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miércoles, 27 de abril de 2011

LA MAGA DE LAS NUBES




En aquellos tiempos vivía en la ciudad una mujer que contemplando las nubes profetizaba el futuro. La señorita C., cierta mañana, decidió ir a consultarla. Llevaba algunos días inquieta. Experimentaba una sensación irreal, mezcla de confusión y alegría. Pensó que la Maga de las Nubes podría ayudarla.

Tras ser recibida por la adivina, las dos mujeres subieron a la azotea. Durante unos segundos, la Maga, con su mirada, estuvo escrutando el cielo. Al poco dirigió su dedo índice a una de las nubes:

-Observe –le dijo- aquellas nubes que simulan ser un campo de mármoles en el que crecen las amapolas… Repare en como se mueven mecidas por el viento…

La señorita C. miró, pero no vio mármoles ni amapolas. No dijo nada.

Unos minutos después, en el cuarto, la Maga de los Mundos le hizo saber que en el empedrado celeste había visto al negro Raulito llorando por las calles. Todos los indicios –le dijo con seriedad- apuntan a que la niña Chole, dentro de nueve lunas, lo dejará tirado.

Para entonces, las nubes se habían evaporado. El mármol y las amapolas, al disiparse en el cielo, habían hecho que se disolvieran también las confusas inquietudes de la señorita C. Cuando la mujer abandonó la casa de la Maga de las Nubes lucía en su rostro una espectacular sonrisa.


Imagen: Antiqva Photo

domingo, 24 de abril de 2011

ANTIQVA ERÓTICO





Aquí fue donde Equicia,
mujer negra,
de complacientes maneras,
me enseñó a odiar a las mujeres blancas.

Quien ame a Equicia
arderá en negros carbones.


Este poema es el que hace algunos días anuncié que había enviado al “Primer Premio de Poesía Amatoria, Gozosa y Erótica” que había convocado la editorial Hipálage. El poema fue seleccionado y ha sido publicado en un libro titulado “De versos encendidos”. Ya comenté que había olvidado que poema era el que había enviado, de modo que he tenido que esperar a que el libro tomara forma.

El poema en el que se aúnan erotismo y odio, está inspirado en la lectura de diversos grafitos amatorios que se han conservado en las paredes de Pompeya. Lo publiqué en el blog, hace ya mucho tiempo, al regreso de un viaje a esa antigua ciudad romana, en el que habíamos tenido ocasión de visitar uno de sus lupanares. El nombre de lupanar hace referencia a las “lupas” (prostitutas), que con sus aullidos nocturnos buscaban atraer clientes.

El poema lo pensé como si hubiera sido escrito en la pared de uno de los cuartos de algún antro pompeyano.

Debemos dejar constancia de que cuando visitamos el lupanar de Pompeya el local llevaba unos 2000 años cerrado al público…


Imagen: Escena erótica en el lupanar de Pompeya – Antiqva Photo.

jueves, 21 de abril de 2011

LOS CAMINOS DE ROMA



Hace unos días un grupo de amigos, amantes al igual de la arqueología y la naturaleza, llevamos a cabo un recorrido por la calzada romana del Pretorio, que unía la ciudad de Córdoba con algunas de las minas de cobre de Sierra Morena.

La calzada del Pretorio, que no es mencionada en ninguna de las fuentes literarias romanas que se ocupan de estas cuestiones (Itinerario de Antonino, Anónimo de Rávena…) arrancaba de la Puerta Pretoria de la Colonia Patricia Corduba, actual Puerta del Osario, en la plaza de Colón, para abandonar la ciudad por la avenida del Brillante desviándose después por lo que hoy conocemos como Sendero de la Traición hasta arribar al punto kilométrico 14,5 de la carretera de Villaviciosa y dirigirse desde allí al valle de los ríos Guadanuño y Guadiato, en donde se conservan dos magníficos puentes: el primero de época romana, que cruza el Guadanuño, y el segundo, andalusí, que atraviesa el Guadiato.

Las fuentes arqueológicas confirman que a la salida de nuestra ciudad la calzada estaba enlosada. En el tramo que se ha conservado, que arranca de las inmediaciones de El Cerrillo, en la zona del Hospital de los Morales, se puede apreciar que la base de calzada se adapta a la roca madre, en la que está encajada. Llama la atención que en esa roca madre es frecuente encontrar vestigios de fondos marinos fosilizados, que nos hablan de los tiempos en que Sierra Morena estaba en el fondo de un inmenso océano.

En su estudio sobre las calzadas romanas de nuestra provincia, Enrique Melchor Gil indica que este camino unía la ciudad de Córdoba con una serie de minas de cobre y de plomo argentífero, situadas en el entorno de los ríos Guadanuño y Guadiato, que habrían sido explotadas durante los siglos I y II después de Cristo.

