Imagen: Antiqva
En aquel tiempo olvidado las legiones de Roma todavía no habían conquistado las tierras de España. Entonces, en los bosques ribereños del Guadalquivir vivía una ninfa a la que los humanos veneraban. Dicen que se llamaba Náyade y las gentes de Andalucía sabían que era la señora que reinaba en las aguas del gran río y en los parajes boscosos que lo envolvían.
Náyade, amada por todos, vivía en una gruta en la cercana Sierra y de ella se decía que ciertas noches, caminando por desconocidos pasadizos que nacían en la caverna, se internaba en el mundo subterráneo en el que los espíritus de los difuntos se purificaban antes de alcanzar el mundo celeste. Náyade, la ninfa del Guadalquivir, sintiéndose venerada por todos, vivía feliz. En los amaneceres, ella disfrutaba cuando los humanos se acercaban a la entrada de su cueva y le ofrecían las primicias de sus cosechas. A cambio, siempre benéfica, la ninfa contribuía a que la naturaleza fuese amable con las gentes. Daba también consejos a los humanos y les brindaba profecías acerca de cómo habrían de ser los momentos aún por venir. Todos sabían en aquellos tiempos que las ninfas poseían el arte de la adivinación y que si eran adecuadamente invocadas por los humanos se esforzaban por atender sus peticiones.
Así eran las cosas entonces. Habrían de pasar miles de años para que cierta mañana alguien que paseaba por las inmediaciones del río encontrase un canto rodado de cuarcita en el que la naturaleza, con arte especial, había esculpido una pátina sugerente. El hombre, siempre soñador, pensó incluso que parecía que en la corteza de la piedra alguien hubiera deseado reproducir el mapa de algún ignoto lugar. Algunos días después, el hombre, en un acto de ingenuidad, habría de “colgar” en un álbum virtual de imágenes de Internet una fotografía que había tomado de esa enigmática decoración pétrea.
A los pocos días, nuestro fotógrafo, invadido por la sorpresa, pudo leer un mensaje que alguien había enviado a su dirección de correo electrónico. Decía lo siguiente:
“Buenos días, Amigo:
He tenido ocasión de contemplar en Internet, ¿quién sabe los motivos de esta feliz conjunción de circunstancias?, una fotografía que con el título de “Geografía de lo Oculto” has publicado en un álbum de imágenes.
No imaginas la mezcla de sorpresa y alegría que he sentido al observarla, ya que hace miles de años fui yo misma quien diseñó esa pátina que la envuelve… Fue algo que sucedió en aquellos tiempos en que sentía que los humanos me amaban… Entonces, todos me hacían ofrendas… Todos me hacían peticiones… Hasta el propio río, en aquellos tiempos, era feliz cuando Náyade, al atardecer, se bañaba en sus frescas aguas.
En cierta ocasión, en aquellos olvidados tiempos, en un acto de evasión, se me vino a la mente la idea de esculpir en una piedra la representación de cómo es el “Reino de lo Oculto”, ese mundo subterráneo que es atravesado por deliciosas corrientes de agua y en el que abundan las lagunas. Una de ellas, la Estigia, hace milenios era especialmente temida por los humanos. Te puedo asegurar ahora que todos los horrores que de ella se contaban eran falsos… Nunca sucedió en ella nada que los humanos hubieran de temer… Era, sencillamente, un bello espacio de purificación que Náyade solía visitar por las noches para sumergirse en sus gratísimas aguas…
En fin, Amigo, por un azar de esta rueda que es la vida he podido contemplar de nuevo, ahora que ha pasado tanto tiempo y Náyade ha sido olvidada por todos, esa piedra con la que entonces jugué una tarde. He podido saber que ha sido tocada por tus manos y que la has fotografiado y que haciéndolo te has sentido tan feliz como me sentía yo entonces… ¡Que bello cúmulo de circunstancias se han producido para que haya podido reconocerla en Internet…! Amigo, cada vez que acaricies ese canto rodado recuerda que Náyade, la ninfa a la que los humanos dieron su amor en otros tiempos, todavía vive… Su espíritu sigue latiendo en las aguas de vuestro gran río…
Te envío un abrazo, Amigo humano.
