgraciados que habían sido condenados a muerte por haber cometido delitos comunes fueron masacrados por fieras a las que durante varios días nadie había alimentado. Un hombre gordo, auxiliado por un mastín, hubo de enfrentarse a un oso. Al momento, un zarpazo brutal hizo que se derrumbara. Sus restos, cubiertos de sangre, se desparramaron por la arena, para delirio del hambriento oso y de los espectadores. Después, un negro cuya espalda desnuda presentaba las heridas producidas por cientos de latigazos y al que habían armado con un puñal hubo de vérselas con un león que en pocos momentos lo había despedazado. Los hombres y las mujeres gritaban enloquecidos. Se decía que el negro había abusado carnalmente de una matrona y ahora había pagado su crimen con el sufrimiento y la muerte. El público estaban alcanzado el éxtasis del delirio viendo como aquellos miserables morían.
Al poco, dio comienzo el plato fuerte de la jornada. Seis parejas de gladiadores iban a medir sus fuerzas, en la certeza de que la mitad de ellos morirían degollados. Actius, mirmilón, cubría su cabeza con un casco de bordes amplios que estaba dotado de una cresta que simulaba el aspecto de un pez. Su brazo derecho y su pierna izquierda estaban protegidos con mallas de hierro. Sus armas eran las propias de los legionarios: una espada corta y recta y un escudo rectangular curvado.
Su oponente era un reciario, que utilizaba como armas una tupida red de malla, un tridente de hierro y un afilado puñal que portaba en su cinturón. Era un hombre fornido, nacido en Germania. Lucio Junio Paulino deseaba que este hombretón, que había sido seleccionado por su gran fuerza y rapidez de movimientos, fuera capaz de matar al hombre que había seducido a su hija.
Sin embargo, a medida que los hombres luchaban, los espectadores fueron conscientes de que Actius, vencedor en seis ocasiones anteriores, estaba llevando la mejor parte en el combate. Ante su astucia y rapidez en el ataque, el germano se había visto obligado una y otra vez a retroceder. En una de las embestidas del mirmilón, este, como distraído por algo, resbaló ligeramente en la arena y el reciario aprovechó el momento para lanzar la red a su cabeza. A duras penas, Actius pudo esquivarla con un agilísimo movimiento. Su oponente, entonces, arrastrando tras de si la malla se vio obligado a emprender la huida.
NOTAS
-La espada corta y recta con la que lucha el mirmilón Actius se llamaba “gladius”, de donde proviene la palabra gladiador.
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Muy buena la foto de Natalí y tu relato que me deja un regusto amargo, por lo que implica esta lucha a muerte. Me alegro de que Actius se haya salvado de la red.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué termine bien, qué termine bien! (Pulgares arriba)
ResponderEliminarUn beso,
cuánta sangre! las imágenes de tu relato son poderosas, van más allá de la foto.
ResponderEliminary seguimos!
abrazo*
Ave! Felicitaciones por el relato! Es una mirada poco frecuente a las pasiones e historias escondidas, tras el cruento espectáculo. Esta jornada no parece haber terminado...la huída del oponente nos dice que quizás esta historia continúe. Felicitaciones también para nuestra Querida Natalí, una foto muy inquietante!
ResponderEliminarBesos para los dos!
Me imagino que en esos tiempos la moda de la sangre y la muerte imperaba en las personas y para ellos era una verdadera fiesta...amigo eso es terriblemente angustiante que la barbarie fuera a estar de moda....
ResponderEliminarSin embargo Actius parece tener la providencia de su lado para esperanza nuestra.....
Uff!, comidos por fieras, sangre de gladiadores...
ResponderEliminary a dónde huye, si en un circo romano no hay huida.
Está demasiado bien narrado, como una película, no puedo con ello, no me gustan las luchas...
me quedo con el mundo heleno de las letras y los misterios d elos egipcios.
Vaya fotos!!
ResponderEliminarVisto así y leido queda como lo que es, historia y de la buena.
Un saludo.... digo, Ave!
Justo por esa crueldad fue por lo que decidí no nacer en esa época, soy incapaz de ver las películas de gladiadores y vas tú y me la relatas..., pero soy valiente y seguiré en el anfiteatro solo por ver vencer a Actius.
ResponderEliminarBesitos.
Agradecida amigo Antiqva por poner mi foto captada en Tàrraco Viva. Un placer participar en esta historia apasionante, ni que sea indirectamente.
ResponderEliminarAcuérdate oh Némesis que en los combates la sangre no se derramaba a destajo, existía la posibilidad de salir con vida y se demostraba valor !acuérdate! y que impere la vida sobre las Parcas.
Besitos llenos de curiosidad.
Esos se van a dar de verdad? jajaja
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
woww..cuantas atrocidades!!..como la gente podía presenciar todo eso..en fin.. en cuanto a Actius yo espero que salga bien de todo esto.
ResponderEliminarBesos.
Me engancha este relato,debe ser la forma en como la cuentas...
ResponderEliminarMe estoy imaginando esa lucha...
Bien es verdad en que la fotografía te pone en escena,enhorabuena a los dos, a ti y a tu amiga Natalia¡¡está genial...!!
Un abrazo.
Me remontaste a una antigua película de gladiadores pero has ido más alla, como siempre, puedes imaginar ese tiempo y a esos hombres y el ansia por la sangre como si una máquina del tiempo te hubiese colocado allí.
ResponderEliminarQuizás no hemos cambiado tanto, quizás no.
Impresionante entrada.
Un abrazo.
¡Me encanta como escribes! y las fotografias buenisimas. Bien amigo nos vemos en F.C.
ResponderEliminarUn abrazo
Pero... y Junia???, dónde anda, ¿está sentada entre los patricios???, seguramente esperando a que finalice el "espectáculo", que de momento va bien para su amado, pero no hay que bajar la guardia, no sea que en un despiste le roce alguna espada, o le tiren arena a los ojos, o qué sé yo... le ciegue la sangre que le mana de la cabeza o....ay, que me pongo muy dramática :)
ResponderEliminarAbrazos, Antiqva, y gracias por los tuyos¡
Ío
Es un placer ver tus hermosas fotografías y seguir aprendiendo con las historias que nos narras.
ResponderEliminarAbrazos fuertes.
Caray,me parece estar ahí,en el foso rodeada de sangre y restos humanos mientras escucho el rugir enfervorecido de las gentes...
ResponderEliminarTendría que librarse y ganar,así que le den al malvado Lucio Junio,hombre!
:)
Besos.
Que magnificamente lo narras Antiqva, me he sentido oso, león, público y gladiador... y me quedé con ganas de leer más.
ResponderEliminarUn abrazo
La verdad es que no me gustan las luchas de ningún tipo... pero la historia está interesante...
ResponderEliminarTodo sea por el amor de Junia... :)
Y me gustan las explicaciones posteriores... por lo menos me desasno... jaja
Un buen recorrido por la historia, que gran trabajo el que haces.
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