Aquel día el hombre se había desplazado a Carmona (en la provincia de Sevilla) para, entre otras cosas, visitar la iglesia Prioral de Santa María. Había leído en alguna ocasión que el templo se alzaba en un solar en el que antes se había situado la mezquita aljama del siglo XI, de la que todavía se conservaba el patio de los naranjos.
Una vez allí, el hombre –sorprendido- reparó en que en una de las columnas del patio existía una extraña inscripción. Alguien le dijo que se trataba de un calendario litúrgico visigodo, esculpido sobre una columna romana, que luego los árabes habían reutilizado en el precioso patio de su aljama.
Con la pretensión de llevarse algún recuerdo de aquel bello rincón de orígenes andalusíes el hombre disparó su cámara, buscando como punto de animación que diera algo de vida a la imagen, a dos mujeres que conversaban amigablemente.
Fue entonces, de súbito, cuando un entrañable diablillo se cruzo en la imagen. El hombre, en un primer momento se dijo que tendría que hacer alguna nueva toma, cosa que efectivamente hizo.
Sin embargo, un tiempo después, ante su ordenador, el hombre reparó en que aquel diablillo no solamente no había destrozado la imagen, sino que, por el contrario, se había convertido en protagonista absoluto de ella.
La niña, tan alocadamente encantadora, se había transformado en el motivo principal de la fotografía. El resto de los elementos no cumplían sino una función meramente ornamental.
El hombre, como tantas otras veces, reparó en lo torpe que era en el manejo de la cámara y en que, casi siempre, sus mejores imágenes –al menos para su propio parecer- eran siempre el resultado de alguna feliz casualidad.
.
Ocurre muchas veces, antiqva, las fotos salen como salen y, en ocasiones, la niña que parecía fastidiarla, efectivamente, dota de movimiento, frescura y alegría a la foto...
ResponderEliminarContrastan las abuelillas y la cría.
Bonita foto, al final...
Un besito, amigo
Natacha.
Me ha encantado el relato que ha dotado de vida propia a esa interesante fotografía.
ResponderEliminarEnhorabuena, por tu magia.
un besito
Gracias, amigas, por vuestras palabras. La verdad es que la cria se me metio en el punto de mira, loca de alegria, antes de que yo siquiera me diera cuenta de ello...
ResponderEliminarUn abrazo, amigas.