Imagen: Antiqva
Estas días pasados, cuando Antiqva visitaba la Necrópolis Romana de Carmona, población situada a unos 40 kilómetros de Sevilla, mientras contemplaba en el museo del yacimiento arqueológico la representación escultórica de Servilia, una joven que allí fue enterrada, no pudo sino evocar un antiguo epitafio que fue encontrado en Pax Iulia, la actual Beja portuguesa. En la inscripción, otra joven llamada Nise nos decía:
“Caminante, quienquiera que seas, cuando al pasar ante esta tumba leas en su epitafio que fui arrebatada a la vida teniendo sólo una veintena de años, sin duda te lamentarás de ello y, aunque piensas que esta paz que yo gozo ahora te será luego a ti, cuando estés cansado, tan dulce como a mi, haré votos, empero, porque vivas más que yo y envejezcas más tarde, disfrutando de la vida que no se me otorgó a mi. Más, si te alivia el llorar ¿por qué no lloras? Aquí yace Nise, que falleció a los veinticinco años. Hicieron este monumento su padre Inachus y su madre Io. Vete, o mejor aún, vuela, que ahora eres tú quien lees, pero luego tú mismo serás leído.”
Estas días pasados, cuando Antiqva visitaba la Necrópolis Romana de Carmona, población situada a unos 40 kilómetros de Sevilla, mientras contemplaba en el museo del yacimiento arqueológico la representación escultórica de Servilia, una joven que allí fue enterrada, no pudo sino evocar un antiguo epitafio que fue encontrado en Pax Iulia, la actual Beja portuguesa. En la inscripción, otra joven llamada Nise nos decía:
“Caminante, quienquiera que seas, cuando al pasar ante esta tumba leas en su epitafio que fui arrebatada a la vida teniendo sólo una veintena de años, sin duda te lamentarás de ello y, aunque piensas que esta paz que yo gozo ahora te será luego a ti, cuando estés cansado, tan dulce como a mi, haré votos, empero, porque vivas más que yo y envejezcas más tarde, disfrutando de la vida que no se me otorgó a mi. Más, si te alivia el llorar ¿por qué no lloras? Aquí yace Nise, que falleció a los veinticinco años. Hicieron este monumento su padre Inachus y su madre Io. Vete, o mejor aún, vuela, que ahora eres tú quien lees, pero luego tú mismo serás leído.”
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Pues tú me has dejado a mí con un nudo en la gargana ante las palabras de la joven. Las he sentido muy cercana, tanto como lo están de mía las ruínas de Carmona, casi a dos pasos. Y sin embargo no las conozco, así que ahora no me las pienso perder.
ResponderEliminarBesos
Guao.. qué palabras tan sobrecogedoras......
ResponderEliminarVeinte, treinta, cuarenta o cien años... A la edad que sea, solo pido que la muerte me encuentre realmente VIVA...
Un abrazo, en vida, amigo ;)
Uffff...tremendo.
ResponderEliminarMe gustó mucho lo que dice, porque hay tanta razón.
Fíjate que últimamente he pensado en esto de los epitafios y me gustaría saber que escribiría yo. En fin.
PD. ¿Te queda lejos Sevilla de donde vives? Con eso de que deseo recorrer toda tu tierra. Algún día.
Abrazos...
Preciosas palabras, caminante..., dirigir un epitafio a un caminante desconocido..., o ser el caminante y descubrirlas...
ResponderEliminares lo hermoso de esto, ese desconocimiento personal entre ambos... y así tan personal como si conociera al desconocido.
gracias.
Un abrazo.
Como casi todas las cosas, que nos dicen que vivamos lo más plenamente posible, que disfrutemos de todo lo que la vida nos ofrece, es un instante aunque no queramos verlo...
ResponderEliminarMuchos besitos para vosotros que paseis un agradable fin de semana.
Desgarrador epitafio...
ResponderEliminarSe me ah congelado el corazón y se me han humedecido los ojos.
Debería estar prohibido mori hasta los 90 como mínimo...y así también me daría pena...
En fin,que hay que vivir y disfrutar al máximo para que cuando nos pille la muerte,que no nos haya vencido.
¡Qué lugares más bonitos e interesantes visitas,Antiqva!
Besos.