Imagen: Antiqva
Viaje a la tierra de Yam
(En la propia cámara funeraria, en la pared este)
Nuestro rey, que alababa la valentía de Ahmosis, le hizo llamar a la Gran Mansión.
Me dijo:
“Te ordeno que siguiendo la ruta de Elefantina, descendiendo por Irtjet, Makher, Terers e Irtjetj, viajes a la tierra de Yam, para abrir la ruta a ese país.
Es mi deseo que saludes al rey de Yam y que viajes luego a la tierra de los Habitantes del Horizonte, de donde debes traer una Mujer Belluda y un Hombre-Niño que quiero entregar a mi hijo para que sea feliz contemplándolos. Cumple mis deseos, Ahmosis, y viaja a esas tierras lejanas que están situada al sur, más allá del Alto Egipto.”
Y fue así como las lágrimas cayeron por las mejillas de Ankhiry el día en que Ahmosis, al mando de cien arqueros y cien soldados de la caballería real, se alejó de Tebas camino de la tierra de Yam.
Tardamos más de siete meses en culminar nuestro viaje, en el que fuimos siguiendo la ruta de los Oasis. Cuando, al fin, llegamos a Yam supimos que su rey había sido asesinado en una excursión de los Hombres de las Arenas. Viendo que los hombres de Yam estaban llorando por su desgracia Ahmosis, al frente de sus soldados, tras saludar al príncipe, salió a la búsqueda de esos criminales que habían ofendido a los dioses de Egipto atacando a un pueblo que nuestro rey consideraba amigo.
Hacía once días que buscábamos a los criminales cuando aquellos hombres sin ley, que nos acechaban, nos atacaron. Ahmosis ordenó que los arqueros formaran un círculo y la caballería fue colocada en su interior. Pronto, la nube de flechas hizo que desapareciera la luz del sol y los Hombres de las Arenas fueron aniquilados. Cuando los últimos de ellos, inundados por el terror, se ponían en fuga, ordené que se abrieran las líneas de los arqueros y que la caballería saliera en su persecución.
Aquel día murieron todos los Hombres de las Arenas. Cortamos todas sus manos, que sumaron un total de trescientas sesenta manos. Capturamos luego a sus ancianos, mujeres y niños. Cuando iniciamos el retorno a Yam llevábamos cincuenta esclavas. Todos los ancianos, los niños y las restantes mujeres de aquel pueblo malvado habían sido abandonados a los chacales.
Así fue como Ahmosis alcanzó su gran victoria sobre los Hombres de las Arenas, que causaban temor en la tierra de Yam y que fueron exterminados por los soldados del rey de Egipto.
Yo, que añoraba el calor de Ankhiry, tomé a una de las esclavas que habíamos apresado. Su nombre bárbaro era Gilukhipa pero todos la conocían como la Mujer de los Ojos Ardientes. Ella era la más bella de todas aquellas mujeres. Desde entonces, Gilukhipa, con sus pechos, calentó el cuerpo y el corazón de Ahmosis, que se sintió feliz.
Regreso a Egipto
(En la propia cámara funeraria, en la pared sur)
Todo el oro y la plata que habíamos arrebatado a los Hombres de las Arenas y las manos de los vencidos ordené que fueran entregadas al príncipe de Yam, como un gesto amistoso de nuestro rey. Él nos mostró su agradecimiento y ordenó que sus hombres nos ayudaran a capturar aquellos seres especiales con los que el faraón nos había ordenado regresar a Egipto.
Y fue así como iniciamos otro largo viaje a la tierra de los Habitantes del Horizonte, atravesando lugares en los que hasta entonces ningún hombre egipcio había puesto sus pies… Y llegados a la tierra de los Habitantes del Horizonte, los hombres de Yam nos ayudaron a capturar una de las mujeres belludas. Sin su ayuda no hubiéramos podido conseguirlo. Pronto avistamos, entre los árboles, a un grupo de ellas, pero cuando nos acercamos pudimos comprobar que eran unas mujeres feroces, de terrible apariencia y que estaban dotadas de poderosos colmillos. Gracias a los venenos de las flechas de los hombres de Yam pudimos adormecer a una de ellas que pronto envolvimos en una red de cuerdas. El jefe de los hombres de Yam me dijo que aquella terrible mujer se llamaba, en su lengua, “Gorila”.
No encontramos allí ningún Hombre-Niño pero en el palacio de Yam tenían varios esclavos y el príncipe nos entregó uno de ellos, que se llamaba, según nos dijo “Pigmeo”.
