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martes, 8 de septiembre de 2009

LAS PIEDRAS Y SU MUNDO




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Las terrazas cuaternarias que envuelven al Guadalquivir, entre Córdoba y Sevilla fueron pobladas en los tiempos del Paleolítico Medio por los hombres de Neandertal, que allí encontraban los recursos líticos que necesitaban para confeccionar las herramientas de piedra que utilizaban para cazar (puntas), despiezar las carnes (cuchillos y hachas) y trabajar las pieles (raederas y perforadores). Gracias a los arrastres del Guadalquivir, en estas terrazas abundan las piedras, sobre todo las cuarcitas y el sílex, que aquellos hombres utilizaban como materia prima.

Durante decenas de miles de años los grupos de Neandertales recorrieron incansables estos espacios elevados sobre el río. Allí vivieron y allí murieron a lo largo de muchas generaciones. Los Neandertales, que alcanzaron un modo de vida que se conoce como “Cultura Musteriense” vendrían a ser unos primos lejanos nuestros. Se extinguieron, todavía no sabemos como, coincidiendo con el momento en que los hombres modernos aparecimos en la Historia.

Ese trasiego de humanos a lo largo de tantos miles de años hace que Antiqva, algunas veces, paseando por esos lugares haya llegado a encontrar alguna “piedra” que presenta señales claras de haber sido trabajada. Entonces uno es consciente de que tiene en sus manos, por ejemplo, una raedera musteriense con signos de deterioro por su uso reiterado. Piensan los investigadores que los Neandertales cogían uno de los extremos de la piel que iban a trabajar con su mano izquierda y el extremo opuesto lo sujetaban con los dientes. Entonces tensaban la piel alejando la mano izquierda y con la mano derecha restregaban la raedera contra la piel tensada, limpiándola así de grasas y vellosidades. Ese trabajo requería utilizar una piedra que tuviera un filo característico en uno de sus costados (lo que se conoce como “frente” de la raedera), ya que se pretendía que el filo no resultase “cortante” sino que tuviera una determinada anchura que resultara apropiada para raspar la piel sin romperla o cortarla. En suma, no se trataba de utilizar un cuchillo sino una herramienta que sirviera para raspar.

Hace algunos años Antiqva encontró una de esas raederas y absorto en estado de ensoñación escribió un cuento que tituló “Aquel calor tenue”. Estos días pasados, cuando caminábamos por una de esas terrazas nos topamos con otra pieza, también de sílex, con múltiples señales de golpes y recubierta por una pátina de color acaramelado que nos hablaba de su antigüedad. La pieza (una simple piedra, claro) resulta para Antiqva bellísima. Por las huellas de golpes fosilizadas en su corteza podemos pensar que de ella se extrajeron hace miles de años lascas destinadas a fabricar puntas. Igualmente todo sugiere que la pieza se utilizó también como pequeña “sierra de mano” (por su aspecto denticulado en uno de sus lados) y como perforador (por las señales de ese uso que presenta en su pico). En fin, se trata de una pieza de sílex que podemos pensar que en algún momento impreciso cierta mujer Neandertal, hace más o menos 40.000 años, habría utilizado como “herramienta multiusos”: extracción de lascas destinadas a fabricar puntas para cazar, raspado de las pieles de los animales cazados (raedera), aserrar las ramas de los árboles (denticulado) y practicar incisiones en las pieles (perforador).







Podemos soñar que esa mujer es una anciana de 35 años. Veremos que tiene sus dientes deteriorados ya que los ha usado durante muchos años para tensar con ellos las pieles. Ahora ha terminado de aserrar una rama que va a utilizar como astil al que está insertando una punta de sílex. Se la entrega luego a uno de los cazadores del clan, que la utilizará como venablo cuando con el nuevo amanecer el sol abandone las tinieblas y los animales acudan al río a beber. Nuestra mujer, finalmente, está usando el pico perforador de la piedra para taladrar con agujeros una amplia piel, ya curtida, que quiere utilizar a modo de “chaquetón”. Pretende insertar algunas tiras de cuero en los agujeros que ha taladrado y luego colocándose la piel y ajustándola con las tiras logrará que se adapte cómodamente a su cuerpo… Quizás, incluso, sea algo coqueta, ¿quién sabe? Lo cierto es que no es lo mismo cubrirse con una simple piel de animal, que se le estaría cayendo de continuo, que hacerlo con una piel que se adapta a su robusto cuerpo gracias a los agujeros que ha hecho con el perforador y a las tiras de piel que utiliza para ajustarla a su gusto.

