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martes, 30 de junio de 2009

LA PRIMAVERA





Analicemos algunos de los aspectos mitológicos y simbólicos con los que Botticelli supo envolver una de sus obras más prodigiosas: “La Primavera”.

Ante todo, reparemos en que el idílico marco que rodea a los personajes es un bosque de manzanos, quizás en referencia al mítico “Jardín de las Hespérides”. Las flores, por doquier, crecen en la tierra.

En la parte derecha de la composición podemos apreciar como el viento Céfiro está soplando sobre una mujer, Flora, a la que está insuflando la vida. A su lado, vemos una nueva representación de Flora (Simonetta Cattanei), con signos claros de su embarazo, que se nos manifiesta derramando flores sobre la tierra. Se nos está haciendo saber que es la acción del Céfiro la que fecunda la tierra y hace que surja la primavera, símbolo de la vida.

En el centro de la composición, Botticelli ha situado a Venus, la diosa del Amor. Sin el Amor no habría posibilidad de primavera, es decir de fecundidad. Situado sobre Venus, un “Amorcillo” está apuntando con su arco a una de las tres figuras que están situadas en la parte de la izquierda de la obra.

Estas tres figuras femeninas son precisamente las tres Gracias: Pulchritudo, Amor y Voluptas, que están danzando de manera delicada. El arma del genio está apuntando, precisamente, a una de ellas, Amor, cuya mirada, a su vez, vemos que se dirige a un personaje masculino que tiene alas en sus pies (Hermes - Mercurio) y que porta en su mano derecha un caduceo. Hermes, el conductor de las almas, está señalando con ese caduceo a los cielos, destino final de las almas.

Afirmaba Luis Racionero, en relación con esta obra, que: “La atmósfera de estos cuadros es difícil de catalogar: son paganos en parte, pero teñidos de una brillantez que los frescos antiguos –la Villa de los Misterios, en Pompeya, por ejemplo- no tienen. Los ropajes son extrañamente sui géneris, las tres gracias llevan clámides, pero no las tomaríamos por griegas. En el conjunto hay un ambiente autóctono y original que, en mi opinión, solo puede catalogarse como florentino y que comunica con fuerza el talante y la sensibilidad del Renacimiento.”



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domingo, 28 de junio de 2009

JANO

Este es Jano, el más sociable de los hijos de la gata Natacha, y el más fotogénico... Ja, ja,ja...

Le encanta tumbarse al sol....

viernes, 26 de junio de 2009

jueves, 25 de junio de 2009

FLORENCIA SOÑADA

El río Arno desde el Ponte Vechio
Imagen: Antiqva




En Florencia, en los tiempos que precedieron al Renacimiento, la vida de la ciudad estaba regida por una oligarquía de comerciantes que había decidido proteger las artes. Los grandes hombres de la ciudad, poderosos y acaudalados, se sentían atraídos por las creaciones de la antigüedad clásica y no es extraño que uno de esos hombres, un banquero ilustrado, encargara a un erudito llamado Marsilio Ficino que tradujera las obras de Platón y las difundiera en los ambientes intelectuales florentinos.

En palabras de Luis Racionero “la alianza del dinero y del talento, repetida en otras ciudades italianas, dio lugar a una cultura que se extinguió cuando, en el siglo XVII, se invirtieron los papeles y el dinero compró al talento, desapareciendo el mecenas para dar paso al mercader de arte. El estado nacional centralista y la Iglesia hicieron el resto.”

¡Que tiempos aquellos del siglo XV en que personas como Lorenzo Valla, en “De voluptate”, llegaron a afirmar que el único objetivo de la voluntad humana era el placer…! Habrían de venir luego los tiempos del puritanismo nórdico, inspirador del capitalismo, que habrían de convertir el trabajo en un mérito para el cielo, y el dinero en la medida del éxito.








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lunes, 22 de junio de 2009

domingo, 21 de junio de 2009

SENSIBILIDADES

Imagen: Antiqva



Jano, un gato blanco que nos ha salido más listo que el hambre, hijo de la gata Natacha, está pasando estos días por unos momentos duros…

Parece que la otra noche, cuando intentaba conquistar el corazón de una gatita vecina, ella –algo impertinente- le habría dicho: “Oye tú, chico, como es que tienes un ojo verde y otro azul… ¿Qué pasa contigo…? ¿Es que tuviste dos padres…?”