Y fue así como Ahmosis se despidió del principe de Yam e inició el regreso a la Tierra Negra. Volvimos de la tierra de Yam con “Gorila”, “Pigmeo”, las cincuenta esclavas y más de trescientos burros cargados de incienso, ébano, aceites, pieles de pantera, colmillos de elefante y palos arrojadizos, así como todo tipo de bienes y presentes con los que el príncipe, agradecido por haber exterminado a los Hombres de las Arenas, quería mostrar su agradecimiento a nuestro rey. Para entonces, Gilukhipa había conquistado el amor de Ahmosis, que se sentía feliz.
.
(En la propia cámara funeraria, en la pared este)
Nuestro rey, que alababa la valentía de Ahmosis, le hizo llamar a la Gran Mansión.
Me dijo:
“Te ordeno que siguiendo la ruta de Elefantina, descendiendo por Irtjet, Makher, Terers e Irtjetj, viajes a la tierra de Yam, para abrir la ruta a ese país.
Es mi deseo que saludes al rey de Yam y que viajes luego a la tierra de los Habitantes del Horizonte, de donde debes traer una Mujer Belluda y un Hombre-Niño que quiero entregar a mi hijo para que sea feliz contemplándolos. Cumple mis deseos, Ahmosis, y viaja a esas tierras lejanas que están situada al sur, más allá del Alto Egipto.”
Y fue así como las lágrimas cayeron por las mejillas de Ankhiry el día en que Ahmosis, al mando de cien arqueros y cien soldados de la caballería real, se alejó de Tebas camino de la tierra de Yam.
Tardamos más de siete meses en culminar nuestro viaje, en el que fuimos siguiendo la ruta de los Oasis. Cuando, al fin, llegamos a Yam supimos que su rey había sido asesinado en una excursión de los Hombres de las Arenas. Viendo que los hombres de Yam estaban llorando por su desgracia Ahmosis, al frente de sus soldados, tras saludar al príncipe, salió a la búsqueda de esos criminales que habían ofendido a los dioses de Egipto atacando a un pueblo que nuestro rey consideraba amigo.
Hacía once días que buscábamos a los criminales cuando aquellos hombres sin ley, que nos acechaban, nos atacaron. Ahmosis ordenó que los arqueros formaran un círculo y la caballería fue colocada en su interior. Pronto, la nube de flechas hizo que desapareciera la luz del sol y los Hombres de las Arenas fueron aniquilados. Cuando los últimos de ellos, inundados por el terror, se ponían en fuga, ordené que se abrieran las líneas de los arqueros y que la caballería saliera en su persecución.
Aquel día murieron todos los Hombres de las Arenas. Cortamos todas sus manos, que sumaron un total de trescientas sesenta manos. Capturamos luego a sus ancianos, mujeres y niños. Cuando iniciamos el retorno a Yam llevábamos cincuenta esclavas. Todos los ancianos, los niños y las restantes mujeres de aquel pueblo malvado habían sido abandonados a los chacales.
Así fue como Ahmosis alcanzó su gran victoria sobre los Hombres de las Arenas, que causaban temor en la tierra de Yam y que fueron exterminados por los soldados del rey de Egipto.
Yo, que añoraba el calor de Ankhiry, tomé a una de las esclavas que habíamos apresado. Su nombre bárbaro era Gilukhipa pero todos la conocían como la Mujer de los Ojos Ardientes. Ella era la más bella de todas aquellas mujeres. Desde entonces, Gilukhipa, con sus pechos, calentó el cuerpo y el corazón de Ahmosis, que se sintió feliz.
Regreso a Egipto
(En la propia cámara funeraria, en la pared sur)
Todo el oro y la plata que habíamos arrebatado a los Hombres de las Arenas y las manos de los vencidos ordené que fueran entregadas al príncipe de Yam, como un gesto amistoso de nuestro rey. Él nos mostró su agradecimiento y ordenó que sus hombres nos ayudaran a capturar aquellos seres especiales con los que el faraón nos había ordenado regresar a Egipto.
