Réplicas de piezas grecorromanas
(1)La Górgona Medusa habitaba al extremo del Occidente, no lejos de la tierra de las Hespérides y del Reino de los Muertos. Se decía que cuando miraba a una persona esta se convertía en piedra.
(2)Referencia a Escila, horrible monstruo del que se nos habla en la Odisea.
(3)La Quimera era un animal fabuloso con pecho y cabeza de león y cola de serpiente.
(4)Los Centauros, mitad hombre y mitad caballos, eran seres brutales que se alimentaban de carne cruda.
(5)Alusión a Gerión, el gigante de tres cabezas y de triple cuerpo hasta las caderas.
(6)El perro de tres cabezas es Cerbero, monstruoso perro del Hades, que custodiaba la entrada de los Infiernos.
(7)La Esfinge era un monstruo femenino. Tenía rostro de mujer; pecho, patas y cola de león, y alas de ave de rapiña.
(8)Las Harpías eran aves con cabeza de mujer que raptaban a los niños y a las almas.
(9)Los Gigantes nacieron de la sangre de Urano, una vez que los órganos sexuales de este fueron mutilados por Cronos.
(10)Gíes era un gigante que tenía cien brazos y cincuenta cabezas.
(11) Referencia al Minotauro de la leyenda cretense.
Cuando corría el año 8 a.C., Ovidio, el poeta latino autor del “Arte de Amar”, fue desterrado a una pequeña ciudad del lejano mar Negro, en el Ponto, por orden del propio emperador Augusto.
No se conocen las causas que motivaron esa decisión imperial. En algún momento (Tristes, II, 212) el poeta habría de afirmar que se le había acusado de haberse convertido en maestro del impúdico adulterio. Tuvo que concurrir, sin embargo, alguna otra circunstancia que posiblemente nunca lleguemos a conocer (“Tú sabes que lo otro que te perjudicó es más grave” – nos dice Ovidio en Pónticas, III, 70-72).
El poeta, en su alejado destierro, escribió diversas elegías que habrían de ser luego agrupadas en su obra “Tristes”. En una de esas elegías, que siempre nos ha impresionado, el poeta se lamenta de que alguien a quien consideraba su amigo nunca le ha escrito. Ovidio, que ni siquiera puede pensar que ese alguien se ha olvidado de él, adorna su escrito con ricas alusiones mitológicas.
Veamos esa elegía en la versión de José González Vázquez:
“Dos veces llegó hasta mí el sol tras los fríos del gélido invierno, dos veces, tras tocar Piscis, acabó su viaje. En tan largo tiempo, ¿por qué tu mano no ha sido cortés aunque fuera para escribirme unas pocas líneas? ¿Por qué tu amistad ha desaparecido, mientras que me escribían otros con quienes había tenido poco trato? ¿Por qué, cuantas veces quité a una carta sus hilos sellados, esperé que ésta tuviera tu nombre? ¡Quieran los dioses que muchas cartas hayan sido escritas por tu diestra, pero que de esas muchas ninguna haya llegado a mis manos! Lo que pido es claro que es así: antes creería que el rostro de la Górgona Medusa (1) estaba coronado por una cabellera de serpiente; que hay perros bajo el vientre de la doncella (2); que existe la Quimera (3), que, vomitando llamas, separa una leona de una horrible serpiente; en cuadrúpedos unidos por el pecho con un pecho de hombre (4); en el hombre de tres cuerpos (5); en el perro de tres cabezas (6); en la Esfinge (7); en las Harpías (8); en los Gigantes con pies de serpiente (9); en Gíes de cien brazos (10) y en el hombre mitad toro (11). Yo creería en todo esto, queridísimo amigo, antes que pensar que tú, cambiado, hayas dejado de pensar en mí. Entre tú y yo se extienden innumerables montes, caminos, ríos, llanuras y no pocos mares. Por mil causas, las cartas que con frecuencia has podido enviarme, rara vez pueden llegar a mis manos. No obstante, vence esas mil causas escribiéndome con frecuencia, para que no tenga que estar siempre excusándote, amigo mío.”
No se conocen las causas que motivaron esa decisión imperial. En algún momento (Tristes, II, 212) el poeta habría de afirmar que se le había acusado de haberse convertido en maestro del impúdico adulterio. Tuvo que concurrir, sin embargo, alguna otra circunstancia que posiblemente nunca lleguemos a conocer (“Tú sabes que lo otro que te perjudicó es más grave” – nos dice Ovidio en Pónticas, III, 70-72).
