Natacha al acecho, por si sobra algo...
Proseguimos avanzando en nuestra acreditada sección de “Cocina Recreativa”.
Son pocos los que saben que solamente algunos tenemos conocimiento de que ciertos procesos alquímicos especialmente sofisticados permiten transmutar unas piezas de solomillo ibérico en un suculento bocado en el que se integran todas las virtudes tradicionalmente reconocidas a los pueblos integrados en las antiguas culturas turdetanas, es decir propias de la tierra de María Santísima.
En un acto impío de divulgación de esos procesos misterios Antiqva ofrece hoy a sus amig@s ese ignorado proceso de transmutación, que hasta ahora solo se había trasmitido de viva voz, de madres a hijas, como las buenas herencias.
Veamos lo que dice esa tradición:
Ante todo, las piezas de solomillo se deben sacar del frigorífico y han de situarse sobre una plancha o sartén sin aceite, con la finalidad de que se vayan “plancheando” en su propio jugo. Se añadirá sal gorda. ¡Ah, la Divina Sal…! ¿Qué tiempos aquellos en que nadie sabía que la sal era cloruro de sodio…!
Cuando las piezas estén prácticamente “plancheadas”, al gusto de cada uno, que Antiqva en eso no se mete, se debe verter sobre ellas un chorrito de aceite de oliva virgen extra elaborado en la Subbética cordobesa, comarca donde siguen todavía produciendo el aceite del mismo modo que lo hacían los romanos.
Lo esencial del proceso es que el aceite no se fría, es decir que no se queme, con objeto de evitar sufrimientos estériles y que sus propiedades “vivas” se incorporen a la carne. Una vez retirados los solomillos de la plancha puede resultar de interés añadir unos toques de pimienta y de hierbas provenzales.
En la imagen mostramos el resultado final del proceso. A los solomillos turdetanos se ha incorporado una fritanga de verduras (alcachofas, apio, zanahoria, pimientos verdes y rojos, champiñones, cebolla y jamón) cuyo proceso de elaboración no estamos autorizados a divulgar en este momento; vamos, que María se niega a darme la receta, ya que tiene miedo de que me corte algún dedo o me queme con las sartenes.
Esta receta mistérica, debido a la incorporación de procesos alquímicos que consiguen la transmutación de las propiedades físicas de los solomillos, que pasan de ser carne cruda y muy fría, por eso de haber estado en el frigorífico, a convertirse en un bocado suculento, es una cosa verdaderamente secreta; no debes permitir que las gentes de condición inferior la conozcan, en cualquier lugar en que te encuentres, y no debes permitir que la conozcan los habladores ni ninguna otra persona, excepto tú y tu verdadero Amigo íntimo.
¡Esta receta –dicen los antiguos- ha sido verdaderamente eficaz millones de veces!
Los iniciados en los misterios saben que las propiedades del bocado mejoran, incluso, si el plato se acompaña con una copa de vino tinto de la Denominación de Origen “Ribera del Duero”, ya que a las reconocidas virtudes gastronómicas de los solomillos turdetanos se unirán ahora las exquisitas propiedades de los vinos vacceos de la tan celtibérica como vieja Castilla.
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Son pocos los que saben que solamente algunos tenemos conocimiento de que ciertos procesos alquímicos especialmente sofisticados permiten transmutar unas piezas de solomillo ibérico en un suculento bocado en el que se integran todas las virtudes tradicionalmente reconocidas a los pueblos integrados en las antiguas culturas turdetanas, es decir propias de la tierra de María Santísima.
En un acto impío de divulgación de esos procesos misterios Antiqva ofrece hoy a sus amig@s ese ignorado proceso de transmutación, que hasta ahora solo se había trasmitido de viva voz, de madres a hijas, como las buenas herencias.
Veamos lo que dice esa tradición:
Ante todo, las piezas de solomillo se deben sacar del frigorífico y han de situarse sobre una plancha o sartén sin aceite, con la finalidad de que se vayan “plancheando” en su propio jugo. Se añadirá sal gorda. ¡Ah, la Divina Sal…! ¿Qué tiempos aquellos en que nadie sabía que la sal era cloruro de sodio…!
Cuando las piezas estén prácticamente “plancheadas”, al gusto de cada uno, que Antiqva en eso no se mete, se debe verter sobre ellas un chorrito de aceite de oliva virgen extra elaborado en la Subbética cordobesa, comarca donde siguen todavía produciendo el aceite del mismo modo que lo hacían los romanos.
