No hace mucho hablaba (Caricias) de las relaciones de amistad que venimos manteniendo con un grupo de gatos salvajes que rondan por los alrededores de nuestra casa. Hablaba entonces del “Rubito”, un gato de negrísimo pelaje, y de una a primera vista sociable gata blanca, a la que a pesar de mis reiterados intentos nunca he podido llegar a acariciar.
Todo parece indicar que al “Rubito”, aparentemente una fiera salvaje –fuerte, negro y lustroso- no le he caído demasiado mal, ya que permite que de vez en cuando le pase la mano por el lomo. Un tanto egoísta, sin duda, no tiene reparos en admitirlo mientras se está comiendo algo que le haya ofrecido. Cuando termina de comer, también me deja pero entonces me mira “con cara de extrañeza”, como queriendo hablarme:
-¡Oye tú…! ¿que te traes conmigo…? ¿No ves que ya he comido…?
El animal, sin duda, tiene desarrollados instintos sociales hacia los hombres. Es posible que alguno de sus antepasados viviese entre personas y que algo de lo que aprendió se lo haya transmitido en los genes. Desde luego lo que le apasiona, cuando termina de comer, es restregarse –una y otra vez- contra mis tobillos. De ese juego no se cansa. Quiere, sin duda, impregnar mis viejos pantalones de su olor corporal. Quizás con ello me quiere decir que no debo tener miedos, que yo soy suyo y que él me va a proteger. ¡Señor, sin darme cuenta podría haber pasado a ser la mascota de un gato!
Antes nos cruzábamos, también, con un tercer ejemplar, bellísimo, de pelaje con capas alternantes de blanco y negro, hijo de los anteriores, pero desde hace un par de meses ya no lo vemos. Nunca se acercaba a nosotros y parece que ahora se ha independizado del clan. La semana pasada, por contra, a lo lejos, vimos a otros dos gatitos negros, ya algo crecidos, que debieron nacer en la última camada que parió la gata, hace unos meses. Hasta ahora nunca los habíamos podido contemplar. De su naturaleza salvaje y huidiza nos habla el hecho de que a pesar de que sus padres estaban comiendo “pienso para gatos”, de ese que lleva hasta salmón, ellos no osaron acercarse. El instinto o el puro miedo se lo impedía.
La vida, por tanto, prosigue… Quisiera creer que pronto esos dos gatitos nos terminarán aceptando, sobre todo por el alimento que les ofrecemos, y que quizás, incluso, alguno de ellos se dejará también acariciar, como su padre. Me parece, finalmente, que pronto la gata blanca, a la que de momento no hemos puesto siquiera nombre, volverá a parir otra camada de criaturas, ya que esta última vez nos ha parecido que la hemos encontrado algo más “gordita” que de costumbre. Y es que la vida sigue…
No puedo sino dedicar esta “entrada”, por distintos motivos, a dos amigas que se que tienen vínculos con estas fierecillas; de un lado, a Cristina, cuyo felino –golfo él- siempre se le esta escapando, y de otro, a Natacha, que vive feliz, con su gato, en la Cara Oculta de la Luna.
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Son preciosos esos lindos gatitos... (parezco piolín)Si estuviera ahí pasaría las horas sentada en el suelo, esperando. Vendrán, vendran a veros todos.
ResponderEliminarSi ves algún gato con tres colores o más en su pelaje, es una hembra. Los machos no pueden tener más de dos colores, no me preguntes porqué.
Algún día os enseñaré a Clara y a Emilia, mis gatas, que son las únicas mujeres en casa aparte de mí. De esta forma ellas siempre votan a mi favor y las votaciones quedan en empate eterno, sino... estaría en franca desventaja.
Gracias, cielo.
Un beso.
Enhorabuena por tu premio. Acabo de visitar tu blog y me pasaré a menudo, me gusta mucho. Un beso
ResponderEliminarComo me ha hecho reìr eso de ser la mascota del gato,,jajaja, pero son tan ladinos que claro que eso se piensan (si ya se que no piensan) y esa maña de restregarse al tobillo ufff si que cosa!
ResponderEliminarGracias por la entrada, muy lindas fotos, y "ellos" también estan bonitos :)
PD. "Gato" por lo pronto está en casa, a ver hasta cuando...
Saludos!!
Frabisa, gracias por tus palabras y se bienvenida. Yo tambien pasare a verte.
ResponderEliminarUn saludo en la distancia
Amiga, Gato es un nombre bellisimo para un gato.
ResponderEliminarSabias que los egipcios a los gatos los llamaban "Miaus".
No tenian ningun nombre especial para ellos, sino que los llamaban por el ruido que producian al maullar.
Curiosidades.
Un abrazo, Amiga
Amiga Natacha, de momento los mas pequeños no se acercan "ni a tiros"...
ResponderEliminarAsi que lo que lo que hago es poner algo de comida a lo lejos, y alli si que acuden.
Un abrazo
¡No me digas que eres de Córdoba? Que alegria.
ResponderEliminarpasaré por aquí y te enlazo a mi blog
Besos
Jerusalem, unas lineas para agradecerte tus palabras y darte la bienvenida a estos rincones, en los que Cordoba siemprem termina apareciendo.
ResponderEliminarYa te visitare a tu blog.
Un cordial saludo