En diversos momentos del recorrido pudimos apreciar algunas de las singularidades constructivas de las calzadas romanas, de acuerdo con lo que autores como Vitrubio o Ulpiano nos han transmitido. Los expertos que nos acompañaban tuvieron también ocasión de hablarnos de las singularidades de la minería del cobre en nuestra provincia, dado el uso minero que los romanos dieron a esta ruta que va ascendiendo el escalón que suponen las estribaciones de Sierra Morena.

La actividad la llevamos a cabo una atractiva mañana de primavera. Durante el recorrido, la señorita C. tuvo continuas ocasiones de admirar, entre suspiros, la magnífica decoración floral, sobre todo de jaras pringosas, que nos iba acompañando.


Imagen: Antiqva Photo

lunes, 18 de abril de 2011

NOCHE DE LUNA




Vida tras vida, fueron
olvidando los hombres
aquella diosa virgen
que misteriosamente, desde el cielo,
con amor apacible
asiste a sus vigilias
en el silencio dulce de las noches…


Luis Cernuda, Las nubes



Estaba amaneciendo y la madre de la señorita C., en la dormivela, sentía deseos de gritar de júbilo. Llevaba varias noches soñando con caballos que galopaban y sentía la necesidad, sin saber porqué, de dar las gracias.

El timbre del teléfono la despertó. Una mujer que sollozaba habló:

-Esta noche –dijo- la luna ha querido robarme el blanco de los ojos.

-A mi –respondió ella- los flujos de la luna me vienen robando la menstruación.

Algunos meses después nació la niña. El fondo blanco de sus verdes ojos era tan inmaculado que todos afirmaron que nunca habían visto nada igual.

Para entonces hacía varios meses que la madre de la señorita C. no soñaba con caballos. Eran ahora las nubes, las maravillosas nubes, las que ocupaban su mente durante la noche.

La luna había hecho su trabajo.


Imagen: Antiqva Photo

miércoles, 13 de abril de 2011

LOBOS EN LA NIEVE


Quedé impresionado cuando contemplé la proyección de aquella película legendaria, Doctor Zivago. Por la noche, mientras dormía, estuve embargado por sueños extraños en los que, quizás, llegué a presentir cosas que es posible que algún día viva realmente.

La película mostraba escenas espectaculares de la Gran Guerra de 1914, de la Revolución Rusa y de los enfrentamientos civiles entre las tropas comunistas y las que seguían apoyando al régimen de los zares. Lo que más me impactó fue contemplar las inmensas llanuras de las estepas rusas, cubiertas por la nieve, por las que avanzaban los escuadrones de caballería tratando de alcanzar a unos enemigos vaporosos que se esfumaban en aquel inmenso infierno blanco.

En mis ensueños, influidos por lo que había contemplado aquella tarde en la gran pantalla, me veía vestido con un atuendo militar, portando un fusil y aparentemente posando en una inmensa planicie nevada, similar a aquellas por las que había visto cabalgar a los escuadrones de cosacos. La imagen sugería que un gélido viento lo impregnaba todo y mi cara, aterida, acusaba el frío inmenso de aquel inhóspito lugar. Alguien me había repetido varias veces que era necesario que vigilara a los lobos.

Mientras tanto, veía como los soldados de mi compañía, para protegerse del frío, se habían refugiado en unas trincheras cercanas. Esperaban que el cabo furriel y otros dos hombres acudieran portando un cajón de madera en cuyo interior viajaban los chuscos de pan y las latas de sardinas que habrían de constituir el almuerzo en ese día de maniobras en la nieve.

Era frecuente que por las noches, mientras dormíamos en el barracón, escucháramos en la lejanía el aullido de los lobos. Ahora, en nuestro avance por aquellos campos helados, estábamos cerca de ellos y el sargento había seleccionado tres o cuatro hombres para que estuviéramos alerta mientras los demás reponían fuerzas en aquellas abandonadas trincheras. Nuestra misión consistía en mantener alejados a los lobos que pudieran rondar por aquellos parajes. Nos dijeron claramente que si alguno de ellos se acercaba lo único que teníamos que hacer era disparar al aire y asustarlo. No se trataba de disparar contra ellos sino solamente de infundirles temor y hacer que se alejaran.

Como en la película, me veía posando en la nieve, azotado por el viento, mientras a lo lejos, en la neblina, tres hombres se acercaban portando penosamente, dos de ellos, una especie de cajón. Allí venía nuestro almuerzo. Mi misión era impedir que los lobos se acercaran demasiado.

