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viernes, 11 de septiembre de 2009

"LA MADRUGA" Y FRANCISCO UMBRAL

Imagen: Antiqva



Siente uno que algún mecanismo ignoto se ha puesto en marcha y estoy recordando esos días del frío en que mi madre hacía “de niña de los recados” en el taller de costura de “la Madruga”…

Corrían entonces los años “del hambre”, los primeros de la década de los “cuarenta” del siglo pasado. Con la pretensión de que la cría aprendiera un oficio mi abuela la había llevado a ese taller. Su trabajo consistía en hacer los recados cotidianos y aprender lo que buenamente pudiera, escuchando y mirando lo que hacían las demás.

-“Leonorcita, ve a la mercería y pregunta si llegaron los botones…”

-“Niña, tienes que ir a casa de doña Ana… Le dices que su chaqueta ya está preparada… Qué cuando le venga bien, puede venir a probarse…”

Según escuché a mi madre, “la Madruga” era una mujer muy alta en aquellos tiempos en que los españoles eran gentes bajitas. Decía que era tan alta que no se atrevía a salir a la calle, ya que temía que los niños, despiadados, se metieran con ella. Por ese temor, contaba mi madre, solamente en las primeras horas de la madrugada se la veía paseando por los jardines del Campo Grande, acompañada por alguna de las muchachas que trabajaban en su taller. “La Madruga”, acomplejada por los comentarios que su altura despertaban en la gente, solamente salía a la calle antes de que hubiera amanecido. Habrían de ser esos paseos a horas extrañas los que harían que pasara a ser conocida como “la Madruga”… Mi madre siempre se refería a ella de ese modo: “la Madruga”… Sin acento en la última letra. No la llamemos “la Madrugá”, que es la palabra que identifica las procesiones que con ocasión de la Semana Santa se llevan a cabo en Andalucía en la noche del Jueves al Viernes Santo.

Contaba también mi madre que en aquellos tiempos “del hambre” esta mujer había recibido una oferta de la Facultad de Medicina, que ella habría aceptado, consistente en permitir que a cambio de determinada cantidad de dinero, cuando muriera, su esqueleto pudiera ser estudiado por la Universidad. Parece que en aquellos tiempos nadie entendía, ni siquiera en los ambientes de la ciencia, que una mujer pudiera ser tan alta.

Cuando Leonor hablaba de estas cosas, Antiqva era un niño… Habrían de pasar algunos años para que ya hombrecito se topara de nuevo con otra referencia a esa mujer legendaria. Esa nueva noticia que hablaba de “la Madruga” la encontraría leyendo “Los helechos arborescentes”… Francisco Umbral, su autor, hijo de madre soltera, aunque tuvo que nacer en un hospital de beneficencia madrileño a causa de la miseria y el miedo a las habladurías, estuvo siempre muy vinculado a Valladolid, ciudad donde vivía su madre cuando quedó embarazada y donde él se crió. No es extraño que Umbral, que vivió en ese Valladolid arropado por el hambre escuchara hablar, como Antiqva, de “la Madruga”, persona que entonces debía llamar la atención de las gentes, de modo que en la novela, en algún pasaje ocasional, el escritor habló de ella, haciendo así que el nombre de “la Madruga” recibiera un fugaz aliento de inmortalidad.

Dice en la reseña de la edición que Antiqva posee de “Los helechos arborescentes” (1980):

“Francisco Umbral ha escrito la novela de un niño que vive dos vidas paralelas, complementarias, que se aureolan y justifican una a la otra dentro de su alma escalonada en tres estadios como los tres patios sucesivos de una casa: la cultura, la gente, la soledad. Figuras de la Historia (Zumalacárregui, Zorrilla, Mariano de Cavia, Millán-Astray, don Alvaro de Luna, Franco), de la cultura (la Pardo Bazán, Giner de los Rios, Giménez-Caballero, Estebadillo González) y de la intrabiografía mágica del niño narrador, van y vienen libremente por siglos como salones, se encuentran, se saludan y se matan. Un gran esperpento histórico…”

“La Madruga”, precisamente, habría sido uno de esos personajes de la intrabiografía mágica de Paco Umbral, y del niño Antiqva, claro.