Y claro, así está ahora Jano de lánguido…

¡Ay, las mujeres…!





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viernes, 19 de junio de 2009

miércoles, 17 de junio de 2009

SUTILEZAS


Imágenes: Antiqva




Parece que algunos científicos, al fin, están reparando en que el secreto de la Física reposa en las vibraciones.




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martes, 16 de junio de 2009

DE ALMAS Y CUERPOS

Representación estilizada de Atenea
Imagen: Antiqva




Platón, que había nacido en 427 a.C. y que había vivido ocho años como discípulo de Sócrates, nos ha transmitido en su obra Fedón las enseñanzas del maestro, que está a punto de morir, acerca de la inmortalidad del alma, lo que permite que nos brinde una interesante información acerca de la teoría de la reencarnación así como sobre las moradas que aguardan al alma después de la muerte.

En un primer momento (Fedón, XXI) Sócrates nos dice que a pesar de que el vulgo piensa que con la muerte el alma se disipa y llega al fin de su existencia, lo cierto es que el alma ya existía antes de estar bajo una concreta forma humana y también existirá después de la muerte. Solo los ignorantes pueden pensar que cuando muere el cuerpo al alma lo abandona y los vientos se la llevan y la disipan.

El alma, que es inmortal, se sirve no obstante del cuerpo, es decir de la materia (XXVII) para a través de los sentidos entrar en contacto con las cosas. El alma siente atracción por las cosas de la naturaleza y es a través del cuerpo como consigue entrar en relación con ellas. De algún modo, nos dice Sócrates en el diálogo platónico, el alma siente la tentación de lo inestable y se siente atraída por las cosas materiales, lo que produce en ella sensación de confusión y vértigo, como si estuviera ebria. De todos modos, precisará el maestro, cuando el alma entra en esa relación con la materia tiende a dirigirse hacia las cosas más puras, eternas, inmortales e inmutables. Ese estado del alma que se encamina a esas “cosas puras” es lo que Sócrates llama pensamiento.


El destino del alma
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En las creencias socráticas, tal como las expone Platón, el elemento material del hombre, su cuerpo, se asemeja a las cosas que son mutables y cambiantes, en suma, a las cosas que son mortales, en tanto que el alma guarda estrecha relación con lo que es inmutable, inmortal e indisoluble, es decir, con lo eterno y lo divino.

“Si (el alma) , al dejar el cuerpo, es pura y no arrastra con ella nada del cuerpo (XXIX), porque durante su vida no tenía con él ninguna comunicación voluntaria sino que por el contrario le huía y se recogía en si misma, por un ejercicio continuo; y el alma que así se ejercita no hace otra cosa que filosofar en el verdadero sentido de la palabra y prepararse realmente para morir…”, entonces, el alma se dirigirá a lo que es semejante a ella, a lo invisible, a lo inmortal, a lo sabio. Y en ese destino el alma será feliz, ya que habrá quedado liberada del error y “como se dice de los iniciados, pasará verdaderamente con los dioses el resto de su existencia.”

Sin embargo, sigue exponiendo Sócrates (XXX) si en ese momento de dejar el cuerpo el alma está manchada o es impura, es decir si tuvo una existencia terrena equivocada, pensando que lo unico cierto es la materia, lo tangible, lo que se puede ver y tocar, entonces el alma estará impregnada totalmente de elementos agobiantes, terrestres y visibles, estará acostumbrada a los placeres, a los odios, a los temores y en ese caso “el alma estará entorpecida y arrastrada hacia atrás, hacia el mundo visible por el temor a lo invisible y, por lo tanto, al Hades. (El alma, así) frecuentará los monumentos y las tumbas, donde se han visto incluso tenebrosos fantasmas de almas, parecidos a los espetros de esas almas que no eran puras al dejar su cuerpo y a las que se puede ver, precisamente, porque participan de lo visible.”