Náyade”
Cuando terminó de leer el mensaje de la ninfa, el hombre, que cuando tomó la fotografía había dejado la piedra en el lugar en que la había encontrado, se prometió que la buscaría de nuevo… Fue así como una y otra vez, de manera insistente, las gentes pudieron verlo recorriendo las orillas del Guadalquivir con la mirada perdida en la tierra. Parece que nunca llegó a encontrarla. Dicen algunos, incluso, que en cierto momento llegó a pensar que todo había sido un sueño.
Sabemos, sin embargo, que esta historia no fue, ni mucho menos, el fruto de una ensoñación… Todavía ahora, incluso, la imagen de la piedra que muestra esa enigmática “Geometría de lo Oculto” continua “colgada” en Internet. Quizás algun@s de vosotr@s la halláis podido contemplar…
En aquel tiempo olvidado las legiones de Roma todavía no habían conquistado las tierras de España. Entonces, en los bosques ribereños del Guadalquivir vivía una ninfa a la que los humanos veneraban. Dicen que se llamaba Náyade y las gentes de Andalucía sabían que era la señora que reinaba en las aguas del gran río y en los parajes boscosos que lo envolvían.
Náyade, amada por todos, vivía en una gruta en la cercana Sierra y de ella se decía que ciertas noches, caminando por desconocidos pasadizos que nacían en la caverna, se internaba en el mundo subterráneo en el que los espíritus de los difuntos se purificaban antes de alcanzar el mundo celeste. Náyade, la ninfa del Guadalquivir, sintiéndose venerada por todos, vivía feliz. En los amaneceres, ella disfrutaba cuando los humanos se acercaban a la entrada de su cueva y le ofrecían las primicias de sus cosechas. A cambio, siempre benéfica, la ninfa contribuía a que la naturaleza fuese amable con las gentes. Daba también consejos a los humanos y les brindaba profecías acerca de cómo habrían de ser los momentos aún por venir. Todos sabían en aquellos tiempos que las ninfas poseían el arte de la adivinación y que si eran adecuadamente invocadas por los humanos se esforzaban por atender sus peticiones.
Así eran las cosas entonces. Habrían de pasar miles de años para que cierta mañana alguien que paseaba por las inmediaciones del río encontrase un canto rodado de cuarcita en el que la naturaleza, con arte especial, había esculpido una pátina sugerente. El hombre, siempre soñador, pensó incluso que parecía que en la corteza de la piedra alguien hubiera deseado reproducir el mapa de algún ignoto lugar. Algunos días después, el hombre, en un acto de ingenuidad, habría de “colgar” en un álbum virtual de imágenes de Internet una fotografía que había tomado de esa enigmática decoración pétrea.
A los pocos días, nuestro fotógrafo, invadido por la sorpresa, pudo leer un mensaje que alguien había enviado a su dirección de correo electrónico. Decía lo siguiente:
“Buenos días, Amigo:
He tenido ocasión de contemplar en Internet, ¿quién sabe los motivos de esta feliz conjunción de circunstancias?, una fotografía que con el título de “Geografía de lo Oculto” has publicado en un álbum de imágenes.
No imaginas la mezcla de sorpresa y alegría que he sentido al observarla, ya que hace miles de años fui yo misma quien diseñó esa pátina que la envuelve… Fue algo que sucedió en aquellos tiempos en que sentía que los humanos me amaban… Entonces, todos me hacían ofrendas… Todos me hacían peticiones… Hasta el propio río, en aquellos tiempos, era feliz cuando Náyade, al atardecer, se bañaba en sus frescas aguas.