Y ahora, cuando han pasado 40.000 ó 50.000 años, Antiqva, paseando, se topa de súbito con todo esto y n
uevamente puede sentir “AQUEL CALOR TENUE” del que en otra ocasión había hablado…


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10 comentarios:

  1. Ay amigo...

    Si de esta manera se impartiera historia en las aulas... Luego tendríamos millones de enamorados de las huellas de los siglos.

    Siempre me emocionan tus historias porque ya te he contado el prodigio que obran tus imágenes y tus palabras cuando crean puentes en el tiempo ;)

    También he ido a leer sobre la tierna 'Pies ligeros' y entonces confirmo mi creencia en tu especialísimo sexto (o séptimo) sentido que te sirve para captar las imágenes de tiempos remotos al simple contacto con los objetos que pertenecieron a ellos :)

    Mira que acabas de convertirte en un personaje de algún cuento que escriba sobre un hombre que tocaba las piedras y era transportado a 'su mundo' en un tiempo que aquí sería un segundo pero que transcurriría de tal manera en ese otro mundo, que a él le permitiría volver con historias e imágenes que contar maravillosamente ;)

    O bueno... Si tienes más inspiración que yo (ya que últimamente me está huyendo jeje) puedes escribir tú el cuento jaja

    besos miles amigo salido de un cuento que aún no se escribe :)

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  2. Me has hecho sentir ese "Calor tenue" tambien a mi

    Un beso Maestro

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  3. Vaya que historia amigo, me llama la atencion como construyes toda la historia de la mujer coqueta, si como no, seguramente lo era, por que las mujeres son asi desde tiempos inmemoriales, salvo yo, que para nada de nada coincido con esas artes de la coqueteria, amigo mio me encanto la entrada, que tengas un feliz dia!

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  4. Qué bien has ido tejiendo la historia a partir de la piedra que encontraste!!
    Me fui imaginando a esa mujer a través de tu relato.
    Un beso!.

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  5. No sé Antiqva,qué tiene tu forma de contar la historia,que me deja seducida y con ganas de desgranar,cada paso de ella y sus entresijos.
    Pero contados por ti,claro está.
    Y es que esas ensoñaciones que tienes tú, vestidas de sapiencia y miradas desde los ojos internos,nos hacen volar hasta el punto exacto en el que nos enseñas cálidamente,como una piedra, de apariencia normal,es fruto de las pisadas del tiempo...
    Me ha encantado,de verdad.
    Besos mil.

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  6. Q maravilla de post, amigo!
    Besicos (no de silex)

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  7. Si te digo la verdad Antiqva, hace unos años me matriculé en historia contemporánea (por la Universidad a distancia). Mi pasión por las culturas milenarias, como la egipcia o la maya, es tanto comparable con mi admiración hacia la parte de la historia por la que desde niña siento verdadero interés... la prehistoria.

    En uno de mis trabajos me esmeré dibujando raederas, lanza- venablos, bifaces, arpones, etc, obtuve muy buena nota por el detalle de los dibujos... imaginaba que los estaba manufacturando a la par que los dibujaba.

    Esa fue una de mis misiones "cumplidas"... el resto de la historia casi que no me interesaba.

    Hoy me has despertado gratos recuerdos, como cuando con mis hermanos, hace más de 35 años, encontramos una pequeña cueva en una sierra de Sevilla con caracoles fosilisados.

    Mi hermano mayor los guarda como un tesoro.

    Las piedras y su mundo ... qué enorme mundo.

    Un abrazo enorme y antiguo, mi amigo.

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  8. Antiqua, me alegro que me recuerdes relacionándome con el Quijote.
    Te invito a ver unas imágenes.

    http://loscuentosdelaabuela.blogspot.com/2007/08/puerta-con-puerta.html

    Lo mismo me ocurre a mi contigo y los egipcios.

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  9. Qué maravilla, me encantan nuestras raices..., estas, las que apenas se ven.
    Un abrazo.

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  10. Me encantan las piedras... será por eso que me gustan tanto tus historias...?

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Gracias, siempre, por tus palabras...

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