¡Desplómate, mujer de Asia,
que vienes del desierto!
¡Negra!
¿Qué vienes de las regiones montañosas!
Si eres una sirvienta, ven a su vómito.
Si eres una dama, ven a su orina.
Ven al moco de su nariz,
ven al sudor de su cuerpo.
Mis manos sobre este niño,
sobre él, son las manos de Isis,
cuando ella impuso las manos
a su hijo Horus.
Aclaraciones a esta fórmula mágica egipcia
El texto de este conjuro tenía como finalidad curar a un niño que está enfermo.
Pensaban los egipcios que la enfermedad estaba producida por un espíritu maligno que se había introducido en el cuerpo del enfermo.
El primer paso consistía en identificar a ese espíritu maligno, que puede ser el de una mujer asiática, del desierto, negra, etc.
Tanto si ese espíritu maligno es de una sirvienta fallecida, o de una dama, el mago emite una orden clara: debe abandonar el cuerpo enfermo del niño.
La salida del mal se puede producir a través de los vómitos del niño, su orina, su moco, su sudor, o en general de cualquiera de las posibles excrecencias que el cuerpo humano puede emitir.
El mago ha impuesto sus manos sobre el niño y ordena al espíritu maligno que abandone su cuerpo.
En la parte final del conjuro, el mago emite una fórmula que es usual en lo que podríamos llamar “magia simpática” egipcia: del mismo modo que Isis, la Gran Maga, impuso las manos sobre su hijo Horus y lo curó, igualmente el mago impone las suyas sobre el niño enfermo, que debe sanar también.
La magia egipcia establecía una relación de “simpatía” entre lo que sucede en el mundo de arriba, en el cosmos (Isis y Horus) y lo que acontece en el mundo inferior, en nuestro mundo (el mago y el enfermo). Lo que es válido en el cosmos era también de aplicación en Egipto.
La función esencial del mago, en suma, era conseguir que lo que servía para los dioses, en el cosmos, también resultara de utilidad para los hombres.
Es curioso, justo ahorita cuido la fiebre de uno de mis hijos. Lo que sea para que sane pronto! Pero la verdad, luego de un tempra, lo encomiendo siempre a su àngel de la guarda...en fin cosas de mi dia a dia que luego empatan un poco con los blogs.
ResponderEliminarUn abrazo Antiqva!
Imposición de manos, curanderos que tocan a los enfermos y alzan su mirada al cielo...
ResponderEliminarPareciése que todo lo inventaron ellos. Los egipcios. Lástima que no quede ni uno. ¿Dónde irían?
Un beso
Natacha.
Tengo algo para ti en mi blog.
ResponderEliminarAbrazos.
Me parecio muy hermoso... al principio antes de que lo explicaras me parecia agresivo... pero me identifico mucho por que mis hijos se enferman a cada rato... lo voy a copiar para hacerlo... nunca esta de mas...
ResponderEliminarsaludos!!!!
Cristina, espero que el niño ya este mejorcito. Bueno eso de pedir la ayuda de los seres angelicales.
ResponderEliminarNatacha, lee si puedes el LIBRO DE ASCLEPIO, cuya PROFECIA DE EGIPTO es muy intrigante. Algo puse yo en
http://imagenes-palabras.blogspot.com/2007/05/profeca-de-egipto.html
Tawaki, te agradezco tus palabras y que vengas siguiendo mis entradas. Sabes que yo tambien te leo...
Alejandrina, creo que es mejor encomendarse al "Angel de la Guarda", como hace Cristina. La magia de la palabra en Egipto era inmensa y la verdad es que en estas cosas nunca se sane...
Un abrazo a todos vosotros, amigos.
Es curiosa la atracción que sentimos por esta cultura. Me gustaría saber más, y todo lo relacionado con ella me interesa. El número de NG de este mes está dedicado a los faraones negros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Tawaki, yo estoy convencido de que el origen de la espiritualidad de lo que llamamos "cultura occidental" reposa en el antiguo Egipto.
ResponderEliminarAlli esta el origen de todo.
Lo que ocurre es que los griegos (que no hay que olvidar que aprendieron en Egipto) lo terminaron cambiando todo.
Y con los romanos se culmino el proceso.
Pero cuando los griegos y los romanos eran niños, los egipcios ya eran adultos plenos de conocimiento.
Un abrazo