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jueves, 22 de mayo de 2008

DE AMORES







En las tardes de mayo cuando el aire brillaba
con un azul radiante y en las olas del musgo
se mecía la blanca flor de la sanguinaria,
te amaba casi más que a nadie en este mundo.

Por tus ojos tan graves del color de la hierba,
por tus cabellos negros y tus hombros desnudos,
por tus labios suaves un poco temblorosos,
te amaba casi más que a nadie en este mundo.

Aunque no te lo dije tú acaso lo sabías,
por eso una mañana en el bosque de pinos
me saliste al encuentro a través de la niebla
y de las verdes jaras cubiertas de rocío.

Era yo entonces estudiante, todos los días
a las nueve tenía clase en el Instituto,
pero aquella mañana me fui solo a la sierra
y me encontré contigo en el gran bosque húmedo.

Mis amigos me daban consejos excelentes
y me hablaban de ti sin velar sus escrúpulos,
y yo les respondía: Odio vuestra prudencia,
pues casi más que a nadie te amaba en este mundo.

Mis padres me reñían a la hora del almuerzo.
Me decían que iba a perder todo el curso,
pero yo soportaba sus riñas en silencio
y ellos seguían hablando, amargos, del futuro.

Yo me decía mientras: ¿Qué importan los amigos,
qué importa el porvenir, los padres, los estudios,
si las tardes de mayo son tan claras y bellas
y te amo, amor mío, más que a nadie en el mundo?


¿Qué importan estas cosas si me estás esperando
en el vasto pinar, al borde del camino,
y tus ojos son verdes como las hojas verdes
y tu aliento fragante lo mismo que el tomillo?


¿Qué importan las palabras si tus labios son rojos
como la roja adelfa y la flor del granado
y sólo hablan de amor, de risas y de besos,
y mi alma es el aire que respiran tus labios?


¿Qué consejo podría distraer al amor
de los tiernos deseos que en su pecho suspiran,
si el amor es lo mismo que un zagalillo ebrio
coronado de pámpanos en mitad de las viñas?

Así te hablaba entonces mi corazón, ¿te gustan
todavía sus palabras?
Así te amaba entonces mi corazón, ¿recuerdas
todavía su amor?

Y una de aquellas tardes te dije que algún día
escribiría en mi casa solitario
esta Elegía triste y bella como el recuerdo
y tú me interrumpiste besándome en los labios.

No creíste, ah, nunca creíste que pudiera
acabar el amor de aquella primavera,
pero la vida es siempre más larga que el amor
y si la dicha es bella como una flor de mayo,
como una flor de mayo breve es también su flor.

Ricardo Molina (Elegías de Sandua)


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5 comentarios:

  1. Que texto más bello! Dulce y profundo a la vez,me hace pensar en el corazón recién abierto de mi hombre-niño, en cuando mis palabras no toquen más sus oídos porque otro amor lo encuentre en el camino...
    El amor, la vida...

    Gracias por compartir algo tan hermoso,
    un abrazo!

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  2. El amor inspirador, que es capaz de dar vida a tan bellas palabras...
    Saludos
    Chau

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  3. Un poeta tan romàntico que me presentas.
    Me gustò.

    Seguimos..

    Abrazos

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  4. Precioso, aun con ese final que afortunadamente no siempre se produce.

    Un abrazo

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  5. Precioso. Un poema lleno de sonoridad, de metáforas. Por cierto, qué diferente de este mayo, tan lluvioso...

    Un lujo de poema para los oidos y la mente... o el alma.

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Gracias, siempre, por tus palabras...