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jueves, 21 de julio de 2011
Guerra Civil Española
A finales de 1936 o principios de 1937 mi madre, entonces una niña, fue evacuada del Madrid republicano, junto a sus dos hermanos. Un tren lentísimo los condujo al Levante, donde terminaron recalando finalmente en Villarreal de los Infantes. Allí fueron acogidos por tres familias distintas. Eduardo, el mayor de los hermanos, había recibido de mi abuela una orden clara: no debía consentir que los separaran. Los tres debían ser acogidos en la misma población.
En Villarreal, mi madre quedó bajo la custodia de una familia que en aquellos tiempos regentaba un hotelito. Tenían también una pequeña huerta de naranjos, donde ella jugaba con los hijos de esas personas que la habían acogido.
En el hotelito, frecuentado por militares republicanos, mi madre, a fin de cuentas una niña que simbolizaba la resistencia madrileña, fue tratada siempre por todos con un cariño especial, conscientes de la tragedia que en esos momentos se estaba viviendo en Madrid.
Mi madre nos habló muchas veces de la emoción que sentía al recordar aquellos tiempos en que ella fue feliz, entre las buenas gentes que la habían acogido en Villarreal, a pesar de estar alejada de sus padres, que siguieron viviendo en el Madrid sitiado.
En esos tiempos, el que habría de ser mi padre, entonces un “chaval”, había sido alistado en el ejército nacional. Se había criado en Valladolid y allí el alzamiento militar había triunfado desde el primer momento. Consciente de la inmensa tragedia que supuso la guerra civil prácticamente nunca nos habló de sus propias experiencias en esos años terribles.
Tiempo después, en un momento más avanzado de la guerra, mis abuelos fueron también evacuados de Madrid y terminaron arribando, igualmente, a Villarreal de los Infantes, buscando recuperar a sus hijos.
Siempre me ha causado sorpresa saber que cuando los franquistas entraron en Villarreal venía con ellos un sargento de la Guardia Civil que era, ni más ni menos, que cuñado de mi abuelo. Este hombre, “que mandaba mucho”, se hizo cargo de toda la familia, ya que mi abuelo –sindicalista de UGT- había muerto unos días antes.
Mi madre nunca olvidó la imagen de las carreteras levantinas, llenas de muertos en las cunetas, cuando los nacionales los evacuaron de Villarreal. Viajaban en un camión del ejército, tapados con colchonetas, y debieron de atravesar alguna zona de lucha, ya que las balas silbaban a ambos lados del camino. El conductor –nos habría de contar mi madre muchas veces- no cesaba de repetir mientras conducía frenéticamente: “¡Por Dios, recen para que ninguna bala me alcance... Si me matan a mí, morirán todos...”
Cuando las tropas nacionales entraron, finalmente, en Madrid, llegando así a su fin la guerra fratricida, mi padre fue uno de los soldados que integraban las fuerzas de ocupación. La noche anterior su grupo había pernoctado en Torrelodones. Fue uno de los hombres que desfilaron en el “Desfile de la Victoria”.
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En este mes de julio se cumplen los 75 años del inicio de esa guerra despiadada que supuso un derroche de dolor y sangre...
ResponderEliminaruna foto......un incanto....
ResponderEliminar¡Cuánta tristeza, cuánto dolor trajo esta guerra de hermano contra hermano!
ResponderEliminarMagníficas remembranzas llenas de ternura, a pesar de lo sórdido de la historia.
Besos
La foto que encabeza ahora tu blog, Antiqva es estupenda.
La guerra.. Terrible acontecimiento que ha manchado de sangre la historia de todos los pueblos.. la historia de la humanidad..
ResponderEliminarLa imagen parece contar todo lo que cuentan las palabras.. Y no puedo más que pensar cuál es el sentido de toda guerra. Y recuerdo algunas posibles respuestas pero ninguna llena el vacío que se forma en mi pecho. La historia nos enseña que la guerra es necesaria.. Pero eso me da escalofríos. ¿Existirá un mundo, en lagún lugar, donde la creación no necesite de la más atroz destrucción?
Mientras, seguiremos 'recordando' aquellos tiempos sin -me temo- haber aprendido ninguna lección..
Para no dejar este comentario con un matiz tan pesimista, permíteme decirte que la primera foto, la de la feria del Renacimiento (si no me equivoco), es UNA MARAVILAA!!!
Me encanta!!
besos miles amigo querido!
Desde lo que nos cuentas, pienso en esa triste historia ¿Valió la pena ganar o perder? Veo una España que sufre hoy, como lo hace mi país, parece que nos falta aprender, nos hacen falta más relatos como este, que se nos graven en el corazón y la mente...para que NUNCA MÁS...
ResponderEliminarGracias, un abrazo
Antiqva, lo que nos cuentas es un episodio muy triste de aquella epoca nefasta de la España Franquista, en mi memoria solo esta lo que vi en peliculas, sobre esta guerra, hay una en especial que me impreciono mucho "El laberinto del Fauno" la crueldad, de los militares y la fuerza de la "resistencia" es un simbolismo muy fuerte.
ResponderEliminarMe encanta esa fotografía de esas ruinas. Yo de la guerra casi paso..., que de pequeña tenía pesadillas continuas de escuchar hablar a los mayores de ella.
ResponderEliminarBesitos.
Aquí pasó de todo...en Valencia..aquí, allá y en todas partes...
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Bello relato sin rencor ni deseo de venganza sino la aspiración de la paz. El destino unió los 2 bandos en tus padres.
ResponderEliminarLas guerras siempre han sido nefastas. Condeno la violencia.
Un abrazo.
Un pasaje de la historia que deseo jamas vuelva a suceder.Buena imagen para ilustrar el texto.
ResponderEliminarBien dijo el poeta ¡"maldita la guerra"
maldita por siempre, por siempre maldita!
los nobles instintos del hombre destierra,
las malas pasiones en el resucitan...
MªB.G.
Saludos.
Setenta y cinco años, que debieran ser suficientes para restañar todas las heridas... pero nunca relegarlo al olvido. Y que esa memoria histórica, nos preserve de repetir los mismos horrores.
ResponderEliminarTristes y a la vez entrañables recuerdos, nos traes esta vez amigo Antiqva.
Abrazos.
Que relato tan crudo Antiqva, más aún sabiendo que es parte de tu propia historia familiar. Imposible que a tu madre se le borraran aquellos recuerdos.
ResponderEliminarLo mismo que este año se cumplen 75 años de aquel genocidio, se cumplen también 75 años de pesadillas en los recuerdos de los que la vivieron.
Un abrazo
Hace setenta y cinco años que España se tiñó de sangre, espero que nadie olvide que en una guerra todos pierden.
ResponderEliminarHermosa historia, aunque trágica.