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En el capítulo 137A del “Libro de los Muertos” de los antiguos egipcios se describen diversos amuletos y fórmulas mágicas con las que se pretendía garantizar que el difunto (sobre el que previamente se habían practicado los ritos de la momificación, de la Apertura de la Boca y de las Cuatro Antorchas de Glorificación), quedase protegido adecuadamente, para toda la eternidad, de cualquier posible mal o amenaza que pudiera llegar a su tumba proveniente de cualquiera de los cuatro puntos cardinales.
La idea que presidía estos ritos protectores es que sobre cuatro ladrillos de arcilla cruda se debían grabar cuatro conjuros cuyo texto se especifica en cada caso, para luego, sobre esos “ladrillos mágicos” colocar ciertos amuletos, de modo que finalmente cada uno de esos conjuntos de ladrillos y amuletos se debía colocar en un nicho construido en uno de los muros de la cámara funeraria. Al final, los cuatro nichos habrían de ser tapiados.
De este modo, en la medida en que en cada muro de la cámara funeraria se colocaban esos poderosos símbolos mágicos, el difunto quedaba adecuadamente protegido ante posibles peligros. Veamos los amuletos que se debían utilizar (siempre colocados sobre un ladrillo en el que se había grabado el conjuro apropiado):
En el muro Oeste de la cámara funeraria se debía colocar un Djed de loza fina, mirando hacia el Este.
· (El pilar djed, vinculado estrechamente al culto a Osiris, era un símbolo de la eternidad y del poder de regeneración. En el capítulo 155 del L.M. se dice que un djed de oro se debía colocar también, como protección, en el cuello del fallecido).
En el muro Este se situaría una representación escultórica de Anubis, con su rostro mirando al Oeste.
· (Anubis, simbolizado por un chacal, animal que solía rondar por los alrededores de las necrópolis, era una divinidad protectora de los difuntos).
En el muro Sur, habría que colocar una mecha impregnada de aceite sefet, a la que se había prendido fuego y orientada al Norte.
· (Al igual que las antorchas, la mecha encendida era otro símbolo que hacía referencia a Horus y la búsqueda de la luz).
Finalmente, en el muro Norte se tenía que situar una estatuilla humana en madera, de siete dedos de altura, a la que se hubiera practicado el rito de la Apertura de la Boca. Debería estar mirando al Sur.
· (Se trata de una representación escultórica que gracias al rito de la Apertura de la Boca ha cobrado vida previamente. En el caso de que por cualquier motivo la momia fuese destruida en el futuro, la estatuilla animada, oculta en el nicho tapiado, pasaría a reemplazarla).
Una vez tapiados los cuatro nichos en los que se habían colocado esos cuatro amuletos y las fórmulas mágicas, el difunto Glorificado quedaba adecuadamente protegido durante toda la eternidad. Los peligros actuales y futuros habían sido vencidos y se habrían alcanzado los objetivos que se perseguían, que en palabras del propio “Libro de los Muertos” no eran sino que:
“Todo bienaventurado para quien se recite esto llegará a ser un dios sublime en el Más Allá, no será apartado de ninguna puerta del Occidente, estará en el cortejo de Osiris en todo lugar adonde vaya. Esto ha sido verdaderamente eficaz Millones de Veces.”
Uauuuuuuuuuuuuu, qué entrada más interesante! Me rechifla Egipto y su cultura. En enero estuve en el British Museum de Londres y me di un baño para los sentidos con tantos sarcófagos, esculturas y utensilios del antiguo Egipto.
ResponderEliminarGracias por acercarme un poco más las costumbres del antiguo Egipto.
Un besazo, guapo.
Como siempre los egipcios haciendo gala de su extrema atención a la muerte.
ResponderEliminarSiempre me llamó la atención la figura del chacal Anubis.
Cuando estuve allí pregunté al guía que nos acompañaba (le faltaba un puntito para coger la metralleta, fundamentalista el chaval) y me explicó que se rendía culto a estos dioses con cabeza de perro porque eran éstos los que profanaban las tumbas, escarbando en el suelo.
Poniendo su imágen a la puerta, se creía que éstos respetarían estas tumbas, al sentirse adorados...
Todo tan interesante...
Es un viaje que nunca olvidaré y estoy esperando que mi hijo pequeño sea un pelín más grande para llevarles a conocer un país que uno no puede morirse sin visitar.
Un beso, amigo.
Natacha.
Interesantísimo este post. Los rituales en torno a la muerte siempre han suscitado mi curiosidad. Y me enternece pensar que esos seres que creían, verdaderamente, que así salvarían a sus muertos de todos los peligros. Es tanto nuestro deseo de perdurar... Estoy deseando ver colgadas esas fotos de esculturas romanas de tu tierra. Saludos cordiales.
ResponderEliminar...una mecha encendida....
ResponderEliminarhan pasado tantos años, aunque no tantos, y seguimos buscando luz.
Da gusto dejarse instruir por entradas como las tuyas. Esta de hoy es especialmente sugerente, para alguien que adora la cultura egipcia. Me marcó pasar allí quince días, en uno de los momentos de mayor plenitud de mi vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ojala fuera capaz, amigos, de poder transmitiros el gran interes que siento, desde siempre, por la cultura egipcia, y sobre todo por su espiritualidad y sus creencias funerarias.
ResponderEliminarAlguna vez dije que en la espiritualidad egipcia (en la de los iniciados) esta el origen de las creencias que sobre estas materias se han ido desarrollando en Occidente.
Cuando se deja atras lo puramente simbolico -como estas cuestiones por ejemplo de los amuletos, de que trata la entrada- se puede penetrar en un apasionante mundo de creencias sobre la vida, la muerte y el mas alla...
Un abrazo