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martes, 27 de enero de 2009

MÁRTIRES, TUMBAS Y NIÑOS

Imagen: Antiqva





A Alfaro, que en uno de sus comentarios me animó
a que recordara estas
cosas



-“Cuidado con esa niña –gritó alguien-, fijaros como corre… Se puede caer…”

-“Pero, ¿que es lo que lleva en las manos…?” –preguntó una de las mujeres.

-“Ay, Señor…” –exclamó María angustiada- “Pero, ¿qué es lo que ha cogido…?”

Aquello sucedió hace muchos años. Un grupo de personas estaba visitando unas excavaciones arqueológicas en Córdoba. Habían contactado con un amigo arqueólogo que les estaba explicando las singularidades del yacimiento. Parece que había aflorado la cimentación y una pequeña parte del alzado de los muros de lo que pudo haber sido, en los tiempos del Bajo Imperio romano, un grandioso edificio que posiblemente tuvo un uso administrativo o palaciego. Era, sin duda, un edificio público.

Mucho tiempo después –les había explicado el arqueólogo- una parte del conjunto habría sido reutilizada como monasterio o basílica cristiana, posiblemente en tiempos visigodos, y todo sugería que ese uso había proseguido cuando los musulmanes llegaron a Córdoba, ya que se había podido identificar una pequeña necrópolis, en el entorno de la basílica, cuyo estudio había atestiguado que allí habían sido enterrados hombres que en los tiempos del Emirato de al-Andalus seguían practicando la religión cristiana. Lo que el grupo estaba contemplando ahora, en suma, era un cementerio mozárabe en el que habrían encontrado reposo los monjes de este pequeño monasterio o basílica, en los tiempos inmediatamente anteriores al esplendor del Califato de Córdoba.

El joven arqueólogo hablaba y hablaba, y los integrantes del grupo, absortos en sus explicaciones, no se habían percatado de que una de las hijas de Antiqva, la más pequeña, que por aquellos tiempos tendría tres o cuatro años, aprovechando que nadie la vigilaba, no había dudado en meterse en uno de los “hoyos” -en una de esas tumbas mozárabes- para rápidamente, en un “abrir y cerrar de ojos”, echar mano de todos los huesos que encontró al alcance de su mano y luego, pegando torpes saltos, abandonar el tan lúgubre “agujero” y salir corriendo por el campo, enloquecida y pegando gritos de satisfacción por el “rico” botín que había obtenido.

Cuando María reparó en que era su hija la que estaba corriendo y gritando por el campo, con las manos “llenas de huesos”, aunque fuese de unos difuntos tan “arqueológicos”, alguno declarado “Santo”, quizás, o muerto en el martirio, emprendió de inmediato su persecución… “Señor, Señor, que asquerosidad…” –gritaba la mujer- “Veo que me coge alguna enfermedad…”

La persecución culminó pronto, una vez que María terminó dando alcance a la angelical criatura, que por entonces reía de manera tan nerviosa –por haber sido sorprendida en su acción- como encantadora.

Antiqva, mientras tanto, balbuceando, pedía disculpas a su amigo arqueólogo.

“No te preocupes, Antiqva, si los huesos tienen más de 1.000 años y están totalmente desinfectados por el tiempo… No te preocupes…”

Pero, para sus adentros, sin duda pensaría: “Pues vaya con la niña, que veo que nos va a destrozar la excavación…”



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12 comentarios:

  1. Ay... los niños, maravillosos locos bajitos....
    Uno no acabaría de contar estas cosas.
    Gracias por compartir este episodio, imagino que yo me hubiese hecho pequeñita, pequeñita... hasta desaparecer si esa niña fuera mía, ja,ja.
    Un beso muy grande de otra "depre".
    Natacha.

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  2. Me he divertido con la historia, Antiqva; gracias.
    Vengo volando de nube en nube, digo, de blog en blog, y he llegado hasta aquí desde el de Inuit, creo.
    Como digo, me ha gustado la historia de la niña con el tesoro de huesos, pero donde me he detenido más ha sido en tus entradas dedicadas a Unamuno.

    Sólo quería dejar constancia de mi visita y decirte que me parece interesante y agradable tu "Imágenes y Palabras".

    Un saludo.

