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martes, 16 de junio de 2009

DE ALMAS Y CUERPOS

Representación estilizada de Atenea
Imagen: Antiqva




Platón, que había nacido en 427 a.C. y que había vivido ocho años como discípulo de Sócrates, nos ha transmitido en su obra Fedón las enseñanzas del maestro, que está a punto de morir, acerca de la inmortalidad del alma, lo que permite que nos brinde una interesante información acerca de la teoría de la reencarnación así como sobre las moradas que aguardan al alma después de la muerte.

En un primer momento (Fedón, XXI) Sócrates nos dice que a pesar de que el vulgo piensa que con la muerte el alma se disipa y llega al fin de su existencia, lo cierto es que el alma ya existía antes de estar bajo una concreta forma humana y también existirá después de la muerte. Solo los ignorantes pueden pensar que cuando muere el cuerpo al alma lo abandona y los vientos se la llevan y la disipan.

El alma, que es inmortal, se sirve no obstante del cuerpo, es decir de la materia (XXVII) para a través de los sentidos entrar en contacto con las cosas. El alma siente atracción por las cosas de la naturaleza y es a través del cuerpo como consigue entrar en relación con ellas. De algún modo, nos dice Sócrates en el diálogo platónico, el alma siente la tentación de lo inestable y se siente atraída por las cosas materiales, lo que produce en ella sensación de confusión y vértigo, como si estuviera ebria. De todos modos, precisará el maestro, cuando el alma entra en esa relación con la materia tiende a dirigirse hacia las cosas más puras, eternas, inmortales e inmutables. Ese estado del alma que se encamina a esas “cosas puras” es lo que Sócrates llama pensamiento.


El destino del alma
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En las creencias socráticas, tal como las expone Platón, el elemento material del hombre, su cuerpo, se asemeja a las cosas que son mutables y cambiantes, en suma, a las cosas que son mortales, en tanto que el alma guarda estrecha relación con lo que es inmutable, inmortal e indisoluble, es decir, con lo eterno y lo divino.

“Si (el alma) , al dejar el cuerpo, es pura y no arrastra con ella nada del cuerpo (XXIX), porque durante su vida no tenía con él ninguna comunicación voluntaria sino que por el contrario le huía y se recogía en si misma, por un ejercicio continuo; y el alma que así se ejercita no hace otra cosa que filosofar en el verdadero sentido de la palabra y prepararse realmente para morir…”, entonces, el alma se dirigirá a lo que es semejante a ella, a lo invisible, a lo inmortal, a lo sabio. Y en ese destino el alma será feliz, ya que habrá quedado liberada del error y “como se dice de los iniciados, pasará verdaderamente con los dioses el resto de su existencia.”

Sin embargo, sigue exponiendo Sócrates (XXX) si en ese momento de dejar el cuerpo el alma está manchada o es impura, es decir si tuvo una existencia terrena equivocada, pensando que lo unico cierto es la materia, lo tangible, lo que se puede ver y tocar, entonces el alma estará impregnada totalmente de elementos agobiantes, terrestres y visibles, estará acostumbrada a los placeres, a los odios, a los temores y en ese caso “el alma estará entorpecida y arrastrada hacia atrás, hacia el mundo visible por el temor a lo invisible y, por lo tanto, al Hades. (El alma, así) frecuentará los monumentos y las tumbas, donde se han visto incluso tenebrosos fantasmas de almas, parecidos a los espetros de esas almas que no eran puras al dejar su cuerpo y a las que se puede ver, precisamente, porque participan de lo visible.”


La reencarnación
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En ese segundo supuesto, cuando el alma está manchada y es impura, como castigo a su forma de vida apegada a la materia –sigue exponiendo el Fedón- las almas de los malos estarían forzadas a vagar errantes en los lugares de castigo del Hades y allí estarían hasta que su atracción por el elemento corporal las encadena de nuevo en otro cuerpo, a través de lo que conocemos como reencarnación.

En ese proceso (XXXI) las almas se encarnarán en naturalezas que mantendrán una relación estrecha con la conducta que habían tenido en su vida corporal anterior, así los glotones o violentos se encarnarán en asnos; los tiranos y los injustos, en lobos o halcones, …

Sostiene Sócrates que solamente las almas virtuosas que han alcanzado la virtud sin haber practicado la filosofía sino por el ejercicio de la costumbre serán las que podrán encarnarse en animales de tipo social, como las hormigas o los abejas, o incluso nuevamente en hombres. Estas almas serían las de aquellos que han practicado la virtud civil y social que llamamos temperancia y justicia, pero lo han conseguido por la costumbre y el ejercicio, sin el auxilio de la filosofía ni de la inteligencia.

