El “Tratado de los dos espíritus” es un texto que se integra en los denominados “Manuscritos del Mar Muerto”, obra de una comunidad esenia establecida en Qumrán. En las primeras líneas de esta obra se nos exponen las creencias en una doctrina de doble predestinación, según la cual Dios habría fijado el destino de todos los seres vivientes en el mismo momento de la Creación. En suma, de antemano estaría ya decidido quien habrá de salvarse y quién se perderá.
En el texto que vamos a reproducir destaca el intenso componente dualista de las creencias religiosas esenias. Se nos habla del enfrentamiento entre dos fuerzas opuestas, el bien y el mal, lideradas respectivamente por Miguel, Príncipe de las Luces, y Belial (Satán), Ángel de las Tinieblas. No debe causarnos extrañeza, en este contexto de creencias, que los esenios de Qumrán se autodenominaran “los Hijos de la Luz”:
“Del Dios de conocimiento proviene todo lo que es y lo que será. Antes de que existieran fijó todos sus planes y cuando existen completan sus obras de acuerdo con sus instrucciones, según su plan glorioso y sin cambiar nada. En su mano están las leyes de todas las cosas, y él las sostiene en todas sus necesidades. Él creó al hombre para dominar el mundo, y puso en él dos espíritus, para que marche por ellos hasta el tiempo de su visita: son los espíritus de la verdad y la falsedad. Del manantial de la luz provienen las generaciones de la verdad, y de la fuente de tinieblas las generaciones de falsedad. En manos del Príncipe de las Luces está el dominio sobre todos los hijos de la justicia; ellos marchan por caminos de luz. Y en mano del Ángel de las Tinieblas está todo el dominio sobre los hijos de la falsedad: ellos marchan por caminos de tinieblas.”
(1QS III, 15-21) - Versión de A. Roitman
En el texto que vamos a reproducir destaca el intenso componente dualista de las creencias religiosas esenias. Se nos habla del enfrentamiento entre dos fuerzas opuestas, el bien y el mal, lideradas respectivamente por Miguel, Príncipe de las Luces, y Belial (Satán), Ángel de las Tinieblas. No debe causarnos extrañeza, en este contexto de creencias, que los esenios de Qumrán se autodenominaran “los Hijos de la Luz”:
“Del Dios de conocimiento proviene todo lo que es y lo que será. Antes de que existieran fijó todos sus planes y cuando existen completan sus obras de acuerdo con sus instrucciones, según su plan glorioso y sin cambiar nada. En su mano están las leyes de todas las cosas, y él las sostiene en todas sus necesidades. Él creó al hombre para dominar el mundo, y puso en él dos espíritus, para que marche por ellos hasta el tiempo de su visita: son los espíritus de la verdad y la falsedad. Del manantial de la luz provienen las generaciones de la verdad, y de la fuente de tinieblas las generaciones de falsedad. En manos del Príncipe de las Luces está el dominio sobre todos los hijos de la justicia; ellos marchan por caminos de luz. Y en mano del Ángel de las Tinieblas está todo el dominio sobre los hijos de la falsedad: ellos marchan por caminos de tinieblas.”
(1QS III, 15-21) - Versión de A. Roitman
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