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  3. Yo de pequeña casi me caigo en el foso de los cocodrilos en el zoo de Madrid. Los niños somos muy traviesillos!

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  4. Qué bueno, Antiqva, me imagino a la pequeña con su botín..., qué pena que entonces no hubiera estas cámaras digitales...,
    Ah, y muchas gracias por la dedicatoria, aunque esta debería ir a la protagonista, a tu hija,
    sobre todo gracias por escribir esta pequeña historia familiar.
    Un abrazo.

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  5. ;)

    pues seguro heredó la curiosidad histórica de su padre...

    pero como buena niña, no estuvo con contemplaciones y prefirió el conocimiento empírico jeje...

    un abrazo, amigo...

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  6. Miralo por el lado positivo la niña tiene inquietudes por estos temas, se va interesando por los huesos.. eso es bueno :).

    Besos

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  7. JAJAJA
    Estos chiquitines traviesos y díscolos son la locura (pero de amor) más grande que existe...
    Igual pensó la peque que tenía el tesoro más bonito del mundo y que ella solita lo había rescatado...
    Son tantas cosas las que hacen metidos de lleno en su inocente mundo sin complicaciones que a veces pasamos de la risa al llanto o la vergüenza en cuestión de segundos,jajaja.
    Pero...¿quién no ha sido niñ@?
    Te voy a contar una cosa para que te rías:
    Zoológico de Valencia.Mis padres y yo pequeñita. Un loro feísimo apostado en una jaula mirándome fijamente y yo con mi espontaneidad:¡¡¡Qué loro más feo!!!
    Réplica del loro (aunque parezca mentira)
    ¡¡¡So guarra!!!
    Mis padres se desternillaron durante mucho tiempo por la cara que puse...
    Cosas de niños...
    Besos.

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  8. Son las cosas que hacen los niños que nos hacen reir con su inocencia.
    Aparte del episodio de la escapatoria con los huesos, me ha encantado la lección de historia y arqueología que nos has dado. Ambas cosas me gustan mucho.

    Un abrazo

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  9. Antiqva, lo describes tan bien, que no se imagina, se vive.
    Con los niños... ya se sabe. Descubren lo impensable.

    Un abrazo

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  10. Una entrada entrañable, graciosa y apurada la situación para los padres. Espero que tu niña sea una apasionada de los ilustres y milenarios huesos en la actualidad.
    Imagino lo contenta que estaría ella con sus tesoros conquistados. Por eso dicen que los niños son imprevisibles y que hay que tener cien ojos con ellos.
    Inuits

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  11. jajaja que bueno!! me encanta como lo cuentas!! jajaja, seguro que tu amigo no pensaba lo mismo que María jajaja cuando esta decía lo de "la asquerosidad" jajaja

    Bueno seguro que a esa niña, hoy mujer, se lo habrás contado muchas veces...

    Muchos besitos por ahí, me sacas la sonrisa siempre, lo cual te agradezco.

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  12. Amigo!!! esta historia me hizo reír tanto, que estando mi esposo en casa y escuchando mis carcajadas viene hasta el escritorio y volvemos a compartir entre ambos este relato familiar, que sin duda será inolvidable para ustedes, y para tu hija.

    Me pregunto, tu hija sigue haciendo travesuras como cuando era pequeña?????

    Me encantan estas historias, especialmente así, cuando son verdaderas.

    te mando un abrazo enorme.

    hoy me toca cocinar, pues vienen mis hijos con sus respectivos amores y quieren cenar comida casera, hecha con las manos de su mamá, o sea, yo.

    Y por lo tanto les daré el gusto.

    Son grandes ya, pero me hacen tan feliz cuando estamos todos juntos!!!!

    hasta luego.

    besos y abrazos

    y que el ánimo no decaiga!!!

    te lo dice una argentina que ha pasado por mil y unas depres económicas, falta de trabajo y todas esas vicisitudes que nos mandan los gobernantes para ponernos a prueba nuestra propia fortaleza.....aunque hubiese sido mejor, ni tener que demostrar nada, pues cada vez vamos dejando algo de nosotros.

    Tratemos de animarnos los unos a los otros, que "el horno no está para bollos", como se dice aquí.

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Gracias, siempre, por tus palabras...

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