Solamente los hombres que han tenido una existencia terrena impregnada por el amor a la filosofía podrán gozar de cómo sus almas, tras la muerte, se unen a la raza de los dioses. Es decir, para Sócrates, solamente los filósofos son plenamente puros, es decir se asimilan las ideas de pureza de vida y amor a la filosofía, de modo que solo los amigos del saber podrán, tras la muerte, eludir la amenaza terrible de la reencarnación. Ese es el motivo de que el verdadero filósofo, que conoce todo lo que estamos exponiendo, tiene muy claro que debe abstenerse de las pasiones del cuerpo. El alma está encadenada al cuerpo de un modo cruel, ya que esa prisión está motivada por el deseo del alma de estar en contacto con las cosas, de modo que, en suma, esa prisión no es sino consecuencia del deseo, de modo que es el mismo preso (el alma) el que contribuye a apretarse las ataduras en la medida en que cree erróneamente que es benéfico estar en relación con la materia.

Gracias a la filosofía, las almas son animadas dulcemente a conseguir su propia liberación de la materia, evitando la agitación que producen los sentidos (placer, dolor, temor, pasión…), que son los clavos que sujetan el alma al cuerpo. El verdadero filósofo, evitando las pasiones, conseguirá contemplar lo verdadero, lo divino y lo inmutable.



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7 comentarios:

  1. Pues no sé si yo lo conseguiré alguna vez...
    Besicos.

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  2. Ay, Antiqva y pensar que yo algún día estudié todo esto y lo tengo olvidado, y que ahora que ya casi ni se estudia vengo aquí, intento leerlo y no he podido,
    tendré que volver a ver si logro...
    entrar y adentrarme.
    Un abrazo.

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  3. Sabes que más allá del cerco y el destierro, más allá de la ilusión que enceguece, algún día llegará la libertad plena y el alma podrá vivir prolongadamente estos instantes, -hoy fugaces pero reales-, de Eternidad sin tiempo...

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  4. Evitar las pasiones ¿eh?

    Hum...

    Yo soy una rara mezcla entre dionisíaca y platónica ;) ¿Es posible esto???

    La verdad, mi querido amigo, es que el alma añora su origen. Y basta con haberlo recordado o visto un solo segundo, para que la vida cambie para siempre. Las cosas del mundo nunca serán suficientes. Pero ya que estamos encarnados, habrá que disfrutarlas ;)

    Supongo que la clave está en el desapego... No tanto en lo que elegimos vivir o dejar pasar.

    Y supongo que habrá etapas de la vida: unas más contemplativas, otras más baconianas ;)

    Y la filosofía, el amor por la sabiduría, debe impregnar cada minuto y permitirnos discernir: ¿queremos elevarnos hacia lo divino o arrastrarnos en la materia??

    Arduo camino, el del medio, que le ha tocado vivir al ser humano ;)

    Como siempre, un placer leerte, mi queridísimo amigo..

    besos!!

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  5. Interesante!.

    MAS PLATÓN Y MENOS PROZAC. Un libro que he leído.
    Yo, aunque soy una calavera, más bien, un muerto viviente, creo que me traje de otras vidas las costumbres de algún que otro animal en el que estuve reencarnada.
    ¡Segurísimo!
    Un abrazo

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  6. Antiqva,
    pienso que eres un hombre pensante, más pensante que los demás,
    porque llega el calor y a ti te da por leer Zenon, pero está bien que alguien intente cultivar nuestro "asilvestramiento", por supuesto que hablo del mío, pero es que si lo digo en plural parece ..., ya sabes mal de muchos consuelo...
    UN abrazo.

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  7. un gusto llegar hasta aquí y meterme en las profundidades enigmáticas del alma.

    hay tanto misterio por develar o quizás nunca sea revelado. O se cree o no se cree en la reencarnación, en la forma del alma, en su presencia.

    Hay ausencia de alma me pregunto?

    Qué tema has elegido!!!

    un gustazo leerte.

    abrazos

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Gracias, siempre, por tus palabras...