Imagen: Antiqva
La carta del faraón
(En la propia cámara funeraria, en la pared oeste)
Estábamos siguiendo la ruta de los Oasis, camino de la Tierra Negra, cuando nos encontramos con un grupo de jinetes que venía a nuestro encuentro, con un mensaje del rey. Cuando tuve en mis manos el papiro pude leer:
“Sello del rey: Año II, día 15 del mes tercero de la Inundación. Decreto real para el Compañero Único, Ahmosis, Capitán de los Arqueros. Se ha tenido conocimiento de la carta que habías enviado al rey, al Palacio, para hacer que se sepa que has regresado felizmente de Yam, junto con la tropa que estaba contigo. Dices en tu carta que has traído todo tipo de productos grandes y buenos, que el príncipe de Yam ha dado para el Ka del rey, que vive para siempre.
Has dicho también en tu carta que has traído del país de los Habitantes del Horizonte una Mujer Belluda y un Hombre-Niño para las “Danzas del Dios”.
Has dicho que el Hombre-Niño es igual que el Hombre-Niño que el canciller del dios Baurdjed trajo del país del Punt en tiempos del rey Isasi. Has dicho a mi majestad que no había sido traído nada igual a esos presentes por ningún otro que haya ido a Yam previamente.
Tu sabes ciertamente hacer lo que tu señor quiere y aprecia. Verdaderamente pasas el día y la noche pensando en hacer lo que tu señor ama, aprecia y manda. Su majestad proveerá tus múltiples y honorables dignidades para el beneficio del hijo de tu hijo eternamente, de forma que toda la gente dirá, cuando oigan lo que mi majestad hizo para ti: “¿Hay algo similar a lo que fue hecho para el Compañero Único Ahmosis cuando regresó de Yam, a causa de la vigilancia que mostró en hacer lo que su señor amaba, alababa y ordenaba?”
Ven hacia el norte, hacia la Residencia Real, inmediatamente. Apresúrate y lleva contigo a ese Hombre-Niño que tú has traído del país de los Habitantes del Horizonte vivo, sano y salvo, para las “Danzas del Dios”, para alegrar el corazón, para deleitar el corazón del rey y del hijo del rey. Cuando suba contigo al barco, haz que haya hombres capaces que estén alrededor de él en cubierta, para evitar que caiga al agua. Cuando duerma por la noche, haz que hombres capaces duerman alrededor de él en su tienda. Ve a controlarlo diez veces por la noche. Mi majestad desea ver a ese Hombre-Niño más que los productos de la tierra de las minas y del Punt.
Haz lo mismo con la Mujer Belluda, que mi corazón anhela conocer.
Cuando llegues a la Residencia Real, si ambos están vivos, mi majestad hará para ti grandes cosas, más que lo que fue hecho para el canciller del dios Baurdjed en tiempos del rey Isasi, de acuerdo con el deseo de mi majestad. Han sido enviadas órdenes al “jefe de las ciudades nuevas”, Compañero y Superior de los Sacerdotes, para mandar que se te proporcionen suministros de lo que está a cargo de cada uno, de cada almacén, de cada depósito y cada templo que no disfrute de exenciones.”
Esperando la muerte
(En la base del sarcófago)
Ahmosis dice ahora que todo lo que el rey le prometía en esa carta fue cumplido.
Ahmosis dice ahora que ha ordenado que esa carta de su Señor fuese reproducida en su tumba, para toda la eternidad.
Cuando Ahmosis, al frente de la expedición que volvía de la tierra de Yam, arribó a Tebas fue recibido por el rey y por todos los hombres de Egipto, que estaban alborotados y felices.
Pero ese día Ankhiry no le estaba esperando. Se me dijo que su espíritu se había ido al reino de Occidente a los pocos meses de que Ahmosis partiera para la tierra de Yam. Ahmosis lloró amargamente y ni siquiera Gilukhipa, su esclava, la Mujer de los Ojos Ardientes, pudo consolar su dolor.
Ahora, cuando han pasado los años, todos saben que Ahmosis ha sido un ciudadano excelente en la batalla, un camarada para su gente. He sido uno querido por su padre, alabado por su madre, a quien aman sus hermanos, grato para sus parientes e hijos. Yo me alce desde lo último de mi padre por el poder del rey. Viví en el deseo de un buen carácter y en el deseo de hacer bien las cosas. Yo soy uno que habla por su propia boca y que actúa con su propio brazo. No hay nadie que hable mal del reverenciado Ahmosis. Soy la vanguardia de los hombres; soy la retaguardia de los hombres, porque nadie igual a mí ha existido, ni existirá, y porque nadie igual a mí ha nacido ni nacerá.
(En la propia cámara funeraria, en la pared oeste)
Estábamos siguiendo la ruta de los Oasis, camino de la Tierra Negra, cuando nos encontramos con un grupo de jinetes que venía a nuestro encuentro, con un mensaje del rey. Cuando tuve en mis manos el papiro pude leer:
“Sello del rey: Año II, día 15 del mes tercero de la Inundación. Decreto real para el Compañero Único, Ahmosis, Capitán de los Arqueros. Se ha tenido conocimiento de la carta que habías enviado al rey, al Palacio, para hacer que se sepa que has regresado felizmente de Yam, junto con la tropa que estaba contigo. Dices en tu carta que has traído todo tipo de productos grandes y buenos, que el príncipe de Yam ha dado para el Ka del rey, que vive para siempre.