En cierta ocasión, en aquellos olvidados tiempos, en un acto de evasión, se me vino a la mente la idea de esculpir en una piedra la representación de cómo es el “Reino de lo Oculto”, ese mundo subterráneo que es atravesado por deliciosas corrientes de agua y en el que abundan las lagunas. Una de ellas, la Estigia, hace milenios era especialmente temida por los humanos. Te puedo asegurar ahora que todos los horrores que de ella se contaban eran falsos… Nunca sucedió en ella nada que los humanos hubieran de temer… Era, sencillamente, un bello espacio de purificación que Náyade solía visitar por las noches para sumergirse en sus gratísimas aguas…
En fin, Amigo, por un azar de esta rueda que es la vida he podido contemplar de nuevo, ahora que ha pasado tanto tiempo y Náyade ha sido olvidada por todos, esa piedra con la que entonces jugué una tarde. He podido saber que ha sido tocada por tus manos y que la has fotografiado y que haciéndolo te has sentido tan feliz como me sentía yo entonces… ¡Que bello cúmulo de circunstancias se han producido para que haya podido reconocerla en Internet…! Amigo, cada vez que acaricies ese canto rodado recuerda que Náyade, la ninfa a la que los humanos dieron su amor en otros tiempos, todavía vive… Su espíritu sigue latiendo en las aguas de vuestro gran río…
Te envío un abrazo, Amigo humano.
Náyade”
Cuando terminó de leer el mensaje de la ninfa, el hombre, que cuando tomó la fotografía había dejado la piedra en el lugar en que la había encontrado, se prometió que la buscaría de nuevo… Fue así como una y otra vez, de manera insistente, las gentes pudieron verlo recorriendo las orillas del Guadalquivir con la mirada perdida en la tierra. Parece que nunca llegó a encontrarla. Dicen algunos, incluso, que en cierto momento llegó a pensar que todo había sido un sueño.
Sabemos, sin embargo, que esta historia no fue, ni mucho menos, el fruto de una ensoñación… Todavía ahora, incluso, la imagen de la piedra que muestra esa enigmática “Geometría de lo Oculto” continua “colgada” en Internet. Quizás algun@s de vosotr@s la halláis podido contemplar…
-
De una rara piedra has hecho nacer una historia muy interesante!
ResponderEliminarGracias Antiqva!
Saludosss.
Qué bueno... yo quiero verla, quiero verla, quiero verla... (pataleta de niña malcriada, jeje).
ResponderEliminarPreciosa historia amigo... preciosa de veras.
Te superas a ti mismo... ¿Qué haremos cuando estés tan arriba que casi no alcancemos a verte?
Un beso, cielo.
Natacha.
preciosísimo....
ResponderEliminarmaravilloso ;)
me encanta cómo tejes las historias, los mundos, los tiempos... en una trama de ensoñaciones que a veces nos sitúan en una deliciosa irrealidad... ;)
besos y abrazos amigo querido!!!!!
(que bien sabemos no es tan 'irreal' ¿eh????
ResponderEliminar;)
ficción o realidad siento que no es lo importante dilucidar aquí.
ResponderEliminarA mí me atrapó. Y ese es el encanto que le encuentro.
abrazos
Q bonito, Antiqva...! Yo quiero q una ninfa me escriba.
ResponderEliminarBesicos.
Precioso relato, me encanto,...... a mi me fascina soñar con aquellos dioses que todavía se pueden comunicar con nosotros los mortales y también los duendes, o las hadas, y mejor aun las silfides o las ninfas, me encanta imaginar que de alguna forma ellos nos orientan....
ResponderEliminarLas potencias y energias del espiritu solo cederan al manejo de quien tenga perfectamente puro el corazon. Esto es magia divina
No sé si Antiqva sigue estos días buscando la piedra río arriba, río abajo, pero yo estoy buscándolo a él y no lo encuentro. Quería comunicarle que ganó el cuponazo y que ya repartió el premio, así que muchas personas lo esperan para darle las gracias.
ResponderEliminarLa historia una delicia, así como la foto: geografía de lo oculto... me gustó mucho.
También pienso que cada día Antiqva se crece más y más. Mi enhorabuena.
Un abrazo
Conchi
Querido Antiqva,
ResponderEliminarTu relato es pulcro, mágico, tiene ritmo y hace soñar... ¿Qué más puede pedir alguien cuando lee? Tienes esta rara capacidad de transportarnos a otras dimensiones, por esto mismo todo lo que leo tuyo siempre me parece totalmente real.
besos
Que buen texto!!!!,ritmo e ingenio para atraparnos,entrelazas estupendamente atrapas y nos llevas hasta el final,me ha encantado!
ResponderEliminar