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lunes, 10 de diciembre de 2007

SIERRA MORENA



Este domingo pasado, a pesar de la cercanía del invierno, resultó ser un día magnífico en el que el sol de Andalucía brilló con fuerza en el firmamento, de modo que deseosos de pasear nos dirigimos a un paraje situado en las estribaciones de Sierra Morena, en las cercanías del valle del Guadalquivir. Se trata de un espacio atravesado por diversos senderos, bien señalizados, por donde resulta cómodo pasear y en el que se puede disfrutar contemplando bellas estampas de la sierra poblada de encinas y alcornoques.



El sendero que tomamos atravesaba con cierta frecuencia desniveles que nos obligaban a disminuir la velocidad de la marcha, de modo que en uno de ellos pronto reparamos en que erosionada la capa de tierra superficial por las aguas afloraba directamente la roca, en la que se manifestaban, cada vez con más frecuencia, estratos integrados por multitud de conchas fosilizadas. Contemplando esas conchas éramos conscientes de que nos hablaban de unos tiempos en que esta parte de Andalucía había estado sumergida bajo las aguas de un inmenso mar.






Hemos escuchado en diversas ocasiones que en tiempos pasados el valle del Guadalquivir ha estado ocupado por el mar; de hecho cuando los agricultores perforan un pozo, a partir de una determinada profundidad, es frecuente que empiecen a surgir revueltas en la tierra pequeñas conchas fosilizadas, a veces, incluso, dientes de tiburón, pero una cosa es encontrar esos restos cuando se perfora un pozo de cincuenta o cien metros de profundidad, y otra es que ya en lo alto, en la Sierra, se encuentren en superficie conchas que, además, en este caso, tenían un tamaño considerable.





Siempre que salimos al campo suelo llevar mi máquina fotográfica, de modo que he podido ilustrar estas palabras con las imágenes de algunas de esas conchas fosilizadas. Nunca he tenido especiales conocimientos de Geología, de modo que ignoro a que animales pudieron pertenecer e igualmente desconozco que tiempo ha podido transcurrir desde aquellos momentos, ya envueltos en la leyenda, en que el mar cubría estos espacios de Andalucía.





No puedo sino comentar, para finalizar estas palabras, que desde siempre me ha llamado la atención el hecho de que los sillarejos con los que los hombres del Islam procedieron a levantar los muros externos de la Mezquita Aljama de Córdoba se muestren sugerentemente adornados con multitud de pequeños fósiles, en los que el viajero interesado podrá reparar con facilidad.

2 comentarios:

  1. "...de la sierra morena, cielito lindo, vienen bajando.." seguro conoces esa canción! y que maravilla poder descubrir a "flor de piel" la prehistoria de un lugar; como siempre, una delicia leerte! :)
    Un abrazo

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  2. Por supuesto que la conozco...

    La verdad es que es emocionante encontrarse "de sopeton" con retazos antiquisimos de la historia de un lugar.

    Ademas, no puedo sino reirme cuando "la gente del campo" exclama, por ejemplo, que es totalmente imposible que en lo alto de un monte haya estado alguna vez el mar...

    Cosas curiosas, sin duda. Antiguos cañones submarinos que hoy se alzan en las alturas...

    Un abrazo desde estas Sierras del Sur

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Gracias, siempre, por tus palabras...