Has dicho también en tu carta que has traído del país de los Habitantes del Horizonte una Mujer Belluda y un Hombre-Niño para las “Danzas del Dios”.
Has dicho que el Hombre-Niño es igual que el Hombre-Niño que el canciller del dios Baurdjed trajo del país del Punt en tiempos del rey Isasi. Has dicho a mi majestad que no había sido traído nada igual a esos presentes por ningún otro que haya ido a Yam previamente.
Tu sabes ciertamente hacer lo que tu señor quiere y aprecia. Verdaderamente pasas el día y la noche pensando en hacer lo que tu señor ama, aprecia y manda. Su majestad proveerá tus múltiples y honorables dignidades para el beneficio del hijo de tu hijo eternamente, de forma que toda la gente dirá, cuando oigan lo que mi majestad hizo para ti: “¿Hay algo similar a lo que fue hecho para el Compañero Único Ahmosis cuando regresó de Yam, a causa de la vigilancia que mostró en hacer lo que su señor amaba, alababa y ordenaba?”
Ven hacia el norte, hacia la Residencia Real, inmediatamente. Apresúrate y lleva contigo a ese Hombre-Niño que tú has traído del país de los Habitantes del Horizonte vivo, sano y salvo, para las “Danzas del Dios”, para alegrar el corazón, para deleitar el corazón del rey y del hijo del rey. Cuando suba contigo al barco, haz que haya hombres capaces que estén alrededor de él en cubierta, para evitar que caiga al agua. Cuando duerma por la noche, haz que hombres capaces duerman alrededor de él en su tienda. Ve a controlarlo diez veces por la noche. Mi majestad desea ver a ese Hombre-Niño más que los productos de la tierra de las minas y del Punt.
Haz lo mismo con la Mujer Belluda, que mi corazón anhela conocer.
Cuando llegues a la Residencia Real, si ambos están vivos, mi majestad hará para ti grandes cosas, más que lo que fue hecho para el canciller del dios Baurdjed en tiempos del rey Isasi, de acuerdo con el deseo de mi majestad. Han sido enviadas órdenes al “jefe de las ciudades nuevas”, Compañero y Superior de los Sacerdotes, para mandar que se te proporcionen suministros de lo que está a cargo de cada uno, de cada almacén, de cada depósito y cada templo que no disfrute de exenciones.”
Esperando la muerte
(En la base del sarcófago)
Ahmosis dice ahora que todo lo que el rey le prometía en esa carta fue cumplido.
Ahmosis dice ahora que ha ordenado que esa carta de su Señor fuese reproducida en su tumba, para toda la eternidad.
Cuando Ahmosis, al frente de la expedición que volvía de la tierra de Yam, arribó a Tebas fue recibido por el rey y por todos los hombres de Egipto, que estaban alborotados y felices.
Pero ese día Ankhiry no le estaba esperando. Se me dijo que su espíritu se había ido al reino de Occidente a los pocos meses de que Ahmosis partiera para la tierra de Yam. Ahmosis lloró amargamente y ni siquiera Gilukhipa, su esclava, la Mujer de los Ojos Ardientes, pudo consolar su dolor.
Ahora, cuando han pasado los años, todos saben que Ahmosis ha sido un ciudadano excelente en la batalla, un camarada para su gente. He sido uno querido por su padre, alabado por su madre, a quien aman sus hermanos, grato para sus parientes e hijos. Yo me alce desde lo último de mi padre por el poder del rey. Viví en el deseo de un buen carácter y en el deseo de hacer bien las cosas. Yo soy uno que habla por su propia boca y que actúa con su propio brazo. No hay nadie que hable mal del reverenciado Ahmosis. Soy la vanguardia de los hombres; soy la retaguardia de los hombres, porque nadie igual a mí ha existido, ni existirá, y porque nadie igual a mí ha nacido ni nacerá.
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Los egipcios sólo ambicionaban la sabiduría que no se adquiere como creencia, sino como el conocimiento del Universo.
ResponderEliminarLo que se enseña en las tumbas es el secreto de la Eternidad. El mayor regalo era descubrir el paraiso en la tierra, penetrar en el, en vida
Mira que era importante para ellos,dejar grabadas esas estelas en sus tumbas.
ResponderEliminarEra saberse perpétuos,eternos,inamovibles.
Era sentir que si el mundo sabía de sus bondades y hazañas,el paseo en barca sería certero y feliz.
En fin,maravilloso relato,Antiqva,fiel a esa cultura mágica e indestructible,aunque el presente la haya relagado un tanto.
Besos.
La palabra es poderosísima.. Mantiene girando la rueda del tiempo y tiene una relación estrecha con la memoria. La palabra, escrita o hablada, es capaz de manifestarlo todo: lo increado, lo pasado, lo futuro y es capaz de recrear el mismo presente.
ResponderEliminarYo creo, mi buen amigo, que conoces todos los misterios de la palabra. Y, a través de la palabra, los misterios de la historia. Y, a través de la historia, los misterios del tiempo...
En fin.. saludo al prodigio que obran tus palabras ;)
besos!!!