Y fue así como iniciamos otro largo viaje a la tierra de los Habitantes del Horizonte, atravesando lugares en los que hasta entonces ningún hombre egipcio había puesto sus pies… Y llegados a la tierra de los Habitantes del Horizonte, los hombres de Yam nos ayudaron a capturar una de las mujeres belludas. Sin su ayuda no hubiéramos podido conseguirlo. Pronto avistamos, entre los árboles, a un grupo de ellas, pero cuando nos acercamos pudimos comprobar que eran unas mujeres feroces, de terrible apariencia y que estaban dotadas de poderosos colmillos. Gracias a los venenos de las flechas de los hombres de Yam pudimos adormecer a una de ellas que pronto envolvimos en una red de cuerdas. El jefe de los hombres de Yam me dijo que aquella terrible mujer se llamaba, en su lengua, “Gorila”.
No encontramos allí ningún Hombre-Niño pero en el palacio de Yam tenían varios esclavos y el príncipe nos entregó uno de ellos, que se llamaba, según nos dijo “Pigmeo”.
Y fue así como Ahmosis se despidió del principe de Yam e inició el regreso a la Tierra Negra. Volvimos de la tierra de Yam con “Gorila”, “Pigmeo”, las cincuenta esclavas y más de trescientos burros cargados de incienso, ébano, aceites, pieles de pantera, colmillos de elefante y palos arrojadizos, así como todo tipo de bienes y presentes con los que el príncipe, agradecido por haber exterminado a los Hombres de las Arenas, quería mostrar su agradecimiento a nuestro rey. Para entonces, Gilukhipa había conquistado el amor de Ahmosis, que se sentía feliz.
.
Es increíble cómo lo contás Antiqva!
ResponderEliminarCómo tus palabras me fueron llevando por la historia.
Un abrazo!, que tengas muy buen inicio de semana.
Fascinante relato..
ResponderEliminarSabes, mi entrañable amigo... Tus cuentos son 'la historia de la historia'... Más allá de los hechos, digamos, documentados, existen personajes y acontecimientos que subrepticiamente les dan forma..
Ya es sabido que todo acontecimiento histórico nació de un corazón enamorado o de una idea que movió la voluntad humana o de la configuración de los astros jaja..
En fin.. tu mirada profunda no abarca solo el tiempo-espacio de la fascinante historia, sino los invisibles hilos que movieron los invisibles motores que suscitaron los hechos que se inscribirían en el gran libro de los tiempos...
¿Que los hechos son ficticios???
¿Y cómo se puede saber eso??
Con respecto a nuestras últimas 'charlas', e influida por la reflexión que me han generado ;), debo decir que no concibo a la imaginación como una capacidad de crear cosas fantásticas -verosimiles tal vez- pero ficticias.. No.. Tal vez la imaginación sea la forma en que viajamos en el tiempo y el espacio jeje..
UN ABRAZO INMEEENSO.. MI QUERIDO AMIGO.. desde el pensamiento en que hemos imaginado esta forma de encontrarnos jeje
Antiqva, ¡que belleza de relato, realmente me encanto!!
ResponderEliminarLos egipcios erean personas muy sabias sabian que el ser obedientes y leales a sus dioses esto les traeria recompensas en sus vidas posteriores eran muy cuidadoso con esto.
"Recorre el camino de la vida con fuerza, para que puedas terminar donde empezaste, en la plenitud de la vida" (Egipto)
Y volver alli, a ese lugar donde el sol no se pone y los lotos no se cierran.
Besitos siempre
Janeth
Vengo solo a decir que estoy a-no-na da-da... jeje.
ResponderEliminarFascinantes estos cuentos, querido amigo.
Tengo la suerte de poder leerlos en "estereo" ya me entiendes, ejeje.
Un beso, cielo.
Natacha.
Qué sensación tan particular siento cuando leo estos relatos tuyos, ya que siento que son parte de la historia misma.
ResponderEliminarCuando hablas de las 360 manos, imaginé el calendario con 360 días.
Cuando dices cincuenta lo relacioné con algo imposible de ser medido en números (sin cuenta) y así mucho más seguí volando con la imaginación hasta que escuché el llamado urgente de una canción.
Abrazos
Leerte,es como leer un libro de los que me envuelven sin remisión y con los que me puedo pasar horas como si fuesen suspiros.
ResponderEliminarGran relato que venga o no de tu imagianción,refleja perfectamente esas costumbres y rituales,esos sentimientos y creencias arraigados que movían a los egipcios.
Enhorabuena.
Besos.
Querido amigo,
ResponderEliminarTu capacidad para transmitir la historia y atraparnos en tus letras es envidiable.
A mí me pareció extremamente poética la imagen de los 'Habitantes del Horizonte', será porque hay días que añoro con fuerza una ciudad: un Bello Horizonte ;).
Gracias por hacer más agradables estas cálidas noches de verano.
besos