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lunes, 20 de agosto de 2007

MUERTE DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Detenido de nuevo en septiembre de 1939, tras un breve paréntesis de libertad, Miguel Hernández iniciará un nuevo recorrido por las cárceles de Madrid, Ocaña y Alicante, “hasta que en su indefenso organismo se declara una tuberculosis pulmonar aguda que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores, acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un años de edad.

Algún fervoroso admirador le ha atribuido aquel hermoso pareado (cuya autenticidad resulta más que dudosa), donde el poeta moribundo se despide cantando la fraternidad con los hombres y con todo lo más bello del universo:

¡Adios, hermanos, camaradas, amigos;
despedidme del sol y de los trigos!”

Juan Cano Ballesta (Miguel Hernández. El Hombre y su poesía)

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