Viví esta escena con tal intensidad que todavía sigo pensando que es posible que fuese un ensueño premonitorio. Quizás en esta vida, o en otra vida futura, esa imagen llegue algún día a hacerse realidad. Es posible, incluso, que haya sido una escena real, vivida en un tiempo ya pasado.

lunes, 11 de abril de 2011

LA VIOLINISTA



A veces, inesperadamente, se producen instantes de magia... Como que una muchacha, en el Puente Viejo de Córdoba, se ponga de súbito a interpretar una música deliciosa, del barroco italiano...

Imagen: Antiqva Photo

domingo, 10 de abril de 2011

DE LO SAGRADO



El hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado.

Recibió una caracola:

-Para que aprendas a amar el agua.

Abrieron la jaula de un pájaro preso:

-Para que aprendas a amar el aire.

Le dieron una flor de malvón:

-Para que aprendas a amar la tierra.

Y también le dieron una botellita cerrada:

-No la abras nunca, nunca. Para que aprendas a amar el misterio.

Eduardo Galeano, Las palabras andantes.

miércoles, 6 de abril de 2011

martes, 5 de abril de 2011

MUJER DE AIRE




De repente llegó una ráfaga de brisa más fuerte, las sábanas restañaron al viento, la mujer se levantó y empezó a tender unas diminutas camisetas de colores y un par de pantalones cortos. Sigue cantando, susurró él, por favor. En aquel momento las campanas de la iglesia cercana se pusieron a tocar sin pausa el mediodía y, como si hubiera sido evocado por ese sonido, de la pequeña garita donde estaban sin duda las escaleras que conducían a la terraza se asomó un niño y corrió a su encuentro. Tendría cuatro o cinco años, llevaba el pelo rizado, dos sandalias con dos ojos de luneta en las puntas y los pantalones cortos sujetos por los tirantes. La muchacha dejó la cesta en el suelo, se acuclilló, gritando: ¡Samuele!, y abrió los brazos y el niño se arrojó a ellos, la muchacha se levantó y empezó a dar vueltas sobre si misma abrazada al niño, giraban ambos como un carrusel, las piernas del niño estaban extendidas en horizontal, y ella cantaba: “Yo me enamoré del aire, del aire de una mujer, como la mujer era aire, con el aire me quedé.”

Él se dejó resbalar hasta el suelo con la espalda apoyada contra el muro y miró hacia lo alto. El azul del cielo era un color que pintaba un espacio abierto de par en par. Abrió la boca, para respirar aquel azul, para engullirlo, y después lo abrazó, estrechándolo contra su pecho. Decía: “Aire que lleva el aire, aire que el aire la lleva, como tiene tanto rumbo no he podido hablar con ella, como lleva polisón el aire la bambolea.”


Antonio Tabucchi, Yo me enamoré del aire

viernes, 1 de abril de 2011

ANTIQVA Y EL EROTISMO








Antiqva me la ha jugado…

Hace algún tiempo, el tipo presentó unos versos al “Primer Premio de Poesía Amatoria, Gozosa y Erótica” que había sido convocado por la editorial Hipálage.

Ahora, pasados unos meses, me ha dicho que ha recibido un e-mail de esa editorial, en la que le dicen que su poema ha sido seleccionado y será publicado próximamente en un libro titulado “De versos encendidos”.

Me consta, porque lo escuché a hurtadillas, que la señorita C. –tan pronto como supo la noticia- le ha pedido que le dedique un ejemplar: “Y espero que me pongas una dedicatoria encendida” –escuché que ella le decía.

Lo curioso es que el tipo había prestado tan poco interés al concurso, en la seguridad de que no sería seleccionado, que ni siquiera recuerda con que poema participó.

Ahora, siente uno que la envidia recorre sus venas… Contemplo perplejo como la señorita C. corretea enloquecida detrás de Antiqva… Y veo que el tipo está claramente a punto de acceder a la inmortalidad. Gracias a ese libro, el nombre de Antiqva pasara a figurar en letras inmortales en las más destacadas bibliotecas públicas de toda España… Cientos de gentes lo compraran, sobre todo los autores de los versos seleccionados, para regalárselos a sus esposas, a sus amantes o a las vecinas del piso de arriba…

Y uno, embargado de tristeza, no puede sino limitarse a contemplar como la señorita C. corre –poseída por la codicia poética- tras ese tipo execrable. Incluso María le ha dedicado frases elogiosas mientras yo me hundo en la miseria de los celos…

Si, si, Antiqva me la ha jugado… Tendré que pedirle, entre lágrimas, que me dedique también uno de los ejemplares…


(NOTA ADICIONAL PARA LECTORAS ESTUPEFACTAS: cuando reciba un ejemplar de ese libro, prometo publicar ese poema “encendido” con el que Antiqva ha alcanzado la eterna inmortalidad. No puedo hacerlo ahora debido a la mala memoria del tipo…)