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12 comentarios:

  1. Voveré para leer con tiempo.

    Cuento y premio para ti...

    ;-))))

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  2. Me he quedado con ganas de más Antiqva,es tan...maravilloso el relato de tus recuerdos...

    Te mándo un beso, todavia extasiado por la bellisima lectura.

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  3. No había oído hablar de la Madrugá. Gracias por tus relatos, son muy interesantes.
    Que tengas un feliz fin de semana.
    Un abrazo
    Conchi

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  4. Qué bien descrito aquel tiempo, Antiqva, y claro que Francisco Umbral es un buen referente.
    Un abrazo.

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  5. Un personaje con una historia muy interesante que refleja la sociedad de una época (y muestra que la discriminación existe desde siempre, lamentablemente).
    Un abrazo, amigo!

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  6. Mi querido Antiqva, como siempre un verdadero placer leerte,..... Recuerdos ah que maravilla, mi abuela tambien me contaba las cosas de su tiempo y de las cosas sencillas que hacia, alla por el Peru de los cuarenta's,...pero claro no tengo un escritor de renombre como referente, de todos modos amigo, me encanta leerte e imaginar la España antigua, de aquellos tiempos...
    Besitos siempre
    Janeth

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  7. Tu vida empieza a ser algo emocionante y a cruzarse con el pasado de manera casi mágica...
    Debe ser raro leer algo que has tenido cerca de niño, en letras ajenas... Lo dota de otra dimensión, quizá más universal, más real...
    Mira, yo siempre pensando que soy un "taponcillo" y otras... tan grandes...
    Un beso, corazón.
    Natacha.

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  8. Otro aliento de inmortalidad para "La Madruga",excelente texto que una vez que se comienza a leer arrastra hasta el final.

    Un cordial saludo.

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  9. Para que veas que es posible eso que dicen de que todos estamos inter-relacionados.

    Antiqva ha sabido envolverme de la España de posguerra... e incluso me ha parecido ver a la Madruga, envuelta en un chal en su paseo madrugador.

    Precioso y conmovedor.

    Un abrazo mi amigo de memoria admirable.

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  10. Hay cosas que sin llegar a ser escritas,hacen historia.Lo hacen,porque van pasando de generación en generación, a través de las palabras,que son otra manera de perpetuar.
    Seguramente, "La Madruga" imaginaría que su físico y esa extraña,aunque comprensible,costumbre adquirida de pasear en los momentos de luz difusa,pasaría a la historia.
    Al menos,a la historia del lugar en el que vivía.
    No imaginaría,probablemente,que también lo haría plasmada fugazmente en un libro,de la mano de un habitante de ese lugar.
    Algo excéntrico y extraño,también,por cierto,Don Francisco Umbral.
    Bonito,Antiqva.
    Y como siempre,muy interesante.
    Besos.

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  11. Qué foto tan maravillosa amigo querido...

    Me parece que así debe haber sido ver a 'La Madruga'. Me parece que has captado a la pileta desde un ángulo tan parecido a aquel en el que se encontraría uno frente a la mujer tan alta, inmortalizada fugazmente (qué metáfora tan bella has usado) por Umbral, acaso sacada de los tiempos tiernos de tu infancia.

    Me pregunto si uno, siendo niño y estando frente a 'la Madruga', pensaría si esa mujer estaba más cerca del sol de lo que uno llegaría a estar algún día... Lo digo por la sugerente imagen que es una verdadera obra de arte..

    Y además tan evocadora de 'la madrugada' de tu vida.. De esos tiempos en que recién amanecías a la vida ;)

    Yo creo que hay muchos personajes que pintan nuestra infancia y alimentan nuestra imaginación... Sí, claro... en el tiempo aquel en que para uno el mundo entero es un gran escenario de cuentos sin fín...

    Me quedaré contemplando un tiempo más aquella imagen tan magnífica... Tan vívida que me hace sentir que si la miro el tiempo necesario, tal vez pueda ver amanecer ;)

    besos miles amigo!!!! y todo mi cariño, ya lo sabes ;)

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  12. ¡Pobre mujer! su único pecado fue haber nacido en esa época. hoy en día quizás hasta sería modelo je..

    Un abrazo querido Amigo!

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Gracias, siempre, por tus palabras...