
En aquellos tiempos vivía en la ciudad una mujer que contemplando las nubes profetizaba el futuro. La señorita C., cierta mañana, decidió ir a consultarla. Llevaba algunos días inquieta. Experimentaba una sensación irreal, mezcla de confusión y alegría. Pensó que la Maga de las Nubes podría ayudarla.
Tras ser recibida por la adivina, las dos mujeres subieron a la azotea. Durante unos segundos, la Maga, con su mirada, estuvo escrutando el cielo. Al poco dirigió su dedo índice a una de las nubes:
-Observe –le dijo- aquellas nubes que simulan ser un campo de mármoles en el que crecen las amapolas… Repare en como se mueven mecidas por el viento…
La señorita C. miró, pero no vio mármoles ni amapolas. No dijo nada.
Unos minutos después, en el cuarto, la Maga de los Mundos le hizo saber que en el empedrado celeste había visto al negro Raulito llorando por las calles. Todos los indicios –le dijo con seriedad- apuntan a que la niña Chole, dentro de nueve lunas, lo dejará tirado.
Para entonces, las nubes se habían evaporado. El mármol y las amapolas, al disiparse en el cielo, habían hecho que se disolvieran también las confusas inquietudes de la señorita C. Cuando la mujer abandonó la casa de la Maga de las Nubes lucía en su rostro una espectacular sonrisa.
Imagen: Antiqva Photo