La reencarnación
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En ese segundo supuesto, cuando el alma está manchada y es impura, como castigo a su forma de vida apegada a la materia –sigue exponiendo el Fedón- las almas de los malos estarían forzadas a vagar errantes en los lugares de castigo del Hades y allí estarían hasta que su atracción por el elemento corporal las encadena de nuevo en otro cuerpo, a través de lo que conocemos como reencarnación.

En ese proceso (XXXI) las almas se encarnarán en naturalezas que mantendrán una relación estrecha con la conducta que habían tenido en su vida corporal anterior, así los glotones o violentos se encarnarán en asnos; los tiranos y los injustos, en lobos o halcones, …

Sostiene Sócrates que solamente las almas virtuosas que han alcanzado la virtud sin haber practicado la filosofía sino por el ejercicio de la costumbre serán las que podrán encarnarse en animales de tipo social, como las hormigas o los abejas, o incluso nuevamente en hombres. Estas almas serían las de aquellos que han practicado la virtud civil y social que llamamos temperancia y justicia, pero lo han conseguido por la costumbre y el ejercicio, sin el auxilio de la filosofía ni de la inteligencia.

Solamente los hombres que han tenido una existencia terrena impregnada por el amor a la filosofía podrán gozar de cómo sus almas, tras la muerte, se unen a la raza de los dioses. Es decir, para Sócrates, solamente los filósofos son plenamente puros, es decir se asimilan las ideas de pureza de vida y amor a la filosofía, de modo que solo los amigos del saber podrán, tras la muerte, eludir la amenaza terrible de la reencarnación. Ese es el motivo de que el verdadero filósofo, que conoce todo lo que estamos exponiendo, tiene muy claro que debe abstenerse de las pasiones del cuerpo. El alma está encadenada al cuerpo de un modo cruel, ya que esa prisión está motivada por el deseo del alma de estar en contacto con las cosas, de modo que, en suma, esa prisión no es sino consecuencia del deseo, de modo que es el mismo preso (el alma) el que contribuye a apretarse las ataduras en la medida en que cree erróneamente que es benéfico estar en relación con la materia.

Gracias a la filosofía, las almas son animadas dulcemente a conseguir su propia liberación de la materia, evitando la agitación que producen los sentidos (placer, dolor, temor, pasión…), que son los clavos que sujetan el alma al cuerpo. El verdadero filósofo, evitando las pasiones, conseguirá contemplar lo verdadero, lo divino y lo inmutable.



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domingo, 14 de junio de 2009

FANTASÍAS



Este domingo, en Andalucía, el cielo estaba encapotado, de modo que Antiqva, al contemplar como las nubes jugueteaban con el sol, decidió salir a dar un paseo por el campo con el ánimo de disparar algunas imágenes.

Estaba en ello, tomando fotos del cielo, cuando reparó en ciertas “yerbas” de las que emergían unas bellísimas “bolas” que de inmediato atrajeron su atención, de modo que nuestro hombre se olvidó de las nubes. Quede constancia de que Antiqva no sabe demasiado de botánica, ni tiene tampoco a estas alturas mayor interés en saber, de modo que no podría deciros el nombre que reciben esos “jaramagos” tan bellos… El interés de Antiqva por las plantas es exclusivamente fotográfico. Es sabido que le encanta tomar imágenes de las flores, pero no se molesta en saber algo de ellas. Solamente algunos comentarios “vuestros” han permitido que uno sepa distinguir, con ciertas dificultades, lo que sea un “diente de león” o una “rosa de alabastro”.




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Pues bien, en esas estaba Antiqva, tomando imágenes de esa sugerente “bola” cuando algo que brillaba en el suelo distrajo de nuevo su atención. Atraído por los brillos dejó de disparar la cámara y tomó en sus manos un trozo de sílex negro que el disco de alguna grada había partido limpiamente en el curso de las habituales tareas agrícolas. La piedra era bella, sin duda, y desprendía un resplandor brillante de un tono negro intenso. Antiqva se la echó al bolsillo.

Al coger el trozo de sílex, por cierto, Antiqva había reparado en que a su lado había una moneda deteriorada, que también tomó en sus manos. Tras contemplarla un momento, sin prestarla especial atención, también la guardó. Pensaba que se trataba de una “peseta” recubierta de óxido. Continuó luego con su paseo, tomando alguna que otra imagen de las flores que salían a su encuentro.