El poeta, en su alejado destierro, escribió diversas elegías que habrían de ser luego agrupadas en su obra “Tristes”. En una de esas elegías, que siempre nos ha impresionado, el poeta se lamenta de que alguien a quien consideraba su amigo nunca le ha escrito. Ovidio, que ni siquiera puede pensar que ese alguien se ha olvidado de él, adorna su escrito con ricas alusiones mitológicas.
Veamos esa elegía en la versión de José González Vázquez:
“Dos veces llegó hasta mí el sol tras los fríos del gélido invierno, dos veces, tras tocar Piscis, acabó su viaje. En tan largo tiempo, ¿por qué tu mano no ha sido cortés aunque fuera para escribirme unas pocas líneas? ¿Por qué tu amistad ha desaparecido, mientras que me escribían otros con quienes había tenido poco trato? ¿Por qué, cuantas veces quité a una carta sus hilos sellados, esperé que ésta tuviera tu nombre? ¡Quieran los dioses que muchas cartas hayan sido escritas por tu diestra, pero que de esas muchas ninguna haya llegado a mis manos! Lo que pido es claro que es así: antes creería que el rostro de la Górgona Medusa (1) estaba coronado por una cabellera de serpiente; que hay perros bajo el vientre de la doncella (2); que existe la Quimera (3), que, vomitando llamas, separa una leona de una horrible serpiente; en cuadrúpedos unidos por el pecho con un pecho de hombre (4); en el hombre de tres cuerpos (5); en el perro de tres cabezas (6); en la Esfinge (7); en las Harpías (8); en los Gigantes con pies de serpiente (9); en Gíes de cien brazos (10) y en el hombre mitad toro (11). Yo creería en todo esto, queridísimo amigo, antes que pensar que tú, cambiado, hayas dejado de pensar en mí. Entre tú y yo se extienden innumerables montes, caminos, ríos, llanuras y no pocos mares. Por mil causas, las cartas que con frecuencia has podido enviarme, rara vez pueden llegar a mis manos. No obstante, vence esas mil causas escribiéndome con frecuencia, para que no tenga que estar siempre excusándote, amigo mío.”
NOTAS
(1)La Górgona Medusa habitaba al extremo del Occidente, no lejos de la tierra de las Hespérides y del Reino de los Muertos. Se decía que cuando miraba a una persona esta se convertía en piedra.
(2)Referencia a Escila, horrible monstruo del que se nos habla en la Odisea.
(3)La Quimera era un animal fabuloso con pecho y cabeza de león y cola de serpiente.
(4)Los Centauros, mitad hombre y mitad caballos, eran seres brutales que se alimentaban de carne cruda.
(5)Alusión a Gerión, el gigante de tres cabezas y de triple cuerpo hasta las caderas.
(6)El perro de tres cabezas es Cerbero, monstruoso perro del Hades, que custodiaba la entrada de los Infiernos.
(7)La Esfinge era un monstruo femenino. Tenía rostro de mujer; pecho, patas y cola de león, y alas de ave de rapiña.
(8)Las Harpías eran aves con cabeza de mujer que raptaban a los niños y a las almas.
(9)Los Gigantes nacieron de la sangre de Urano, una vez que los órganos sexuales de este fueron mutilados por Cronos.
(10)Gíes era un gigante que tenía cien brazos y cincuenta cabezas.
(11) Referencia al Minotauro de la leyenda cretense.
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A nosotros no nos pasará como a Ovidio, amigo. Nos pasamos la vida escribiéndonos, jajaja.
ResponderEliminarUn beso, cielo.
Natacha.
Que no me entere yo que Antiqva está triste...
Pobre Ovidio, vaya penitencia para tan escaso pecado...
ResponderEliminarEn fin, que ya me puedo acostar habiendo aprendido una cosa nueva.
un beso
Es que entonces no existían los blogs ni los emails para saltarse todas esas mostruosidades,ni los móviles...
ResponderEliminarUn abrazo.
La soledad es muy trágica. No es exgtraño que Ovidio se sintiese trite, aunque al menos pudo desahogarse con la escritura.
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Antiqva, seguimos aprendiendo.
ResponderEliminarSeguimos escribiendo.
Un abrazo
Toda una historia esta de Ovidio, fantástica, maravillosa, sin duda de otras épocas, pero con toques de realidad mágica.
ResponderEliminarAbrazote