Antecedentes históricos
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Terminada la publicación del cuento, para su mejor comprensión, puede resultar interesante profundizar en el turbulento ambiente histórico en que se enmarca. Sigamos al egiptólogo Etienne Drioton:
“A la muerte de Amenofis I, acaecida en 1530 a.C. tras un reinado de 28 años, el Imperio Egipcio se extendía desde Tombas, en la Alta Nubia, hasta el Eúfrates. Tutmosis I y Tutmosis II mantuvieron esta primacía mediante expediciones que ellos mismos dirigieron para conjurar las tentativas de rebelión que amenazaban con esporádicos estallidos.
Por ese tiempo se originó una querella dinástica que, al debilitar la autoridad real, comprometió la política de prestigio aplicada hasta entonces con tanto éxito en Asia. La legitimidad perfecta exigía en el antiguo Egipto que el faraón reinante fuese de sangre real tanto por parte de madre como de padre. Ya antes Amenofis I no había tenido más que dos hijas; Tutmosis I, hijo de una de sus concubinas, hubo de legitimar su situación casando con una de ellas, la princesa Ahmosis. El mismo caso se había presentado de nuevo con relación a Tutmosis II, que accedió al trono por su matrimonio con la princesa Hatshepsut. Esta, asimismo, no le dio más que dos hijas. No hubiera habido la menor dificultad en resolver por tercera vez el problema de la misma manera si el candidato al trono, el príncipe Tutmosis, hijo de una esposa morganática de Tutmosis II, no hubiese sido tan joven ni su tia y suegra Hatshepsut tan ambiciosa. Pues sucedió que a la muerte de Tutmosis II, en 1505, ésta se hizo con la regencia y, si bien al principio mencionó en las inscripciones, seguido de ella, a su pupilo Tutmosis III, luego lo condenó al silencio más absoluto. Se confirió todos los atributos de faraón y en las ceremonias oficiales llegó a ostentar atavío masculino y a lucir barba postiza. En tal actitud perseveró hasta su muerte en 1483.
Para conservar y afirmar su poder, Hatshepsut se rodeó de una falange de secuaces a los que confió los más altos puestos del Estado. Cabe mencionar entre otros a Senenmut, el genial arquitecto del templo de Deir El Bahari, y Hapuseneb, que fue a la vez visir y sumo sacerdote de Amón-Re. Esta camarilla logró resistir hasta el último extremo al partido antifeminista, que contaba con numerosos adeptos, sobre todo entre los sacerdotes de Amón…
Así, cuando Tutmosis III se hizo con el poder a la muerte de Hatshepsut, proclamó que consideraba el reinado de su tía como una prolongada usurpación y se dio a la tarea de borrar todo vestigio del mismo, destruyendo a martillazos sus inscripciones y borrando su nombre para sustituirlo por el suyo propio…”
Origen divino de Hatshepsut
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Para legitimar su irregular acceso al trono de los faraones, Hatshepsut mandó grabar en su templo funerario de Deir El Bahari unas inscripciones que nos hablan del mito de su origen divino. La reina habría sido engendrada por el dios Amón en su madre, la reina Ahmosis, lo que legitimaba plenamente su acto de usurpación.
Para la elaboración del cuento que hemos presentado, por nuestra parte, hemos manejado, sobre todo, dos antiguos textos:
De un lado, una inscripción retrospectiva que la reina Hatshepsut, que vimos que era hija de Tutmosis I, ordenó grabar en la cara interna del pilono VIII de Karnak. Ese pilono era la puerta por la que entraban en su tiempo al templo las personas que accedían desde el sur. En esa inscripción, la reina legitimaba su acceso al trono al presentar a Tutmosis I en el momento en que la reconoce como rey de Egipto.
De otro lado, hemos manejado las propias inscripciones del templo funerario de Hatshepsut en Deir El Bahari, en el que ya indicamos antes que la reina ordenó grabar unos relieves, acompañados de textos, en los que se nos habla de su supuesto origen divino.
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Fue una reina usurpadora debido a las costumbres machistas egipcias y tuvo mano firme e incluso déspota, porque quería o ambicionaba ser faraón, a pesar de ser mujer.
ResponderEliminarFue grande,aunque excéntrica, pero sigo pensando que la suya fue una actitud que adoptó por creerse con la valía suficiente para ser lo que cualquier hombre.
La veo como una mujer feminista que reivindica lo que cree que son sus derechos de la manera que sabe o se hacía en aquella época y a pesar de los pesares.
Naturalmente ni el feminismo ni el machismo, me gustan.
Pero leyendo su vida,no se puede sino admitir que era algo así lo que sucedió y que era una mujer valiente.
Muy buenas notas, y la foto...me encanta.
Besos.
Amigo: se ha puesto tan interesante, pero a la vez tan lleno de personajes que por momentos hasta les veo cara de personas actuales, con sus labios anchos, gruesos, sus ojos enormes, que me parece que lo mejor es releerlo nuevamente desde el primer capítulo, para tomar una posición y dejartela aquí expresada.
ResponderEliminarAunque ahora, puedo adelantarte que tu talento me supera y me siento empequeñecida ante tanta sabiduría y creatividad en tus letras.
beso
Al margen de la valentía de esa mujer y demostrando su valía y disfrazándose por reinar.
ResponderEliminarMe pregunto ¿Hasta dónde llega el ansia del poder?
"...ésta se hizo con la regencia y, si bien al principio mencionó en las inscripciones, seguido de ella, a su pupilo Tutmosis III, luego lo condenó al silencio más absoluto".
Un abrazo
Aprendiendo como siempre de tus bellos conocimientos!. Te dejo un abrazo!
ResponderEliminarMe parece bien, que por ser mujer no dejase de hacer lo que estaba claro que podía realizar a pesar de no ser un hombre, por poder y ambición imagino...
ResponderEliminarMuchos besos profe, y gracias por esta bella explicación.
Ámigo!!!! después de leer bien la historia completa, no pude menos que colgar aplausos, medallas y besos para ti, con un poco de música ad hoc.
ResponderEliminarOjalá te guste y nos animemos todos a celebrar contigo.
Abrazote desde el otro lado del océano.
La "ventaja" de llegar tan tarde es que se puede leer toda la historia de un tirón. Confío en que haya más, porque me recuerdan mi viaje por allí y me gustan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es curioso como sociedades tan jerarquizadas... contado así no parece tan distinta a las sociedades actuales, seguimos rompiendo cosas a martillazos o bombazos, intrigando y hasta valiéndonos de los dioses.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues con el cuento he aprendido.
ResponderEliminarY sobre todo sigo viendo tu pasión por esa tierra.
Abrazos.
Queda más que claro, que no es la identidad sexual lo que decide los valores éticos de las personas.
ResponderEliminarBesos
Antiqva, esta si....jeje. Esta es la historia que yo ya conocía...
ResponderEliminarEn ese mismo lugar, de camino al templo.... se me estropeó mi termostato vital... nunca más he vuelto a tener calor en mi vida. Siempre tengo frío (bueno, casi siempre) anduvimos el tramo hasta entrar a 56 grados a la sombra... el aire quemaba a nuestro alrededor y fue una caminata que mereció la pena para ver esos símbolos, destrozados a martillazos, como bien dices... aunque era práctica habitual en todos los lugares cuando llegaba nuevo faraón...
He disfrutado de la historia.
Gracias, amigo
Natacha.
Te quedó muy bien el relato. Mejor, si cabe, con los detalles históricos de la entrada.
ResponderEliminarSaludos.