Fue cuando llegó a casa cuando Antiqva tomó conciencia del prodigio. Lavó, con una mezcla de agua y delicadeza, la moneda. Esperaba ver emerger la cabeza de Franco, pero no fue la silueta del viejo “caudillo” la que se hizo visible, sino la de alguien que de perfil nos brindaba una llamativa nariz. Debajo, claramente, se veía una fecha: 1879. En principio, parece que se trataba de una moneda emitida en tiempos de Alfonso XII.

Antiqva, algo tembloroso, se percató de que de nuevo, otra vez, se había topado con la Historia:

-¡Señor –pensaba- como es posible que habiendo salido simplemente a pasear y a tomar imágenes de los cielos, me halla encontrado una moneda de 1879!

Cuando María, poco después, tuvo noticias “del hallazgo” no dudo, por su parte, en exclamar:

-Vaya, otra vez te veo medio loco, como cuando hace tiempo te encontraste aquella vieja moneda romana de bronce… Te veo escribiendo otro cuento.

Y es que María, como la mayoría de los mortales, a este tipo de cosas no le concede especial atención, pero Antiqva, sin embargo…

Amig@s, seamos claros, Antiqva piensa que es bastante mas sencillo, en términos de probabilidades, que a uno le toque la lotería a que se encuentre, a cuatro pasos de su casa, depositada en superficie, en medio del campo, una moneda que circuló en 1879.

Pero claro, diría María, “es que Antiqva no juega a la lotería”.

NOTA AÑADIDA



Después de escribir estas líneas Antiqva ha reparado en que ayer sábado, en el transcurso de otro paseo, estuvo tomando fotografías del Guadalquivir y su entorno. Cuando caminaba por un viejo puente de hierro llamó su atención una inscripción a la que dedicó una imagen. La hemos reproducido. En ella figura, pienso, el nombre de la compañía que habría construido el puente. Se menciona también una ciudad, París, y una fecha, 1885…

¡Ay, Señor –dice ahora Antiqva-, otra sugerente coincidencia...!

En los tiempos en que se colocó esa inscripción en el viejo puente nuestra moneda, de 1879, estaba en pleno uso…!

¡Solo seis años las separan…!

¿Como es posible que Antiqva, ayer, tomase la imagen del puente y hoy haya encontrado la moneda?
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Uno llega a pensar: ¿será que la moneda la encontraron los gatos que Antiqva tiene “arrecogidos” y han sido ellos, agradecidos, los que la han colocado en un lugar visible, junto a una bella “bola” floral y una magnífica pieza de sílex negro, para que su “amigo humano” terminara topándose con ella…?

¿Será que, al fin, los asilvestrados gatos no son sino la encarnación en la materia de ciertas hadas bondadosas…?

Porque si no es así, no lo entiendo…


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viernes, 12 de junio de 2009

ROSSI GUERRIERO


Imagen: Antiqva





Villefranche sur Mer, cuyo caserío se desparrama por una montaña que se asoma a la Costa Azul en la región de los Alpes Marítimos franceses, es una población que cuenta con una estructura arquitectónica peculiar que facilita evocar otros tiempos en que familias de pescadores habitaban en sus casas.

Pasear por Villefranche, en los meses alejados de la temporada veraniega, es una delicia que permite disfrutar plácidamente de la perspectiva de las sugerentes casas y de las cálidas tonalidades con que están pintadas sus fachadas. De algún modo, fuera del bullicio del verano, Villefranche es un sugestivo paraíso para los amantes de la fotografía.

Eso hacíamos hace unas semanas, pasear por sus callejas y tomar fotografías, cuando en uno de sus rincones Antiqva se topó con una inscripción que de inmediato le sumergió en la ensoñación:





Ici habita
Rossi Guerriero
héros de la Resistance
mort pour la
France
le 22 avril 1945




Durante unos momentos Antiqva leyó la inscripción. Las palabras remitían en apariencia a un hombre común que en unas circunstancias olvidadas se convirtió en un héroe en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, luchando en alguna de las partidas que se integraron en el Maquis francés. Habría muerto cuando la guerra estaba a punto de terminar.