Lo esencial del proceso es que el aceite no se fría, es decir que no se queme, con objeto de evitar sufrimientos estériles y que sus propiedades “vivas” se incorporen a la carne. Una vez retirados los solomillos de la plancha puede resultar de interés añadir unos toques de pimienta y de hierbas provenzales.
En la imagen mostramos el resultado final del proceso. A los solomillos turdetanos se ha incorporado una fritanga de verduras (alcachofas, apio, zanahoria, pimientos verdes y rojos, champiñones, cebolla y jamón) cuyo proceso de elaboración no estamos autorizados a divulgar en este momento; vamos, que María se niega a darme la receta, ya que tiene miedo de que me corte algún dedo o me queme con las sartenes.
Esta receta mistérica, debido a la incorporación de procesos alquímicos que consiguen la transmutación de las propiedades físicas de los solomillos, que pasan de ser carne cruda y muy fría, por eso de haber estado en el frigorífico, a convertirse en un bocado suculento, es una cosa verdaderamente secreta; no debes permitir que las gentes de condición inferior la conozcan, en cualquier lugar en que te encuentres, y no debes permitir que la conozcan los habladores ni ninguna otra persona, excepto tú y tu verdadero Amigo íntimo.
¡Esta receta –dicen los antiguos- ha sido verdaderamente eficaz millones de veces!
Los iniciados en los misterios saben que las propiedades del bocado mejoran, incluso, si el plato se acompaña con una copa de vino tinto de la Denominación de Origen “Ribera del Duero”, ya que a las reconocidas virtudes gastronómicas de los solomillos turdetanos se unirán ahora las exquisitas propiedades de los vinos vacceos de la tan celtibérica como vieja Castilla.
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Antiqva, jajaja. Nunca pensé que freir unos filetes de solomillo y una guarnición de verduritas, fuese tarea tan árdua, jajaja.
ResponderEliminarQuedó genial tu post, como siempre amigo, sacaste una sonrisa de mis labios, lo cual agradezco eternamente y me tumbo a la puerta de tu mansión, junto a mi ahijada en espera de unas sobras de carne o tal vez de cariño, que ambas necesito.
Un beso, cielo.
Natacha.
Dan ganas de comerselo, lo interare aunque me gustaria que alguna vez me lo pusieran directamente a la mesa....
ResponderEliminarAaay pero qué bonito lo has escrito!!!!
ResponderEliminarNo hay ninguna duda, en lo absoluto, de la íntima relación entre la cocina y la alquimia... el mezclar sustancias, cocerlas por el fuego, transmutarlas en algo que guarda su esencia pero que es único... guao!! magia purita.. auténtica alquimia en el solve et coagula... ;)
y no debes olvidar que cocinar es un acto de amor, cuando creamos con nuestras manos y la obra es un espejo de nuestro interior que será ofrecida, entregada, ofrendada..
Qué bien me ha hecho leerte hoy! pero qué apetito me ha dado!! Y qué recuerdo para mi alma cuando mi abuela preparaba las comidas típicas y me usaba de asistente.. asistente de cocina, aprendiz de maga, discípula de su saber..
no hay duda amigo... alquimia y cocina.. lo mismo.
Un abrazo inmenso y gracias por este entretenidísimo momento!!
No tenía idea, pero se ve espectacular esa foto!
ResponderEliminarY acompañado de vino, que no falte pues! jajaa!
Mmmmm, y eso que acabo de cenar ;)
me llevo la receta a casa!!!!
ResponderEliminary cuidado que Natacha no se tiente y devore el plato.
Y si hay Autores Reunidos que necesitan cariño, por amor a Dios, al cielo, al Universo...eso no se le niega a nadie.
puedo prodigar unas caricias para el alma si gustan pasar por casa.
abrazos Antiqva.
Abrazos y besos para todos.
ya finaliza el domingo en Buenos Aires.
y sólo comí unos frutos exquisitos y mágicos de Calafate.
Qué bueno un Ribera del Duero, lo tuyo está muy bien, Antiqva, pero creo que el secreto de este exquisito plato lo tiene María, en la guarnición...
ResponderEliminarUn abrazo para antiqva, otro para maría y otro, si se puede, para esa preciosa gata.
¡Ajá! te he pillado,pues ese plato sí que lo como yo, muy habitualmente,pues me encanta.Y me ha resultado curioso lo de las hierbas provenzales,pues también se las pongo.Le dan un toque...hmmmm.
ResponderEliminarSiento no tener ese aceite,pero te aseguro que es de oliva virgen extra y no lo frío, para que no sufra...
Y qué decir de las verduritas...¡ays qué rebueno está esto!
¿Le habrás dado algo a Natacha, la gata nevada,verdad?
Un beso.