Ushebti
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Los egipcios pensaban que el espíritu del hombre, tras la muerte, habría de residir durante un tiempo indeterminado en la denominada Campiña de las Juncias, lugar de purificación en el que reinaba Osiris, antes de poder acceder si eran merecedores de ello al Reino de la Luz de Re.
En los campos de Osiris los espíritus llevaban una vida muy similar a la terrena, si bien impregnados de felicidad y carentes de todo tipo de preocupaciones. Tenían, sin embargo, algo propio de las mentalidades antiguas, que trabajar la tierra, como antes habían hecho en su vida, para producir alimentos de los que habrían de nutrirse los kas de los fallecidos.
En los campos de Osiris los espíritus llevaban una vida muy similar a la terrena, si bien impregnados de felicidad y carentes de todo tipo de preocupaciones. Tenían, sin embargo, algo propio de las mentalidades antiguas, que trabajar la tierra, como antes habían hecho en su vida, para producir alimentos de los que habrían de nutrirse los kas de los fallecidos.
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En el deseo de evitar ese trabajo material los hombres llegaron a pensar que gracias a la magia de la palabra se podía conseguir que pequeñas imágenes de sirvientes que se depositaban en las tumbas cobrasen vida y se dedicaran a realizar esas actividades físicas, de modo que el difunto quedase liberado de ellas y pudiese disfrutar de su vida en el Más Allá de manera plácida. Gracias a las cosechas que se producían en los Campos de Osiris los alimentos no faltarían nunca a los espíritus, incluso a aquellos que habían muerto hacía mucho tiempo y cuyas tumbas habían quedado abandonadas. Esa segura provisión de alimentos para los espíritus tenía un importante efecto tranquilizador para los vivos, que tras los acontecimientos del denominado Primer Periodo Intermedio eran conscientes de que en los momentos de revolución y enfrentamiento entre los hombres se había visto como las tumbas eran saqueadas por los alborotadores y las momias habían rodado por los suelos.
En el deseo de evitar ese trabajo material los hombres llegaron a pensar que gracias a la magia de la palabra se podía conseguir que pequeñas imágenes de sirvientes que se depositaban en las tumbas cobrasen vida y se dedicaran a realizar esas actividades físicas, de modo que el difunto quedase liberado de ellas y pudiese disfrutar de su vida en el Más Allá de manera plácida. Gracias a las cosechas que se producían en los Campos de Osiris los alimentos no faltarían nunca a los espíritus, incluso a aquellos que habían muerto hacía mucho tiempo y cuyas tumbas habían quedado abandonadas. Esa segura provisión de alimentos para los espíritus tenía un importante efecto tranquilizador para los vivos, que tras los acontecimientos del denominado Primer Periodo Intermedio eran conscientes de que en los momentos de revolución y enfrentamiento entre los hombres se había visto como las tumbas eran saqueadas por los alborotadores y las momias habían rodado por los suelos.
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El capítulo 6 del Libro de los Muertos contiene una curiosa fórmula que debe permitir que la representación escultórica de un sirviente (ushebti) cobre vida y pase a ejecutar los trabajos que en otro caso tendría que haber realizado el difunto:
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“Palabras dichas por N. (el difunto): Que diga:
El capítulo 6 del Libro de los Muertos contiene una curiosa fórmula que debe permitir que la representación escultórica de un sirviente (ushebti) cobre vida y pase a ejecutar los trabajos que en otro caso tendría que haber realizado el difunto:
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“Palabras dichas por N. (el difunto): Que diga:
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- “¡Oh ushebti de N.! Si soy llamado, si soy designado para hacer todos los trabajos que se hacen habitualmente en el Más Allá (en la Campiña de las Juncias), (sabe) bien que la carga te será inflingida allí. Como (se debe) alguien a su trabajo, toma tú mi lugar en todo momento para cultivar los campos, para irrigar las riberas y para transportar la arena de Oriente a Occidente”.
- “¡Oh ushebti de N.! Si soy llamado, si soy designado para hacer todos los trabajos que se hacen habitualmente en el Más Allá (en la Campiña de las Juncias), (sabe) bien que la carga te será inflingida allí. Como (se debe) alguien a su trabajo, toma tú mi lugar en todo momento para cultivar los campos, para irrigar las riberas y para transportar la arena de Oriente a Occidente”.
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- “Heme aquí” (dirás tu, figurilla).
- “Heme aquí” (dirás tu, figurilla).
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- “Iré a donde me mandes, Osiris N. Justificado”.
- “Iré a donde me mandes, Osiris N. Justificado”.
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