Antiqva, que es propenso a caer en las “ensoñaciones históricas” no dudó en tomar varias fotografías de la inscripción y se prometió que cuando regresara a casa buscaría en Internet alguna información de Rossi Guerriero, ese hombre al que sus vecinos, en un tiempo pasado, por algún motivo desconocido, habían calificado de héroe.

Antiqva, sin embargo, no fue capaz de encontrar en la red ninguna información acerca de él. Ninguna mención pudo localizar en los buscadores usuales, ni en sitios como Wikipedia o la propia página web de Villefranche. Nuestro hombre, a todos los efectos, pasó a ser, hace ya muchos años, un desconocido. Luchó contra las tropas hitlerianas, perdió la vida en el empeño y, algo usual, su memoria se perdió.

Consciente de que esa pérdida de la memoria histórica, que Antiqva siempre siente como algo doloroso, no deja de ser sino algo injusto, Antiqva se animó a dedicar una entrada de “Imágenes y palabras” a este hombre desconocido. De algún modo, a partir de ahora, este hombre que luchó por sus ideales, Rossi Guerriero, verá que su nombre, en mayúsculas en el título de esta entrada, queda reflejado en un espacio web. ¡Qué menos se podría hacer por un héroe olvidado!

Y es que, ya sabéis amig@s, que Antiqva sabe por los misterios egipcios “que los hombres vuelven a la vida cuando sus nombres son pronunciados”. Es lo que ellos llamaban “Magia de la Palabra”.



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jueves, 11 de junio de 2009

LO MÁS BELLO

Imagen. Antiqva




Safo de Lesbos cantó:

“Algunos dicen que un ejército de caballería,
o de infantería, o una escuadra de navíos,
es lo más bello sobre la oscura tierra.
Yo digo que lo que uno ama.”

Pero yo corregiría:

“Más bello, todavía,
que lo que uno ama
es la mirada enamorada
de quien nos ama.”





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martes, 9 de junio de 2009

MONSTRUOS FEMENINOS

Imagen: Antiqva




Dicen que la Medusa Gorgona, por sus maldades, fue obligada a reencarnarse en cierta planta que cada amanecer, como penitencia, rinde un bello tributo al sol.




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domingo, 7 de junio de 2009

HAGAMOS UN TRATO

Imagen: Antiqva



Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo …

… pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti (Hagamos un trato)



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miércoles, 3 de junio de 2009

ROBERT CAPA EN SIERRA MORENA




El 5 de septiembre de 1936 las fuerzas franquistas dirigidas por el general Varela lanzaron desde Córdoba una ofensiva sobre la cercana sierra con la intención de alejar a las milicias republicanas que en esos momentos amenazaban la ciudad. En ese contexto, una columna integrada por marroquíes, el Tabor de Regulares de Melilla, se situó en la población de Alcolea, a unos 10 kms. de Córdoba, para avanzar luego a través de la sierra en dirección a la cercana aldea de Cerro Muriano.

Ese mismo día, Robert Capa, su novia Gerda Taro y otros periodistas y fotógrafos habían llegado también a Cerro Muriano. Al parecer se les había informado de que las tropas republicanas iban a lanzar un ataque contra Córdoba pero al llegar al improvisado frente se habían encontrado con que sucedía todo lo contrario: por las quebradas situadas al este de Cerro Muriano, en el entorno del Cerro de la Coja, iban subiendo penosamente los moros, mientras la población civil de la aldea, invadida por el miedo, huía del lugar escuchando el estallido cercano de las bombas y los disparos de los combatientes.

En aquellos momentos, en este frente improvisado estaba presente una columna de milicianos de Alcoy que habían acudido en defensa de la legalidad republicana. Habían sido alojados en el antiguo cuartel de la Guardia Civil, junto al Cerro de la Coja, de modo que cuando se supo del avance de los moros salieron a hacerles frente de manera precipitada. Fue en ese momento, cuando los milicianos de Alcoy se lanzaban al combate, cuando Robert Capa habría de inmortalizar el instante preciso en que uno de ellos, Federico Borrell García, conocido como “Taino”, caía bajo el fuego enemigo. “Taino” y otros cincuenta alcoyanos habían llegado a Cerro Muriano esa misma mañana.

Poco antes, Robert Capa había tomado imágenes de un grupo de milicianos que mostraban los fusiles en alto, entre ellos estaba “Taino”. Algo después tomaría otras fotografías de milicianos parapetados en la sierra y de grupos de civiles que huían de Cerro Muriano. Esa misma tarde el grupo de periodistas regresaría a Pozoblanco para emprender luego viaje a Madrid.

Todo sugiere que Capa no llegó a saber nada del hombre cuya muerte había inmortalizado. No habría tenido tiempo. Parece que se limitó a enviar el material fotográfico a la revista francesa “Vu” que lo publicaría en su edición del día 23 de ese mismo mes. Hacía nacido así uno de los más destacados iconos de la Guerra Civil española.

La labor de identificación del miliciano de la imagen de Capa habría de ser realizada mucho tiempo después, en 1995, por Mario Brotóns Jordá, que había luchado en el frente de Cerro Muriano integrado en esa columna de milicianos levantinos. Brotóns se percató de que el correaje y las cartucheras que portaba el hombre de la imagen eran iguales a las que utilizaban los integrantes de la columna de Alcoy. Habría de ser luego una mujer, María Segura Bicher, cuñada de “Taino”, quién confirmaría que la imagen del miliciano era la del hermano de su esposo, que para entonces también había fallecido. Parece que el profesor Ricard Bañó había sido el primero en reparar que el miliciano de Capa y “Taino” podían ser la misma persona y Brontóns, advertido por él, lo consultó a la cuñada. En todo caso, los testimonios de diversos alcoyanos coinciden igualmente en que “Taino” murió en Cerro Muriano en esa tarde del 5 de septiembre. Francisco Moreno, la persona que más ha estudiado la Guerra Civil en Córdoba, ha hecho saber en diversas oportunidades que todos los datos apuntan a que esa identificación es correcta.

Quizás no sería mala cosa, a estas alturas, que algún día las autoridades de Córdoba decidieran alzar en el Cerro de la Coja algún sencillo monumento que recuerde aquellos acontecimientos de nuestra Historia. Hoy día son muchos los amantes de la naturaleza que hacen senderismo por este bello paraje de la Sierra de Córdoba pero, sin duda, son pocos los que saben que la mítica imagen de Robert Capa fue tomada en ese cerro. Antiqva, que tampoco lo sabía, tomó conciencia de ello una mañana en que conversaba con alguien en el cercano Museo del Cobre de Cerro Muriano. Fue después cuando atraído por la curiosidad decidió leer algún que otro libro.

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lunes, 1 de junio de 2009

VENUS, FLORA, SIMONETTA

El nacimiento de Venus, detalle


Galería de los Uffizi
Imagen: Antiqva




En Florencia, la ciudad en la que el Renacimiento tuvo su cuna, en la Galería de los Uffizi, se exponen dos creaciones pictóricas que nunca dejan indiferente al espectador. Nos referimos a la “Primavera” y al “Nacimiento de Venus”, de Botticelli.

En Florencia, en los tiempos de los Médicis, creció una corriente de neopaganismo que envolvió la vida de la corte. Tras los tiempos del Medievo venían ahora unos años en que la pasión por la mitología y por las letras de la antigüedad clásica imperaba en la vida. Botticelli, uno de los pintores de la refinada corte humanista de los Médicis, atraído por esos asuntos paganos, habría de renacer en su obra a los dioses antiguos y al simbolismo que los envolvía. Supo, también, el artista encontrar a una mujer, bellísima, que tomó como modelo en las dos obras que antes hemos citado. Hablamos de Simonetta Cattanei, cuyo rostro, envuelto en la emoción, nos remite a un mundo en el que el ansia de conocimiento y la inquietud de la vida estaban entrelazados.

Simonetta, la mujer en la que encontró inspiración Botticelli cuando representó a Venus naciendo de las aguas del mar o a Flora, en el cuadro de “La Primavera”, quedará para siempre como símbolo del Renacimiento. En la obra de Botticelli, esta bellísima y sugerente mujer nos ha transmitido el inmenso secreto del humanismo renacentista, reflejando en su mirada un estado de ánimo embargado a la vez por la sabiduría que brinda el conocimiento y por el sentimiento gozoso de la vida.







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